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'La crónica francesa': Wes Anderson, a la enésima potencia... También para lo malo
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ESTRENOS DE CINE

'La crónica francesa': Wes Anderson, a la enésima potencia... También para lo malo

Un Wes Anderson hipervitaminado dirige su película más Wes Anderson, repleta de caras conocidas y oscarizadas

Foto: 'La crónica francesa' tiene un plantel difícilmente superable de caras conocidas. (20th CenturyFox).
'La crónica francesa' tiene un plantel difícilmente superable de caras conocidas. (20th CenturyFox).

Un periódico de Kansas radicado en Ennui-sur-Blasé —quédense con el nombre—, un pueblo ficticio de la campiña francesa. Su director, Bill Murray. Una serie de periodistas estrafalarios que buscan sus historias propias de la manera más peregrina: si hay que encamarse con alguien para conseguir una noticia, uno se encama. Una película con la estructura de un diario de papel, a la antigua usanza: una necrológica, un reportaje de viajes y tres artículos largos, muy largos. Gags visuales en un edificio que podría haber diseñado Francisco Ibáñez si en vez de pirrarse por la mortadela se deleitase con el ‘filet mignon’. ‘La crónica francesa’, un ejercicio estilístico capitular que mezcla color, blanco y negro, actores reales, animación y mucha verborrea, es la película más Wes Anderson de Wes Anderson. También para lo malo, porque el director tejano lleva al paroxismo las idiosincrasias de su comedia sofisticada.

Anderson despierta tanto airadas detracciones como fanatismos. No se le puede negar una identidad distintiva a la enésima potencia: si su filmografía fuese un libro gigante, si lo abriésemos por cualquier página y cada página fuese un simple fotograma, uno de los 25 que corren cada segundo de cada minuto de cada hora de cada uno de los veintiún cortos y largos de su haber, sabríamos enseguida de su autoría. Su firma es inconfundible. Pero en esta ocasión, su película se pierde en el formalismo, en los efectos sorpresa de la una escenografía trabajadísima, teatral y, en algunos momentos, sofocante. Ocurre tanto en plano (casi) todo el tiempo, que resulta difícil centrar la atención en algo en concreto. El trampantojo visual, arrollador, no deja ver la historia. Es un Anderson hipervitaminado, hasta arriba de esteroides, metiendo más y más y más en su cajón de sastre.

placeholder Benicio del Toro y Léa Seydoux, en 'La crónica francesa'. (20th Century Fox)
Benicio del Toro y Léa Seydoux, en 'La crónica francesa'. (20th Century Fox)

‘La crónica francesa’ se propone como un homenaje romántico al periodismo tradicional. Quien haya trabajado en una redacción no puede sino fantasear con una redacción tan laxa y creativa como la del diario imaginado por Anderson, en la que los personajes son los narradores de sus propios capítulos, en los que se van cruzando con personajes extravagantes, como un pintor homicida, un joven filósofo revolucionario o un crítico gastronómico que se ve envuelto en el secuestro de un niño. Diálogos a borbotones, composiciones exquisitas y una sensación de bazar chino agotadora. Qué extraño cuando una película de factura y ejecución impecable, indudablemente genial, no permea más allá de la retina, al menos para quien aquí escribe.

De nuevo, Anderson reúne a un plantel de actores de primera línea: sus habituales Bill Murray, Tilda Swinton, Adrien Brody, Edward Norton, Liev Schreiber, Owen Wilson, y nuevos colaboradores como Frances McDormand, Timothée Chalamet y Jeffrey Wright. Anderson ya ha llegado al estatus de cineasta que puede permitirse infrautilizar a alguien como Elisabeth Moss, que apenas aparece en un par de planos.

placeholder El edificio donde está radicada 'La crónica francesa'. (20th Century Fox)
El edificio donde está radicada 'La crónica francesa'. (20th Century Fox)

En ‘La crónica francesa’ están Jacques Tati y Godard y Tintín. En ‘La crónica francesa’ está todo, todo pegándose al mismo tiempo por la atención del espectador. Hay rupturas de la cuarta pared, cambio de formatos, juegos metacinematográficos —en uno de los capítulos, para mostrar el paso del tiempo en uno de los personajes, simplemente el actor joven cede la silla al actor maduro y sale de cuadro— y un juego con todas las herramientas narrativas al alcance, una osadía que es de aplaudir.

La película avisa desde el principio de su estructura y de su final. Comienza con el obituario del propio director del periódico que da título al filme, esa especie de sucursal de un diario local de Kansas radicada en Francia, un guiño a la propia vida del director nacido en Texas y que desde hace años vive en París. Tres periodistas serán los que nos cuenten los entresijos del funcionamiento de la gaceta. El primero, Herbsaint Sazerac (Owen Wilson), describe a través de un paseo en bicicleta la historia, la demografía y el urbanismo de Ennui-sur-Blasé, el pueblo más gabacho posible, lleno de camisetas de rayas, fumadores en pipa y tejados con ‘vasistas’, las típicas claraboyas francesas. En el segundo episodio, J.K.L. Berensen (Tilda Swinton), recupera la historia perdida de un pintor loco (Benicio del Toro) y su carcelera y musa (Léa Seydoux). En el tercero, la reportera Lucinda Krementz (Frances McDormand), se infiltrará en una revuelta estudiantil que bebe de los ecos de mayo del 68. Y, en la última, un crítico gastronómico afroamericano y homosexual, Roebuck Wright (Jeffrey Wright), contará la historia de una cena devenida persecución policial.

placeholder Jeffrey Wright y Liev Schreiber. (20th Century Fox)
Jeffrey Wright y Liev Schreiber. (20th Century Fox)

Pero a pesar de los intentos del director de epatar con cambios de estilo, de formato y de historia, ‘La crónica francesa’ acaba haciéndose bola. Quizás a propósito, quién sabe, haciendo gala al nombre de la localidad en la que se ambienta, Ennui-sur-Blasé, cuyo topónimo traducido al español sería Aburrimiento sobre el Hastío. Pues eso.

Un periódico de Kansas radicado en Ennui-sur-Blasé —quédense con el nombre—, un pueblo ficticio de la campiña francesa. Su director, Bill Murray. Una serie de periodistas estrafalarios que buscan sus historias propias de la manera más peregrina: si hay que encamarse con alguien para conseguir una noticia, uno se encama. Una película con la estructura de un diario de papel, a la antigua usanza: una necrológica, un reportaje de viajes y tres artículos largos, muy largos. Gags visuales en un edificio que podría haber diseñado Francisco Ibáñez si en vez de pirrarse por la mortadela se deleitase con el ‘filet mignon’. ‘La crónica francesa’, un ejercicio estilístico capitular que mezcla color, blanco y negro, actores reales, animación y mucha verborrea, es la película más Wes Anderson de Wes Anderson. También para lo malo, porque el director tejano lleva al paroxismo las idiosincrasias de su comedia sofisticada.

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