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'El monstruo de los jardines': la Joven Compañía es el gran fenómeno del teatro clásico
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'El monstruo de los jardines': la Joven Compañía es el gran fenómeno del teatro clásico

El director Iñaki Rikarte ha dado una vuelta de tuerca fantástica a esta comedia mitológica de Calderón de la Barca interpretada por los jóvenes de la CNTC. Hasta el 26 de mayo en el Teatro de la Comedia

Foto: Pascual Laborda como Aquiles en 'El monstruo de los jardines'. (Sergio Parra)
Pascual Laborda como Aquiles en 'El monstruo de los jardines'. (Sergio Parra)

¿Se puede juntar a Calderón de la Barca con un grupo de mariachis y que la cosa no quede espantosa? Se puede. ¿Se puede juntar al dramaturgo de los autos sacramentales y La vida es sueño (es decir, la cosa seria) con unos cómicos travestidos o disfrazados de camisas azules y que el asunto no chirríe y no tengas que salir de la sala de teatro muerto de vergüenza? Se puede. Es más, hasta puede quedar espectacular, que es lo que pasa en El monstruo de los jardines, la obra calderoniana que la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico se ha atrevido a llevar a escena con dirección de Iñaki Rikarte y que se puede ver hasta el 26 de mayo en el Teatro de la Comedia de Madrid. No se la pierdan.

Hace unos meses, la Joven ya estrenó La discreta enamorada, de Lope de Vega, bajo dirección de Lluís Homar y se convirtió en uno de los fenómenos de 2023. Es verdad que Lope dominaba muy bien la comedia y sabía dar al público lo que le gusta (en el siglo XVII y ahora), pero el revolcón que dieron a la puesta en escena fue fantástico convirtiendo la historia en un divertidísimo musical de humor inteligente que ya quisieran muchos de los que se estrenan en Gran Vía.

placeholder También podría ser un musical de los sesenta. (Sergio Parra)
También podría ser un musical de los sesenta. (Sergio Parra)

Y ahora con Iñaki Rikarte en la dirección, con Mónica Boromello en la escenografía -maravillosa con esa rueda giratoria- con Ikerne Giménez en el vestuario -genial idea la de la ropa años cincuenta tanto militar como civil-, con Felipe Ramos en la iluminación y con Luis Miguel Cobo en la composición musical lo han vuelto a hacer. Desde luego, contar con Rikarte es una garantía de éxito. En los últimos años ha dado al público algunas de las mejores obras de teatro que hemos podido ver en Madrid: Forever y Solitudes, con Kulunka Teatro, Supernormales o El desdén con el desdén, que también hizo para la CNTC. Ya tiene en sus manos un par de Max y es posible que con Forever le caiga algo más este año. Por cierto, en esta obra también participaron Ikerne Giménez y Luis Miguel Cobo, quien a su vez fue el compositor de Los bufos madrileños. Otra garantía de éxito. En definitiva, la CNTC le ha cogido el punto al verso… y a la taquilla. Y eso es lo más interesante.

Travestismo y música

Esta es la primera vez que El monstruo de los jardines, drama-comedia mitológica escrita por Calderón cuando era dramaturgo del rey en los años cincuenta del XVIII, ha sido representado por la CNTC. Esto le sorprendió a Rikarte, lo que para él es una muestra de lo amplio que es el repertorio del siglo de Oro, tanto que siempre se pueden seguir sacando muy buenos textos de la manga que no son los de siempre. El director descubrió además una obra que, aunque de apariencia superficial -amoríos, enredos, diálogos hilarantes, hombres que se visten de mujer en escenas que recuerdan a la película Tootsie con Dustin Hoffmann y Jessica Lange- esconde algo muchísimo menos prosaico (y de triste actualidad en lugares no muy lejanos): cómo reclutar a un joven para la guerra. “Es difícil no imaginar a Calderón pasándoselo en grande mientras escribía la obra”, resume Rikarte. Se lo pasó muy bien y, según las crónicas, su estreno en 1661 fue un exitazo en Madrid.

placeholder El elenco de la Joven Compañía en 'El monstruo de los jardines'. (Sergio Parra)
El elenco de la Joven Compañía en 'El monstruo de los jardines'. (Sergio Parra)

La historia comienza con un naufragio ante una isla a la que llega Lidoro para desposar a Deidamia. Pero como llega lleno de harapos decide no ofrecer su verdadera identidad hasta que su padre le envíe joyas y buenos ropajes y poder presentarse ante ella más aseado. Entre tanto en la isla se encuentra escondido Aquiles, a quien su madre, la ninfa Tetis, ha recluido porque se cierne la maldición de que irá a la guerra y sucumbirá en ella. Y, evidentemente, hay generales griegos como Ulises que desean reclutarlo para enfrentarse a Troya. Así que todos andan en busca de Aquiles. Esta es la parte más seria y la más seguismundiana, pero entonces empieza la comedia porque para salir al mundo de su cueva Aquiles se transforma en Astrea, la prima de Deidamia, de quien también se ha enamorado.

La Joven Compañía pone aquí a disposición del espectador numerosos recursos de la actualidad con esas ruedas de prensa de políticos que no nos cuentan todas las verdades, y del cine: la transformación de Aquiles en Astrea la hemos visto en comedias musicales de los sesenta, al igual que otras escenas que son reflejos del cine bélico. Ulises se nos representa también como el general obsesivo que solo desea ir a la guerra y las escenas entre Deidamia y Astrea (Aquiles) son un jugueteo lésbico en el que entran los dos personajes. Un clásico del XVII muy apto para este XXI. Sobresaliente es, por cierto, la representación de todo el elenco y en particular la de Pascual Laborda como Aquiles/Astrea. Es uno de esos papeles que no se olvidan.

Hay siempre interpretaciones ante una obra así. Se proponen, por ejemplo: la búsqueda de nuestro sentido de la existencia, la reivindicación de Deidamia como sujeto activo (no desea casarse con quien su padre quiere y muestra afecto por su “prima”) o el rechazo de Aquiles a lo que el Estado pide de él (ir a la guerra). Pero, sobre todo, lo que hay es una obra en verso muy disfrutable y muy bien actualizada. La Joven Compañía es de lo mejor que le ha pasado al Clásico en mucho tiempo. Eso sí, el final es lo que pasa siempre: los jóvenes cuando van a la guerra mueren.

¿Se puede juntar a Calderón de la Barca con un grupo de mariachis y que la cosa no quede espantosa? Se puede. ¿Se puede juntar al dramaturgo de los autos sacramentales y La vida es sueño (es decir, la cosa seria) con unos cómicos travestidos o disfrazados de camisas azules y que el asunto no chirríe y no tengas que salir de la sala de teatro muerto de vergüenza? Se puede. Es más, hasta puede quedar espectacular, que es lo que pasa en El monstruo de los jardines, la obra calderoniana que la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico se ha atrevido a llevar a escena con dirección de Iñaki Rikarte y que se puede ver hasta el 26 de mayo en el Teatro de la Comedia de Madrid. No se la pierdan.

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