El Gobierno reconoce su error de apostar por la ‘Cuatro’ de Polanco en vez de Televisión Española

Los pésimos datos de audiencia de la Cuatro han supuesto un mazazo a la estrategia de Moncloa de fletar una televisión privada afín a sus intereses. Una estrategia que chocaba frontalmente con la esgrimida por otros miembros del Partido Socialista, que preferían centrarse en la televisión pública -en vez de en la de Polanco-, procediendo al cambio del equipo de los Servicios Informativos de TVE con el fin de controlar sus contenidos.

Fuentes de Moncloa reconocen su estupor ante el "pinchazo" de la Cuatro y, en especial, de su principal estrella, Iñaki Gabilondo. El Gobierno tenía la convicción de que el periodista aglutinaría a los espectadores votantes del PSOE que han ido abandonando los informativos de la televisión pública por ser "telediarios angelicales y desmovilizadores", según sus innumerables críticos. Sin embargo, en sus primeras semanas en pantalla, la audiencia parece haber dado la espalda a Gabilondo.

Así las cosas, el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, se ha encontrado con una estrategia, heredada de su antecesor, “que no comparte, pero ante la que poco puede hacer”, aseguran en su entorno. El diseño puesto en marcha por Miguel Barroso al llegar a Moncloa consistió en desactivar el Ente público como instrumento mediático al servicio del Gobierno, dejando el espacio libre a la TV de Sogecable.

Sin embargo, el trasvase de espectadores de TVE a la Cuatro que había previsto Barroso no se está produciendo. En el Gobierno, además, reconocen que es imposible “a estas alturas de Legislatura endurecer la política informativa de RTVE” mientras el Ente siga dirigido por el equipo designado por los migueles, Barroso y Contreras.

Por otra parte, los cambios en RTVE serán cada vez más ‘engorrosos’, con el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que está en marcha, explican fuentes sindicales, quienes esperan de la SEPI que dirige Enrique Martínez Robles una generosa oferta de jubilaciones anticipadas y bajas incentivadas. De no ser así, Zapatero tendría sobre su mesa otro conflicto social que añadir a su ya larga lista. En Moncloa, se sigue con atención el desarrollo de este proceso que culminará en 2006 con una reducción de unos 4.000 empleados.