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Abdulrazak Gurnah: "Cuando me llamaron del Nobel pensé que era una broma"
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Abdulrazak Gurnah: "Cuando me llamaron del Nobel pensé que era una broma"

El escritor ha hecho su primera aparición pública tras el premio en la Feria del Libro de Sharjah donde ha revelado la sorpresa que se llevó con el galardón

Foto: Abdulrazak Gurnah durante su charla en Sharjah (NNCPR)
Abdulrazak Gurnah durante su charla en Sharjah (NNCPR)

En un mes, el tanzano afincado en Reino Unido Abdulrazak Gurnah (Zanzibar, 1948) ha pasado de ser casi un escritor desconocido al ganador del Nobel de Literatura con eco en todo el planeta. Lo del casi es porque sí ha tenido su comunidad de lectores de las diez novelas que ha publicado hasta la fecha más varios relatos cortos. Pero es una minoría tal que a día de hoy no se puede leer en España - Salamandra ha comprado ahora los derechos y publicará ‘By the sea’ el 2 de diciembre-, y no es fácil de encontrar en mercados como el de EEUU y el de Reino Unido. Ni siquiera está traducido a su lengua materna el suajili. Probablemente estamos ante uno de los Nobel más sorprendentes de toda la historia del premio.

De ahí que el propio Gurnah se cayera de espaldas con la llamada de la Academia Sueca el pasado 7 de octubre. “Pensé que era una broma y a quien me llamó le dije que colgara. Sin embargo, muy educadamente me explicó que era verdad. Yo no me lo creía, pero sí parece que es verdad”, relataba esta semana en la Feria del Libro de Sharjah (Emiratos Árabes Unidos), a donde ha acudido como invitado estelar en su primera aparición pública desde el Nobel. Sharjah, que quiere convertirse en la capital literaria de los Emiratos entre tanto rascacielo, chorreo económico y puntito hortera, ha movido bastante bien la ficha ya que había bastante expectación con el escritor. La sala donde ofreció una conversación con la periodista Sally Mousa -vestida a la manera occidental- se llenó con más de 600 personas -mayoritariamente hombres y muchos de ellos vestidos con el traje tradicional- que después corrieron vertiginosamente para que les firmara uno de sus libros. Casi como si fuera Stephen King.

Sharjah ha invitado a Gurnah porque quiere convertirse en la capital literaria de Emiratos entre tanto rascacielo, dinero y puntito hortera

En esta charla, Gurnah desveló varios aspectos de su persona y de su literatura. Siempre con una sonrisa un poco azorada, a veces contestando con monosílabos. Como si aquello no fuera con él, lo que se ha demostrado con su reticencia a conceder entrevistas. ¿De verdad este profesor del departamento de inglés de la Universidad de Kent es el nuevo premio Nobel? Sí, lo es.

1- ¿Es a mí el Nobel?

La sorpresa inicial de la llamada dio paso a una avalancha de felicitaciones que a Gurnah le llegaron por todas partes. Desde llamadas telefónicas, correos electrónicos, mensajería instantánea, mensajes en las redes sociales. De gente conocida y de gente que no. Y esto es, según él, lo mejor que le ha traído el galardón. No mencionó para nada el casi millón de euros con el que está dotado. “Es maravilloso cuando te empiezan a dar la enhorabuena personas que no conoces”, afirmó. Además, también explicó que él no formaba parte de la camarilla de escritores ingleses (que a buen seguro sí suspiraban por un Nobel) como Martin Amis, Ian McEwan o Salman Rushdie (finalmente de este grupo se lo dieron hace cuatro años a Kazuo Ishiguro). Más bien se encargaba de corregir proyectos de investigación sobre estos escritores. Estaba al margen. Por lo que, como dijo en la charla: “No sabía que era tan bueno”.

placeholder Gurnah junto a la periodista Sally Mousa (NNCPR)
Gurnah junto a la periodista Sally Mousa (NNCPR)

2- En busca de la belleza

Para Gurnah la literatura sirve para alcanzar la belleza. Para convertir lo que es feo en algo que sea digno, honesto, bonito. “Escribo lo mejor que puedo para llegar a esa idea”, afirmó. Y para eso es básica la música de las palabras. El escritor es de los que escucha cómo van cayendo las frases, los párrafos. Porque cuando suena bien eso es sinónimo de verdad. “Mi objetivo es hablar de la manera más honesta y clara posible para tener la sensación correcta. Puedo 'escucharlo' en mi cabeza si la redacción es incorrecta ", añadió. Cuando le preguntaron que de dónde venían precisamente esas ideas se mostró mucho más escueto: “Del aire”. Un poquito de flema.

3- Refugiado sin serlo

El escritor dejó la isla de Zanzíbar porque quería libertad. Se marchó de allí a los 18 años y acabó en Reino Unido, pero no como un inmigrante ilegal y con malas perspectivas de futuro. Empezó a estudiar en el Christ Church College y más tarde en la Universidad de Kent donde obtuvo el doctorado y se quedaría como profesor. Por este motivo y aunque sus libros aborden el asunto de los refugiados -y le hayan dado el Nobel por este compromiso- él mismo ataja que cuando llegó a Reino Unido no se sintió exactamente un refugiado.

“Para mí eran personas en un contexto de marginalidad y pobreza. Era un tipo de melodrama. Yo no estaba así por lo que no me sentía un refugiado. Pero más tarde sí pude entender que puede haber muchos tipo de refugiados”, manifestó. Está la alienación y el extrañamiento. El sentirse distinto.

“Para mí los refugiados eran personas en un contexto de marginalidad y pobreza. Yo no estaba así por lo que no me sentía un refugiado"

Y también estaba el recuerdo del mar. Aquel que veía desde su ventana en Zanzíbar y por el que llegaban personas buscándose la vida. Eso es lo que empezó a estar en libros como ‘Silence’, ‘By the sea’ -fue candidato al Booker Prize en 2001- y ‘Desertion’.

Ahora, afirmó, le preocupan las crisis de refugiados tras las llegadas de europeos del Este y de sirios a Europa, porque vuelve a haber reacciones. “Estamos mejor que en los años sesenta, pero sí existe una reacción que vemos en la gente normal, la prensa y las autoridades políticas”, afirmó.

4- Un escritor de todas partes

No obstante, no quiere dictar sentencia este Nobel. No es de frases lapidarias. Ni de escribir para cambiar el mundo. “Mi ambición no es transformar. Si lo logro, bien, pero no es eso. Yo quiero escribir con honestidad y hay que ir con humildad”, sostiene. Tampoco busca convertirse en bandera de nadie. Nació en Zanzíbar por lo que es un escritor africano, pero lleva casi toda su vida en Reino Unido y escribe en inglés por lo que también puede considerarse un escritor anglosajón. Ante la pregunta de si se siente parte de algún lado contesta que de todos. Quizá en la sala de la charla alguien esperaba otra respuesta, pero el escritor no quiso abundar más.

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Gurnah en la feria de Sharjah (NNCPR)

5- Doce años en publicar

Al Nobel no le publicaron el primer manuscrito que envió. Había empezado a escribir a los 21 años, ya en Reino Unido. Tomaba notas de aquí y allá, eran más bien reflexiones y disertaciones. Cosas que se le ocurrían. No pensaba que podía estar escribiendo el borrador de una novela. Hasta que brotó. Era ‘Memories of departure’. Fue entonces cuando decidió enviarlo a editoriales, pero sufrió rechazo tras rechazo. “Recibía la típica carta de muchas gracias, pero a nosotros no nos encaja”, reveló Gurnah. Tampoco tenía mucho tiempo entonces puesto que trabajaba y estudiaba a la vez. Y carecía de agente literario, que es una figura importante para que las editoriales te hagan algo de caso.

El último intento fue “un mensaje de suicidio. Pensaba que de verdad era el último y si me rechazaban, se acabó”

Al relatar esta historia casi vuelve al principio, cuando pensaba que no era un buen escritor. “Si te rechazan piensas que tus novelas no son buenas”, apostilló con clarividencia. El último intento fue “un mensaje de suicidio. Pensaba que de verdad era el último y si me rechazaban, se acabó”. Por supuesto no sucedió. Aquello fue, sin saberlo, la primera espita para el Nobel.

En un mes, el tanzano afincado en Reino Unido Abdulrazak Gurnah (Zanzibar, 1948) ha pasado de ser casi un escritor desconocido al ganador del Nobel de Literatura con eco en todo el planeta. Lo del casi es porque sí ha tenido su comunidad de lectores de las diez novelas que ha publicado hasta la fecha más varios relatos cortos. Pero es una minoría tal que a día de hoy no se puede leer en España - Salamandra ha comprado ahora los derechos y publicará ‘By the sea’ el 2 de diciembre-, y no es fácil de encontrar en mercados como el de EEUU y el de Reino Unido. Ni siquiera está traducido a su lengua materna el suajili. Probablemente estamos ante uno de los Nobel más sorprendentes de toda la historia del premio.

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