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La novela de moda
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La novela de moda

Stieg Larsson es el autor de moda. Sus obras son respetadas por la industria editorial, alabadas por otros escritores, aclamadas por los lectores europeos que las

Stieg Larsson es el autor de moda. Sus obras son respetadas por la industria editorial, alabadas por otros escritores, aclamadas por los lectores europeos que las compran en masa, y han sido además bien tratadas por la prensa. Un éxito que al autor le hubiera gustado presenciar. Larsson fue un periodista de investigación, de tendencias progresistas y experto en los grupos de extrema derecha. Aficionado a la novela negra, decidió, mediada la cuarentena, que iba a poner en práctica en los ratos de ocio lo aprendido. Y se puso a ello: una vez terminada su jornada laboral (en una revista fundada y dirigida por él, como ocurre con el personaje principal de sus novelas) se sentaba nuevamente frente al ordenador para poner en claro sus ideas. Trabajaba enfebrecido, dormía pocas horas y se alimentaba preferentemente de comida basura. Días después de entregar las tres novelas que componen Millenium al editor, tras subir siete pisos andando (el ascensor de su redacción se había estropeado), sufrió un infarto que acabó con su vida.

Paradojas de la existencia, esta clase de historias suelen venir bien para publicitar los libros. Pero aunque la trilogía Millenium deba parte de su popularidad al aprovechamiento promocional de circunstancias trágicas, lo cierto es que posee un buen manojo de méritos propios, a juzgar por la novela que inaugura la serie. En primer lugar, porque el autor dibuja dos protagonistas diferentes de los usuales a los que reviste de un atractivo especial, la hacker Lisbeth Salander y el periodista Mikael Blomkvist. La primera posee memoria fotográfica, un montón de sentimientos contradictorios y un pasado doloroso, del cual ha sabido salir con éxito. Quizá por eso, Salander representa la justicia sin escrúpulos: cree en la necesidad de que ganen los buenos y los malos pierdan. Por cualquier medio.

Blomkvist es un periodista económico que desconfía de su profesión porque ve a sus compañeros como simples apósitos del poder. Para Blomkvist, el objetivo primero de su oficio debería ser vigilar a los tiburones financieros que provocan crisis y a quienes especulan con los ahorros de la gente; es decir, lo contrario de lo que suele hacerse. Por eso, la novela comienza cuando el periodista es condenado judicialmente a una breve pena de cárcel por haber arremetido contra uno de esos financieros sin escrúpulos en un artículo de su revista. Y quizá por eso, Blomkvist aprenderá a lo largo de la historia que unos cuantos trucos sucios vienen bien cuando juegas contra gente poco limpia.

El segundo punto de interés reside en el planteamiento de la novela, que apuesta por combinar viejos esquemas con nuevas inquietudes. Blomkvist ha de investigar un asesinato ocurrido décadas atrás en una isla, planteando una variante peculiar del misterio de la habitación cerrada: un muerto, lugar cerrado, número limitado de sospechosos. Aparecen además otros elementos de la escuela antigua: aquí hay enemistades arraigadas, turbios asuntos familiares de la alta burguesía y, claro está, romance y sexo. Lo peculiar es que Larsson consigue que los ingredientes cobren un aire novedoso, que hagan pensar al lector que está ante una novela distinta. Probablemente porque sabe dotar a los personajes de un aire actual, porque sabe leer algunas inquietudes de la época y porque se reivindica como el continuador actual de las formas narrativas que le precedieron. No quiere innovar sino seguir una tradición. La obra de Larsson bebe de diferentes influencias y no esconde ninguna de ellas. Por un lado aparecen sus notables deudas con las Damas del crimen; por otro, asoma el lado sucio y oscuro de la novela negra; y por último, Larsson añade sin ningún remilgo buenas dosis de esas narraciones detectivescas progresistas a las que tan aficionados son los escandinavos. A todo ello le une la actualización de los temas (los principales, la violencia contra las mujeres, los abusos financieros y el papel del periodista) y un estilo ágil y entretenido y tenemos, hela aquí, la novela de moda.

La paradoja final es que tras el enorme éxito de las novelas de Larsson, su viuda, Eva Gabrielsson, aún no ha visto un euro de los millones que éstas han generado. Eva convivió con Stieg durante más de 30 años. Dado que el periodista solía investigar a los grupos de extrema derecha y había sido amenazado de muerte, era extremadamente cuidadoso a la hora de revelar datos personales. Por eso no aparecía su nombre en ningún registro: todas las facturas figuraban a nombre de Eva. Y por eso no se casaron, requisito imprescindible, según la ley sueca, para poder heredar. Una paradoja cruel para una novela titulada Los hombres que no amaban a las mujeres.

LO MEJOR: Que se lee de un tirón. Y que todos sus lectores hablan bien del libro.

LO PEOR: Aunque no sea con frecuencia, aparecen en la novela algunos lugares comunes.

Stieg Larsson es el autor de moda. Sus obras son respetadas por la industria editorial, alabadas por otros escritores, aclamadas por los lectores europeos que las compran en masa, y han sido además bien tratadas por la prensa. Un éxito que al autor le hubiera gustado presenciar. Larsson fue un periodista de investigación, de tendencias progresistas y experto en los grupos de extrema derecha. Aficionado a la novela negra, decidió, mediada la cuarentena, que iba a poner en práctica en los ratos de ocio lo aprendido. Y se puso a ello: una vez terminada su jornada laboral (en una revista fundada y dirigida por él, como ocurre con el personaje principal de sus novelas) se sentaba nuevamente frente al ordenador para poner en claro sus ideas. Trabajaba enfebrecido, dormía pocas horas y se alimentaba preferentemente de comida basura. Días después de entregar las tres novelas que componen Millenium al editor, tras subir siete pisos andando (el ascensor de su redacción se había estropeado), sufrió un infarto que acabó con su vida.