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La liga de los egos extraordinarios: cómo Dragó, Umbral y Cela reventaron la tele en España
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Muerte de un escritor

La liga de los egos extraordinarios: cómo Dragó, Umbral y Cela reventaron la tele en España

Sánchez Dragó escribió superventas en la Transición, pero su legado está en el único medio capaz de saciar un ego de su tamaño: la televisión cultureta. Otros siguieron su ejemplo. Eran otros tiempos, los de los intelectuales mediáticos

Foto: Fernando Sánchez Dragó posa para EC el pasado marzo. (Alejandro Martínez Vélez)
Fernando Sánchez Dragó posa para EC el pasado marzo. (Alejandro Martínez Vélez)

El pasado 16 de marzo entrevisté a Fernando Sánchez Dragó en su casa de Malasaña. Le vi en plena forma... pero los caminos del señor son inescrutables: Sánchez Dragó ha muerto de un infarto a los 86 años.

Las últimas semanas, Dragó coprotagonizó una enorme performance política -suya fue la idea de la moción de censura liderada por Ramón Tamames. Toda España, empezando por él mismo, sabía que Dragó tenía un ego como un camión. "Hay una gran confusión con esto del ego. ¿Qué significa tener ego? Que tienes carácter. Si eres fiel a ti mismo y tienes carácter, te acusan de egocéntrico. Pues sí, soy culpable, ¡viva el ego!", contó en la entrevista.

Por ello, sus arrebatos de falsa modestia llamaban la atención: “Los elogios me incomodan… Me gusta pasar inadvertido… Me desespera que la gente me reconozca, de verdad... Dicen que Dragó tiene mucho ego, que a Dragó le encanta que se hable de él, pero no”.

Me van a perdonar que enmiende la plana a un muerto, pero esto de que a Dragó le gustaba "pasar inadvertido" no es solo falso, sino una distorsión de su trayectoria.

Aunque se gustaba ver como un gran intelectual de la contracultura (que pasó de hippie a derechista), el legado de Dragó (que no es poco) no está tanto en los libros como en los programas de libros, es decir, en la tele, el único medio capaz de saciar su ego y donde, desde luego, uno puede aspirar a todo, menos a pasar desapercibido.

Foto: Foto: EC. Opinión

Sánchez Dragó fue, sobre todo, presentador de programas de libros cuando a alguien le importaba aún tal cosa, cuando los escritores mediáticos todavía tenían tirón catódico, de la pataleta de Umbral para que se hablara de su libro, a las extravagancias escatológicas de Camilo José Cela, pasando por la madre de todos los espectáculos culturetas televisivos, el arrebato milenarista de Fernando Arrabal, en el que Sánchez Dragó jugó un papel interno fundamental, como recordó en la entrevista:

"Arrabal va a pasar a la historia como borrachín empedernido, pobrecito mío, pero no bebía nunca, solo ese día. Aunque no lo parezca, Arrabal era tímido, y antes de empezar el programa, se atizó dos lingotazos de chinchón. Le subieron mucho porque era muy bajito y se cruzaron con unos medicamentos que estaba tomando. Total, que pasó lo que pasó, y cuando acabó el programa, se desplomó, se le salían los ojos de las órbitas. Una enfermera le reanimó. Me fui a dormir a casa. A las ocho de la mañana me llamó un directivo de TVE para echarme la bronca porque, decía, mi programa se estaba convirtiendo en un circo. Luego, me pidieron despedir a Arrabal, a lo que me opuse. ¿Por qué iba a echarle? ¿Por emborracharse y decir cosas bastante graciosas? Es cierto que tengo algunos remordimientos de conciencia injustificados por ese programa, porque Arrabal dejó de ser un escritor en España para convertirse en un showman".

Foto: Marina y Camilo en el baile del Nobel. (EFE)

En realidad, lo que sucedió esos años fue lo contrario: Cela, Umbral, Dragó... a ninguno le importó dejar de ser escritores un rato para convertirse en showmans. Era todo parte del mismo proceso: Escritores superventas, columnistas que cobraban un pastón, performers televisivos. O la conversión de los prohombres culturetas de la joven democracia, de enormes egos, en estrellas catódicas. La posmodernidad cultural había llegado y la tele era el vehículo ideal para seguir calentando el candelero.

Mejores o peores, fueron otros tiempos, unos en los que aún se hablaba de escritores en los bares.

Sánchez Dragó llevó la apuesta del reconocimiento televisivo tan lejos que, agotado el filón de los programas de libros, se lanzó a presentar el telediario nocturno de Telemadrid, cuando Esperanza Aguirre era la presidenta de la Comunidad de Madrid y la tele autonómica barría para casa. Sánchez Dragó aseguró a este periodista que Aguirre nunca le dio ningún tipo de instrucción política. Quizá no hizo falta. O quizá aquello iba de otra cosa...

Una noche, Dragó entrevistó en el telediario a José Antonio Ortega Lara para hablar de su secuestro por ETA. Al final de la entrevista, y con Ortega Lara dando muestras de querer irse ya a casa, Sánchez Dragó procedió a recomendarle largamente la lectura de los últimos libros de... Sánchez Dragó (ante la estupefacción del funcionario de prisiones).

Sánchez Dragó, más grande que la vida.

El pasado 16 de marzo entrevisté a Fernando Sánchez Dragó en su casa de Malasaña. Le vi en plena forma... pero los caminos del señor son inescrutables: Sánchez Dragó ha muerto de un infarto a los 86 años.

Fernando Sánchez Dragó