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Piden que los palestinos puedan volver

La CIJ considera que los asentamientos israelíes son ilegales: "Israel debe evacuar a los colonos"

La Corte Internacional de Justicia ha emitido una opinión consultiva en la que insta a los colonos a abandonar los asentamientos y a permitir a los palestinos regresar a su "residencias originales"

Uno de los asentamientos israelíes, ilegales según el derecho internacional, en el territorio palestino de Cisjordania. (EFE/Patricia Martínez)

"Ahí viven palestinos. A partir de aquí yo ya no puedo pasar". Shaul Judelman detiene el coche y señala la barrera amarilla que separa una aldea palestina del asentamiento israelí de Tekoa, donde vive con su mujer y sus cuatro hijos. De esta cuelga un cartel de prohibido. Detrás, se vislumbran decenas de edificios blancos, similares a los del asentamiento, y una mezquita. Los pasajeros de los coches que pasan la barrera de control miran a Shaul unos instantes que parecen eternos. Sabe que no es bienvenido, ya que su casa, al igual que el resto de las de Tekoa, se ha construido en un territorio ocupado.

La Corte Internacional de Justicia ha emitido esta tarde una nueva opinión consultiva respecto a la ocupación de estos territorios. En ella afirman que la política de asentamientos de Israel es contraria a la Cuarta Convención de Ginebra — que vela por la protección de las personas civiles en tiempos de guerra — ya que provoca "el desplazamiento forzado de personas". En lo referente a la explotación de los recursos naturales de la zona, añaden, además, que esta "es contraria al derecho Internacional".

De nuevo en el paso de Tekoa, en Cisjordania, Shaul lleva en el maletero unas cajas de comida con el sello de "Culture of Solidarity" (cultura de la solidaridad), un grupo de cooperación entre palestinos e isralíes. Desde el 7 de octubre, la dificil vida de los palestinos bajo los crecientes asentamientos, controles, operaciones del Ejército israelí y más controles, verjas y soldados se ha hecho más complicada. Muchos palestinos no tienen el acceso a alimentos que tenían antes del ataque de Hamás. Sus movimientos han quedado restringidos casi por completo. Mientras Shaul espera, junto a su coche aparece un automovil con matricula palestina. Shaul sale del coche y abraza a un hombre de mediana edad que prefiere no decir su nombre. Es palestino; dar un abrazo a un judío que vive en uno de la miríada de asentamientos que se multiplican por Cisjordania supone casi una traición a su pueblo. Coge las cajas de comida y se despiden.

Shaul reanuda la marcha. La carretera que atraviesa el territorio palestino, ocupado por este asentamiento, ya no es una línea recta: está dividida por una alambrada metálica de cuatro metros. "Durante la segunda intifada, un palestino intentó atacar a unos niños con un cuchillo. Entre ellos estaba mi hija. No les ocurrió nada porque un vecino pudo socorrerles", explica. "A partir de ahí decidieron poner esta alambrada. Para los vecinos, es sinónimo de seguridad".

Pero, para los palestinos, es también un patrón. Según afirma Mauricio Lapchik, de la ONG Peace Now, en una entrevista para el Confidencial, las carreteras, como las de Tekoa, "están construidas a lo largo y ancho del territorio para cortar con la continuidad territorial palestina en diferentes áreas donde se encuentra la mayoría de los asentamientos. Con ese objetivo se han construido diferentes carreteras en las cuales los palestinos pueden atravesar las diferentes áreas de los territorios ocupados pero sin la posibilidad de salir. Lo que quieren es cortar las conexiones entre las diferentes aldeas, cortar su economía y sus relaciones sociales", lo que hace imposible que los palestinos puedan vivir en esta zona.

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A pesar de que son apenas unos metros los que separan la aldea Za'atra del asentamiento judío, aquí se condensa la guerra por la tierra. Tekoa, construido en el año 1977, es uno de los 146 asentamientos israelíes levantados como islas en Cisjordania, en territorio que, según los Acuerdos de Oslo, correspondería a Palestina y cuya gestión se iría poco a poco entregando a los palestinos. No ha sido así. Por seguridad, por falta de interlocutor, por falta de voluntad política, porque dentro del Gobierno israelí sí que hay un plan para no permitir nunca un estado palestino práctico. Elija una razón.

La CIJ ha elegido esta: En particular, en lo relacionado con explotación de los recursos naturales y la política de asentamientos de colonos. Según los jueces, estas políticas “equivalen a una anexión permanente que impide la autodeterminación de los palestinos”. Por esta razón han instado al Gobierno israelí a "revocar todas las leyes y medidas que crean o mantengan la situación ilegal” que suponen los asentamientos, las prácticas de “discriminación” del pueblo palestino y los intentos de “modificar la composición demográfica de cualquier parte del territorio” de Palestina.

Advierten, además, que todos "los colonos deben evacuar los asentamientos existentes", así como "desmantelar las partes del muro construido por Israel que se encuentran en el territorio palestino ocupado y permitir que todos los palestinos desplazados durante la ocupación regresen a su lugar de residencia original”. Para ello, según la opinión consultiva de la Corte, Israel tiene la “obligación de proporcionar una reparación completa por los daños causados” por sus actos “ilegales”, lo que incluye “devolver la tierra y otras propiedades inmuebles” incautados a los ciudadanos palestinos “desde que comenzó la ocupación en 1967”.

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Hay aproximadamente 500.000 residentes judíos en Cisjordania en este tipo de asentamientos, según datos de la ONG Peace Now, que hace un seguimiento del aumento de asentamientos y 'puestos de avanzada' que constituyen, según la ONU, uno de los mayores "obstáculos para la viabilidad de la solución de dos estados".

Peace Now hace también seguimiento de los llamados 'puesto de avanzada': mientras que los asentamientos son legales bajo la ley israelí (no la legalidad internacional) y son promocionados y apoyados por el Estado, los puestos de avanzada son ilegales... hasta que dejan de serlo, a veces bajo la premisa de hechos consumados, y se convierten en asentamientos de pleno derecho. Desde el 7 de octubre ha habido un crecimiento exponencial de estos puestos de avanzada, funados por colonos radicales, dentro de los territorios israelíes. En los últimos nueve meses, Israel ha legalizado más de 25, que se suman a los 15 que el nuevo gobierno de Benjamín Netanyahu, que se apoya en ministros ultraconservadores, ha legalizado desde que volvió al poder en diciembre de 2022.

Aunque la política de asentamientos del gobierno israelí data de décadas, la llegada de figuras como los ultraderechistas y ultrarreligiosos Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich al ministerio de Seguridad Nacional y al de Finanzas respectivamente ha sido especialmente transparente y agresiva. Hace apenas unos días, las autoridades israelíes anunciaban su plan de construir 5.300 asentamientos nuevos en toda la Cisjordania ocupada, así como la estatalización de más de 1.200 hectáreas, un primer paso para construir nuevos asentamientos y desplazar a la población palestina. Esta construcción de asentamientos estará supervisada por Smotrich.

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Tan solo tres días antes de que la CIJ emita su opinión consultiva, que desde Tel Aviv se preveía contraria a sus intereses, el ministro israelí hizo un llamamiento a Benjamin Netanyahu para anexionar Cisjordania, en caso de que la Corte considere los asentamientos como ilegales. "Hay que responder con una decisión histórica de aplicar la soberanía de los territorios a la patria", ha manifestado ante los medios de comunicación. Es decir, aplicar la ley civil israelí, como estado, sobre unos territorios que hasta el momento están solamente ocupados (bajo control militar), no anexionados. Una anexión por la fuerza es, según el derecho internacional, ilegal.

"Este año ya ha sido un año récord en el avance de la construcción de viviendas en los asentamientos. También en la aprobación retroactiva de los asentamientos israelíes construidos sin la autorización legal requerida por el gobierno israelí, de los desplazamientos palestinos y de las demoliciones", afirma Yehuda Shaul, uno de los fundadores de Breaking the Silence, una organización fundada por exmilitares israelíes, y ahora dirige el think tank Ofek Center. "Hay 18 comunidades palestinas borradas del mapa, expulsadas por la violencia de los colonos. Y todo esto se ha hecho antes del 7 de octubre. Solo podemos imaginarnos lo que nos espera ahora que [Smotrich] tiene toda la autoridad".

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Porque, mientras "el mundo está bajo la sombra de lo que está pasando en Gaza", el Gobierno israelí está aprovechando "para acelerar sus planes en Cisjordania", continúa el analista, en entrevista con El Confidencial.

Y sus planes no son secretos. El 29 de mayo, mientras Israel acusaba a los países europeos que reconocieron a Palestina de ser cómplices de Hamás, se firmaba una orden militar por la que se transferían poderes a una 'Administración de Asentamientos', dentro del Ministerio de Defensa y cuya cabeza ha sido puesta a dedo por Smotrich. En virtud de esta orden, numerosos aspectos de la vida en la Cisjordania ocupada, especialmente en la 'zona C' (el 60% del territorio), pasaban a manos civiles. El derecho internacional recoge que, en una ocupación, lo gestionará el Ejército. Si lo gestiona el gobierno civil, es una anexión.

"Smotrich está en política solo por una razón: anexión, el Gran Israel, impedir la creación de un estado palestino, etc. En el momento en que llegó al Ministerio, empezó a trabajar en esto. Smotrich dice que los palestinos tienen tres opciones: la primera, que pueden quedarse, pero bajo el convencimiento de que esto es un estado judío y que no tendrán derechos totales. No derechos políticos, no derecho al voto, nada. Ustedes antisemitas lo llamarán apartheid. Él lo llama 'déficit democrático'. Segundo, que se vayan. Y somos muy generosos, les damos 'paquetes migratorios, subvenciones'. Pero si se quedan, y no aceptan la subyugación, 'el Ejército sabrá qué hacer'".

Militares y personal de seguridad israelíes trabajan en el lugar de un tiroteo en Tekoa, en la Cisjordania ocupada por Israel. (REUTERS/Dedi Hayun)

En declaraciones para este diario, Mauricio Lapchik, activista de la ONG Peace Now, explica que la interpretación que hace el estado de Israel para ocupar estos territorios y construir asentamientos viene de "una ley de la época otomana que dice que estas tierras, si no son usadas por un determinado periodo de tiempo, pueden ser declaradas tierras públicas", añade Lapchik, en entrevista con este diario. "Los palestinos se ven obligados a no poder usar estas tierras y ven como los colonos comienzan a construir asentamientos sobre ellas. Para evitar la llegada de los palestinos, los colonos emplean actos terroristas contra ellos. Sobre todo en los territorios de la zona C, que están administrados por los militares israelíes", indica.

Esta violencia, sin embargo, queda oculta a los vecinos judíos de Tekoa. De no ser por la alambrada cuesta imaginar que este territorio, al igual que otros muchos asentamientos, es uno de los puntos más calientes del conflicto. A apenas 20 kilómetros de Jerusalén, este asentamiento, en el que viven 4.300 israelíes, es un punto medio entre los partidarios de la ideología más extremista que está a favor de ocupar más territorio y entre los judíos considerados por algunos como hippies, por albergar una importante comunidad de activistas por la paz.

Vista del asentamiento cisjordano de Ma'ale Adumim detrás de la mezquita del pueblo palestino de Issawiya. (EFE EPA/ ATEF SAFADI)

Nada más entrar en este asentamiento se respira un aire en el que se entremezcla el olor de la arena y el tomillo. Son las tres de la tarde de un jueves. Las puertas de las casas están abiertas. Los niños salen de las escuelas sonrientes. Los más pequeños van descalzos. “Aquí todos van sin zapatos”, comenta Shaul. Toda esta escena parece ajena de lo que está ocurriendo tan solo un par de horas en coche, donde en Gaza se acumulan más de 38.000 muertos, según cifras del Ministerio de Salud controlado por Hamás, pero corroborado por estimaciones científicas en función de la destrucción de los bombardeos israelíes sobre uno de los territorios más densamente poblados del mundo.

"Hay un miedo de que se enseñe la historia de manera diferente, que sea una historia distinta. Quiero que mis hijos sepan quienes son y de donde vienen. Mi identidad es sagrada y forma parte de nuestra cultura, tradiciones y nacionalidad. Es desafiante enseñar que hay otras personas que viven en ese mismo territorio, que tiene un nombre diferente y, hasta el momento, ambas identidades se han visto como unas u otras, de forma separada. Es desafiante enseñar a los niños que esta tierra también es de otros. En las escuelas se enseña o la identidad israelí o la palestina, pero no las dos".

"¿Por qué no hay escuelas para los niños que promuevan estos acercamientos y puedan hacer convivencias?", se pregunta. "Ahora tenemos una generación de palestinos que viven completamente separados de los israelíes. El proceso de paz está basado en la separación y el único resultado que hemos obtenido es la violencia".

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