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'The Party': bienvenidos a la muerte en directo de la izquierda burguesa
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62 edición de la seminci

'The Party': bienvenidos a la muerte en directo de la izquierda burguesa

La directora británica Sally Potter participa en la Sección Oficial de Seminci con una sátira sobre las miserias de la clase media acomodada protagonizada por Kristin Scott Thomas

Foto: Kristin Scott Thomas protaginiza 'The Party' de Sally Potter. (Avalon)
Kristin Scott Thomas protaginiza 'The Party' de Sally Potter. (Avalon)

¡Bienvenidos a la fiesta de la democracia! Un guateque decadente en el que todos se pelean por el amor incondicional del pueblo, que ni está ni se le espera. A un lado la izquierda idealista y culta, la 'intelligentsia' desfasada, que sigue a su rollo cultureta y romántico, sin darse cuenta de que es un enfermo en fase terminal. Por otro lado la derecha neoliberal y joven, materialista, arrogante y espídica, y que busca conservar el amor del pueblo tirando de la Visa Oro. Y por otro el establishment socialdemócrata, tan ensimismado en su ensimismamiento que sigue pensando que él es el único al que jamás le van a poner los cuernos. Sally Potter reparte a unos y a otros, sin piedad y a mano abierta en su última película, 'The Party', que participa en la Sección Oficial de la 62 edición de la Seminci después de competir el pasado febrero por el Oso de oro en la Berlinale.

En su octava película, la directora inglesa disecciona las principales preocupaciones de una burguesía ilustrada histérica y decrepitud en su lucha por el amor de una sociedad que con sus infidelidades acaba cavando su propia tumba. Una curiosa apuesta de aires teatrales que recuerda indefectiblemente a 'Un dios salvaje' de Polanski, una sátira rodada en un cuidado blanco y negro que apuntala la crítica a la irrealidad caduca en la que viven los personajes.

Timothy Spall, Cillian Murphy, Emily Mortimer y Patricia Clarkson en 'The Party'. (Avalon)'Tha Party' comienza con una pequeña reunión de amigos que celebran el reciente nombramiento de Janet (Kristin Scott Thomas) como nueva ministra de Sanidad del Gobierno de Reino Unido, una mujer que lleva años luchando por su carrera política, aperturista en lo social y con gran fe en la democracia, el Estado y, en su campo de experiencia, en la asistencia sanitaria universal. Mientras todo el mundo la felicita y al tiempo que ella se encarga de preparar los aperitivos, su marido, Bill (Timothy Spall) parece ido e infeliz, incapaz de compartir la felicidad de su esposa.

Con la llegada de April (Patricia Clarkson), la mejor amiga cínica y mordaz de Janet, y su marido Gottfried (Bruno Ganz), un alemán 'buenrollista' que se gana la vida como 'coach' de crecimiento personal que basa su vida en la espiritualidad, la autoayuda y la defensa de las medicinas no tradicionales, el ambiente en la casa comienza a enrarecerse. Y lo hará aún más con la aparición de una pareja de lesbianas, Martha (Cherry Jones) y Jinny (Emily Mortimer), que aunque no están muy seguras de su relación sentimental se han lanzado a la aventura de ser madres 'in vitro'. A ellos se les une Tom (Cillian Murphy), un joven y atractivo tiburón de las finanzas que viene a la fiesta sin su mujer, Marianne, a la que todos están esperando y que será el centro de muchos de los secretos que se desvelarán en la desastrosa velada.

placeholder A Bill (Timothy Spall), le cuesta celebrar la victoria electoral de su mujer. (Avalon)
A Bill (Timothy Spall), le cuesta celebrar la victoria electoral de su mujer. (Avalon)

Porque a lo largo de la —en teoría— feliz velada se irán cayendo las máscaras de los invitados y los trapos sucios, el cinismo y la falsedad de cada uno de ellos irá saliendo a la luz. La directora comienza señalando la hipocresía de una burguesía progresista que defiende la sanidad gratuita y universal pero que cuando se ve en la necesidad de acudir a ella prefiere optar por la sanidad privada a la que le permite acceder su bolsillo acomodado. "Fui al Sistema Nacional de Salud y me daban una lista de espera de dos semanas. El especialista me vio enseguida y me ofreció todo tipo de tratamientos", se queja uno de los personajes ante la incredulidad de la flamante y recién nombrada ministra de Sanidad. Lo mismo que la pareja homosexual que se ha "gastado una pasta" en la fecundación 'in vitro', una opción que sólo está disponible para los bolsillos privilegiados y no la clase trabajadora a la que, aparentemente, la izquierda dice defender. Muy elocuente es que todos en esa casa hablan de cierta clase trabajadora que en ningún momento aparece.

Muy elocuente es que todos en esa casa hablan de cierta clase trabajadora que en ningún momento aparece

Potter plantea también el dilema entre la ciencia y lo magufo, encarnado esto último en el personaje del 'coach' personal, que defiende que "la medicina occidental es vudú", que "la clase médica occidental es ignorante y corrupta", que "las enfermedades suceden con un fin" y que la solución a todas las miserias de la vida está en la espiritualidad y el pensamiento positivo. Para Bill, el intelectual, el materialista, el racional, "la salud de una persona viene más determinada por el trasfondo social y el estatus económico que por la dieta y el ejercicio". También habla sobre las luchas intestinas dentro del feminismo y sus diferentes teorías, desde las más radicales, que apoyan el "todos los hombres son violadores", hasta las que entienden que el camino hacia la igualdad tienen que recorrerlo los hombres y las mujeres de la mano.

placeholder Patricia Clarkson y Bruno Ganz en 'The Party'. (Avalon)
Patricia Clarkson y Bruno Ganz en 'The Party'. (Avalon)

La comedia de enredos de Potter pivota alrededor de los conflictos de clase, los complejos, las relaciones amorosas disfuncionales, todo ello como el campo de acción de la alegoría sociopolítica que plantea la directora. Una comedia de enredos ácida en la que todos, en representación de las distintas formas de la izquierda de la vieja Inglaterra y el neoliberalismo —encarnado en la figura del 'yuppie' americano—, acaban traicionando sus ideales ya sea por el beneficio propio o por el arrebato, en un ejercicio de demolición de la clase media acomodada inglesa —europea, en general—. "La democracia está acabada", sentencia el personaje de Clarkson, el más nihilista de todos. Como en un 'reality show' con muebles caros y concursantes salidos de Yale, 'The Party' le propone al espectador que asista a la muerte —o el asesinato— en directo de la burguesía y de los ideales. La crónica de una muerte anunciada.

¡Bienvenidos a la fiesta de la democracia! Un guateque decadente en el que todos se pelean por el amor incondicional del pueblo, que ni está ni se le espera. A un lado la izquierda idealista y culta, la 'intelligentsia' desfasada, que sigue a su rollo cultureta y romántico, sin darse cuenta de que es un enfermo en fase terminal. Por otro lado la derecha neoliberal y joven, materialista, arrogante y espídica, y que busca conservar el amor del pueblo tirando de la Visa Oro. Y por otro el establishment socialdemócrata, tan ensimismado en su ensimismamiento que sigue pensando que él es el único al que jamás le van a poner los cuernos. Sally Potter reparte a unos y a otros, sin piedad y a mano abierta en su última película, 'The Party', que participa en la Sección Oficial de la 62 edición de la Seminci después de competir el pasado febrero por el Oso de oro en la Berlinale.

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