Es noticia
Kiko Amat: "Siempre hay un pijo aún más descerebrado y sanguinario que el lumpen"
  1. Cultura
Entrevista

Kiko Amat: "Siempre hay un pijo aún más descerebrado y sanguinario que el lumpen"

El escritor barcelonés firma 'Revancha', una novela sobre el lumpen catalán y neonazis que sienten que el mundo no les ha dejado entrar a disfrutar de la fiesta

Foto: Kiko Amat en su casa (EFE)
Kiko Amat en su casa (EFE)

Hay novelas que te salpican, que te interpelan y que no te sueltan. Es lo que ocurre con 'Revancha' (Anagrama), la última historia de Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, 1971). Y eso a pesar de que sus protagonistas no sean los mejores compañeros de viaje para una tarde tranquila de lectura: neonazis ultras del Barcelona que van rompiendo cabezas y dedos allí por donde pasan. Al cruce de este relato, el de César, otro tipo violento que van dando palizas a pederastas. Con todo, quieres seguir y ver qué ocurre con el líder del grupo, un tipo de clase alta, o con Amador, su segundo, un neonazi ultramasculino y homosexual.

Amat, que conoce bien los barrios "chungos", la periferia, las zonas de los que no entraron en la fiesta burguesa, y que ya retrató a los punks y skin heads de Barcelona en novelas como 'Rompepistas', ahora se detiene en este lumpen olvidado -por todos- que guarda su espita de frustración, resentimiento y rencor y que, al final, como las peores aguas residuales, si no se tapan, se acaba filtrando a todas las capas de la sociedad. Y si alguien lo ve, saca tajada. De todas formas, el escritor, que hace esta entrevista por zoom con una camiseta de rugby de su padre "que utilizo para dormir" y en pantalón de pijama, avisa antes de que le pongan cualquier etiqueta: "Esta no es la novela de la ultraderecha".

placeholder 'Revancha'
'Revancha'

PREGUNTA: Mientras leía he tenido que retirar la vista varias veces porque la violencia es muy brutal y explícita. Y eso nada más empezar.

RESPUESTA: Sí, pero la violencia es solo una puerta de entrada para todas las demás cosas que se explican. No me interesa el pulp en general. Me puede hacer gracia la ultraviolencia, me gustan las novelas de pandillas y destrucción, pero no es mi intención trabajar así y hay una superficialidad en este tipo de historias de ultraviolencia que en rollo fílmico o pelis de acción me puede hacer gracia, pero no es lo que yo intento. Por tanto, la violencia es solo la antesala para explicar una historia que sucede en un mundo violento donde la gente es violenta, pero no es el motor y, a la que pasas una puerta, te das cuenta de que hay ternura, amor, deseo, vinculos de sangre, empatía… Cosas que a primera vista quizá no se ven por la cantidad de hostias que se están metiendo.

P: Una empieza a leer y se topa enseguida con palabras como nursa, gleba, dogos, rosmar. Las he googleado y todo. ¿Esto qué es?

R: Es el típico ajuste de novela que haces camino de la imprenta. No formaba parte del libro en ninguna parte de la creación y en los últimos estadios se me ocurrió que una salazón sería que encima tuvieran un slang y una jerga propia que es inventada. Viene de mi jerga juvenil. Yo tenía una jerga que era de dos calles. Una comunidad estanca que estaba todo el día junta en bares y acaba desarrollando un dialecto propio lleno de frases secretas. Y yo quería que hablaran así porque potenciaría la sensación de grupo incomunicado. No lo busques más, es solo darle palabras secretas a una panda.

placeholder Kiko Amat (CÉSAR NÚÑEZ)
Kiko Amat (CÉSAR NÚÑEZ)

P: Una panda muy curiosa. El protagonista es Amador, un neonazi homosexual. Es ese ambiente hipermasculino en el que hay cosas que a veces se tocan.

R: A la que empiezas a leer sobre historia militar, solo hace falta que mires un par de peplums… la línea al homoeroticismo es casi invisible. Es decir, de la hipermasculinidad a lo homoerótico hay literalmente una línea intangible. En la novela se dice: eres tan macho que te vuelves homosexual. Estás todo el día en un ambiente de gimnasio, testosteronado, con tíos de pechos depilados y super mazas. Y luego la camaradería de barracón que tenían las SA o los ultras de Amador, ese roce de compañero de armas tan de I Guerra Mundial es inevitable que provoque otro tipo de roce en las literas.

P: Esas celebraciones de gol de los futbolistas.

R: Es que es la única salida de un mundo hipermasculinizado. En las subculturas inglesas te das cuenta que la única salida para un mundo que no te permitía ser un hombre con una cierta debilidad, empatía y tal era el baile. Era la única puerta para poder demostrar tus sentimientos y tu potencial artístico y tu sensibilidad sin que la gente te tachara de homosexual. Y en este ambiente ultramasculino de abrazarse y quitarse camisetas a la primera de cambio es como la única puerta de poder sacar una energía que de otro modo si pintaras óleos estaría increíblemente mal vista y te tacharían de afeminado.

"De la hipermasculinidad a lo homoerótico hay literalmente una línea intangible. En la novela se dice: eres tan macho que te vuelves homosexual"

P: Lo más curioso es que es la gente que más lo niega.

R: Totalmente. Hay un bloqueo absoluto… 'Revancha' es como una novela bélica. En un entorno de guerra todo se vuelve extremo: el amor es extremo, la empatía es extrema, la camaradería es extrema, la muerte es extrema, la violencia es extrema. En este sentido 'Revancha' se parece a una novela bélica por la violencia, pero también porque el afecto está llevado al extremo. Pero son cosas que suceden en el mundo masculino callejero normal. A lo largo de mi vida, en mi adolescencia y juventud, cualquier tipo de masculinidad no canónica que no fuera atlético, macho, matón, estaba condenada a ser tachada de afeminada. En ellos está llevado al extremo, pero es una realidad especialmente para alguien que haya crecido en los setenta, ochenta y casi noventa.

P: En realidad, es también una novela de hombres rotos.

R: Sí. Para mí era importante explicar que para esta peña su revancha salvaje, que no distingue matices contra el mundo, no es innata. Siempre me ha interesado la idea de los serial killers que nacieron torcidos y dañados, pero con la malignidad y la villanía, a la que rascas un poco el barniz, nunca es innata. Puede ser puro desafecto o abuso extremo… el abanico es extremo, pero algo te ha pasado, incluso algo tan sencillo como es haber sido condenado a ser chusma. Es decir, que hayas nacido en una clase y en un barrio y en un mundo y en una familia que la organización de la sociedad capitalista te ha condenado a ser escoria. Eso ya es una razón para devolver dentelladas al mundo para vengarte de lo que te hicieron. Desde una mirada con cerrazón de la izquierda liberal y progre solo se entienden las revueltas desde un punto de vista marxista y mucha de esta gente no considera que estas cosas sean posibles y tampoco han conocido a nadie de estos mundos. Pero tú te revuelves contra la mierda que te tocó, contra tu suerte, de una forma salvaje e irracional. Y para mí eso es importante en 'Revancha'.

La malignidad, si rascas un poco el barniz, nunca es innata, algo te ha pasado

P: Claro, pero aquí llama la atención que el kapo, el jefe de los últras, sea hijo de una familia burguesa de la parte alta de Barcelona. A ese no le tocó ser chusma y es un psicópata.

R: Cualquiera que haya visto o conocido por un grado de separación o haya tenido noticia de cómo funcionan los grupúsculos ultraviolentos, tanto de delincuencia sin banderas como de rollo ultra, conoce la figura del pijo torcido y ultradañado y ultramaligno que sobrepasa por la derecha a auténticos psicópatas de barrio lumpen… Siempre hay un pijo enloquecido que no esperabas que estuviera ahí y que además tiene mucho que demostrar porque no viene de la mierda. Y lo tiene que demostrar siendo aún más descerebrado y sanguinario que los otros. Me interesaba contar esto y que el desafecto y el desamor y el daño que te hacen es bastante universal, lo que pasa es que se multiplica por ciento si eres de clase obrera y del lumpen o de barrio chungo. Que algjuien no te quiera o no te hayan dicho nunca que eres guapo o listo en tu infancia o adolescencia te va a volver un hijo de puta, pero tú no naciste así. Pero si te han helado el corazón no vas a ser un monitor de colonias.

P: Antes decías que la izquierda liberal no ha mirado a esta gente del lumpen...

R: Sí que los ha mirado, pero como si fueran puramente el enemigo sin querer conocerlo, que me parece el fallo mayúsculo y más grave que puede cometer cualquier tipo de orientación política, no saber cuál es la peña contra la que luchas. No les conoces de nada, no has ido a sus putos barrios, no has hablado con ninguno… para ti son una especie de monstruo con tentáculos y garras del que no sabes nada porque nunca has hecho nada en su puto barrio. Que luego les aplastes me parece razonable, pero primero tendrás que saber quiénes son.

La izquierda liberal solo entiende las revueltas desde un punto de vista marxista

P: ¿Y la ultraderecha sí lo está haciendo? En las últimas elecciones catalanas se ha votado a Vox desde barrios pobres.

R: No lo sé… Desde el principio he dicho que no quería hacer fenomenología con 'Revancha' porque yo no soy un periodista cultural ni político. Yo soy novelista. Me invento una historia y me interesan los personajes, las tramas, la historia. Pero no soy un autor de temas. Esto no es una novela de la verdad de la ultraderecha. Pero sí quería hablar de un tipo de peña que son neonazis, pero lo importante es lo que les pasa y sus corazones putrefactos. Y son neonazis, pero ese es un vestido que llevan. Para mí esta novela es atemporal y la podía haber escrito en el 98 o en el 2005 y la he escrito ahora por la historia que quería contar, que da la puta casualidad de que coincide con esto. Pero mis novelas son atemporales. No soy un periodista que tenga que ponerle la percha. Odio el concepto de percha. Es periodismo cultural… y cada vez que oigo “percha” el niño Jesús llora y me entran ganas de vomitar.

P: Vale, pero explícame de dónde sale la frustración de esta gente. Antes me decías que de no tener afectos, etc. ¿Y por el abandono de partidos o instituciones?

R: Para mí es simplemente que te han negado la entrada a la fiesta del tipo que quieras. Sea la de la burguesía, la de la “guayez” izquierdista, lo que sea. Incluso la de la clase media. La rabia es que te han dejado fuera de los fastos. Para mí la analogía es cuando te dejan fuera de una discoteca porque llevas unas bambas… no vas a quejarte al alcalde, le metes un puñetazo al portero. Pues esto es lo que hacen estos tíos. No van a pensar en la opresión del tal o la plusvalía. Lo primero que ven es si les han mirado por encima del hombro o si hay guayez o gente con cultura que se permite tratarles como si fueran escoria. Ese es el enemigo. No digo que sea jaleable, solo digo que es así. A mí no me interesa la mirada ejemplarizante ni edificante, no me interesa hablar de las posibilidades benignas… no soy un escritor de realismo socialista. El realismo socialista es un oxímoron de la hostia porque todas las novelas de realismo socialista que he leído eran fábulas. No he leído ni una sola novela, eran otra cosa. Todo el mundo que sale, menos el empresario, son todos ultranobles y se ayudan y construyen una comunidad. Yo no soy un autor así y no me interesa dar esa visión. A mí me interesa el conflicto, la gente que se tuerce, la traición, el ansia de venganza, el rencor…

placeholder El escritor Kiko Amat (CÉSAR NÚÑEZ)
El escritor Kiko Amat (CÉSAR NÚÑEZ)

P: Tú llevas unas cuantas novelas, bien publicado, buena crítica…. También venías de barrio periférico con menos renta. ¿Te han dejado pasar a la fiesta?

R: Mi destino era el trabajo manual no especializado. Flannery O’Connor, que es una de mis autoras preferidas, no se cortaba nunca en llamarlo un don. Yo tenía un don, pero si no le quieres llamar 'don', llamalé propensión o inclinación o un talento en ciernes que era explicar historias. Esto es algo que no lo puedes fabricar. Se desarrolla en tu infancia y hasta la adolescencia, lo que pasa es que si no lo trabajas se marchita y se queda con algo que es un truco de bar. En mi caso sí lo hice germinar y me convertí en alguien que explicaba historias de un modo literario. Esa fue mi válvula de escape. Aparte de dos golpes de suerte que todo escritor necesita y que me ayudaron a que esto se convirtiera en una realidad. En ese sentido puede decirse que yo he accedido a la fiesta. Pero de lo que sí que me he librado claramente es algo que la gente de mi clase y de mi entorno y amigos consideran el camino natural de la vida, que es realizar un oficio que no te chifla para sobrevivir. De eso he escapado a base de curro y que tuve una lengua de fuego encima que me dio la facilidad para contar historias, pero todo apuntaba hacia allí. En mi pueblo no había nadie que fuera artista. No había nada.

P: Con lo cual lo del determinismo social no es cierto.

R: Lo que hay que decir es que mi caso es una aberración. Es la rareza más absoluta. Es Inglaterra ser de clase media alta, ir a la universidad y hacer creative writings es el camino natural. En el caso de los actores hay más entradas. Un actor puede venir de clase obrera, pero en literatura es una anomalía. Lo mío es una aberración del sistema. El sistema está construido para que la gente de mi entorno no acceda a estos sitios. No diría que hay una conspiración, simplemente está construido para que si vienes de determinadas familias y tienes una carrera y el dinero y padres artísticos te sea ultrafácil llegar hasta allí. Otra cosa es que seas bueno. Eso no tienes nada que ver.

En literatura venir de clase obrera es una anomalía. Lo mío es una aberración

P: Pero quizá hubo un momento en nuestra breve historia de la democracia en el que se amplió el acceso a la universidad y con ello posibles contactos y pareció más sencillo aunque se procediera de una clase más baja.

R: La verdad es que de Historia de España no conozco mucho porque soy anglófilo y siempre he estado mirando para otro lado. Pero en Inglaterra sucedió lo mismo. Hubo un momento de espejismo pos segunda guerra mundial donde el remordimiento por las muertes y el genocidio y lo que había creado el aplastar a la clase obrera creó el Estado del Bienestar y duró y lo aprovechó gente que ahora tiene 70 años. Vivió algo que para sus padres era ciencia ficción. Sí que pasó en Europa y aquí en menor medida pero rápidamente se terminó.

P: ¿Por qué escribes?

R: Para explicar un mundo y una gente que no han sido explicados aquí. Cuando empecé a escribir era la primera vez que aparecía algo así en la novela española. La primera vez que una pandilla de punks y skin heads protagonizaba una novela en España no autoeditada no fanzine, con intención literaria y en una editorial grande fue con ‘Rompepistas’. Y yo lo sabía cuando lo estaba haciendo. Para mí era contar historias de personajes que estuvieran vivos y que no fueran meras representaciones de mis opiniones y mis ideas y que nunca habían salido.

P: En esta lo que no hay es cierta frescura humorística que suele estar en tus novelas. ¿Uno se vuelve más agrio?

R: No hay nada. Las novelas si las haces bien y están hechas con humildad y no son solo una recopilación de ideas abstractas u opiniones mierdosas del autor o intenciones benevolentes de dar una visión de algo o paridas culturales que tú quieres proyectar con personajes planos, si no son así, las novelas te marcan un camino. Y esta novela escupió el humor. Aunque yo hubiera querido no me dejaba. No había espacio. Hubiera sido meterlo a puñetazos. La novela misma es una cosa orgánica y concreta que acepta y rechaza cosas. Y si tienes la humildad, y un escritor tiene que ser muy humilde porque esto no va de ti ni de tu puto ego, sino de que funcione aquello y la gente se lo lea, al margen de lo guay o simpático que tú seas. Una novela no debería ir para nada del autor. Así que aunque yo tenga muchas ganas de hacer chistecitos y haga todo el día el subnormal, la novela no lo acepta.

Los escritores van mucho de que se separan de su experiencia propia, pero es falso

P: ¿Y por qué en la novela española de ahora no se toca el lumpen?

R: Cuando se toca se hace de forma amarillenta, con villanía bidimensional de peli expresionista con un tío que va de fondo con las uñas largas. No está hecho con empatía. Un escritor tiene que conocer a la gente de la que escribe. Aquí no se habla de eso, por eso, porque poca gente ha estado en bares o barrios o tiene un grado de separación con el gángster de barrio chungo. Los escritores van mucho de que se separan de su experiencia propia, pero es falso. Ni la clase media se separa de su experiencia vital. ¿Por qué hay tantos libros de pos estudiantes de clase media que vive en pisos de solteros en Barna? La proporción es aberrante. ¿Y por qué? Porque los autores vienen de ese mundo. Por tanto, cómo van a salir grupos de ultras. Es imposible.

placeholder Kiko Amat (CÉSAR NÚÑEZ)
Kiko Amat (CÉSAR NÚÑEZ)

P: Igual la pandemia nos ha puesto mucho más ante nuestros ojos, los que no venimos de barrios chungos, un mundo más desigual. Quizá ahora salen más novelas de ahí.

R: El capitalismo ha llegado a un punto… flipo, es que está tan currado… Me parece casi una obra de arte viviente. Cómo se han ocurrado ese rollo de adormecer a todo el mundo entre los que me incluyo. Hay una serie de caramelos de evasión absoluta que impiden… Y lo digo como parte de la gente que está adocenada por un mundo aunque sea de falso confort y de evasión. No sé cómo se peta esa burbuja. Pero sí sé que las burbujas petan cuando van a mucho peor y no sé si es ese a peor al que vamos ahora. También es verdad que esto de leer tanta Historia es que has leído tantas atrocidades que lo que ves en el día a día te parece menos atroz. Claro, es que al final piensas, al menos no es Treblinka. Con la peste murió una tercera parte de Europa, claro, si vas por la vida pensando esas cosas, todo te parece inocuo, aunque desde luego no lo sea y sea una tragedia. Pero es esa perspectiva inglesa de no desmoronarse ante el desastre.

P: Bueno, para terminar, ¿al menos te has tomado tu revancha?

R: Sí, bueno, yo es que… el rencor es inmortal. O simplemente el rencor físico por haber sido un alfeñique enfermizo en una época super masculina y encima pobre y encima fuera de todos los canales de lo guay no es algo que uno se pueda lavar con manifestaciones artísticas. Hay una cierta satisfacción de oficio de haber llegado a hacer lo que yo quería hacer y eso sí forma parte de cierta revancha. Pero si tienes delirios totalitarios como tengo yo es una revancha muy pequeña.

Hay novelas que te salpican, que te interpelan y que no te sueltan. Es lo que ocurre con 'Revancha' (Anagrama), la última historia de Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, 1971). Y eso a pesar de que sus protagonistas no sean los mejores compañeros de viaje para una tarde tranquila de lectura: neonazis ultras del Barcelona que van rompiendo cabezas y dedos allí por donde pasan. Al cruce de este relato, el de César, otro tipo violento que van dando palizas a pederastas. Con todo, quieres seguir y ver qué ocurre con el líder del grupo, un tipo de clase alta, o con Amador, su segundo, un neonazi ultramasculino y homosexual.

Novela Delincuencia