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Calvo, gordo y feroz: así es el superhéroe de 'Fauda', la serie de Netflix que arrasa
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CRONICA CULTURETA

Calvo, gordo y feroz: así es el superhéroe de 'Fauda', la serie de Netflix que arrasa

Lior Raz, exsoldado de las fuerzas especiales y exguardaespaldas de Schwarzenegger, triunfa planetariamente con la serie que retrata a pie de calle la dureza del conflicto palestino-israelí

Foto: Imagen promocional de la tercera y última temporada de 'Fauda'
Imagen promocional de la tercera y última temporada de 'Fauda'

No está todo perdido. La categoría de superhéroe se puede alcanzar con alopecia, edad madura, sobrepeso y hasta negligencia operativa. Colaboran al retrato robot la destreza del boxeo y el placebo viril de las armas, pero no se requieren otras grandes cualidades para convertirse en una estrella de las series contemporáneas. Acaso hay que fumar mucho y no sonreír nunca.

Es así como se presenta el personaje de Doron Kabillio a los seguidores de 'Fauda'. Acaba de estrenarse en Netflix la tercera temporada. Más popular que las anteriores tanto por la tensión del thriller medioriental -una operación israelí de rescate de rehenes en Gaza- como porque es ahora cuando el serial ha logrado convertirse en sujeto y objeto de consumo planetarios.

Mérito de Lior Raz, el superhéroe. Y no porque sus planes puedan considerarse audaces ni efectivos, sino porque el personaje que representa el actor israelí, Doron Kabillio, sobrevive a las amenazas más insospechadas: torturas, ejecuciones, coches bomba, conspiraciones militares.

Sale indemne de los desafíos quitándose el polvo de encima, magullado y fumándose un cigarrillo, más o menos como si la nicotina fuera el mejor remedio contra la kryptonita. Quede claro que 'Fauda' no es una parodia, sino una serie trepidante cuya truculencia y ferocidad aspiran a contarnos desde una posición cenital -los drones- la tienda y la trastienda del conflicto entre judíos y árabes. El mejor acierto es el hallazgo de la zona de grises. No hay buenos del todo ni malos absolutos. Ni se le identifica uno y otro bando con la razón o con la verdad. Es verdad que la serie se resiente de una cierta condescendencia y un cierto paternalismo hacia las angustias palestinas, o sea, como si los israelíes fuera superiores, pero se agradece que la serie eluda los antagonismos perfectos y el esquema maniqueo de los indios y vaqueros. Ni siquiera se diferencian claramente los rasgos étnicos ni los fonéticos. Entre otras razones porque el 20% de la población de Israel es árabe. Y porque proliferan las semejanzas culturales. Y porque las pasiones amorosas terminan decantando espacios de promiscuidad.

Las trilogía de 'Fauda' reparte con cierta honestidad las simpatías y antipatías hacia los protagonistas. Los palestinos tienen corazón y hasta sus razones, mientras que el equipo de operaciones que lidera Doron perpetra evidentes atrocidades. Fauda significa caos en árabe. Y 'Fauda' es una serie caótica y polvorienta que describe en las entrañas un conflicto irresoluble.

Puede que la tercera temporada sea la menos politizada y la más fantasiosa

Puede que la tercera temporada sea la menos politizada y la más fantasiosa, entre otras razones porque la misión del equipo antiterrorista consiste en rescatar a dos jóvenes israelíes sin apenas recursos ni posibilidades. Nada más hostil que la Gaza asifixiada por Israel y sojuzgada por Hamas. Ni desafío mayor para nuestro superhéroe que la fortaleza del yihadismo, aunque las decisiones impulsivas y viscerales de Doron resultan contraproducentes y catastróficas. Tranquilidad. No hasta el extremo de impedirle resurgir de los escombros. No es un spoiler. Hay cuarta temporada.

Y no podría haberla sin el recurso más carismático. Es el premio a una biografía más fascinante todavía que la serie. Lior Raz, nacido hace 48 años en un asentamiento judío de Cisjordania, es hijo de sefardíes exiliados en Irak y Argelia. Su padre ejerció de militar. Su madre lo hizo de profesora. Su novia de juventud resultó asesinada en Jerusalén a manos de una terrorista palestina. Y él mismo se alistó en el ejército de Israel, tanto en las fuerzas regulares como en los equipos antiterroristas y de operaciones especiales.

Lior Raz fue durante años guardaespaldas de Arnold Schwarzenegger y su señora

Fue un bagaje esencial en la concepción del personaje de Doron, pero sucedieron muchas otras cosas antes de convertirse en superhéroe. Por ejemplo, los años que transcurrió como guardaespaldas de Arnold Schwarzenegger y su señora. Los recuerda entre los más glamourosos y sencillos de toda su vida, ignorando entonces que serían el preámbulo de una carrera de actor. La inició en Tel Aviv al abrigo de los teatros como secundario de 'Don Juan' y de 'Macbeth'.

Luego sobrevinieron los papeles menores en algunas series israelíes. Y los papeles medianos, hasta que el ímpetu de Lior Raz convenció a su amigo Avi Isaacharoff para ofrecer a las televisiones privadas el guión pirotécnico de 'Fauda'. Isaacharoff sabía de lo que hablaba porque había sido corresponsal de Defensa en el diario de izquierdas Haaretz. Y porque pensaba que la hipertrofia del género medioriental -libros, películas, ensayos, panfletos- necesitaba una perspectiva menos pretenciosa y más caliente, procurando evitar el reparto de honores y condenas. No cabía hábitat más propicio para el alumbramiento de un superhéroe -o de un antihéroe- que tiende a destruir y a destruirse. Y que no sabría cómo actuar si le quitas el paquete de cigarillos. Igual que sucede con la nicotina, 'Fauda' es una serie adictiva y una prueba de la pujanza de Israel como productora de series que han salido del gueto.

No está todo perdido. La categoría de superhéroe se puede alcanzar con alopecia, edad madura, sobrepeso y hasta negligencia operativa. Colaboran al retrato robot la destreza del boxeo y el placebo viril de las armas, pero no se requieren otras grandes cualidades para convertirse en una estrella de las series contemporáneas. Acaso hay que fumar mucho y no sonreír nunca.

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