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Te quejas de las subvenciones, pero te gusta la cultura gratis
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Paula Corroto

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Te quejas de las subvenciones, pero te gusta la cultura gratis

La plaza del Reina Sofía estaba a rebosar de público para ver 'Gran Bolero', de Jesús Rubio, y todos aplaudieron al finalizar porque nos encanta que nos inviten a un espectáculo

Foto: 'Gran Bolero', de Jesús Rubio. (Jesús Vallinas)
'Gran Bolero', de Jesús Rubio. (Jesús Vallinas)
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Hace unos días, una amiga me recomendó el espectáculo de danza contemporánea Gran Bolero, de Jesús Rubio. Había ganado el Max al mejor espectáculo de danza en 2020 y estaba creado a partir de un brote inspirativo de Rubio tras escuchar el famosísimo Bolero que Ravel compuso en 1928. Me dijo: "Es de lo mejor que he visto nunca en danza". Y mi amiga sabe muchísimo de danza, no como yo, que me cuesta bastante. Como, desafortunadamente, a una gran mayoría.

Me dijo también que era gratis y que hacían la función en la plaza Juan Goytisolo. Es decir, la del Museo Reina Sofía (creo que nadie la conoce por el nombre de Goytisolo, pese a que se lo pusieron en 2018, hace ya unos años), es decir, la de los mítines de Podemos cuando todavía era Podemos. Así que allí fui para pasar un rato de la tarde de un domingo tonto. Llegué pensando que encontraría sitio, pero nada más atisbar la plaza desde la esquina de la calle Hospital vi que no iba a ser tan fácil. Estaba plagada de gente de todo tipo y condición: gente joven a la que se veía cultureta y aficionada a la danza; grupos de señoras (siempre los hay en todo evento cultural que se precie); parejas de todas las edades; chicas y chicos solos. Hasta el más pintado andaba por allí. Ojo, era un espectáculo de danza.

Pronto salieron los bailarines —hasta doce, Jesús Rubio no se quedó corto—, se colocaron en sus puestos y empezó a sonar la maravillosa música raveliana. Y ellos comenzaron a moverse como si fueran electrones libres que van haciendo círculos y de un lado para otro por el tapiz. Ahí estaba la ligereza de unos cuerpos que se movían como querían. Y ahí estaba también un público embelesado que ni siquiera sacó el móvil para hacer un vídeo o una foto (sí, alguno sí lo hizo, pero es que siempre hay alguno que se pasa por el forro lo que le dicen, y en este caso no estaban permitidas ni fotos ni vídeos).

La obra duró 50 minutos y prácticamente nadie se fue. Al contrario, me pareció que quien pasaba por la plaza se quedaba. Al fin y al cabo, era bonito ver esos cuerpos y escuchar esa música. Era un todo armonioso, estético, y eso gusta. Poco a poco, los bailarines también se fueron desprendiendo de sus ropas y, excepto bragas y calzoncillos, allí no quedó nada más. No pasó absolutamente nada. Es hermoso constatar que en 2023 puedes hacer un espectáculo en la calle con artistas desnudos y el público, lejísimos del escándalo, aplaude. Porque aquello después se aplaudió pero bien. La mayoría de las movidas ocurren en redes sociales infectas. La mayoría de los mensajes son altisonantes y exageradísimos. Todos somos muchísimo más normales. Por cierto, mi amiga no me había dicho absolutamente nada de la desnudez porque no era ni mucho menos lo importante.

En 2023 puedes hacer un espectáculo en la calle con artistas desnudos y el público aplaude

Me llamó la atención que tanta gente diversa y distinta hubiera disfrutado de un espectáculo de danza. Las artes escénicas suelen ser los espectáculos más minoritarios dentro de la cultura. Y dentro de ellas, la danza todavía más. No hay más que ver el espacio que se le dedica en las secciones de Cultura de los periódicos. El teatro de texto aún alcanza, la ópera también, ¿la danza? Uf, demasiado ¿intelectual? ¿Rollo? ¿Aburrida?

Y, sin embargo, ahí, ese espectáculo que era gratuito estaba hasta la bandera de un público disfrutón. De un público al que quizá hay que darle más estas cosas, porque le gusta, porque no todo es caer en lo facilón de las plataformas de películas y series. La cultura hay que hacerla accesible, acercarla a la gente, como ya hiciera en su día Lorca con La Barraca que llevó de pueblo en pueblo.

placeholder Jesús Rubio recoge el Premio Max al mejor espectáculo de danza por 'Gran Bolero'. (EFE/Daniel Pérez)
Jesús Rubio recoge el Premio Max al mejor espectáculo de danza por 'Gran Bolero'. (EFE/Daniel Pérez)

Gran Bolero —no se la pierda si la ve por ahí— estaba enmarcada dentro del proyecto 21 distritos del Ayuntamiento de Madrid que, precisamente, se encarga de acercar diferentes propuestas, muchas de ellas muy alternativas y diferentes, a barrios y públicos que puede que no tengan tan fácil acceder a ellas. De Villaverde a Tetuán o Usera, pasando por Centro.

Fue una iniciativa que ya aparecía bajo el término Madrid Activa (2013-2014) en la época de Ana Botella, que después la legislatura de Manuela Carmena amplió de los centros culturales a las bibliotecas, los mercados, los centros educativos y otros equipamientos culturales municipales con colaboraciones de instituciones nacionales e internacionales y con más géneros artísticos entre 2017 y 2019, bajo el nombre CiudaDistrito, y que el equipo de cultura de José Luis Martínez-Almeida mantuvo cuando llegó a la alcaldía, llamándola 21 distritos (no lo hizo con la radio, pero ese es otro tema). Y es muy loable que se mantenga. Seguramente eso les pareció también a los cientos de personas que vi aquel domingo disfrutando del espectáculo de danza.

Foto: Miembros del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) en el Día Mundial de la Danza frente al 'Guernica' (EFE)

Y sí, era gratis, pero evidentemente lo pagamos todos nosotros, porque en lo público nunca hay nada gratis. El programa Madrid Activa tuvo un coste de 600.564 euros en 2013 y de 842.000 euros, ampliándose a primavera y verano, en 2014 (con Botella). CiudaDistrito costó 1,5 millones en 2017 (con Carmena); y 21Distritos, 1,2 millones en 2021 (con Almeida), según la información que dieron los diversos equipos de Gobierno de esos años, y que aún se pueden consultar (este tipo de búsquedas, "curiosamente", nunca son fáciles). Y sí, se puede pensar que es un espectáculo subvencionado (a esos bailarines, técnicos y creadores hay que pagarlos), pero no me diga que estas cosas no gustan. Hay quejas sobre subvenciones a dedo, lo comparto, pero no me diga que no le hubiera gustado disfrutar de esos cuerpos en danza siguiendo la hermosa música de Ravel por el módico precio de cero euros.

Hace unos días, una amiga me recomendó el espectáculo de danza contemporánea Gran Bolero, de Jesús Rubio. Había ganado el Max al mejor espectáculo de danza en 2020 y estaba creado a partir de un brote inspirativo de Rubio tras escuchar el famosísimo Bolero que Ravel compuso en 1928. Me dijo: "Es de lo mejor que he visto nunca en danza". Y mi amiga sabe muchísimo de danza, no como yo, que me cuesta bastante. Como, desafortunadamente, a una gran mayoría.

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