'Impalpable': la joya del teatro alternativo madrileño
Nacho de Santis y Sergio Calvo crearon esta obra a raíz de los libros de Manuel Puig y ahora se puede ver en El Umbral de la Primavera
Nace un 28 de diciembre de 1932 en General Villegas, un pueblo de la pampa seca argentina en mitad de la nada donde habían ido a parar sus padres, un comerciante y una licenciada en químicas que trabaja en uno de los hospitales de la localidad. Con cuatro años ve su primera película, ‘La novia de Frankenstein’, con Boris Karloff, desde la cabina de proyección del Cine Teatro Español, el único cine del pueblo. Mientras los demás chicos van al parque o montan en bicicleta, ese niño al que su familia llama Coco ve películas con su madre casi a diario, a las seis de la tarde, porque ese niño decide invertir los términos de la realidad y asumir como real lo que ve en la pantalla y como ficción, ese ambiente hostil que respira en el pueblo.
Muchos años después, durante una conversación con el periodista Joaquín Soler Serrano en su mítica serie de entrevistas ‘A fondo’, explicará: “Yo rechacé totalmente la realidad que me tocó vivir. Ese pueblo de la pampa era un pueblo casi de wéstern, estaba a 1.000 kilómetros de la capital. Traté de ignorar aquella realidad y, en cambio, tomar el cine como la realidad, entre comillas, mi realidad. Las comedias musicales, las comedias sofisticadas de la Metro, todas estas cosas que sucedían en otros niveles, esto para mí pasó a ser la realidad. Lo otro, el pueblo, era como un wéstern al que yo había entrado por error, una película de la que no me podía salir. Solamente me sentía cómodo en el refugio de la penumbra del cine”.
Esta semana en #DestacadosMACOMAD @umbralprimavera nos propone #Impalpable de #NachodeSantis y #SergioCalvo que podrás ver el S11 a las 22:30hs
— Macomad (@MacomadOrg) June 10, 2022
Toda la info, horarios y entradas en: https://t.co/tEu7FdeHUA pic.twitter.com/de0nuMytKl
Se llama Manuel Puig (General Villegas, 1932-Cuernavaca, 1990) y escribirá guiones de cine, obras de teatro y ocho novelas, entre ellas ‘
Impalpable o el azúcar glas
En escena, una mesa con utensilios e ingredientes de cocina en un espacio desnudo que podría ser la trastienda de una pastelería. Vemos a Estela, una mujer alta, flaca, vestida con falda y blusa discretas, con el pelo recogido con horquillas, un pelo tan tirante como su manera de recibir a su nueva compañera, Liliana, que acaba de aparecer por una puerta. Porque Estela no la esperaba a ella, sino a su amiga Blanca, que dejó el pueblo hace meses para labrarse una carrera de actriz en Buenos Aires. Estela y Liliana intercambian algunas palabras, se ponen un delantal, cogen un bol cada una y empiezan a batir huevos, a compartir a regañadientes la harina, el aceite, el azúcar. Ese azúcar que se usa en repostería, que en España llamamos glas y en Argentina llaman impalpable. Baten con fiereza, compitiendo, reivindicando su territorio en esa trastienda donde ambas trabajan. Estela, harta, termina tirando el bol al suelo, se quita un zapato y se lo acerca a la oreja. Está hablando por teléfono con Blanca, que aparece detrás de ella, con otro zapato pegado a su oído. Estela le cuenta que no soporta a esa mujer inexperta que acaba de aparecer de la nada y le dice a su amiga: “—¿Sabés cómo voy a terminar? —¿Cómo? —Como Anita Reguel en ‘El paraíso es más grande de lo que creemos’. Así voy a terminar y se van a arrepentir, vas a ver. —No, Estela, no. No empieces con eso. No estás en una película, la vida es otra cosa”.
Son los años cincuenta y la vida, para Estela, es mucho más divina en las películas que en esa pastelería en la que trabaja y en ese lugar en el que vive, ese pueblo casi de wéstern, a 1.000 kilómetros de la capital, que bien podría ser aquel en el que nació y vivió su infancia el escritor Manuel Puig. La obra se llama ‘Impalpable’, como el azúcar y como ese espacio intangible que tiene forma de anhelo, y lleva a escena ese mismo universo del escritor argentino, en el que tres mujeres atrapadas, dos en un pueblo y otra en un sueño, deciden construir una realidad que se alimenta del cine, de sus conversaciones y de esas ficciones mucho más reales que ese pueblo poblado de chismorreos y prejuicios en el que viven. ‘Impalpable’ nació tras un proceso de creación colectiva en 2011, en Buenos Aires, dirigido por Nacho de Santis y Sergio Calvo.
“Al principio leímos ‘
En 'Impalpable' están todo el rato hablando del cine, de esa amiga que se fue a Buenos Aires y de la vida de los otros
La obra estuvo cinco años en cartel, viajó a distintos festivales y se reestrenará en la capital argentina este verano. El pasado mes de febrero, con un reparto también argentino, se estrenó en la sala El Umbral de la Primavera, de Madrid, donde se ha ido convirtiendo en una de esas obras joyita que alumbra a menudo el teatro alternativo, sin aspavientos ni aparato promocional, con un boca oreja que llena la sala.
Mujeres que hablan y se echan de menos
‘Impalpable’ es una historia de amistad entre mujeres solas, de mujeres que hablan entre ellas, de mujeres que se echan de menos, de mujeres que espolvorean azúcar sobre una tarta de boda mientras conviven con la soledad y la espera. Estela es una mujer que anhela la vuelta de su mejor amiga y, mientras, vive dentro de las películas; Blanca es una mujer que decide marcharse y ser ella quien haga esas películas, y Liliana es una de “esas mujeres que haN metido la pata”, como dicen en la obra, una madre soltera que llega a un pueblo del que todo el mundo debería querer irse. La obra se articula en torno a la idea de abandono, de ruptura, “la ruptura de una promesa, de algo que tenía que ver con un sueño común”, explican Calvo y De Santis. Que Estela se quede y Blanca se marche “provoca que el vínculo entre ambas empiece a desgarrarse”. Y, mientras en esas conversaciones telefónicas la aspirante a diva llama 'departamento' a lo que es solo una pensión modesta, las otras dos mujeres van tejiendo un vínculo delicado que va reparando el vacío. Ese vacío de quien se sitúa al margen de una comunidad a la que no quiere pertenecer. Como hizo Manuel Puig.
'Impalpable' es una historia de amistad entre mujeres solas, de mujeres que hablan entre ellas, de mujeres que se echan de menos
‘Impalpable’ es, aparentemente, una obra sencilla, austera en su puesta en escena (el montaje original incluye un pianista en directo y una escenografía más ambiciosa que la madrileña), que, sin embargo, esconde un mecanismo complejo. Calvo y De Santis arman una obra muy cinematográfica, con una iluminación que busca el primer plano de las actrices, con escenas muy cortas que en ocasiones se van a oscuro como si fuera un fundido a negro, escenas que cuando van a terminar se transforman en otra, como si el escenario fuera una sala de montaje de cine en la que los directores jugaran a superponer planos. Y las tres actrices —Rocío Yáñez, Natalia López y Nanda Abella— construyen tres personajes que exhiben una coreografía de gestos y movimientos virtuosa, personajes que acaban generando un vínculo casi sentimental con el espectador, que quizá llegue a casa y se pregunte cómo hacer para pegarse un zapato a la oreja y poder hablar un rato con ellas sobre películas, sobre la vida, sobre sus cosas.
* 'Impalpable'. Creación colectiva de la compañía Sambuseck. Dirección: Sergio Calvo y Nacho de Santis. Director residente: Rodrigo Martínez Frau. Intérpretes: Rocío Yáñez, Natalia López y Nanda Abella. En El Umbral de la Primavera, los sábados del mes de junio y los jueves de julio.
Nace un 28 de diciembre de 1932 en General Villegas, un pueblo de la pampa seca argentina en mitad de la nada donde habían ido a parar sus padres, un comerciante y una licenciada en químicas que trabaja en uno de los hospitales de la localidad. Con cuatro años ve su primera película, ‘La novia de Frankenstein’, con Boris Karloff, desde la cabina de proyección del Cine Teatro Español, el único cine del pueblo. Mientras los demás chicos van al parque o montan en bicicleta, ese niño al que su familia llama Coco ve películas con su madre casi a diario, a las seis de la tarde, porque ese niño decide invertir los términos de la realidad y asumir como real lo que ve en la pantalla y como ficción, ese ambiente hostil que respira en el pueblo.
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