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Fonollosa: el poeta centenario al que nadie quería publicar
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Fonollosa: el poeta centenario al que nadie quería publicar

Es uno de los más grandes poetas españoles del siglo pero el éxito y el reconocimiento le esquivaron en vida

Foto: El poeta José María Fonollosa.
El poeta José María Fonollosa.

Una poca gente estábamos en Fortianell, que es una antigua escuela en medio del campo, donde ahora vive gente. Por ejemplo, la sobrina y albacea de José María Fonollosa, Maribel Parcerisas, que es la que había organizado el sarao. Resulta que este año se cumple el centenario del nacimiento de su tío, el poeta. Un poeta al que una poca gente conoce por Pla, otra poca por Serrat, y al que la mayor parte de España, licenciados en Literatura incluidos, no tiene el gusto.

A Fonollosa lo esquivó el éxito durante toda su vida. No solo el éxito, también el reconocimiento, que es el éxito de los que fracasan con las ventas. Apenas publicó unos cuantos folios de joven, y luego escribió durante la mayor parte de su vida una obra monumental, ' Ciudad del hombre', de la que solo logró editar una parte el año antes de su muerte. Hoy está considerado por los que entienden de poesía como uno de los más grandes del siglo.

Esto me lo acabo de inventar, pero yo sí lo veo así.

placeholder Detalle de la portada del Libro 'Ciudad del hombre' de Fonollosa.
Detalle de la portada del Libro 'Ciudad del hombre' de Fonollosa.

No conseguir publicar nunca es algo que puede marchitar las ganas de escribir de cualquiera. La gente que escribe quiere que se publiquen sus textos. Quien no se atreve a quererlo abiertamente, lo sueña. Los más timoratos se contentarán con enviar un cuento por correo a sus amigos: oye, ¿qué te parece esto? Pero también ellos notan que un texto sin lectores es nada, como unos pulmones sin aire. Sin lectores quien ha escrito el texto queda incompleto.

Este fue uno de los problemas de José María Fonollosa. A mí Fonollosa me gusta por su crueldad divertida y su dulzura contenida. Esto es más de lo que se puede decir de muchos escritores de poesía. A lo mejor cometió el pecado de ser demasiado irónico en un campo que suele premiar la intensidad, no lo sé. Fonollosa hasta cuando se ponía intenso, era divertido. Un ejemplo:

Al verme se apartó de sus amigas
y rodeando mi cuello con sus brazos
les dijo alegremente: “quiero a este hombre”.

Los demás me miraron con envidia.
Era tan linda en verdad, y entró en mi cuarto.
Llegué tarde al trabajo al otro día.

Después no se movió ya de mi casa.
Descubrí que son bellas las estrellas
y me gustó algún tiempo. Pero pronto
olvidé que hay estrellas en la noche.

Ahora su amor me oprime como un peso.
No puedo ya salir con mis amigos.
No puedo ya sonreír a las muchachas.
No puedo ni beber un solo trago.

Es mala esta mujer. De verdad, mala.
Tan mala como linda. Si la dejo
me matará, lo sé. Lo sé de veras.

Mis amigos se ríen. Yo estoy triste,
pues no logro apartarla de mi lado.
Ojalá no me amase o se muriera.

Poetas así, de esta clase, ¿cuántos habrá? El humorismo respiraba en los textos de Fonollosa. No es lo mismo decir humor y humorismo, y no es lo mismo la seriedad que lo solemne. Fonollosa era serio y humorístico. Yo creo que se tomaba la poesía lo bastante en serio como para no abaratarla con golpes en el pecho. El problema, supongo, es que así parecía que estuviera escribiendo de minucias.

Por eso no me apetece defender su poesía con frases como sacadas de un manual de literatura, ni mencionado a algunos poetas a los que me recuerda, ni diciendo muy serio, reivindicativo, que no se hizo justicia con esta persona. Por eso me apetece escribir así de Fonollosa, sin pose, dejando que las frases salgan con la verdad, sin que las molesten mis ganas de que lo leáis.

Dejó morir las ganas de convertirse en poeta, pero siguió escribiendo, porque lo era.

Había nacido en Barcelona en 1922, emigró con su familia a Cuba en 1951 y regresó tras la revolución, en 1961. Vivió solo siempre, aunque tuvo un montón de ligues, pero no dejaba más que a unos pocos elegidos entrar en su estudio, lleno de libros y desorden. Cuando Pere Gimferrer le ayudó a publicar un trozo de 'Ciudad del hombre' en 1990, el aldabonazo que sonó dejó una huella profunda.

El rechazo (el desprecio) no había molido sus ganas de escribir, sino que era uno de sus temas. Dejó morir las ganas de convertirse en poeta, pero siguió escribiendo, porque lo era. A veces quería volver a intentarlo, husmeaba un poco y volvía desanimado: “Son los mismos. Están aún los mismos / que me dijeron “No” ya hace veinte años. / Por ellos me aparté. Veré, un día, / ante mí sus cadáveres pasando”.

En muchos de sus poemas dice que sabe que se le leerá en el futuro

En fin, la gente se quedó estupefacta con este tipo. “No me reconocéis. Y sin embargo / yo soy uno de vosotros”, había escrito. Albert Pla quedó fascinado con la crueldad de los versos de Fonollosa y decidió agarrar sus poemas para hacer un disco. Esto le dio nueva fama y, después de su muerte, la desaparecida editorial DVD publicó buena parte de su poesía. El poeta José Ángel Cilleruelo ha sido uno de sus más apasionados defensores, junto a Eduardo Moga.

Cruel y dulce, Fonollosa murió en 1991. En muchos de sus poemas dice que sabe que se le leerá en el futuro. El futuro éramos, al final, unas treinta personas en casa de su sobrina, con Dolors Garde, Violeta Llueca, JM Cortada y Cilleruelo leyendo sus cosas. Cosas como esta:

Tengo algo que decir. Es un mensaje
que he de comunicar -es importante-
a los demás. Ignoro en qué consiste.
No sé si es advertencia de peligro
o llamar su atención sobre algo bello.

No sé reconocerlo por mí mismo.
Pero siento que late aquí, en mi espíritu,
urgiéndome expresión con impaciencia.
Aunque nadie me escuche he de decirlo.

Su enunciación resulta necesaria
a los otros. Aún más. Imprescindible.
Como el agua que ayuda bajo el suelo
a descubrir el sol a las semillas.
Y aunque reciba burlas o desprecios
debo insistir en temas, formas, símbolos.

Entre ellos debe estar. Sé que son claves.
Y estoy seguro que alguien, algún día,
descubrirá en mis poemas las palabras
exactas que componen el mensaje.

Lo siento trascendente para el mundo.
Alguien lo encontrará. Lo dirá entonces
con asombro a los otros. Pero es lástima
que, pues no ocurrirá pronto, no pueda
conocer yo el mensaje. Ni si fue útil.

'Ciudad del hombre', su obra maestra, está editada por Edhasa. Es muy fácil de encontrar.

Una poca gente estábamos en Fortianell, que es una antigua escuela en medio del campo, donde ahora vive gente. Por ejemplo, la sobrina y albacea de José María Fonollosa, Maribel Parcerisas, que es la que había organizado el sarao. Resulta que este año se cumple el centenario del nacimiento de su tío, el poeta. Un poeta al que una poca gente conoce por Pla, otra poca por Serrat, y al que la mayor parte de España, licenciados en Literatura incluidos, no tiene el gusto.

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