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El museo que guarda el arte anti-Stalin de Rusia y que está en la estepa uzbeka
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La vanguardia contra el realismo

El museo que guarda el arte anti-Stalin de Rusia y que está en la estepa uzbeka

Igor Savitsky coleccionó más de 80.000 objetos artísticos, entre ellos, numerosos lienzos de pintores rusos represaliados por el estalinismo de los años treinta

Foto: 'El capital', de Mijael Kurzin (1931), obra de género satírico por la que fue represaliado por el régimen de Stalin. (P. C.)
'El capital', de Mijael Kurzin (1931), obra de género satírico por la que fue represaliado por el régimen de Stalin. (P. C.)

El lienzo está cortado por la mitad. Se pueden ver las cabezas de un hombre y una mujer bien vestidos, elegantes, pero horrendos. Con una sonrisa, sobre todo la de ella, que produce desagrado. Detrás, numerosos trabajadores en miniatura con sus picos y palas. Su autor es Mijaíl Kurzin, pintor de la vanguardia rusa que lo creó en 1931 y lo tituló El capital como una gran crítica a la burguesía capitalista. Al régimen de Stalin, sin embargo, no le gustó nada. Demasiado satírico para los cánones del realismo socialista que había impuesto el dictador, que solo quería valores y héroes comunistas en el arte soviético. Años después, en 1936, Kurzin fue condenado a cinco años de prisión por su actitud hostil al régimen, sus cuadros de "soviéticos feos" y enviado a Siberia. Moriría en 1957 en Tashkent (Uzbekistán). El lienzo corrió más suerte. Aunque fraccionado -al parecer para eliminar las pruebas contra el pintor- fue salvado por el coleccionista Igor Savitsky y hoy se expone en el Museo Savistky, en Nukus, una ciudad en medio de la estepa uzbeka. Casi en medio de la nada.

La historia de este museo construido en 1966 (con un estilo bastante soviético) y de su impulsor es fascinante. Por quién fue él, por las pinturas que acoge -como este El capital- y por su significado todavía hoy. Llegar hasta allí no es fácil. Desde Tashkent lo mejor es un vuelo directo a Nukus. Si no, paciencia y horas a través de carreteras en no muy buen estado por la estepa uzbeka. Es la región de Karakalpakstan, terrosa, gris, agrícola y con un clima muy extremo: inviernos helados y veranos que rompen el mercurio (por arriba).

placeholder Retrato de Igor Savitsky. (P. C.)
Retrato de Igor Savitsky. (P. C.)

Pero fue de esta región de la que se enamoró Igor Savitsky en los años cincuenta del siglo XX, tras acudir para estudiar los yacimientos y ruinas de las civilizaciones Khorezm, las más antiguas de Uzbekistán, ya que datan de hasta el siglo V a.C. Nacido en Kiev en 1915, había estudiado Arte en Moscú, sin embargo, su visita a Karakalpakstan cambió completamente sus planes. Decidió quedarse y comenzar a coleccionar el arte de la zona (todo lo que aparecía en las excavaciones arqueológicas). Casi sin pretenderlo se fue convirtiendo en un gran coleccionista, puesto que después llegaron las obras de los artistas de Asia Central y más tarde aquellos de la vanguardia rusa que habían sido represaliados por el estalinismo en los años treinta por salirse de las líneas artísticas que marcaba el régimen. En total llegó a reunir más de 80.000 objetos que dieron pie al Museo de Arte de Nukus, el cual en 1984, a la muerte del pintor y coleccionista, pasó a tener su nombre. Es un centro de arte enorme de tres plantas, pero exhibe menos del 5% de lo que coleccionó Savitsky. Su labor fue impresionante.

El toro de Lysenko

¿Cómo consiguió Savitsky salvar los cuadros de los pintores represaliados? Hay que retrotraerse a principios de siglo cuando Rusia vivía una efervescencia cultural influida por todo lo que llegaba de Francia con las vanguardias. Así apareció el constructivismo de Rodchenko, el fauvismo y surrealismo de Chagall o el suprematismo de Malevich. Sin embargo, en 1932 el Comité Central del Partido Comunista disolvió todas las asociaciones de artistas y manifestó que solo habría sindicatos oficiales y un único arte: el que reflejara a los trabajadores. Se acabó todo tipo de vanguardia. Y si lo intentabas podías acabar en el gulag. Muchos de estos creadores salieron corriendo de la URSS, como el propio Chagall, que había abrazado con furor la Revolución Rusa de 1917 -Lenin jamás condenó estos movimientos artísticos, ya que los bolcheviques habían abrazado las vanguardias como un arte antiburgués-, pero en 1923, antes de que todo fuera a peor, se marchó para siempre a París.

Uno de los que no se marchó fue Vladimir Lysenko, autor de El toro (1929), un cuadro que enseguida se politizó. Las autoridades rusas lo clasificaron como antisoviético y hay quien vio en los ojos del toro la represión estalinista que marcaría los años treinta. El cuadro acabó adquiriendo el título de "avance del fascismo". En 1935, Lysenko sería arrestado e ingresado en un hospital psiquiátrico (aunque años más tarde sería rehabilitado ya viviendo en Uzbekistán).

placeholder El toro, de Lysenko. (P. C.)
El toro, de Lysenko. (P. C.)

Por supuesto, este cuadro, como tantos otros de los vanguardistas, no estaba en las subastas públicas. Es más, podría no haberse salvado. Lo que hizo Savistky para hacerse con este tipo de lienzos fue acudir a las propias casas de los pintores, a las de sus familias y amigos para preguntarles por los cuadros, por si alguno estaba escondido, como ocurrió con muchos de ellos. Y así fue como consiguió llevárselos hasta Nukus. Hoy en día todas las obras de Lysenko se encuentran en este museo y El toro se ha convertido en su imagen de referencia.

Otros autores represaliados por antisoviéticos y que encontraron su sitio en Nukus fueron Alexander Volkov, que había nacido en Uzbekistán, y Lev Galperin, que era de Odessa. Al primero no se le permitió exponer en los museos de Moscú y, por el estilo de sus pinturas geométricas, fue considerado un "burgués reaccionario". El segundo directamente fue fusilado tras ser arrestado y condenado a cinco años de prisión. Sus pinturas eran vistas comon "contrarrevolucionarias". En el Museo Savitsky se puede ver hoy su lienzo De rodillas.

Estos son solo algunos ejemplos de las 15.000 obras que este coleccionista llegó a salvar del estalinismo y que hoy, curiosamente, se encuentran resguardadas en una pinacoteca que ya tiene el sobrenombre del Louvre de la Estepa.

El lienzo está cortado por la mitad. Se pueden ver las cabezas de un hombre y una mujer bien vestidos, elegantes, pero horrendos. Con una sonrisa, sobre todo la de ella, que produce desagrado. Detrás, numerosos trabajadores en miniatura con sus picos y palas. Su autor es Mijaíl Kurzin, pintor de la vanguardia rusa que lo creó en 1931 y lo tituló El capital como una gran crítica a la burguesía capitalista. Al régimen de Stalin, sin embargo, no le gustó nada. Demasiado satírico para los cánones del realismo socialista que había impuesto el dictador, que solo quería valores y héroes comunistas en el arte soviético. Años después, en 1936, Kurzin fue condenado a cinco años de prisión por su actitud hostil al régimen, sus cuadros de "soviéticos feos" y enviado a Siberia. Moriría en 1957 en Tashkent (Uzbekistán). El lienzo corrió más suerte. Aunque fraccionado -al parecer para eliminar las pruebas contra el pintor- fue salvado por el coleccionista Igor Savitsky y hoy se expone en el Museo Savistky, en Nukus, una ciudad en medio de la estepa uzbeka. Casi en medio de la nada.

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