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El síndrome 'Obi Wan': ahora mandamos los cuarentones y vamos a daros la turra sin parar
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El síndrome 'Obi Wan': ahora mandamos los cuarentones y vamos a daros la turra sin parar

Mi generación ocupa casi todos los puestos de poder cultural e ideológico y es normal que imponga sus gustos literarios, musicales, cinematográficos y hasta políticos (esto nos está saliendo regular)

Foto: Ewan Mcgregor como Obi Wan Kenobi. (EFE/Film)
Ewan Mcgregor como Obi Wan Kenobi. (EFE/Film)

Quizás esta historia podrían contarla por sí solas las marquesinas de las paradas de autobuses de Madrid. En ellas, en las últimas semanas, he visto anuncios de 'Obi Wan', la nueva serie de Disney+ sobre el universo de 'La guerra de las galaxias'; de los musicales 'El guardaespaldas' y 'Tina'; de la secuela de 'Top Gun', y de la nueva entrega del universo creado por J.K. Rowling.

No son solo esos anuncios. Mientras escribo esto, las tres primeras listas de reproducción que me recomienda Spotify son 'Alternative 80s', 'Alternative 90s' y 'Alternative 00s' (me he puesto la primera). Veo que una de las grandes apuestas del año de la editorial Alfaguara es la reedición de la obra completa de José Saramago. YouTube me ofrece sin parar fragmentos de 'Friends': “Los momentos más divertidos de la tercera temporada”, “Lo mejor de Joey Tribbiani”. Entre las estrellas del Primavera Sound estaban los Strokes (al final cancelaron), Nick Cave, Gorillaz y Pavement. Ah, y a final de año vuelve 'Avatar'.

Podría pensarse que la industria cultural, y los algoritmos que en parte la rigen ahora, se ha conjurado para que no salgamos de nuestra infancia y juventud. Si nos esforzamos mucho, podríamos seguir habitando un mundo alternativo en el que no hubo crisis económica, no existía WhatsApp y pesábamos 10 kilos menos.

Naturalmente, no se trata de una conspiración, sino de algo mucho más trivial. Por un lado, y aunque dé miedo pensarlo, la gente de mi generación está entrando en la edad en que obtendrá los ingresos más altos de su vida (según el INE, ese periodo empieza a los 45 años, tanto para los hombres como para las mujeres). De modo que tiene sentido que la economía y, dentro de ella, el ocio se orienten cada vez más a intentar capturar una parte de esos sueldos, los mejores que vamos a tener nunca.

Que los jóvenes se preparen

Pero hay algo más: aunque vayamos descubriendo el poco glamur que tiene la mediana edad, lo cierto es que nuestra generación ocupa ya casi todos los puestos de poder cultural e ideológico y es normal que imponga sus gustos literarios, musicales, cinematográficos y hasta políticos (esto último nos está saliendo regular). Se suele atribuir a Napoleón la idea de que, si quieres conocer de verdad a una persona, debes entender cómo era el mundo cuando esta tenía 20 años. Dado lo mucho que se ha prolongado ahora la juventud, el periodo podría ampliarse sin problema: “Si quieres conocer a una persona nacida en los años setenta, debes entender cómo fue el mundo entre el mundial de 1982 y la segunda vez que se fue a vivir con una pareja”. De modo que los jóvenes os podéis ir preparando: durante la próxima década (o las dos siguientes) la cultura dominante os parecerá algo anticuada. No tan vieja como para no reconocerla, o como para no poder entenderla. Una parte incluso os gustará. Pero la veréis como una mezcla un poco torpe de temas y formas viejas con tecnología nueva: lo que le gustaría a ese hermano muy mayor o esa tía muy joven, gente respetable y con buen gusto en general, pero que sigue haciendo chistes inapropiados y cada vez que os ve os asegura que se va a abrir una cuenta de TikTok.

Foto: Pobres cuarentones. Foto: Pixabay Opinión

La sensación que tuve al repasar las casi omnipresentes muestras de este nuevo dominio generacional me dejó estupefacto: somos ya igual de pesados que las generaciones anteriores. Si eres joven, debes saber que nosotros nos pasamos toda la juventud prometiendo que no seríamos tan insistentes y narcisistas como nuestros mayores, que no aspiraríamos a la misma clase de poder cultural que tenían esas generaciones previas. No idealizaríamos nuestra juventud como hicieron ellos, que en ocasiones hablaban como si hubieran inventado el sexo divertido, como si la música pop hubiera dejado de ser interesante después de Radio Futura y la literatura más o menos tras la muerte de Juan Benet, y como si solo su lucha desinteresada hubiera garantizado que nosotros creciéramos en democracia. Algo de esto era cierto, pero lo repetían tanto en las columnas, los libros y las sobremesas, lo hacían tan explícito en la programación de las fundaciones culturales, los catálogos editoriales y los jurados de los premios que, aunque estuviéramos un poco de acuerdo, nos repetíamos que no haríamos lo mismo. Sí, teníamos prisa por sustituirles, pero para hacerlo mejor, entender con mayor curiosidad a los que vinieran después y no ser tan insistentes con la promoción de nuestro propio mundo.

Pues bien, ya hemos ocupado su lugar y nuestro solipsismo e insistencia son parecidos (con la agravante de que, si ellos contribuyeron a traer la democracia, tiene pinta de que nuestra generación podría cargársela). Se trata de una mezcla inevitable de repetición de los ciclos vitales y lección no aprendida.

Foto: La peor persona del mundo, la mejor estantería de los países nórdicos.
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Finalmente, cedí a la insistencia de las marquesinas y empecé a ver 'Obi Wan'. Luego leí algunas críticas. Una de ellas decía que la serie estaba lastrada por “una necesidad compulsiva de satisfacer la nostalgia y de explotar, sin trabajar mucho, la propiedad intelectual” del universo Star Wars. Era una crítica precisa y, al mismo tiempo, la serie me estaba gustando. Del mismo modo que probablemente me gustará 'Top Gun: Maverick', y si siguiera viviendo en Barcelona y me gustaran los festivales habría ido a ver a los Gorillaz. A fin de cuentas, si los algoritmos siguen poniendo en mis oídos y mis ojos productos de hace décadas es porque clico en ellos una y otra vez.

Habrá que resignarse: parece que vamos a obligar al mundo a vivir durante un tiempo en nuestro universo mental, como antes hicieron con nosotros. La cultura que vamos a reproducir una y otra vez no será la peor —aunque, ¿'El guardaespaldas'? ¿En serio?—. Pero la turra va a ser inaguantable. Incluso, con suerte, para nosotros mismos.

Quizás esta historia podrían contarla por sí solas las marquesinas de las paradas de autobuses de Madrid. En ellas, en las últimas semanas, he visto anuncios de 'Obi Wan', la nueva serie de Disney+ sobre el universo de 'La guerra de las galaxias'; de los musicales 'El guardaespaldas' y 'Tina'; de la secuela de 'Top Gun', y de la nueva entrega del universo creado por J.K. Rowling.

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