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El historiador Óscar Uceda advierte de que, tras la amnistía, Puigdemont pedirá la Franja de Aragón
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El historiador Óscar Uceda advierte de que, tras la amnistía, Puigdemont pedirá la Franja de Aragón

Este profesor de Historia publica 'Cataluña, la historia que no fue' (Espasa), un ensayo sobre los mitos fundacionales del independentismo

Foto: 'Corpus de Sang' retrata la revuelta de segadores de 1640. (Wikimedia Commons)
'Corpus de Sang' retrata la revuelta de segadores de 1640. (Wikimedia Commons)

El 28 de octubre de 1990, se publicó en El Periódico de Cataluña un extenso artículo que contenía las claves de un denominado Programa 2000. Con el título de La estrategia de la recatalanización, podía parecer un tanto apocalíptico para aquella época, una teoría de la conspiración. Recordemos que, por esos años, CiU era generalmente percibido como un partido de Estado que "buscaba un encaje con España", tal y como expresaba entonces el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol.

Ayudaba para esa falsa idea del "nacionalismo moderado" de los catalanes el hecho de que lo validaran los dos grandes partidos, primero el PSOE de Felipe González y el PP de José María Aznar después, con los pactos para las investiduras del 93 y el 96, respectivamente. El independentismo catalán tampoco tenía a sus espaldas a un millar de víctimas como llevaba ya prácticamente por entonces la banda terrorista ETA.

Lo que ocurría es que era todo mentira, como explica a El Confidencial el profesor de Historia Óscar Uceda, que estuvo de joven cautivado por el independentismo y que acaba de publicar Cataluña, la historia que no fue (Espasa), en donde se recogen ese Programa 2000 y la estrategia seguida por los independentistas desde la Constitución de 1978, así como la refutación de las principales construcciones de la Historia que llevan más de 30 años difundiendo, como son la Corona catalanoaragonesa, los supuestos fueros de Cataluña, la cuestión sobre la prohibición de Castilla para el comercio con América...

Lo peor, sin embargo, del independentismo catalán, como surge de una conversación que gira en torno a las grandes mentiras, mitos y falsificaciones de la Historia que se han llevado a cabo desde Cataluña, es que si se consiguiera la destrucción de España por parte del independentismo, sería solo el principio. Ahora preocupan la amnistía de Carles Puigdemont, que parece peligrosa, y la concesión de un referéndum, pero es que aún quedaría mucho más detrás, si, como cuenta Óscar Uceda a este periódico, se cayera en la tentación de acabar cediendo al independentismo "para que se fueran, de una vez por todas y sufrieran ellos solos".

placeholder Manuscrito de 1243 donde Jaime I fija los límites entre Cataluña y Aragón. (Dominio público)
Manuscrito de 1243 donde Jaime I fija los límites entre Cataluña y Aragón. (Dominio público)

Ahí estaría la Franja de Aragón, territorio ocupado, según su estrategia, por lo que reclama reparaciones por parte del Estado español por esa ocupación ilegítima. Nos puede resultar ridículo, pero la realidad es que la agenda independentista, con el relato victimista pseudohistórico de mascarón de proa, no ha hecho más que avanzar en los últimos años, por mucho que se haya denunciado la fabricación de un relato falso desde el inicio de la ofensiva que llevó a acabo Artur Mas en 2014.

Lo sabe bien Óscar Uceda, que lleva años luchando contra el relato de la construcción nacional de Cataluña, "que dura ya 120 años", desde la presidencia de la Asociación de Historiadores de Cataluña. Si en 2014 nos parecía ridículo el relato histórico que se hacía desde Cataluña, como el simposio España contra Cataluña, avalado por historiadores que hasta entonces habían sido de mucho prestigio, como el caso de Josep Fontana —que se acabó plegado a ese relato, como director del mismo—, resulta que queda todavía mucho por escuchar. Reparaciones de guerra y territorios ocupados.

placeholder El historiador Óscar Uceda. (Espasa)
El historiador Óscar Uceda. (Espasa)

Cuando se pensaba que de alguna forma el procés se había desinflado, precisamente porque sus líderes habían fracasado en la promesa que le hicieron a los independentistas de la proclamación del Estado catalán, y porque inmediatamente después fueron encarcelados, juzgados y condenados por un delito grave, volvió a coger fuerza cuando aparecieron, primero el indulto y la eliminación de la pena de malversación en la legislatura pasada, y la previsible amnistía ahora de Puigdemont, que sigue siendo un prófugo de la justicia, como única salida para la investidura de Pedro Sánchez. Pero en realidad, no se habría reactivado nada, sino que solo estaba aparente dormido.

Según Uceda, que vivió el independentismo desde dentro cuando era joven: "Ese mundo es insaciable, puede estar durmiente, pero siempre tiene el objetivo justo enfrente, que es la independencia de los Países Catalanes y, lo que es menos conocido en Madrid, por ejemplo, el pago de una indemnización por los siglos de ocupación por parte del Estado español. Esta es la idea, el sueño, y lo que ocurre es que a lo largo de la historia han tenido momentos más duros y han tenido también momentos de mayor pujanza, pero siempre están. En Cataluña no estaban desactivados, simplemente se había ganado en lo político con los indultos, que de hecho les han posibilitado adquirir y recuperar mucha fuerza, controlando toda la administración pública y los recursos del Estado, y claro, la investidura de Pedro Sánchez ahora les da una oportunidad increíble a pesar de que han tenido un resultado electoral malísimo".

Es cierto que desde que existe la democracia, a partir de 1978, los nacionalistas han sido prácticamente imprescindibles para la gobernabilidad del Estado, a pesar de las cuatro mayorías absolutas repartidas entre PP y PSOE. Ahora, Pedro Sánchez les da una nueva oportunidad y, como no puede ser de otra manera, la están utilizando para destruir España. No en vano, la creación de un Estado catalán supone la destrucción de un Estado preexistente, el español, según explica Uceda en su libro. Se olvida a menudo la obviedad.

placeholder Pujol y Aznar, en la época de la alianza PP-CiU. (EFE)
Pujol y Aznar, en la época de la alianza PP-CiU. (EFE)

PREGUNTA. Hay un proceso de Construcción Nacional que dura ya 120 años, que es una lucha constante. E incluso delimitas cuatro fases. ¿En qué fase estamos ahora?

RESPUESTA. Lo tienen muy claro desde hace mucho tiempo y tienen paciencia, una de sus características es que se articula en diferentes fases. Ahora estamos viviendo una que considero que es hija del año 80, justo antes de la llegada de Jordi Pujol y de la creación de un plan de transformación de la sociedad catalana para catalanizarla.

P. Te refieres al Programa 2000.

R. Sí, exacto. Es un anexo del libro, además, y es muy importante porque el programa hablaba ya entonces mucho de historia. Digamos que la columna donde se sostiene la construcción nacional catalana es la lengua, pero los cimientos son la historia, que es un una herramienta fundamental para un proceso de construcción, de desapego de una parte de la sociedad con la otra.

Es un punto muy relevante porque, en Madrid al menos, siempre se dijo que de alguna forma el nacionalismo se radicalizó, que en los 90 no era separatista, sino un partido de Estado. Existía un claro engaño: "Lo que hay que tener muy claro es que ellos quieren la independencia de los Países Catalanes y punto. Todo lo demás es mentira, y en el caso de Pujol lo que ocurre es que era lo suficientemente hábil como para mentir y decir que lo que se buscaba era el encaje en España", explica Uceda. "Pero quieren irse, y quieren irse con resquemor y con odio por parte del resto de España. Y ese odio es el que tienen que justificar, porque esa historia les va muy bien: no solamente justifica el proceso de ruptura de Cataluña, sino también el proceso después de anexión del resto de Países Catalanes y la reclamación de los territorios ocupados, según ellos, que sería la Franja aragonesa, además de todos los territorios que ellos consideran que es la gran Cataluña o Países Catalanes".

placeholder En la Diada del 11 de septiembre, Puigdemont participó a través de un audio. (EFE/Marta Pérez)
En la Diada del 11 de septiembre, Puigdemont participó a través de un audio. (EFE/Marta Pérez)

¿Qué seguiría después? Se intentaría reclamar el impago de una deuda histórica, de una ocupación secular, que según su propagada resultó en el saqueo de Cataluña. Pretenderían reparaciones, según Uceda, como las que tuvo que asumir Alemania después de la Primera Guerra Mundial.

Todo el andamiaje de este planteamiento se ha fundamentado de hecho en esa creación histórica y en los hechos diferenciales para desunir después, porque justo antes de que se pusieran, a mediados del XIX, las primeras piedras del relato de la lengua, el de la Renaixença, durante la Guerra de Independencia y en la Constitución de Cádiz de 1812 los catalanes están muy presentes, son verdaderos protagonistas de lo que consiste en el surgimiento de la nación española soberana. "El relato, el sentimiento popular era casi carlista, muy español", explica Uceda. "Parece increíble ahora, si se lee y se ve cómo reacciona la gente, cómo se movió porque luchaba con gran determinación por lo que consideraban España".

Es otro de los puntos más interesantes del libro: la época en la que se comienza definitivamente a fabricar el relato de la nación catalana y la construcción de una historia alternativa como herramienta para esa futura reclamación surge con la pérdida de Cuba y Filipinas en 1898, porque existe una burguesía catalana que tiene buenas inversiones en ambas excolonias y que piensan que les va a ir mejor sin España.

No deja de ser sorprendente, porque en caso de que fuera cierto que los catalanes tenían prohibido el comercio en América —lo que Uceda refuta en su libro—, este derecho les habría sido concedido por Felipe V, que es en cambio el enemigo número uno de la nación catalana a partir del relato que hacen del 11 de septiembre de 1714.

placeholder El puerto de Barcelona en el siglo XVIII, puerta del comercio catalán. (Wikimedia Commons)
El puerto de Barcelona en el siglo XVIII, puerta del comercio catalán. (Wikimedia Commons)

"No tenían prohibido comerciar en América, lo que sí que ocurría es que tenían que pasar como todo el mundo por la casa de contratación de Sevilla, pero había catalanes comerciando, como ha demostrado Carlos Martínez-Shaw, había mercaderes en Santo Domingo desde 1508..." La amnistía de Puigdemont nos retrotrae de hecho a una de las cuatro rupturas con España que han intentado los catalanes independentistas, las de 1931, 1934, 2014 y 2017. En 1936, la amnistía entonces de Lluis Companys culminaba un proceso de destrucción de la confianza en el parlamentarismo que se había iniciado en 1923.

"Aunque la amnistía de Lluis Companys en el 36 y la de ahora tienen muchísimos parecidos, yo lo que creo es que con la maniobra de Junts que está aceptando Sánchez hemos vuelto directamente a 1923, es decir, a una quiebra democrática, porque al igual que entonces, con el golpe de Primo de Rivera se inicia un proceso que no se recupera plenamente en 1931 con la Proclamación de la Segunda República, y mucho menos en 1936. La amnistía de Puigdemont y del independentismo catalán marca sencillamente el inició del fin de la Constitución de 1978", finaliza Uceda.

El 28 de octubre de 1990, se publicó en El Periódico de Cataluña un extenso artículo que contenía las claves de un denominado Programa 2000. Con el título de La estrategia de la recatalanización, podía parecer un tanto apocalíptico para aquella época, una teoría de la conspiración. Recordemos que, por esos años, CiU era generalmente percibido como un partido de Estado que "buscaba un encaje con España", tal y como expresaba entonces el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol.

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