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La sonda Mechta

Cómo la CIA "secuestró" una sonda soviética para ganar la carrera espacial a la URSS

En los años 50, EEUU perdía la carrera espacial con la otra superpotencia del momento, la Unión Soviética. Pero una misión secreta de sus espías ayudó a equilibrar la balanza

La sonda Mechta. (RIA NOVOSTI ARCHIVE)

Tras la Segunda Guerra Mundial, dos de las potencias ganadoras, EEUU y la Unión Soviética, competían por imponer su visión del mundo al resto del planeta. El espacio fue uno de los grandes campos de batalla de la Guerra Fría entre los dos países. Durante la década de los 50 la URSS puso en órbita el primer satélite de la historia, el Sputnik, lanzó al espacio a la perra Laika y arrancó el programa Mechta, conocido en occidente como Lunik, para llevar una nave en la Luna. EEUU y su recién estrenada NASA no eran capaces de alcanzar el nivel tecnológico soviético, pero una asombrosa misión de espionaje industrial por parte de la CIA les ayudó a recuperar el paso y sentó las bases de su exitoso futuro.

Desde finales de la década de los 40, Estados Unidos y la Unión Soviética vivían en una rivalidad alimentada por sus diferentes ideologías políticas y objetivos económicos. Una de las maneras de demostrarle al mundo su poderío era exhibir sus proezas tecnológicas y militares en pomposas exposiciones.

Superioridad soviética abrumadora

En 1959, la Unión Soviética logró el objetivo de estrellar una nave contra la Luna con su sonda Luna 2 y lanzar banderines metálicos con el escudo de la URSS sobre la superficie lunar para mostrar su supremacía en tecnología espacial. Un mes después, el Luna 3 fotografió la cara oculta de la Luna por primera vez en la historia.

Ese mismo año la URSS emprendió una gira mundial para mostrar algunos de sus artefactos más avanzados y sorprendentes y alardear de sus logros tecnológicos y económicos. Entre ellos estaba una réplica de su sonda Luna, aunque en EEUU sospechaban que se trataba de la nave real y, con la ayuda de la CIA, montó un dispositivo para comprobarlo.

La primera foto del lado oscuro de la Luna.

La historia se reveló años después en una revisión suavizada de los hechos publicada por la CIA con el nombre de El secuestro de Lunik. El texto fue escrito por el agente Sydney W Finer, de la CIA y publicado en la edición de invierno de 1967 de Studies in Intelligence. Pero no salió a la luz hasta que el historiador espacial Dwayne Day lo descubriera y lo publicara a mediados de los años 90 en la revista Quest.

"Fui yo quien encontró el documento desclasificado en los Archivos Nacionales. Estaba en papel. El documento no apareció en Internet hasta una década más tarde", explica Day a Space.com. "Nótese que 'Lunik' no es una palabra rusa. Era un término de la jerga estadounidense para referirse a las misiones lunares rusas, no como las llamaban los rusos".

El secuestro

La CIA planeó interceptar y secuestrar la sonda espacial soviética Luna durante su traslado entre ciudades. El documento no dice exactamente dónde, pero se cree que tuvo lugar en el tránsito entre dos ciudades mexicanas.

Todas las piezas de la exposición estaban vigiladas día y noche por personal de seguridad. Así que los agentes de la CIA decidieron esperar al cierre del evento, cuando todas las piezas serían cargadas en un tren con destino al puerto de Tampico, en el noreste de México. Desde allí, luego irían a La Habana.

El día del operativo, los agentes se aseguraron que Luna viajara en el último camión de la expedición. Disfrazados de locales, detuvieron el camión antes de llegar a la estación de tren donde se dirigía y convencieron al conductor de pasar la noche en un hotel, ofreciéndole seguramente alcohol, compañía femenina o ambas cosas.

Después, llevaron el camión a un depósito de chatarra alquilado para la ocasión. Durante el trayecto, dos coches escoltaban al camión, asegurándose de que los soviéticos no les seguían ni sospechaban nada. Luego, cuatro agentes llegaron para estudiar la sonda y recoger toda la información científica posible.

Los secretos soviéticos al descubierto

Luna estaba en un contenedor cerrado por dentro al que solo podían acceder a través del techo. Los agentes, entrando con cuidado para no dejar marcas, se dividieron el trabajo por zonas. Con la única luz de sus linternas, los técnicos saltaron al interior de la caja, donde el espacio entre el cohete y las paredes era mínimo.

Una parte de los agentes se dedicó a desatornillar las ventanillas delanteras y otra fue a por la placa trasera, donde podrían acceder a los depósitos de combustible y al sistema hidráulico. Para abrir la sonda del todo tuvieron que romper un sello soviético que estaba intacto y sustituirlo por una réplica fabricada por un imitador esa misma noche.

Los agentes desarmaron piezas clave de la sonda, tomaron fotos y notas y volvieron a poner las piezas en su lugar. El conductor original del camión entregó la carga en la estación de tren a tiempo para la llegada de los guardias soviéticos.

Una información clave para el futuro

En 2020, John Greenewald, fundador de Black Vault, un archivo de más de dos millones de páginas obtenidas del gobierno por la Ley de Libertad de Información (FOIA), publicó el documento íntegro con el subtítulo: Obtención de marcas de fábrica del interior de un vehículo espacial soviético de etapa superior.

"El primer trabajo, volver a fijar el orbe en su cesta, resultó ser la parte más complicada y lenta de toda la noche de trabajo", señala el documento. La forma en que estaban diseñados los compartimentos del morro y del motor impedía la guía visual para volver a montar fácilmente el equipo espacial, explica Space.com.

"Tardamos casi una hora en hacer esto, un hombre en la sección estrecha del morro intentando colocar el orbe exactamente en la posición correcta y otro en el compartimento del motor intentando encajar las roscas en el extremo de una varilla que no podía ver", dice el texto.

La información obtenida fue valiosísima y permitió deducir el peso y tamaño tanto de algunas de las piezas como del motor. Esto ayudó a darle un volantazo a la tecnología espacial que los americanos estaba desarrollando en ese momento. Aun así, la URSS siguió cosechando éxitos: puso en el espacio al primer hombre, el cosmonauta Yuri Gagarin y mujer Valentina Tereschkova, que logró realizar un vuelo orbital de 5 días, el más largo de la historia hasta la fecha. Tendría que pasar todavía una década antes de que EEUU lograra llegar a la Luna con el Apolo XI y hacerse con la victoria clave de la carrera espacial.

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