Ferdinand Georg Waldmüller (Viena, 1793 – Hinterbrühl, 1865) fue uno de los mejorespintores austríacos del siglo XIX. De hecho, desde que era muy joven, se hizo muy popular por la calidad de sus retratos. Tanto que, en 1823, uno del rostro de Ludwig van Beethoven sirvió a Lazarus Sichling para realizar el grabado más conocido del músico.
Sin embargo, su obra más popular en la actualidad es La Esperada. Una pintura en la que se ve a una joven caminando por el campo, mientras un chico la aguarda con una flor en la mano. Lo realmente curioso es que la mujer parece llevar entre sus manos un teléfono móvil y encontrarse absorta escribiendo un mensaje.
Como no podía ser de otro modo, esta interpretación ha dado pie a varias teorías conspirativas sobre la existencia de viajeros en el tiempo. Sin embargo, como es obvio, la explicación no tiene nada que ver con ellos. Más bien está relacionado con un sesgo cognitivo que, en mayor o menor medida, todos hemos sufrido alguna vez.
Los expertos lo aclaran
Gerald Weinpolter, director de la agencia de arte digital austrian-paintings.at, explicó en una entrevista al medio Vice.com que la chica protagonista de La Esperada no se encuentra sujetando un teléfono móvil. En concreto, lo que tiene entre sus manos es un libro de oraciones. A mediados del siglo XIX, época de la que data el cuadro, era muy habitual representar a las mujeres jóvenes de este modo.
El director de arte destacó en la entrevista la importancia de considerar el contexto histórico al analizar obras de arte antiguas. Además, aclara que el fenómeno por el que algunos ven un smartphone en la pintura puede explicarse mediante el sesgo de confirmación, una tendencia humana a interpretar la información de manera que confirme nuestras expectativas y creencias previas.
En la actualidad, estamos tan acostumbrados a ver a las personas inmersas en sus teléfonos móviles que es fácil proyectar esta imagen sobre escenas del pasado. Sin embargo, La Esperada es una representación típica de su época, donde era común ver a una joven con un libro de oraciones tras salir de misa. Un cuadro que, en el siglo XIX, no generó ninguna sospecha, pero que durante años se ha visto envuelta en una polémica que por fin ha sido resuelta.