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  1. Tecnología

LA TECNOLOGÍA PUEDE AYUDAR

Hay pueblos que multiplican su población en verano. Hay un tema del que nadie habla: el agua

En algunas zonas de España, los veranos son sinónimo de riadas de turistas y de vecinos de temporada. La llegada masiva puede ser una buena noticia, pero también supone retos para infraestructuras como las del agua potable

Protesta contra el turismo masivo en Mallorca. (Europa Press / Isaac Buj)

El turismo masivo es un fenómeno que cada verano se vuelve más polémico en España. Manifestaciones multitudinarias en lugares como Palma de Mallorca, locales disparando con agua a turistas en Barcelona o mensajes de concienciación por parte de guías turísticos lo demuestran. Hace un año, en todo el mundo ya se había recuperado el 88% de la fluctuación turística prepandemia, y este año, según el primer número del barómetro de la Organización Mundial del Turismo, será el de la recuperación completa.

Con el calor y las vacaciones, el verano es la estación preferida por los extranjeros para visitarnos. Este año, según manifestó el Ministro de Industria y Turismo, nuestro país acogerá a 41 millones de turistas internacionales de junio a septiembre, un 13% más que en el verano de 2023. Y no solo ellos, los extranjeros, sino que miles de nacionales se mueven de provincia en provincia y del interior a la costa. Esto se traduce en que, en los meses de más calor, casi la mitad de los turistas que hubo en todo el año de 2023 (85,2 millones de personas) pasearán por las calles de Alicante, Cádiz o Barcelona.

En algunjos casos, el fenómeno del turismo se traduce en que el 'censo' municipal engorda en unas pocas semanas y se multiplican el número de personas que allí se instalan para pasar la temporada estival. Localidades como Tarifa, en Cádiz, ven crecer su población de los 18.000 habitantes a los 40.000 en verano, o Castell-Platja d'Aro, en Girona, que pasa de los 12.000 a 120.000.

La playa de la Concha de San Sebastián abarrotada de bañistas. (EFE / Javi Colmenero)

Este incremento tan pronunciado tiene consecuencias. Entre ellas se encuentran el ruido, los problemas de tráfico y los conflictos que acaerran las diferencias entre los turistas y los residentes. Aunque hosteleros y otros negocios hacen su agosto y se frotan las manos, hay otros servicios, los públicos y municipales, que sufren una importante sobrecarga de trabajo. Y hay un problema del que muchos no hablan: la gestión del agua.

El agua pensada para el abastecimiento (cubrir las necesidades básicas), y que ha pasado un proceso de saneamiento, se dirige sobre todo a Andalucía, Madrid, Cataluña y Valencia. En este sentido, la directora adjunta del Observatorio del Agua, Lucía De Stefano, ha declarado a este medio que la llegada de turistas supone dos cosas: "un aumento estacional de su población con respecto a la población permanente y a un gasto de agua mayor". Es por ello que localidades de comuidades como estas, que experimentan grandes fluctuaciones estacionales de población, "tienen una mayor presión tanto sobre las fuentes que suministran el agua (hay más demanda de agua) como sobre el saneamiento y depuración (hay que recoger y tratar más agua residual que fuera de temporada)", tal y como explica la experta.

Si bien la tecnología ya estaba haciendo un esfuerzo por modernizar toda la red de transporte de recursos hídricos potables con, por ejemplo, despliegues de sensores para encontrar fugas y reducir la pérdida de agua, ahora la digitalización se está llevando a otro nivel y con más velocidad.

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Un recurso escaso

A una mayor demanda del agua empleada abundantemente en las playas, las fuentes y las piscinas, a veces este recurso brilla por su ausencia a causa de la sequía. Aunque se pueda pensar que la sequía es un fenómeno muy localizado no lo s tanto, porque tal y como recuerda De Stefano, "en todos los sitios hay sequía porque la sequía es una precipitación por debajo de la media histórica".

Haciendo referencia al registro del aumento de las temperaturas, la experta en la materia aclara que "en media llueve igual, pero llueve distinto. Llueve más en momentos en los que hace calor y más agua se evapora sin llegar a circular por los ríos; o de manera más concentrada en el tiempo, por lo que es más difícil de aprovechar". Estas alteraciones de un ciclo estable repercuten en el equilibrio de la gestión del agua. "Según datos oficiales, cerca del 44% de las masas de aguas superficiales y subterráneas (los ríos y los acuíferos) en España están en mal estado, es decir, se está sacando más agua de lo que pueden soportar esas masas o se han contaminado", manifiesta.

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Según el INE, en 2022 los hogares fueron el sector que más consumo de agua preparada para el abastecimiento acumuló, lo que se traduce en 128 litros de agua y día por persona. Esta cantidad supera la que la Organización Mundial de la Salud recomienda, establecida en 100 litros por persona al día. Pero no toda el agua está pensada para ser suministrada y abastecer hogares. De hecho, más del 70% del agua dulce extraída se emplea en el sector agrícola, según datos del Banco Mundial​.

El desequilibrio en la gestión de este recurso puede verse acentuado por fenómenos como el turismo y la sequía. Y es que puede haber hasta tres veces más uso de agua con turismo que sin él: un artículo de la Universitat de les Illes Balears, que observó el consumo de agua durante el confinamiento por la COVID-19, advirtió que en las zonas turísticas el consumo de agua disminuyó hasta un 58%, en comparación con las zonas donde normalmente había menos visitantes, que se redujo un 14%.

En Europa, mientras un ciudadano medio consume 128 litros al día, el consumo por turista oscila entre los 450 y los 800 litros. La atomización de los de la población en determinadas regiones y los desajustes que crean en la red de suministro provocan un aumento de este estrés hídrico al que se está intentando hacer frente con la digitalización, puesto que no son solo los individuos los que sufren las consecuencias. Además de los “clientes” (aquellos que consumen el agua), el turismo y la sequía también afectan a la ciudad reguladora del sistema hidráulico y a los proveedores.

Es por ello que todos los gobiernos regionales llevan tiempo poniéndose manos a la obra con respecto al control de los recursos hídricos. Además, la tecnología se ha convertido en uno de los medios dominantes en la monitorización. Todas las grandes ciudades costeras, por ejemplo, utilizan sistemas de telecontrol y saneamiento del agua. Eso sí, hay algunas que están más digitalizadas que otras.

Una solución moderna

En España, el 25% del agua se pierde en algún punto del sistema de distribución. Mientras que una parte de este control se pierde por un desperdicio de agua medido, como ocurre al tener en cuenta las averías o roturas en la red de suministro, más de la mitad se pierde por no haber realizado una correcta medición. Y en todo estos casos, la tecnología puede ayudar. Hay un pelotón de empresas que están aprovechando la coyuntura e intentando hacer negocio con ello.

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Una de ellas es Idrica, una firma española que se ha especializado en la aplicación de soluciones tecnológicas para la gestión del agua. Esta compañía, sostiene que la digitalización del ciclo urbano está logrando reducir su agua no registrada en un 35% en las poblaciones locales, alcanzando un rendimiento en su red de distribución superior al 89%. Es por ello que se espera que las ganancias anuales obtenidas de una inversion de 2024 a 2029 sean de un 11,01% en el ámbito de la gestión inteligente del agua, según la empresa de investigación de mercado Mordor Intelligence.

Las soluciones digitales van desde la monitorización inteligente del agua mediante el IoT (la tecnología que permite la comunicación entre dispositivos) hasta los sistemas de riego inteligente, pasando los sistemas de gestión integrada con inteligencia artificial y big data así como las tecnologías de reciclaje y reutilización de aguas grises.

"Cada gota cuenta", sentencia María Gil, mánager de Idrica en España, quien explica a El Confidencial que los principales demandantes de este tipo de soluciones tecnológicas son emprsas de agua pública, ayuntamientos que gestionan el agua, gobiernos autonómicos, entidades supramunicipales como diputaciones, y confederaciones. "Actualmente, estamos más focalizados en el área de la gestión a la hora de captarla (al tomarla de las fuentes originales) como a la hora de verterla (del grifo hacia adelante)" que, como explica Gil, es en lo que hacen más hincapié las bases de la convocatoria de digitalización del ciclo del agua en el marco de los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE). Este proyecto cuenta con un presupuesto de 3060 millones de euros que comenzó a movilizar en 2022. Tras dos convocatorias, el PERTE ha sacado una específica para la digitalización del regadío, un sector al que también prestan mucha atención.

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En cuanto a la tecnología que se emplea, Gil señala los sensores como herramienta básica de medición. Pero no se queda ahí: "Estamos haciendo muchos avances en la aplicación de inteligencia artificial, tomando la información que viene de los sensores para analizar qué está pasando en realidad, ahora con un modelo matemático de cómo funcionaría la red en condiciones teóricas para estos datos de entrada", explica. La IA prevee cómo se va a comportar un modelo en el futuro, algo que, como apunta la experta, ya no se puede hacer con conocimientos únicamente empíricos: "Para poder tomar medidas, antes íbamos más o menos con el conocimiento de los técnicos y los profesionales que gestionan las redes. Ya se sabía que por mayo llovía tanto. En el contexto actual se quiere un control mucho más automatizado, preciso y científico. Estamos en un entorno de cambio climático en el que ya no se puede saber con mucha anterioridad".

En España ya han puesto proyectos en marcha en lugares como en Sevilla (Emasesa y Aljarafesa), creando un "lago de datos" que aúna información de los sensores con información ya existente; Valencia (Emivasa); el Consorcio de Aguas de Bilbao y Bizkaia; la Confederación Hidrográfica del Ebro... En Asturias, junto con Telefónica, están planeando un proyecto para el futuro consistente en "un sistema que gestionará todos los usos del agua", tal y como cuenta la mánager. Asimismo, destaca los resultados: "Estamos encontrando una reducción en las pérdidas de agua, dependiendo del cliente, de entre un 15 y un 30 por ciento con respecto a lo que ya tenían, o un 70% en la reducción de episodios de desbordamiento en el alcantarillado".

Fuente cerrada en Barcelona. (EFE / Enric Fontcuberta)

En otras ciudades de Europa también se están llevando a cabo iniciativas que utilizan la tecnología para lidiar con el desperdicio del agua, tanto cuando hay un desbordamiento de las capacidades como cuando hay escasez de suministros. Un ejemplo de ello es el Canal Inteligente de Glasgow, un sistema digital de drenaje de aguas superficiales que emplea sensores y tecnología meteorológica predictiva para saber cuándo el tiempo húmedo podría afectar a zonas residenciales y comerciales. Con esta predicción, los canales de agua pueden vaciarse para que, al aumentar la cantidad a causa del tiempo, no haya un exceso. Del mismo modo, ciudades como Darmstadt han implementado sensores para medir el agua disponible para las plantas en el suelo con el fin de crear una recomendación para los próximos ciclos de regado, optimizando el proceso de suministro de agua.

La solución digital aporta beneficios a varios niveles. Económicamente, una gestión y consumo más eficiente del agua se traduce en una reducción del gasto tanto de los proveedores y reguladores como de los clientes. Además, optimizar los procesos del agua contribuye a disminuir la contaminación, algo de lo que tanto residentes como turistas pueden beneficiarse. Finalmente, un suministro de agua limpia y mejora la calidad de vida y favorecen las decisiones eficaces que se hayan de hacer en el futuro, tanto por parte de las personas como de las instituciones. Una mayor calidad de vida puede desembocar en un aumento del turismo y, si todo está controlado, en uno más sostenible.

Dos mujeres durante una manifestación contra el turismo masificado en Barcelona. (Europa Press / Lorena Sopêna)

Cabe destacar que no todas las soluciones han de buscarse en las consecuencias. Gracias a la digitalización podemos tener información pero, como cuenta María Gil, "muchas veces, con esto de la sequía, se habla de una forma muy gruesa y se hacen aseveraciones muy generalistas sobre cómo afecta el turismo". Ni España puede en la actualidad apartar el turismo de sus playas ni la sequía va a detenerse de inmediato. Por ello, la mejor receta es tener un conocimiento de la situación para saber qué medidas tomar. Gil distingue que "hay municipios que, al haber hecho una buena modernización de las redes y con conocimiento de mucho detalle del uso del agua, se pueden permitir sin mucho riesgo recibir una gran cantidad de turismo", así como que "teniendo la información necesaria sí que se pueden tomar medidas que no sean solamente cortar el agua".

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