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Terremoto en Bruselas

La cruda realidad para el futuro de la UE que refleja el 'informe' de la gira de Orbán

Los ‘informes’ enviados por Orbán a una Bruselas irritada con sus viajes a Moscú y su reunión con Trump muestran el difícil futuro que le queda por delante a la Unión

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán. ( Reuters/Leah Millis)

El nerviosismo y el estado de alarma ha empezado a hacerse notar en Bruselas. Aunque la sombra de un regreso de Donald Trump lleva ahí desde hace meses, hasta ahora se discutía de ello con relativa tranquilidad en los edificios de las instituciones europeas y de la Alianza Atlántica. Pero parece que todo el mundo hubiera sufrido una caída del caballo en los últimos días, especialmente a partir de la debacle después del debate entre Trump y el actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en el que quedó a los ojos de todo el mundo y de todos los votantes americanos el mal estado de salud del actual inquilino de la Casa Blanca.

En los últimos días, esa incomodidad, mezclada con el temblor global provocado por el intento de asesinato contra Trump, cuando una bala le rozó la cabeza durante un mitin en Pensilvania, ha ido incrementando hasta culminar este lunes por la noche, cuando el candidato republicano anunció a su candidato como vicepresidente: el senador por Ohio, JD Vance. Todo este desasosiego e inquietud ha quedado reflejada involuntariamente por otro de los protagonistas de este mes de julio en Bruselas: el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

El mandatario magiar ha irritado a todos desde el pasado 1 de julio, cuando Hungría asumió la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, provocando al resto de capitales utilizando un eslogan calcado del usado por Trump en la campaña de 2020: “Make Europe Great Again”. Lo que era una sospecha se confirmó cuando Orbán, en contra del espíritu de la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, que tiene un rol limitado y totalmente nulo en política exterior, decidió viajar a Moscú para reunirse con el presidente ruso, Vladímir Putin. Después visitó Pekín y también se reunió en Estados Unidos con Trump.

Como parte de su “misión de paz”, como se refiere el Gobierno húngaro a las visitas del primer ministro húngaro a los principales rivales estratégicos de la Unión Europea, Orbán ha enviado varias cartas al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el foro de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea. Una especie de “informes” en los que ha redactado las conclusiones de sus encuentros. Y aunque Orbán sea una figura poco apreciada en Bruselas, nadie niega que sea un digno representante de las tendencias reaccionarias que azotan a Estados Unidos, y que tenga bien integrados y aprendidos.

En el último de estos documentos, fechado el pasado 12 de julio, antes de que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciara un boicot a todas las reuniones informales organizadas por la presidencia del Consejo de la UE, el primer ministro señala que ha llegado “a la conclusión de que la política exterior desempeñará un pequeño papel de su campaña”, en referencia a Trump. “No podemos esperar de él ninguna iniciativa de paz hasta las elecciones. Sin embargo, puedo afirmar con seguridad que poco después de su victoria electoral, no esperará hasta su toma de posesión, sino que estará listo para actuar como mediador de paz inmediatamente. Tiene planes detallados y bien fundados para ello”, asegura en el documento.

Las palabras de Trump, combinadas con la elección de un candidato a vicepresidente al que se lee en la OTAN como un opositor al papel de Estados Unidos como garante de la seguridad en el espacio euro atlántico, han aumentado la sensación en Bruselas de que la Unión Europea puede encontrarse con un escenario de descalabro rápido del apoyo hacia Kiev. Pocos de los implicados en el debate de seguridad y defensa en Europa olvidan el pesimismo existencial que transmitía Vance en su intervención de la Conferencia de Seguridad de Múnich en marzo de 2024, cuando señaló que EEUU no tienen capacidad de producción de armas y munición suficiente para seguir sustentando la arquitectura de la seguridad de Europa y Oriente Medio al mismo tiempo que “pivota” hacia Asia oriental, es decir, China.

Esa idea se filtra también en las palabras del documento enviado por el Gobierno húngaro. “Estoy más que convencido de que en el probable resultado de la victoria del presidente Trump, la proporción de la carga financiera entre Estados Unidos y la UE cambiará significativamente en detrimento de la UE en lo que respecta al apoyo financiero a Ucrania”, señala Orbán en el texto.

El mandatario húngaro propone tres medidas a Michel. Una de ellas muestra que aunque Orbán se encuentra muy alineado con Trump y su equipo, no sigue sus posturas en lo que se refiere al trato con China. Así, el primer ministro húngaro propone “conversaciones políticas de alto nivel con China” para acordar una conferencia de alto nivel. Su segunda propuesta consiste en “la reapertura de líneas directas de comunicación diplomática con Rusia” y “el lanzamiento de una política coordinada hacia el sur global, cuyo aprecio hemos perdido en relación con nuestra posición sobre la guerra de Ucrania, lo que ha provocado el aislamiento global de la comunidad transatlántica”.

Michel ha respondido a Orbán criticando que señale que la Unión Europea ha estado siguiendo una política 'probélica'. “No puedo aceptar su afirmación de que hemos llevado una ‘política favorable a la guerra'. Es todo lo contrario. Rusia es el agresor y Ucrania es la víctima que ejerce su legítimo derecho a la autodefensa”, ha explicado el presidente del Consejo Europeo en una carta a la que ha tenido acceso El Confidencial. “El camino más directo hacia la paz es que Rusia retire todas sus fuerzas de Ucrania y respete la integridad territorial de Ucrania y la Carta de la ONU”, ha explicado el belga en una misiva enviada a Budapest y a todos los Estados miembros.

“La Presidencia rotatoria del Consejo no tiene ninguna función de representación de la Unión en la escena internacional y no ha recibido (usted) ningún mandato del Consejo Europeo para intervenir en nombre de la Unión. Lo dejé claro incluso antes de su visita a Moscú y así lo reiteró posteriormente el Alto Representante Borrell en su declaración del 5 de julio", explica Michel en una carta fechada el 16 de julio.

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