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El argentino de moda en el teatro español: "Pensé que Milei era un chiste y puede ser presidente"
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Entrevista a Claudio Tolcachir

El argentino de moda en el teatro español: "Pensé que Milei era un chiste y puede ser presidente"

Claudio Tolcachir ha estrenado 'Rabia' en el Teatro de la Abadía con un éxito apabullante. Hace unos meses dirigió a Carmelo Gómez en 'La guerra de nuestros antepasados'. Ambas obras abordan la masculinidad tóxica

Foto: Claudio Tolcachir posa para El Confidencial en el Teatro de la Abadía de Madrid​. (A. B.)
Claudio Tolcachir posa para El Confidencial en el Teatro de la Abadía de Madrid​. (A. B.)

En Argentina, hablar de Claudio Tolcachir (Buenos Aires, 1975) es hablar de uno de los directores y actores más prestigiosos del teatro. Y en España, cada vez más. Se dejó caer por aquí a mediados de la década de los 2000 con la famosa La omisión de la familia Coleman y El hombre que se ahoga que dirigía su colega Daniel Veronese. Después ha estado yendo y viniendo junto a Lautaro Perotti, compañero de dirección e interpretación en distintas obras. Pero ha sido a partir de 2021 cuando se ha asentado en Madrid con la apertura de la mítica compañía y escuela Timbre 4 —la que montó en Buenos Aires durante la crisis del corralito y le puso en el mapa— y con obras como La guerra de nuestros antepasados, en la que dirigió a Carmelo Gómez en un papel espectacular, y Rabia, que acaba de estrenar ahora en el Teatro de la Abadía con un éxito apabullante y en la que actúa y dirige junto a Perotti. No es para menos: su monólogo de hora y media de un hombre tóxico y violento deja al patio de butacas con la boca abierta.

Quedamos para esta agradable entrevista en el propio teatro delante de esa maravillosa escalera ideada por Emilio Valenzuela para charlar sobre esta adaptación de la novela de Sergio Bizzio realizada por él, Perotti, María Oteyza y Mónica Acevedo, sobre la masculinidad —curiosamente de ello versan sus últimas obras— y sobre Javier Milei, el candidato ultra con muchas posibilidades en su país y que, según confiesa, le da "pánico y tristeza". No se pierdan Rabia. Estará hasta el 8 de octubre en La Abadía y después gira por España.

PREGUNTA. ¿Cómo lo haces para mantener ese monólogo durante una hora y media ahí solo en el escenario y sin rebajar ni un minuto la atención? Es bastante alucinante.

RESPUESTA. Con mucho trabajo, porque empezamos hace un año y tuve muchos momentos en el proceso de ensayos, no de miedo sino de pánico absoluto, de decirle a mis compañeros, no, pedimos disculpas a todos los productores, pero les decimos que tengo que viajar a Buenos Aires. Un día le dije a Lautaro (Perotti), lo vas a actuar vos…, pero a la vez no me lo quería perder, quería vivir esta historia, recorrerla. Me divierte tanto que uso la palabra divertirme como algo profundo. La saboreo tanto, me conmueve y la sigo descubriendo. Siempre descubro cosas nuevas, recorridos nuevos, puntos de vista… Creo que solo me atrevo a hacerlo porque es este texto, y este texto cada noche despierta en mí una cantidad de estímulos que me sostiene… Yo nunca haría un monólogo apoyado en la destreza coral.

placeholder El actor y director teatral Claudio Tolcachir. (A. B.)
El actor y director teatral Claudio Tolcachir. (A. B.)

P. Es un texto que procede de la novela homónima de Sergio Bizzio y, según la crítica especializada, lo que habéis llevado al teatro es una historia digamos que suavizada y en la que falta la furia y la rabia. ¿Estás de acuerdo con eso?

R. No, porque creo que lo interesante de la novela es que se llama Rabia ,pero después despliega un montón de otros costados. Uno al leer Rabia imagina a un personaje desbordado… Por supuesto que tiene un grado grande de violencia y comete ciertos crímenes desde la impotencia e injusticia. No como un héroe, sino porque ante la impotencia no tiene otra respuesta que la violencia. Pero, al mismo tiempo, como dice la obra y la novela, el primer asesinato lo hizo sin furia. Y a mí eso ya me empieza a hablar de algo más interesante que un rabioso. La rabia tiene muchas formas y no creo que aquí sea el núcleo central. A mí me conmueven las clases sociales que hay en la historia, la capacidad de supervivencia, y sobre todo me conmueve la cabeza de este tipo que primero se adapta a un ambiente absolutamente insólito y hostil, pero después, en ese ambiente de vacío y soledad absoluta, genera un mundo de violencia, amor y celos. Y ahí para mí está la clave que me conmueve más que la furia, que es el lugar común al que primero uno iría. Lo existencial, que es inventarme un mundo, un amor, problemas, enemigos… Desesperadamente, porque te da la sensación de existir. Ahí la obra toma un vuelo que no es lo argumental, sino la necesidad de una persona de sobrevivir y de existir en el sentido de tener sentido en la vida.

P. Queda claro que es un hombre tóxico.

R. Sí, sí, por donde lo mires. Todo lo que hace está mal. Y eso es lo maravilloso. Pero todo está mal, la violencia, los celos… En la novela suceden cosas fuera de la mirada de él, pero en la adaptación que hicimos con Lautaro, María Oteyza y Mónica Acevedo no hay nada que no esté en sus registros. O sea, todo lo que pasa, pasa por él, porque lo ve, lo escucha o lo piensa. Más que un relato es como hurgar la lógica que él empieza a desarrollar frente a las dificultades, la lógica frente a adaptarse a la casa, a los celos, a lo que le sucede a Rosa… De las cosas que más me fascinan del teatro es cómo funcionan las cabezas de los personajes. Eso me vuelve loco. Y este ser es tóxico, celoso, violento, muy calculador también, muy contenido, no tiene estallidos. Y eso para mí, mezclado con su capacidad de dejar las cosas en su lugar, estudiar los sonidos de la casa… Hasta después esa toxicidad se vuelve protección de ella. No, no, está todo mal. Lo que le gusta a Bizzio es cómo el espectador puede empatizar con un ser tóxico, no para perdonarle, pero sí para entender cómo funciona su cabeza.

P. Los espectadores lo podemos comprender, pero también da pie a hablar sobre la masculinidad… ¿Es un texto que os ha llevado a Lautaro, a ti, a reflexionar sobre la masculinidad hoy?

R. Total. Yo desde mi lugar de actor voy defendiendo al personaje y siempre hemos intentado no caer nunca en perdonarlo porque lo que hace está mal. Esta idea que tiene de proteger es una idea de ser dueño… Para mí lo interesante cuando uno trata un tema de género es no ponerse infantil y que a todos nos parezca fácil tomar partido. Yo siento que cuando es muy fácil tomar partido las cosas se vuelven más licuadas, más sencillas. Y este tipo, con una masculinidad tan mal entendida, todo el tiempo genera contradicción. Lo que hace está mal y, sin embargo, uno quiere salvarlo. Y si vos me decís que eso despierta discusiones ahí vos me estás regalando el sentido de mi vida.

placeholder Focos del Teatro de la Abadía de Madrid, donde se representa 'Rabia'. (A. B.)
Focos del Teatro de la Abadía de Madrid, donde se representa 'Rabia'. (A. B.)

P. Por lo menos despierta conversación. Pero insisto en mi pregunta de si hay una reflexión de los hombres en cuanto a este tema.

R. Por eso este caso, que pone en el centro a un personaje contradictorio y equivocado, a mí me parece más estimulante que si los buenos y los malos estuvieran claramente delineados. Este personaje se ve descuadrado de su mundo de dominio, se ve solo y empieza a desarrollar su masculinidad y su ser equivocadamente y con un final trágico, que también es tierno e incluso a gente le parece feliz. Pero sí, volviendo a lo que dices, es un tema que en los ensayos la mirada de ellas [las adaptadoras]... por ejemplo, el hombre ha estado tanto tiempo aconsejando a la mujer…

P. ¿Tú te has descubierto en alguna de estas, algún tic?

R. Quiero pensar en serio tu pregunta. A ver, tengo 48 años por lo que estoy atravesado por toda la transformación. Por mi mundo y mi entorno no creo haber tenido una formación muy machista porque mi padre era absolutamente sensible y respetuoso en ese esquema de familia heterosexual. No era una casa machista, al contrario, mi madre a veces era más hegemónica en el sentido de que no quería que los hombres levantaran los platos… [quitar la mesa] Mal enseñados. Pero en las cosas más profundas no encuentro diferencias. Para mí no las hay entre un director, directora, técnico, técnica… pero porque creo que me crie… Tuve maestras muy potentes.

P. Insistía en este tema porque también dirigiste este año La guerra de nuestros antepasados con Carmelo Gómez en un papel impresionante. Y era una obra que también iba sobre la masculinidad.

R. Habla de eso. Me gusta cómo lo ves porque hay veces que el título de la obra, tema y contenido tendría que ser como una unidad. Si esto se titula Rabia, habla de un rabioso y se habla de la rabia. Y no. Quizá la Rabia está en el título para que uno indague en todo lo que está detrás. Porque la rabia se atraviesa con la ternura y, sobre todo, con el miedo. La guerra de nuestros antepasados habla de la masculinidad y del mandato de la violencia masculina, de la herencia. Porque el personaje de Carmelo no era así, su naturaleza era otra, pero se siente empujado a que para ser hombre hay que ganar y matar. Y en Rabia él tiene esa cosa de yo voy a dominar y voy a mandar aunque esté escondido.

"El machismo y la violencia tienen que ver con un miedo profundo a perder su lugar. Con una vergüenza de sentirse debilitado"

P. Yo creo que ambas obras lo muestran muy bien: el machismo y la violencia que están en una especie de ADN educativo.

R. Sí, y es una lástima no contar la incapacidad masculina desde sus miedos porque, si no, no vamos a poder nunca comprender esto o incluso modificar. Yo creo que muchas de estas cosas tienen que ver con un miedo profundo a perder su lugar. Con una vergüenza de sentirse debilitado. Creo que casi todas las cosas que todos hacemos equivocadamente nacen del miedo. Eso es algo que yo aprendí dirigiendo. Cuando tú ves a un actor que está haciendo cosas muy raras o que tiene muchas resistencias y tiende a enojarse, en realidad, si escarbas, lo que tiene es miedo. Cuando a mí me agarran mis furias, si yo escarbo, es miedo. Y es bueno que aflore el miedo para comprender el origen de ciertas reacciones. Y cuando quiere demostrar algo es que entiende que está perdiendo.

P. Las manadas también le hacen daño al hombre.

R. Sí, sí. Aunque yo tengo hijos chiquitos y veo que la forma en la que yo me crie evolucionó mucho… Yo era gay, me gustaba el teatro, los juegos de las chicas… Estaba descuadrado y no había una mirada que me dijera también un hombre… Pero, por ejemplo, en mi casa ahora mi hija me dice si un hombre quiere ponerse un vestido qué problema hay. Ahora, para mí eso también es desarmar la estructura de los miedos que yo sufrí y las vergüenzas que yo sufrí. A mí eso no me genera resistencia, lo que me genera resistencia es si mi hijo quiere salir en vestido, que es lo más normal del mundo y le encanta porque son más divertidas las ropas femeninas, ahí le digo, pero la calle… Esos miedos tienen que ver con otra cosa. Pero lo que sí veo es que, a diferencia de La guerra de nuestros antepasados y de muchas cosas que siguen pasando en el mundo, ahora hay ciertos espacios donde la elección personal de cada uno cambió y creo que mucho. Yo veo que para los chicos preadolescentes el tema del género es menor. Y si les preguntas, ¿tienes novia o novio? Te miran como una especie de museo…

placeholder (A. B.)
(A. B.)

P. Es que vaya pregunta más vieja…

R. ¡Claro! Entonces supongo que todos nosotros incluso los que vinimos removiéndonos tenemos que abrir los ojos. Yo tengo esperanza.

P. Vamos a ver… Tú llevas ya en Madrid un par de años asentado.

R. Yo vine por primera vez en 2007. Me moría por conocer Madrid. Vine con Un hombre que se ahoga que dirigía Daniel Veronese y donde actuaba. En el María Guerrero. Y justo [Juan ] Mayorga se acordó de eso y me dijo si no me animaba a actuar yo Rabia. Porque mi idea no era actuarla yo. Pero cuando me lo dijo Mayorga dije, ay, me dan unas ganas… Y estrenamos en Madrid el 14 de septiembre.

P. Pero en 2007 tú volviste a Buenos Aires y no te has asentado hasta ahora.

R. Sí, sí, y en el 21, después de la pandemia con mis hijos chiquitos, había alumnos aquí que querían entrenar más. La pandemia la pasé en Buenos Aires y no lo pasé tan mal. Pero sí tenía necesidad de ensanchar. Tenía cosas para hacer en Buenos Aires, pero acá estaba la oportunidad de abrir Timbre 4 lo cual generaba toda una fluidez de movimientos para alumnos… Y entonces vine y abrimos Timbre en La Latina y nos fue genial porque de golpe vino un montón de gente y se armó una red de actores… Me encantan los actores de acá porque son superapasionados y disciplinados, muy devotos del trabajo y el estudio. Y empezamos poco a poco a armar la escuela y talleres. Este año abrimos un segundo espacio en Embajadores… Y ya afincamos la productora. Mira, a mí me apasiona cuando uno inventa algo que no existía. Puede ser una sala, puede ser una obra de teatro de una novela que nadie había hecho… Cuando uno siente que inventó algo que no existía, da pánico, pero aportaste…

"Veo a Milei con mucho pánico y mucha tristeza porque es como si de golpe yo desconociera a un gran porcentaje de gente de mi país"

P. Te decía lo de estar en Madrid porque te he visto por redes dar la batalla contra Javier Milei, el candidato ultralibertario y ultraderechista de Argentina.

R. Lo veo con mucho pánico y mucha tristeza porque es como si de golpe yo desconociera a un gran porcentaje de gente de mi país. No entiendo cómo se puede votar a alguien que valora la dictadura, niega el cambio climático, desprecia los derechos sociales, la lucha femenina, el derecho gay… Todo. No hay ni un punto donde yo pueda coincidir. Entonces, cómo mi país, que luchó tanto por el aborto, que las mujeres hicieron historia, que las abuelas de la plaza de mayo hicieron historia, ve en un hombre, que yo lo veo de psiquiátrico… A veces uno piensa que por ahí hay una generación muy joven que ya nació en democracia y con derechos que le parece normal.

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Foto: A. B.

P. Aquí se intentó explicar con eso de la rebeldía.

R. Es como rebeldía de eslogan porque uno escarba y no hay nada. Viste que hay palabras que son tramposas pero muy efectivas como "cambiar", "basta". Pero basta de qué, cómo, para qué… Pero claro, eso ya exige un esfuerzo más grande. Yo no niego que la gente la pasa mal. La inflación, las perspectivas de vida… Lo que pasa es que por ejemplo acá los medios que leo hablan mucho del mundo. Hay un espacio grande para Latinoamérica, Europa, la guerra… En Argentina los medios no hablan del mundo, solo de Argentina. Y eso es para que no tengamos capacidad de comparar. Porque si bien tenemos muchos problemas, tenemos universidad pública, salud pública… Es decir, hay mucho por perder. Tenemos derecho a casarnos, divorciarnos, abortar. Yo tengo derecho a casarme. No hay desapariciones. Hay delitos, corrupción… Pero cuando uno habla del mundo es porque no quiere que la gente pueda comparar. Así que sí, todo esto lo vivo con mucho dolor porque yo pensaba que había temas conquistados. Pensábamos que no se discutía sobre la dictadura, el feminismo y de golpe te encuentras teniendo que revisar temas que ya estaban zanjados.

"En Argentina los medios no hablan del mundo, solo de Argentina. Y eso es para que no tengamos capacidad de comparar"

P. Y si gana Milei, ¿volverías a Argentina?

R. En la gestión que viene se van a definir tres elementos que son fundamentales para Argentina y el mundo y que son económicos: el agua, el gas y el litio. Yo creo que el interés puro y duro que tienen los que quieren colocar a esta gente es quién lo va a explotar y cómo lo va a explotar. No se habla de eso pero para mí es eso, la energía y los recursos naturales. Mira Bolsonaro con el Amazonas. Cómo lo van a explotar y quién se va a enriquecer con eso. No les importa que este hombre esté cinco meses en el Gobierno porque en cinco meses ya pudo hacer lo que quieren hacer. Pero yo jamás dejaría de ir a mi país porque es mío. Hubo periodos en los que estuve muy feliz y orgulloso del proceso político que se vivía. Con esto me pasa que no la vi venir y es lo que me duele. Pensé que era un chiste y ese chiste puede ser presidente y yo no la puedo creer. Pero jamás dejaría de ir y de hacer cosas en mi país ni de usar mi libertad para llegar a unas cabezas a las que no estamos llegando. Eso es lo que me parece desesperante, cómo llegan ellos y nosotros no.

En Argentina, hablar de Claudio Tolcachir (Buenos Aires, 1975) es hablar de uno de los directores y actores más prestigiosos del teatro. Y en España, cada vez más. Se dejó caer por aquí a mediados de la década de los 2000 con la famosa La omisión de la familia Coleman y El hombre que se ahoga que dirigía su colega Daniel Veronese. Después ha estado yendo y viniendo junto a Lautaro Perotti, compañero de dirección e interpretación en distintas obras. Pero ha sido a partir de 2021 cuando se ha asentado en Madrid con la apertura de la mítica compañía y escuela Timbre 4 —la que montó en Buenos Aires durante la crisis del corralito y le puso en el mapa— y con obras como La guerra de nuestros antepasados, en la que dirigió a Carmelo Gómez en un papel espectacular, y Rabia, que acaba de estrenar ahora en el Teatro de la Abadía con un éxito apabullante y en la que actúa y dirige junto a Perotti. No es para menos: su monólogo de hora y media de un hombre tóxico y violento deja al patio de butacas con la boca abierta.

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