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Un 'yuppie', una cana al aire y un fiambre en el maletero: el 'contratiempo' de Mario Casas
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protagoniza 'contratiempo'

Un 'yuppie', una cana al aire y un fiambre en el maletero: el 'contratiempo' de Mario Casas

El actor coruñés ha presentado 'Contratiempo', un 'thriller' psicológico en el que coincide con Bárbara Lennie, José Coronado y Ana Wagener

Foto: Madrio Casas es Adrián Doria en 'Contratiempo'
Madrio Casas es Adrián Doria en 'Contratiempo'

Mario Casas pide un café caliente, sentado en una silla junto a su compañera Ana Wagener, en una pequeña sala, rodeado de focos, de gente vestida de oscuro y de carteles promocionales de su última película, ‘Contratiempo’. Cafeína en vena para aguantar el rodillo de entrevistas promocionales. Cada ocho minutos, una cara nueva. “Mi nombre es Adrián Doria y soy un empresario joven con muchísimo éxito. Mi nombre es Adrián Doria y soy un empresario joven con muchísimo éxito. Mi nombre es Adrián Doria y”… necesito otro café.

Tráiler de 'Contratiempo'

Las promociones en masa son el precio a pagar por lucir una de las caras con más tirón del cine español. Por ascender desde el reparto coral de una serie minoritaria en una cadena recién nacida al papel protagonista en producciones con pretensiones de taquillazo: las pasadas navidades las celebró con el estreno de ‘Palmeras en la nieve’ -17 millones de euros recaudados en España-. ‘Muso’ de Álex de la Iglesia y de las revistas de cotilleo juvenil, Casas ha pasado 2016 recorriendo la verticalidad del hampa, desde los bajos fondos de ‘Toro’ hasta las cúspides ‘yuppies’ de la ‘city’ barcelonesa en ‘Contratiempo’.

"Mi personaje es Adrián Doria, un empresario joven con muchísimo éxito -uno de los empresarios del año-, acusado del asesinato de su amante [Bárbara Lennie] en una habitación de hotel y que va a utilizar su poder y el estatus que tiene para librarse", explica Casas entre sorbo y sorbo de café. Además, "tiene rasgos psicopáticos, como la manipulación y la frialdad" y es de los que "llegan ahí arriba sin importarle a quién deja atrás".

"Mi personaje tiene rasgos psicopáticos, como la manipulación y la frialdad" y es de los que "llegan ahí arriba sin importarle a quién deja atrás"

Lo que Casas ha dejado atrás han sido los pasillos de instituto y las crestas macarras de púber de sus comienzos para convertirse en marido, padre, empresario y… sospechoso de homicidio en la última película del guionista y realizador barcelonés Oriol Paulo (‘El cuerpo’, 2012), que se estrena el próximo 6 de enero. Un 'thriller' psicológico en el que la verdad y la mentira se entremezclan en un relato sobre la sociedad de clases y la justicia en el que el espectador construye, rehace y deshace sobre la marcha, como si fuera un detective, la realidad de los hechos narrados a base de ‘flashbacks’.

Imagina que un día sales de casa. Tu familia se despide de ti y te desea un buen viaje, que no trabajes mucho, que arregles pronto los asuntos de negocios y que vuelvas pronto. Te echarán de menos. Imagina que coges el coche, recoges a tu amante y os marcháis a pasar un fin de semana romántico. En alguna casa rural. En algún pueblo perdido. Discreción absoluta. Imagina que, entre beso y beso, de repente un volantazo, dos coches que se empotran, cristales rotos, un cadáver y todo que perder.

Yo creo que el poder, el dinero, el tener la capacidad de poder manejar hilos te llevan a poder salirte con la tuya

Ante la cantidad de evidencias que lo incriminan, Doria decide contratar los servicios de Virginia Goodman (Ana Wagener), una implacable preparadora de testigos que jamás ha perdido un caso, con la que intentará perfilar su declaración para argumentar su inocencia. "En esa habitación donde están esos personajes, Adrián Doria y Virginia Goodman, van a tener que recomponer entre los dos un puzle, donde hay una serie de piezas que a veces encajan y a veces no encajan", prosigue Casas. "Yo creo que el poder, el dinero, tener la capacidad de poder manejar hilos, te permiten salirte con la tuya. Algo que se parece mucho a los casos que hemos visto últimamente en la televisión".

Personas influyentes que pervierten la justicia porque, lamentablemente, la justicia está abierta a dejarse pervertir. Medios de comunicación que dan la espalda a la gente humilde y que hipertrofian la figura del triunfador. La injerencia del cuarto poder en la justicia -y viceversa- y la capacidad de retorcer la mentira a conveniencia hasta que tome forma de verdad. Estos son los temas entorno a los que reflexiona Paulo en su segundo largometraje como guionista y director después de una carrera cimentada en la televisión catalana.

Yo me acuerdo que cuando empecé en esto con 18 ó 19 años, los periodistas me preguntaban qué opinaba sobre que los actores de televisión hiciesen cine

Unas raíces ‘catódicas’ que comparte el propio Casas, quien empezó su carrera, allá por 2005, en la telenovela de Televisión Española ‘Obsesión’. "Me acuerdo que cuando empecé en esto con 18 ó 19 años, los periodistas me preguntaban qué opinaba sobre que los actores de televisión hiciesen cine", recuerda Casas. "Yo creo que la diferencia entre el cine y las series -a lo mejor no tanto en España, por el tema económico- ya casi no existe. Fíjate en las series americanas, que son casi mejor que las películas. Netflix, HBO, Movistar… van a ser una oportunidad grande que está abriendo mercado a muchos actores, porque somos muchos los que podemos vivir de esto. Van a producir mucho y van a ayudar mucho al cine, a las series y van a dar trabajo. La mezcla ya está, el cambio ya se ha hecho y esperemos que siga yendo a más todavía".

Mario Casas pide un café caliente, sentado en una silla junto a su compañera Ana Wagener, en una pequeña sala, rodeado de focos, de gente vestida de oscuro y de carteles promocionales de su última película, ‘Contratiempo’. Cafeína en vena para aguantar el rodillo de entrevistas promocionales. Cada ocho minutos, una cara nueva. “Mi nombre es Adrián Doria y soy un empresario joven con muchísimo éxito. Mi nombre es Adrián Doria y soy un empresario joven con muchísimo éxito. Mi nombre es Adrián Doria y”… necesito otro café.

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