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España es sobrenatural: reflexiones sobre el ocultismo cañí
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España es sobrenatural: reflexiones sobre el ocultismo cañí

Ocultismo cañí. España es sobrenatural. Mondo Brutto y Vacaciones en Polonia Que España es un país sobrenatural se puede ver cada noche en televisión, o a media

Ocultismo cañí. España es sobrenatural. Mondo Brutto y Vacaciones en Polonia

 

Que España es un país sobrenatural se puede ver cada noche en televisión, o a media tarde, o a media mañana. Arroja ello una imagen de la España preternatural que habitamos, y que es objeto de estudio de algo que se llama “fantaciencia”, que debe ser algo parecido a lo que hace Iker Jiménez o lo que hacía el difunto Jiménez del Oso. Y es que, en España, el ocultismo no sólo se preocupa de extraterrestres y fantasmas, sino de casi todo. Desde que Pitita Ridruejo –quien, por cierto, no tiene entrada en la Wikipedia– introdujo a la Virgen María en los salones más cool de Marbella, la vida social y oculta de España están más que intrincadas. En realidad, como muestran los autores del presente ensayo, que tambén es gente oculta con los peregrinos nombres de Galactus o Zafia Potocka, esto es así desde tiempos inmemoriales, y hacen un repaso a la España mágica, ya sea el Círculo de El Escorial de Felipe II o el origen esotérico del nacionalismo gallego.

No hay que prestar atención a algunos errores históricos que puedan aparecer –quizá por perturbación de intangibles malévolos– porque este no es un libro de historia y no se le puede tomar por tal. Su objeto no es relatar unos hechos verídicos, sino el relato en sí. Es una obra posmoderna, y por ello el objeto es construir un determinado tipo de discurso, fuera del ámbito de la verdad o la falsedad o la precisión, siquiera, que es a la par disciplinado y díscolo, serio y cómico. Al menos, es así la primera parte “Ocultismo ibérico”, que integra con buena disposición saberes populares que en otro tiempo gozaron de más prestigio y que hoy quedan del lado del espectáculo y la mera superchería. Por la vía de una ironía que se toma muy en serio su objeto, y siguiendo los pasos de la ciencia y la filosofía relativistas actuales, se busca declarar que las convicciones populares tienen su misma autoridad, o que las religiones oficiales. Luego, los monográficos dedicados a Vicente Risco y Juan Eduardo Cirlot mudan algo ese tono, se hacen más serios y reivindicativos. Se divide así el libro en dos partes bien diferenciadas, apenas cosidas por las fibras de lo oculto.

Con su lenguaje desenfadado, pero sin que pueda obviarse la erudición empleada, podemos valorar España es sobrenatural como una inversión posmoderna de la Historia de los heterodoxos españoles de Menéndez Pelayo –salvando las distancias en cuanto a la labor investigadora del polígrafo santanderino–. Un relato muy friki, ahora que los frikis se van adentrando por las grietas del edificio académico –quizá para romperlo, como el agua con las rocas–, muy rojo, muy malicioso y juguetón, que ha dado el salto del esoterismo del fanzine al exoterismo del mercado editorial convencional –con lo que tiene de sintomático– y que tiene por adversarios, o quizá enemigos, a toda forma de conservadurismo, incluyendo los nacionalismos y las religiones; en concreto el catolicismo, entendido como creencia mágica excluyente y totalitaria –pues el destino de Edipo es matar a su padre, no al ajeno–.

 España es sobrenatural. Ed. Melusina. 240 págs. 18 €. Comprar libro.

 

Reliquias filosóficas. Los huesos de Descartes. Russell Shorto

¿Puede alguien convertirse en ejemplo para fundamentalistas religiosos y fundamentalistas ateos, al tiempo que lo es para los moderados que intermedian entre ambos bandos? René Descartes es hoy reivindicado por todos, y sus restos se trataron como reliquias de un santo, curiosamente, dado que el sabio francés postuló –recogiendo pensamientos y doctrinas de otros, aunque siempre lo presentara como fruto de su propia reflexión; pero esta es otra historia– que cuerpo y alma están separados, de tal manera que finalizada la vida la unión se rompe. Russell Shorto cuenta las vidas paralelas de sus restos óseos y el pensamiento cartesiano, que juzga la base de la civilización contemporánea. Siguiendo a Richard Watson, asevera que el mundo actual es “cartesiano hasta la médula”. Algo que también es más que discutible, pero que no rebaja en nada la calidad del ensayo.

Los restos óseos de René Descartes fueron pronto separados. El filósofo huyó de Francia buscando el ambiente más libre, intelectualmente hablando, de la Holanda protestante, para sufrir persecución –poca cosa, en realidad, nunca se jugó el cuello– y aceptar el llamado de la frívola cultureta que reinaba en Suecia, Cristina de Vasa. Allí murió al poco, víctima de los caprichos de la reina y, tras un entierro discreto, descansó durante dieciséis años entre inocentes –en un cementerio para niños sin bautizar– para que, en 1666, sus seguidores no sólo perturbaran su descanso sino, de paso, iniciaran una curiosa historia que acabaría implicando a las mentes más lúcidas de varias épocas y convirtiendo sus huesos en metáfora “encarnada” de la civilización occidental moderna y del propio pensamiento cartesiano. Los huesos fueron exhumados y pronto robados, separados, perdidos, encontrados, enterrados… y en este camino herederos del pensamiento cartesiano como Cuvier o Richer tuvieron las reliquias en sus manos como prueba –obstáculo– científica.

El propio autor reconoce que la anécdota es un “ejemplo típico de información inútil”, pero ha conseguido armar con ella un ensayo lúcido y atractivo que rebosa en información y significado. La historia de los huesos acaba por integrarse en el eterno debate entre fe y razón, que para Shorto es el debate de la modernidad, aunque más bien lo es la formulación ilustrada del problema, diferente de la medieval. Una formulación que, según el autor, es dada por Descartes, y que lleva a la transformación radical de la civilización occidental –“un cambio más profundo que la independencia de Estados Unidos, la Revolución francesa, la Revolución industrial o la era de la informática”–. En sus huesos, perdidos, reencontrados, falseados y autentificados, se aplicó esa renovación. La Duda metódica se convirtió en la clave para reconocerlos, para perseguir una verdad que terminó por aceptarse como inestable, meramente probable. Pues si el propio Descartes tuvo que admitir que no se podía alcanzar la certeza, ¿qué habrían de decir sus huesos?

 Los huesos de Descartes. Duomo. 319 págs. 19,50 €. Comprar libro.

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