El Rey de nunca acabar, por M. A. Baixauli
Más allá de palacios y palacetes, y de otras delicias del Medio Oriente, Ramón García, las uvas y el turrón tiran más que dos carretas
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La avalancha de noticias acerca de virus y vacunas, leyes, normas, restricciones y nuevas normalidades nos arrolla mientras comprobamos el precio de nécoras, gambas, gulas y percebes. El hambre no se nos quita. Pero la respiración, sí. Nos quedamos sin aliento cuando oímos que el Rey, el emérito, tiene intenciones de volver a casa por Navidad.
Y es que, como en casa, no se está en ningún sitio. Más allá de palacios y palacetes, y de otras delicias del Medio Oriente, Ramón García, las uvas y el turrón tiran más que dos carretas. ¿Era así el refrán? Así que, PCR mediante y regularización de los más de 500.000 euros provenientes de cuentas opacas —que se sepa— que nuestro Rey tiene pendientes, el monarca pide cabizbajo su regreso a la madre patria. Nos conformamos con los primeros 350.000 millones. Y luego vamos viendo. Porque, más que cuentas, esto ya nos parece un cuento. El cuento de nunca acabar.
Miguel Ángel Baixauli Moreno
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