La renuncia del presidente Joe Biden a buscar la reelección en noviembre ha dejado vacante el puesto de candidato demócrata a la presidencia y su vicepresidenta, Kamala Harris, parece la mejor colocada para convertirse en la solución de urgencia y frenar el intento de Donald Trump de reconquistar la Casa Blanca.
Biden terminó por dar su brazo a torcer y cedió al clamor de voces que dentro y fuera de su partido le habían pedido que diera paso a un líder más joven. El presidente nunca se recuperó del debate del pasado junio con Trump. A sus fallos en el cara a cara, le siguieron después importantes lapsus en público, y, finalmente, un inoportuno positivo en covid que resaltó su apariencia débil, precisamente en los días en los que Trump rentabilizaba la imagen de fortaleza y coraje que mostró en el atentado del que fue víctima en un mitin en Butler, Pensilvania.
Ya liberados del lastre de Biden, los demócratas se enfrentan ahora al reto de revertir unas encuestas que les son desfavorables y cuya dinámica reciente hace aún más la remontada. Según los datos de Five Thirty Eight, Trump aventajaba a Biden en 0,2 puntos el 27 de junio, un margen que se incrementó a 0,7 tras el debate, y que actualmente ha crecido hasta los 3,2 puntos.
Pero, antes del reto de reducir esta desventaja, está el no menos acuciante de elegir un candidato y, por ahora, la vicepresidenta Harris, a la que Biden apoya, es la favorita en las apuestas. El Partido se enfrenta a una situación sin precedentes y no está claro que vaya a haber consenso en torno a Harris. En pocas semanas comienza en Chicago la Convención Demócrata de la que debería salir el nombre del sustituto de Biden y persiste la incertidumbre.
Una de las claves será el potencial rendimiento electoral de una Harris candidata. La mayoría de encuestas le atribuyen un porcentaje de votos menor al que habría recibido Biden. Pese a que el supuesto mayor tirón electoral de Harris ha sido uno de los argumentos más repetidos por los demócratas que querían que el presidente tirara la toalla, los sondeos no avalan esa impresión.
Una encuesta realizada la semana pasada por CBS News y la encuestadora YouGov le daban a Harris una ligera ventaja sobre Biden. Trump obtendría un 51% de los votos y ella un 48% en un hipotético duelo electoral entre ambos, mientras que la diferencia entre Trump y Biden sería de 52% a 47%. El margen de error era de 2,7 puntos. Otra realizada por The Economist arrojó que Harris perdería contra Trump, con un resultado de 44% expresidente y 39% por la actual vicepresidenta, mientras que Biden solo lo haría por un 43% a 41%.
Los números no son alentadores para los demócratas. Sobre todo si se mira a los estados bisagra, en los que ni demócratas ni republicanos tienen asegurada la mayoría y que serán decisivos a la hora de decidir al futuro inquilino de la Casa Blanca. Five Thirty Eight encontró que las posibilidades de ganar en estos de Biden son de un 48%, cuando Harris tendría solo un 31%.
Pese a todo, el convencimiento de que a sus 81 años Biden es demasiado mayor para repetir en el cargo parece generalizado. En las encuestas al respecto, alrededor de un 80% respondió que el presidente debía retirarse debido a su avanzada edad.
Esa es la certeza que parece haberle abierto la puerta a Harris, que también cuenta a su favor con que sus expectativas son mayores que las de otros dirigentes demócratas que habían sonado como posibles alternativas a Biden, como la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer; el de California, Gavin Newsom; el de Kentucky, Andy Beshear; o el de Illinois, J. B. Pritzker.
Harris se convirtió en 2021 en la primera mujer en alcanzar la vicepresidencia de Estados Unidos y muchos estaban convencidos entonces de que encarnaba un liderazgo femenino y novedoso que acabaría llevándola hasta la presidencia, pero su gestión en la Administración Biden la ha desgastado mucho. El presidente le encomendó una de las tareas más difíciles: solucionar el caos migratorio en la frontera con México, y su intento de atajar el problema a través de la colaboración con los países de origen no han dado el resultado esperado. Harris ha sido por eso uno de los blancos preferidos de los republicanos y su popularidad se vino abajo en medio de informes de disfunciones en su departamento.
Pese a todo, en las últimas semanas medios como el New York Times o el Washington Post han vindicado su figura y columnistas de prestigio como Lydia Polgreen han pedido que se le confíe la candidatura demócrata. Unido a que el suyo es un nombre conocido, eso podría ayudarla a atraer votantes y fondos de los donantes. A su favor, cuenta también que algunas de sus banderas, como la defensa del derecho al aborto o la justicia social y racial, son temas en los que Trump se siente más incómodo.
En resumen, no está claro que Kamala Harris vaya a ser la candidata, ni que de serlo, sus posibilidades de éxito sean mayores que las de Biden. De hecho, una encuesta reciente de Ipsos mostró que las demócratas con más potencial en una batalla electoral contra Trump son dos mujeres: Hillary Clinton, que derrotaría al expresidente por un 43% a un 41%, y Michelle Obama, que le superaría por un 50% a un 39%. Pero Obama ha dicho varias veces que no tiene interés en competir por la Casa Blanca y nadie apuesta por un regreso de Clinton a la primera línea política.