Encuentran muerto a Keith Flint, cantante de The Prodigy, a los 49 años

Keith Flint, el cantante de la mítica banda de música electrónica inglesa The Prodigy, ha sido encontrado muerto en su casa de Dunmow (Inglaterra) este lunes por la policía después de ser informada de que había un cuerpo inconsciente. Flint tenía 49 años y aunque la causa del fallecimiento aún no ha sido anunciada, no se contempla como 'sospechosa', según las fuerzas de seguridad.

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Liam Howlett, miembro de la banda The Prodigy, ha confirmado que la muerte de su compañero de grupo ha sido un suicidio. Howlett ha señalado en el perfil oficial de Instagram del grupo británico que Flint "se quitó la vida", después de que la policía de Essex (este de Inglaterra) informara esta mañana de que había encontrado muerto al cantante, de 49 años, en su domicilio. "Estoy conmocionado ....cabreado, confuso y con el corazón roto", escribió el compositor de The Prodigy. La formación tenía previsto un tour por Estados Unidos.

Las autoridades fueron alertadas esta mañana en torno a las 8:10 hora británica y cuando llegaron a la vivienda del cantante, ubicada en la ciudad de Dunmow, encontraron a Flint muerto .Sus compañeros han expresado en un comunicado su "profundo shock y tristeza" por el fallecimiento de Flint, al que calificaron de "un pionero, innovador y leyenda". "Le echaremos siempre de menos".

Flint fue un cantante, músico y bailarín británico nacido en Braintree, Essex, en 1969, miembro de la mítica banda de música electrónica The Prodigy que tantos seguidores cuenta en nuestro país encabezando numerosos festivales. En un principio, Flint inició su andadura como bailarín de la banda, pero en 1996 hizo su primera aparición como cantante en el sencillo 'Firestarter' que le convirtió en una estrella con la estética punk que ha sido su seña de identidad desde entonces.

Pura fuerza bruta en el escenario. Las bases atronadoras, el juego de luces parpadeante no apto para epilépticos: asistir a un concierto de The Prodigy era toda una experiencia física. Notar cómo las vibraciones de la música entran como un terremoto por las plantas de los pies hasta los tímpanos. Escuchar los primeros golpes de 'Smack My Bitch Up', la intro espídica de 'Firestarter', los beats de 'Vodoo People', los tambores de guerra de 'The Day Is My Enemy' —que forma parte de la banda sonora de 'Mad Max: Fury Road'—, adentrarse en una experiencia excesiva, hipersensorial, música para la generación abandonada, que bautizaron ellos mismos.

Pocos grupos han sasbido captar como The Prodigy la esencia del desfase noventero, de desencanto generacional, de alienación 'ravera'. En 1994, el disco 'Music For The Jilted Generation', doble platino, un logro para un grupo incómodo salido de los márgenes, se convirtió en un hito para aquellos a los que el gobierno conservador de John Major había tildado de antisociales con el Acta sobre el Orden Público y la Justicia Criminal de 1994 por simplemente reunirse en lugares abandonados y bailar música machacona.

El primer sencillo de su último disco, 'No Tourists', lanzado a finales del año pasado, se llamó, triste ironía, 'We Live Forever'. 30 años después de su nacimiento, The Produigy seguían sonando igual de coléricos, polémicos y estridentes que en sus principios. The Prodigy lo inventaron a finales de la década de los ochenta Keith Flint, el DJ Liam Howlett y su amigo Leeroy Thornhill. Desde entonces grabaron siete álbumes de estudio: 'Experience' (1992), 'Music For The Jilted Generation' (1994), 'The Fat Of The Land' (1997), 'Always Outnumbered, Never Outgunned' (2004), 'Invaders Must Die' (2009), 'The Day Is My Enemy' (2015) y 'No Tourists' (2018).