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'Hamilton', el musical que hace historia
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CRONICA CULTURETA

'Hamilton', el musical que hace historia

El canal Disney divulga universalmente un fabuloso espectáculo cuya historia evoca a uno de los grandes patriarcas estadounidenses y molesta a la administración de Trump

Foto: 'Hamilton' en el Richard Rodgers Theatre de Broadway. (Reuters)
'Hamilton' en el Richard Rodgers Theatre de Broadway. (Reuters)

No es Alexander Hamilton (1757-1804) el primer fundador de un imperio cuyo linaje proviene de una prostituta. A Rómulo y Remo los criaron otra. Se le representa con la imagen de una loba, aunque los gemelos que originaron Roma sí tenían en sus venas sangre divina y aristocrática. Hamilton, en cambio, era un criollo bastardo que nació en el Caribe (San Cristóbal y Nieves) y que prosperó en las tabernas neoyorquinas donde se urdía la revolución y la independencia. “Joven, hambriento y pelón”. Así se define a sí mismo 'Hamilton' en un pasaje de musical homónimo que se estrenó en 2015 a iniciativa de Lin-Manuel Miranda y que acaba de universalizarse porque el Canal Disney lo ha colocado entre los grandes reclamos de su parrilla veraniega.

Se agradece la iniciativa porque resultaba imposible encontrar una entrada para las funciones de Broadway y para las réplicas londinenses. De hecho, 'Hamilton' ya puede considerarse historia del musical americano. Por los premios e hitos que acumula. Por las cualidades extraordinarias que reúne espectáculo. Y porque hace historia en sentido literal: la versión escénica proviene de la biografía de Alexander Hamilton que escribió Ron Chernow en el año 2004.

Era la manera de reivindicar a uno de los padres fundadores de Estados Unidos y uno de los pocos, junto a Franklin, que no alcanzó la presidencia de EEUU. Caribeño y bastardo, ya lo hemos dicho, pero expresión de un mestizaje y de una ambición que han terminado convirtiéndolo en el protagonista del billete de diez dólares. No ya reconociéndose los hitos de una carrera extravagante y polifacética -escritor, militar, polemista, secretario del Tesoro, fundador del New York Post, padre de la doctrina proteccionista- sino atribuyéndosele la plenitud del sueño americano. Hamilton es el arquetipo y la categoría del hombre hecho a sí mismo, aunque todos los elogios que jalonan su carrera no contradicen el espesor de su lado oscuro: manipulador, intrigante, despiadado, cínico, cruel.

Así consta entre las páginas de la exhaustiva biografía de Chernow. El tratado podría haberse convertido en la referencia académica de Hamilton, pero Lin-Manuel Miranda, compositor de origen puertorriqueño, actor en 'Los miserables' y autor de 'In the heights', la transformó en un milagro musical después de leerla. Y la estrenó cuando la coyuntura podría serle más propicia: Barack Obama estaba a punto de marcharse y Donald Trump estaba a punto de llegar, de tal manera que el subtexto del musical reflejaba la transición de la América híbrida, inmigrante y “promiscua” -la alegoría de Hamilton- frente al énfasis cultural y racial de los tradicionales wasp.

Mestizaje

Ningún personaje más propicio a la mezcla y al cruce que Miranda convertido en Hamilton. Es él quien interpreta al patriarca. Quien ha escrito el libreto. Y quien ha compuesto la música en un inverosímil proceso de hibridación. 'Hamilton' no reniega de los principios fundacionales del musical, pero incorpora toda clase de géneros e influencias -del rap al jazz, del blues al pop británico- hasta convertir la música en el reflejo conceptual del mestizaje.

Una vieja historia contada como nunca y expuesta a la sociedad estadounidense en el momento adecuado

El resultado podría haber sido catastrófico. Y sucede lo contrario, más o menos como si el fantasma de Alexander Hamilton hubiera ejercido de misterio aglutinador. El musical necesitaba un centro de gravedad, una referencia fascinadora y fascinante. Miranda consigue trasladarla al escenario entre los vaivenes del poder, el amor, la intriga, el duelo y la muerte. Una vieja historia contada como nunca y expuesta a la sociedad estadounidense en el momento adecuado.

La oportunidad y el mensaje anti-Trump no implica que 'Hamilton' sea un espectáculo de coyuntura. Cinco años lleva en escena y podría permanecer otros cincuenta. Se trata de un musical inspirado y trepidante. Nunca se cae ni se concede momentos de desaliento. Incluso la dramaturgia de Thomas Kail, tradicional en sus apariencias y en sus pelucas, propone una narración sensiblemente idónea a la contorsión de la mirada y el ojo contemporáneos.

Parece el viaje de una montaña rusa, con el mérito que supone prolongarlo unos 130 minutos y con la ambición que implica derivarse en un manual de historia para casi todos los públicos. Disney+ únicamente no se la recomienda a los menores de 12 años, aunque las restricciones podrían haber sido más drásticas si Lin-Manuel Miranda no hubiera sacrificado todas las palabrotas que amenizan las funciones de Broadway y de Londres.

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No es Alexander Hamilton (1757-1804) el primer fundador de un imperio cuyo linaje proviene de una prostituta. A Rómulo y Remo los criaron otra. Se le representa con la imagen de una loba, aunque los gemelos que originaron Roma sí tenían en sus venas sangre divina y aristocrática. Hamilton, en cambio, era un criollo bastardo que nació en el Caribe (San Cristóbal y Nieves) y que prosperó en las tabernas neoyorquinas donde se urdía la revolución y la independencia. “Joven, hambriento y pelón”. Así se define a sí mismo 'Hamilton' en un pasaje de musical homónimo que se estrenó en 2015 a iniciativa de Lin-Manuel Miranda y que acaba de universalizarse porque el Canal Disney lo ha colocado entre los grandes reclamos de su parrilla veraniega.