'Asedio', un 'thriller' asfixiante que retrata a los antidisturbios frente a inmigrantes sin papeles

En la localidad de Parla, en el extrarradio de Madrid, concretamente en el número 15 de la calle Toledo, se eleva un edificio gigantesco, una mole abandonada a su suerte que se cae a pedazos. Es popularmente conocida como la Cañada Real vertical, consta de 280 apartamentos, la inmensa mayoría de ellos okupados. Entre los muros de esa madriguera de cemento y ladrillo se encuentra eso que numerosas familias de inmigrantes sin papeles que no tienen otro lugar en el que vivir llaman 'hogar'.

Ese inmueble destartalado es el protagonista absoluto (con permiso de las actrices Natalia Molina y Bella Agossou) de Asedio, el nuevo y formidable filme de Miguel Ángel Vivas. Un trepidante thriller que se estrena este viernes 5 de mayo, que durante todos y cada uno de sus 90 minutos de duración te mantiene literalmente pegado a la butaca y que, al abandonar la sala de cine, te persigue con las muchas preguntas que plantea.

Porque Asedio, cuyo guión es obra de Marta Medina (la crítica de cine de El Confidencial), interpela directamente al espectador y le obliga a cuestionarse muchos asuntos. Desde qué significa ser español hasta qué supone ser un inmigrante sin documentos, pasando por el significado y la esencia de conceptos como justicia, lealtad o rectitud.

La película sigue las andanzas de Dani (protagonizada por una soberbia Natalia Molina), una policía antidisturbios que siempre ha creído a pies juntillas en la ley, que está convencida de que ser policía es el modo más poderoso de llevar justicia al mundo, de ayudar a los desprotegidos. Hasta que un día le toca participar en el desahucio de un destartalado edificio en la periferia de Madrid okupado en su gran mayoría por inmigrantes sin documentos…

Durante esa operación Dani se ve obligada a poner a prueba sus más férreos principios: encontrará una gran (y tentadora) cantidad de dinero escondida detrás de un armario, descubrirá una trama de corrupción dentro de la propia policía y será testigo de un asesinato.

Para salvar su vida, Dani no tendrá otra opción que escapar.

Su huída será una nueva y ardua prueba, porque tendrá como escenario el laberíntico edificio del desahucio. Un bloque repleto de túneles y pasadizos secretos, en el que un uniforme de la Policía como el que lleva Dani únicamente genera rechazo, donde su autoridad no vale nada y donde además se topará con grandes dificultades para entender (y hacerse entender) por muchos de los inmigrantes que habitan esa ratonera.

Sin embargo Dani acabará encontrando ayuda. Su sostén será una inmigrante nigeriana a la que ella misma acaba de desahuciar, Nasha, a quien da vida una inspiradísima Bella Agossou. El apoyo que Dani recibe de esa mujer le llevará a cuestionarse aún más si el sistema para el que trabaja es la solución o parte del problema…

En 'Asedio' queríamos hacer un viaje por esos barrios suburbiales que nunca salen en las pantallas de cine, a los que España vive dándoles la espalda

“El sistema las ha enfrentado, pero tienen mucho más en común de lo que piensan. Ambas deben unir fuerzas para escapar de la ratonera en la que están atrapadas. Envueltas muy a su pesar en una trama de corrupción, descubrirán que muchas veces hay que temer más a quienes operan dentro de la Ley que a los que lo hacen fuera”, en palabras de Marta Medina .” En Asedio queríamos hacer un viaje por esos barrios suburbiales que nunca salen en las pantallas de cine, a los que España vive dándoles la espalda. Son nuestros vecinos y ni siquiera nos molestamos en conocerlos”, añade.

“El cine ha de ser siempre y sobre todo una experiencia. Y eso es lo que me propuse cuando empecé a pensar en Asedio”, confiesa Miguel Ángel Vivas. “Asedio es una película sobre el mundo que vivimos hoy. Un mundo en el que si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Plantee la película como una experiencia adrenalínica, un clímax de más de hora y media en el que será difícil pararse a tomar un respiro”.

Asedio sin duda es todo eso, mantiene al espectador en estado de pura tensión durante todo su metraje. Pero, como las grandes películas, no termina cuando las luces de la sala se encienden. Uno se la lleva en la cabeza y la da mil y una vueltas, intentando dar respuesta a los dilemas morales que plantea, dilemas con los que nos damos de bruces a diario y que por lo general preferimos esquivar. Con esta película, sin embargo, no es posible. Asedio obliga a mojarse.