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La escritora asturiana Olvido García Valdés gana el Premio Nacional de Poesía
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La escritora asturiana Olvido García Valdés gana el Premio Nacional de Poesía

La escritora asturiana Olvido García Valdés ha ganado este martes el Premio Nacional de Poesía con su poemario Y todos estábamos vivos, una obra impregnada de

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La escritora asturiana Olvido García Valdés gana el Premio Nacional de Poesía

La escritora asturiana Olvido García Valdés ha ganado este martes el Premio Nacional de Poesía con su poemario Y todos estábamos vivos, una obra impregnada de "la sensación de irrealidad" de la vida y que está escrita, como todas las suyas, desde ese "espacio de resistencia" que para ella es la poesía.

El poemario premiado, publicado por Tusquets, es "duro de lectura en algunos momentos, pero celebratorio al mismo tiempo", y, según ha explicado la escritora, enlaza con su obra anterior, "Del ojo al hueso", escrita "en un época difícil, asociada a una enfermedad grave" que padeció.

Directora del Instituto Cervantes de Toulouse desde hace un año, la noticia del premio sorprendió a García Valdés (Santianes de Pravia, Asturias, 1950) en la ciudad francesa, en una jornada de trabajo intenso pero en la que encontró tiempo para atender las llamadas de los periodistas. "Estoy muy emocionada y muy agradecida por el premio", aseguró García Valdés, que en los veinte años largos que lleva dedicada a la poesía trata de expresar "el mundo y la experiencia de la vida a través de quien escribe". "La poesía lírica nace siempre de la raíz emocional y reflexiva del autor".

El libro premiado "tiene muy presente la sensación de irrealidad que da a la vida la perspectiva de la muerte", el haber llegado "a un límite". "Esa luz, ese tinte de que lo raro es vivir, es esencial en el libro, pero, al mismo tiempo es un componente que da mucha intensidad a la vida", señaló la escritora. Hay también en la obra premiada otros elementos como "la presencia del mundo, el campo, lo animales y las cosas, vistas de una forma muy intensa", y hay, además, otras líneas que se entretejen con poemarios suyos anteriores, como "una reflexión sobre el lugar de las mujeres" o la presencia de otras formas de creación artística.

"Es un libro quizá duro de lectura en algunos momentos, pero al mismo tiempo celebratorio", porque se palpa en sus versos la intensidad de la vida, presente ya desde el título. "Es la conciencia de lo efímero, de lo breve, de lo irreal en la vida", añadió García Valdés, cuya poesía se caracteriza por el ascetismo verbal. "Al escribir, busco llegar a una condensación y a una precisión imprescindibles para el poema", afirmaba esta escritora cuya obra ha deslumbrado, entre otros, a Roberto Bolaño, quien la consideraba "la mejor poeta española del siglo XX". "Bolaño era muy generoso, aparte de un narrador excepcional", añadía.

Su trayectoria poética comenzó en 1986 con "El tercer jardín" y prosiguió con "Exposición" (1990), que obtuvo el Premio Ícaro de Literatura; "Ella, los pájaros" (1994), Premio Leonor de Poesía; "Caza nocturna" (1997), "Del ojo al hueso" (2001) y con "Y todos estábamos vivos", el poemario distinguido con el Nacional de Poesía.

García Valdés, cuya obra está traducida al francés, inglés, alemán, sueco y portugués, concibe la poesía como "un espacio de resistencia", ya sea ésta "lingüística, afectiva o reflexiva". Por eso no le importa que este género no tenga muchos lectores, porque "las cosas no hay que medirlas por la cantidad sino por la intensidad". Ella misma se considera "una buena lectora" y asegura que la lista de poetas que han influido en su obra es "muy larga". Nombres como César Vallejo, Antonio Gamoneda, José Miguel Ullán, Carlos Piera, Olga Orozco, Blanca Varela o María Victoria Atencia figuran entre los que admira esta escritora, que ha traducido a Pier Paolo Pasolini ("La religión de mi tiempo") y, junto con Monika Zgustova, a Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva.

La escritora asturiana Olvido García Valdés ha ganado este martes el Premio Nacional de Poesía con su poemario Y todos estábamos vivos, una obra impregnada de "la sensación de irrealidad" de la vida y que está escrita, como todas las suyas, desde ese "espacio de resistencia" que para ella es la poesía.