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Nadie escribe como Damir Ovcina
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Nadie escribe como Damir Ovcina

Automática Editorial publica la primera novela de un desconocido autor bosnio al que ya se compara con Grossman, Primo Levi o Kertész

Foto: Damir Ovcina.
Damir Ovcina.

Una tarde de abril de 1992 un adolescente de 17 años sale de la casa familiar en el barrio de Drovinja, en Sarajevo, y se dirige al de Grbavica a ver a una amiga. Pero aquella visita que debía ser trivial no pudo serlo en aquel país en guerra y en aquella capital de Bosnia y Herzegovina que estaba a punto de ser sometida a un feroz asedio por las tropas yugoslavas, el más dilatado sitio de una población en la historia reciente. El barrio de Grbavica fue tomado aquella misma tarde por los efectivos serbios y el joven no pudo ya volver a su hogar. Pasaron tres años en los que sobrevivió en territorio hostil asignado a un pelotón que enterraba a los muertos de la contienda. Pasaron veinte años más en los cuales las impresiones e imágenes del horror vivido se batieron en su cabeza con la mejor manera de contarlas, la forma única para aquella experiencia incomparable. Y entonces, solo entonces, Damir Ovcina (1973) publicó su novela.

La publicación en español de 'Plegaria en el asedio' (Automática Editorial) es todo un acontecimiento. En 2016 su aparición convulsionó Bosnia pero más allá de un par de traducciones al alemán y al esloveno, el eco internacional de la novela no ha despegado hasta este 2021 con un aluvión de nuevas traducciones, una adaptación al cine en proyecto y el elogio unánime de la crítica que ha comparado a su autor con gigantes como Vasili Grossman, Primo Levi o Imre Kertész. La escritura de Ovcina es única, sus frases cortas estallan descarnadas y directas, en ocasiones sin verbos, mientras su estilo nos arrastra al ritmo del tableteo incesante de la Avenida de los Francotiradores. La excepcional traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek ha debido ser ardua. ¿Quién es este escritor tan singular? ¿Quién es el hombre que enterraba a los muertos en las fosas comunes de Sarajevo?

placeholder 'Plegaria en el asedio'. (Automática)
'Plegaria en el asedio'. (Automática)

PREGUNTA. A principios de los 90 Yugoslavia era un país simpático, con buenos equipos de básquet, en el que, de pronto, sus habitantes comenzaron a matarse entre sí sin aparente motivo. Y aún hoy no parece quedar claro qué fue lo qué pasó. ¿Los escritores pueden iluminar los hechos históricos o, en realidad, la literatura se ocupa de otra cosa?

RESPUESTA. Yugoslavia me parece ya muy lejana. También el baloncesto y el fútbol. Algunos de mis sentimientos más intensos de aquellos años están vinculados a las fotografías del mundial de España de 1982. Yugoslavia parecía eterna. Lista para ser campeona del mundo. La vida era brillante. En cuanto a la literatura, pienso que es el único modo de dotar de sentido y significado a los hechos de nuestras vidas; de aproximarse a nuestro pedazo de historia desde la belleza. La literatura trata sobre todo lo que está en nosotros y alrededor de nosotros. No hay otra forma de escribir que nos lleve a las emociones y, sin ellas, la historia se reduciría a estadística. Listas de nombres, números. La literatura le aporta vida. La hace nuestra.

"Que los Balcanes se hayan mitificado como un espacio de violencia me da aún más motivos para mostrar nuestro mundo tal y como es"

P. En el resto de Europa la experiencia de la guerra es algo desconocido desde hace ya casi ocho décadas, un fenómeno inédito en una historia tan sangrienta. Pero usted es un europeo y sufrió la guerra con solo 17 años, hace nada por así decirlo. ¿Esa diferencia abre una brecha emocional, incluso creativa, insalvable entre ustedes y el resto de los europeos?

R. Tal vez sea más bien algo que la gente de fuera piensa de Bosnia y los Balcanes. La guerra tiene raíces profundas para las personas de cualquier lugar. Tal vez haya quien tenga una idea naif de que los problemas de la historia están resueltos. De que sus naciones son inteligentes, de que eso los mantendrá seguros. Esa misma idea es la que yo tenía en mi infancia. Siempre habrá una brecha entre nosotros y otros. Ante problemas o conflictos de otras naciones que sufren la guerra siempre emerge alguna excusa, alguna justificación que apunte a su propia responsabilidad. El hecho de que los Balcanes se hayan mitificado como un espacio de violencia y crueldad me da aún más motivos para mostrar nuestro mundo tal y como es. Al menos tal y como yo lo veo. Incluso aquí les parece nuevo ese modo de mirar. El arte por aquí a veces es pretencioso y trata de mostrar nuestro mundo lo más oscuro posible para llamar la atención. Entre nosotros y otros siempre habrá una brecha. Y la literatura se encarga de acercarnos.

placeholder Damir Ovcina.
Damir Ovcina.

P. Lo que le ocurrió a usted al quedarse encerrado en el barrio de Grbavica durante cuatro años es tan horrible como novelístico. ¿Ya era un escritor entonces o aquello le convirtió en uno?

R. Escribí esta novela de ficción inspirado por las imágenes de mi infancia. Aquella imagen de la nieve en un tejado del barrio del Aeropuerto de Sarajevo era la escena final para la primera idea que tuve de la novela. Cuando encontré el modo de que dicha imagen fuese también el inicio, tuve que pensar en cómo completar el resto. La guerra y todo lo relacionado con la misma fue aquello que necesitaba para vincular ambas escenas. En mi opinión, toda novela se basa en imágenes. Uno de los recuerdos más nítidos que tengo es una librería de casa de los años setenta o principios de los ochenta. Ahí estaban Dostoievski y autores estadounidenses como Hemingway, Mailer, Dos Passos, y también otros grandes de la literatura universal: desde Shakespeare a Turgeniev, o Selimović y Andrić de nuestra cultura. Los extractos que leía eran fascinantes. Y supongo que desde esos días quedé marcado por la literatura y decidí ser escritor. Cuando la guerra empezó, lo único que tenía seguro era que la literatura estaría ahí, en esta y otras cien vidas. Aunque escribir una novela fuese complejo. Durante años tuve que tener paciencia y buscar soluciones. Vivir más, para saber cómo escribir mejor.

"Durante años tuve que tener paciencia y buscar soluciones. Vivir más para escribir mejor"

P. Y sin embargo, no escribió 'Plegaria en el asedio' hasta pasados veinte años. Le he leído contar en alguna entrevista que, en realidad, tuvo suerte al no ser publicado porque eso le dio tiempo para darle la forma justa a su novela. ¿Por qué era tan importante la forma?

R. Quise ser cuidadoso, la literatura tiene un valor. Pensaba en los escritores que han hecho que la literatura sea lo más valioso de la historia de la humanidad. Para mí, es la mejor herramienta para responder la primera y la última pregunta a la que se enfrenta el ser humano. Libertad. La literatura siempre aparece como algo nuevo. La vida presentada de un modo único. Y solo contamos con lo que todo el mundo. Lenguaje. Frases. Y una diminuta diferencia en cómo se escribe una frase puede hacer que una historia nos conmueva, crear de hecho una historia. La gente habla y escribe. Es lo que hacemos las personas. Sobre todo hablar. La literatura debe ser algo distinto. Algo que nos deje sin palabras.

P. Hay algo recurrente sobre Damir Ovcina: no hay un escritor como usted, dicen. ¿Qué significa eso exactamente?

R. Bueno. Me gusta escuchar eso. No pienso mucho en ello. La nieve sobre un tejado y los libros de mi infancia que he mencionado antes fueron las imágenes que impulsaron a que las frases adquirieran mi propio ritmo. Además, los años de lectura, estudio y enseñanza me aportaron algo de autoestima. Me hicieron consciente de lo aburridas que pueden ser algunas lecturas y de que algunas historias mediocres no merecen la pena.

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Damir Ovcina.

P. ¿Y nunca ha temido que la forma de lo que escribe dificulte la recepción de los lectores? Es cierto que siempre ha habido escritores que dicen no pensar en los lectores, solo "en la literatura" pero, en fin, a mí nunca me han parecido realmente sinceros...

R. Esa es una pregunta que me obsesiona. Cómo traer al lector a mi mundo. Mostrárselo y describirlo con mi escritura pero también hacerlo interesante. No hay mucha diferencia entre un buen escritor y un buen lector. Antes de publicar mi novela pensaba en lo que podía ser interesante, y después, con mi novela, pude confirmar, de lectores que no conocía, mis intuiciones sobre lo que podía gustar. Un lector debería entrar en la historia y sentirse como en un parque de atracciones. Sentir que la historia no es predecible, un viaje en el que aquello que se ve es nuevo y valioso. Por lo menos, es lo que yo busco como lector. El estilo y la forma hicieron posible ese viaje.

P. Su primera novela fue un éxito en Bosnia pero fuera de allí, salvo por las traducciones al alemán y al esloveno, nadie le conoce. Y ahora de pronto salen traducciones al italiano, al francés o al español, se anuncia una adaptación al cine y he leído que ha publicado una segunda parte. ¿Qué ha pasado? ¿Es esta la pista de despegue del premio nobel de Literatura?

R. Todavía aquí pienso que mi novela tiene que descubrirse. Y no solo la mía. Hay muy buena literatura desconocida para muchos lectores. Las buenas novelas necesitarían perdurar 500 años. Mi novela solo necesita 495 años en mi país y 500 años fuera. En cuanto a la película es algo que me emociona. El cine es una máquina poderosa. Aporta nuevas herramientas para poder llegar a todo el mundo. Millones de pantallas de distintos formatos para un contenido con significado. Contenido que nos libere del aburrimiento, de días sin sentido. Del miedo.

Estoy trabajando también en un álbum musical con un viejo amigo, Jasmin Vesnić. Vive en Estados Unidos como muchos otros bosnios. Él compone y yo escribo poemas. Ese es otro gran placer. Y estoy pensando en el teatro y en la novela gráfica. La literatura debería emplear distintos formatos para ser accesible al mundo de hoy. Pero incluso con todas estas herramientas volveríamos a las mismas preguntas. Sobre la verdad y la belleza. Sobre esto trata el arte. Este verano fundé una editorial. Fue lo mejor que podía hacer en este mundo de libre mercado. El primer proyecto fue mi segunda novela. El mismo protagonista de 'Plegaria en el asedio', veinte años después. En 2016. Ese es el camino hacia algo más. Hacia nuevos libros desde el sentimiento de lo valiosa que es la vida. Cada día lo es. Cada día es una especie de premio.

"Las buenas novelas necesitarían perdurar 500 años. Mi novela solo necesita 495 en mi país y 500 años fuera"

P. Para terminar, se suele preguntar a autores extranjeros poco conocidos por sus referentes literarios y en ese sentido a usted se le ha comparado con Primo Levi o Kertész. Pero a mí me gustaría más bien preguntarle por lo contrario: ¿qué tipo de (alta) literatura desprecia?, ¿en qué panteón literario no querría acabar bajo ningún concepto?

En realidad no hay tanta buena literatura en el mundo como podría pensarse. Siempre ando en la búsqueda y no hay tiempo para leer libros mediocres. La literatura es un movimiento contra el pensamiento y trabajo adocenante. Estudiar literatura me hizo reflexionar sobre la mediocridad de muchos libros que leíamos en el colegio. Algunos vacíos y falsos. En realidad, la lista de escritores con quienes no me gustaría ser comparado es inmensa. En una de las preguntas anteriores dijo usted algo que me hace feliz. Sueño con ello. No ser comparado con nadie.

Una tarde de abril de 1992 un adolescente de 17 años sale de la casa familiar en el barrio de Drovinja, en Sarajevo, y se dirige al de Grbavica a ver a una amiga. Pero aquella visita que debía ser trivial no pudo serlo en aquel país en guerra y en aquella capital de Bosnia y Herzegovina que estaba a punto de ser sometida a un feroz asedio por las tropas yugoslavas, el más dilatado sitio de una población en la historia reciente. El barrio de Grbavica fue tomado aquella misma tarde por los efectivos serbios y el joven no pudo ya volver a su hogar. Pasaron tres años en los que sobrevivió en territorio hostil asignado a un pelotón que enterraba a los muertos de la contienda. Pasaron veinte años más en los cuales las impresiones e imágenes del horror vivido se batieron en su cabeza con la mejor manera de contarlas, la forma única para aquella experiencia incomparable. Y entonces, solo entonces, Damir Ovcina (1973) publicó su novela.

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