Ramón García ('Grand Prix'), contra la fiebre nostálgica de la televisión: "Hay programas que no deben volver"

La nostalgia parece haberse apoderado de la televisión en los últimos años. Las cadenas de televisión han comenzado a resucitar programas con el objetivo de enganchar a sus fieles seguidores y atraer, de paso, a nuevos espectadores. A simple vista, se trata de una estrategia acertada, dado que hablamos de formatos previamente testados, sin embargo, esconde también un gran riesgo como, por ejemplo, no estar a la altura de sus primeras etapas.

Frente a los exitosos regresos como los de Operación Triunfo y el Grand Prix, otros formatos no han corrido la misma suerte. El precio justo (2021), en Telecinco; el Un, dos, tres (2023), en Twitch; o Password, en Antena 3, dejaron patente que no siempre se puede jugar al factor nostalgia, tal y como asegura Ramón García.

"Tiene que ser, por lo menos, igual de bueno que cuando se fue. Nosotros teníamos todo en contra. No había vaquillas, no había cantidad de cosas... pero lo hicimos y salió bien". Según el presentador vasco, "no puedes traicionar la memoria de la tele, porque ahí es cuando pierdes todo". Es lo que sucedió con el Un, dos, tres, que no terminó de cuajar ni entre los espectadores ni entre la crítica. "Yo vi un poquito y, bueno, el alma estaba, pero solo el alma [...] A veces nos damos la vuelta de modernos y creemos que todo lo de antes puede volver y es un gravísimo error".

PREGUNTA: Tras el éxito del Grand Prix el año pasado, ¿hubo interés por parte de TVE de que te pusieras al frente de algún otro proyecto?

RESPUESTA: Sí, hablamos de muchas cosas, pero yo tengo un programa diario en Castilla-La Mancha Media [En compañía]. Hemos cumplido ocho años hace nada y ya llevamos más de 2050 programas. Son tres horas en directo todos los días, no creáis que es moco de pavo. Cuando salió el Grand Prix se produjo algo muy curioso, que fue como querer desempolvar todos los formatos antiguos.

A mí me han caído todas, como el ¿Qué apostamos?, pero, claro, no todo se puede hacer. Es complicado, pero sigue ahí esa posibilidad. Tened en cuenta que ¿Qué apostamos? no tiene nada que ver con el Grand Prix. Se hacía en directo y la inversión solamente en decorados, en vestuarios… era alta. Hay que hacerlo mejor o igual, o más bonito, por lo menos. Solamente el sofá de invitados, de un internacional con tres nacionales, son 200.000 pavos y me quedo cortito. A mí me encantaría, pero tiene que reunir las condiciones necesarias, que es tener dinero para esa inversión.

P: ¿Hay mucha presión por intentar repetir el éxito del año pasado?

R: Este año se va a moderar. No es lógico lo que pasó el año pasado. Ten en cuenta que era una espera de 18 años. Era tanto que ese 26,1% nos descolocó a todos. Nadie pensaba que íbamos a hacer eso. Ahora, nos vale con estar por encima de la cadena, que creo que estaremos holgadamente por encima. Me conformo con que, una vez más, la gente tenga preferencia este verano por el Grand Prix.

P: ¿Cómo es ahora tu relación con los niños? ¿Se te acercan más a raíz del éxito del Grand Prix?

R: Yo que ya me había librado de los niños y ahora han vuelto... Es divertidísimo porque viene la abuela y dice: 'Mira, te presento a mi hija y a mi nieto'. Los niños te ven como si fueses Dios. Es algo que ya lo había vivido en el pasado. Han vuelto los niños porque han descubierto un juego nuevo y a un señor que presenta eso, que soy yo. Mis niños sois vosotros, los que sois más jóvenes.

P: Hablas de En compañía, un programa de servicio público en toda regla que persigue acabar con la soledad de las personas. ¿El Grand Prix también es un servicio público?

R: Es diferente, claro que es un servicio público. Yo pienso, a veces, que no hay mejor guardería en verano que reunir a toda una familia para ver la tele. En compañía es más servicio público porque realmente las personas que acuden, van específicamente al programa porque están solas y, por cierto, cada vez viene más gente joven.

En el último estudio que se ha hecho, ha salido que el mayor número de gente sola está entre la gente joven, por el aislamiento que producen muchas veces las redes sociales, que han hecho que la gente joven empiece a dejar de comunicarse como lo hacía mi generación.

Por eso, yo estoy muy satisfecho cada vez que hago ese programa. Porque cada vez que voy, sé que ayudo a alguien. Y cada vez que vuelvo a casa, me voy feliz porque me he llevado el cariño real de alguien que has ayudado. El servicio público de En compañía es ese. El servicio público del Grand Prix, en Televisión Española, es entretener a la gente, que ya es bastante.

P: En compañía y el programa de Juan y Medio en Canal Sur han abierto una tendencia. Parece que Telecinco va a seguir un poco esa línea con El diario de Jorge.

R: Y más que se va a hacer. La tendencia ahora es, en todos los programas, introducir historias que tengan que ver con la soledad. Pero aquí hay un matiz muy importante: hay que saber hacerlo. Primero, desde el equipo de redacción, que lo que hace es coger historias de verdad y no de frikis, y respetar mucho a las personas que llevamos.

Yo me río mucho con mis invitados, pero hay mucha gente que se ríe de los invitados. Y esa pequeña línea, ese pequeño matiz, se cruza sin piedad. Eso para mí es fundamental. Hacer En compañía para mí es el máximo de los respetos. Hemos formado más de mil y pico parejas, que se dice pronto. Y toda esa gente, cuando vuelve, regresa con cariño, llorando, y nos dicen que les hemos salvado la vida. No hay dinero, ni programa que te dé eso. Ninguno.

P: ¿Qué te parece Jorge Javier como rival futuro en las tardes?

R: Rival para nada. En compañía se hace en una cadena autonómica pequeñita. Jugamos en diferentes ligas. Jorge Javier, en lo suyo es el mejor, siempre lo he dicho. Cualquier producto que toca, si está bien organizado y le encaja bien, siempre le funciona. A veces, nos quieren poner trajes que no nos sientan bien.

Mi programa, en Castilla-La Mancha, es líder de audiencia con tres 'viejillos' y un tío de 62 palos presentes. Porque enfrente están todas las demás. ¿Y qué hago yo? Un producto único, diferente e irrepetible. Cada día tenemos personas distintas con historias de verdad y eso es lo que engancha, escuchar una historia donde se sufre.

España es pueblo, mucho más que ciudad, por eso funciona el Grand Prix. ¿Os imagináis un Grand Prix de ciudades? No tendría la competitividad que tiene el programa. Lo bonito del Grand Prix es el corazón que tiene la gente de pueblo.

P: Hablando de las privadas, ¿ha habido algún contacto este año también con ellas?

R: Después del Grand Prix del año pasado, me han llamado hasta de América para presentar programas de entretenimiento, no te digo más. Sí, hay mucha gente que ha descubierto a Ramón con el Grand Prix este año, que es curioso, pero ha pasado.

P: ¿Por qué no has caído en la tentación?

R: Pues porque yo soy una persona muy responsable y muy seria con la gente con la que tengo mis compromisos. Esto se ha repetido en mi carrera muchas veces, que he tenido cantidad de veces de irme a otros sitios por muchísimo dinero, pero nunca lo he hecho.

Hace muchos años que a mí no me mueve el dinero a la hora de hacer los programas, ni al principio, porque vengo de una familia acomodada. Nunca he trabajado por dinero, lo he hecho siempre por el instinto, por lo que me apetece hacer. Ahora, que cumplo 40 años de profesión y que lo estoy disfrutando, lo menos importante es el dinero. Me importa mucho más el proyecto. Si algo me gusta, voy a ir a hacerlo.

P: ¿Del Grand Prix qué es lo que más te gusta?

R: Lo bien que me lo paso porque me lo sigo pasando bien. El primero que disfruto aquí soy yo. Os invito a que vengáis un día, antes de empezar un programa. A las 15:15 horas arrancamos con una canción, salgo bailando, saludando a toda la gente y presentando a Cristina, a Wilbur y a la vaquilla en ese pre-show. Yo ahí ya soy feliz.

P: Por cierto, ¿qué te parece el fichaje de Broncano por Televisión Española?

R: El programa de David va a tener un problema de encaje, quizás con el tipo y modelo de audiencia que tiene Televisión Española. Pero también te digo que está pensado para eso. No para que no encaje, sino para que atraiga a un target de gente que ha perdido Televisión Española.

La sorpresa para la dirección de TVE fueron las toneladas de niños y adolescentes que metí yo con el Grand Prix. Si tú no les das ese producto atractivo, no te ven. ¿Por qué han visto el Grand Prix en una cadena que no tenía ese público? Simplemente aparecimos, les gustó y se engancharon.

Su reto va a ser conseguir eso y no es fácil. A mí me encantaría que lo hiciera porque es una apuesta arriesgada. Esto es lo de siempre: 'Coño, Televisión Española no arriesga', 'Joder, ¿por qué arriesga con esto que se la va a pegar?'. ¿En qué quedamos? ¿Tiene que arriesgar o no? Démosle una oportunidad. Que sale bien, estupendo. Que no sale bien, pliegas velas y vuelves a una plataforma donde tienes tus 50.000-60.000 espectadores y que luego se hace viral a nivel de internet. Pero, claro, eso no es televisión.

P: La idea de renacer el Grand Prix nació inicialmente con Ibai, ¿le vamos a ver en algún programa?

R: Con Ibai hablamos el año pasado, me acuerdo, para hacer una pequeña intervención, pero Ibai vive en otra galaxia, está más liado que la pera. Me llevo muy bien con él y me llamó para darme la enhorabuena del éxito que habíamos tenido. Hablamos con él para participar en algunos programas, aunque sea a nivel de entrar él desde su casa, pero es que no tenía fechas de coincidencia con las grabaciones.

Yo creo que tal y como está el Grand Prix... está bien. Hay una cosa que es importante: hay programas que no deben volver y otros que sí. Lo digo porque a veces nos damos la vuelta de modernos y creemos que todo lo de antes puede volver... y es un gravísimo error. Yo esto se lo he dicho a muchos directivos de televisión, que querían renovar viejos formatos. Digo: 'No os volváis locos'. La vuelta del Grand Prix ha sido muy medida, muy trabajada y ha tenido suerte, pero eso no quiere decir que todo lo que antes funcionaba, pueda volver a funcionar.

Se intentó hacer con el Un, dos, tres. Yo hablé mucho con Alejandro, con el hijo de Chicho, que me llamó. Y le dije: 'Lo tuyo es muy complicado', porque el Un, dos, tres es otro formato y dependía mucho de Chicho Ibáñez Serrador. Yo le dije: 'Si tu padre levanta la cabeza, igual no tienes carretera para correr', en plan risa. Yo vi un poquito y, bueno, el alma estaba, pero solo el alma.

No puedes traicionar la memoria de la tele, porque ahí es cuando pierdes todo. Yo tenía ese miedo. Cuando volvimos con el Grand Prix yo siempre decía, esto tiene que ser por lo menos igual que cuando se fue. Y teníamos todo en contra. No había vaquillas, no había cantidad de cosas, pero lo hicimos y salió bien. Con el ¿Qué apostamos? es eso. Otra vez ¿Qué apostamos?, ¿pero qué? ¿cómo? Por eso no todo debe volver si no vuelve bien.