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Sorprendente relación

Los dinosaurios pueden ser los culpables de que bebamos vino: cómo influyó su extinción

Un estudio establece la relación entre la extinción de los dinosaurios y la proliferación de las vides a nivel mundial. Un hallazgo que ha sido posible gracias al estudio de los fósiles de semillas de uvas

Sin meteorito, probablemente no podríamos disfrutar de esta deliciosa bebida (iStock)

Hace 66 millones de años, el asteroide Chicxulub, de 10 kilómetros de diámetro, impactó contra la Tierra en la península de Yucatán, México. Un evento catastrófico que provocó la generación de gigantescos tsunamis y el lanzamiento de enormes cantidades de polvo a la atmósfera, el cual acabó por cubrir completamente el cielo. ¿El resultado? La extinción de los dinosaurios y del 75 % de la vida en la Tierra.

Es cierto que existen otras teorías acerca de cómo se produjo esta extinción masiva. Por ejemplo, una sucesión de erupciones volcánicas que duraron 1.000 años y que emitieron suficientes gases mortales a la atmósfera como para tener el mismo efecto. Sin embargo, no es algo relevante para la hipótesis planteada por un grupo de investigadores liderado por el colombiano Fabiany Herrera.

Según la investigación, cuyos resultados han sido publicados en la revista Nature Plants, hay una conexión directa entre la extinción de los dinosaurios y la existencia del vino tal y como lo conocemos hoy en día. Para determinarla, han estudiado fósiles de semillas de uva procedentes de Colombia, Panamá y Perú, cuyas antigüedades varían entre los 60 y los 19 millones de años.

Causa y efecto

Según Fabiany Herrera, paleobotánico en el Centro de Investigación Integral Negaunee del Museo Field de Chicago y autor principal del estudio, estas son "las uvas más antiguas jamás encontradas en esta parte del mundo". Además, cree que sus hallazgos ofrecen una nueva perspectiva sobre cómo la desaparición de los dinosaurios influyó en la proliferación de las plantas de uva.

Los fósiles de semillas que ayudaron a demostrar la teoría (EFE/Fabiany Herrera/Museo Field de Chicago)

La investigación sostiene que la desaparición de los dinosaurios herbívoros, quienes modificaban significativamente los ecosistemas debido a su tamaño y hábitos alimenticios, permitió la formación de nuevos tipos de bosques más densos. Sin la presencia de estos grandes animales que derribaban árboles y mantenían los bosques abiertos, se creó un entorno más propicio para las plantas trepadoras y enredaderas como las vides.

Los fósiles más antiguos de uvas previamente encontrados, datados en 66 millones de años, proceden de la India, coincidiendo con el momento del impacto del asteroide que causó la extinción masiva. Este descubrimiento es crucial porque muestra que solo después de este evento catastrófico, las uvas comenzaron a diversificarse y extenderse globalmente. En palabras de Herrera, "el bosque se reinició de una manera que cambió por completo la naturaleza de las plantas".

Además de la desaparición de los dinosaurios, la diversificación de aves y mamíferos en los años posteriores también jugó un papel fundamental en la dispersión de las semillas de uva. Los investigadores han identificado nueve nuevas especies de uvas fósiles en Sudamérica y Centroamérica, indicando una resiliencia notable de esta familia de plantas ante las múltiples extinciones y dispersiones que han sufrido a lo largo de su historia.

Este estudio no solo subraya la importancia de eventos históricos en la configuración de los ecosistemas modernos, sino que también resalta la capacidad de adaptación y supervivencia de las plantas de uva. Al disfrutar una copa de vino, es fascinante considerar que su existencia está, en parte, ligada a una de las mayores extinciones en la historia de nuestro planeta.

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