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Aquí debía haber un pueblo vanguardista, pero al franquismo le pareció "artificioso y poco sincero"
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La España de la colonización

Aquí debía haber un pueblo vanguardista, pero al franquismo le pareció "artificioso y poco sincero"

Un nuevo libro sobre los poblados de colonización franquista rescata la historia más olvidada de este plan. Pueblos sin construir, dudas con los diseños o asentamientos que, pese a la estrategia, no funcionaron

Foto: Vegaviana en los años 50. (Fernández del Amo Arquitectos)
Vegaviana en los años 50. (Fernández del Amo Arquitectos)
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Junto al embalse de Cazalegas, en los campos que rodean Talavera de la Reina y riega el río Alberche debía haber ahora mismo un pueblo. Tenía nombre, Torres de Salinas, y hasta unos planos que había diseñado el que a la postre se convertiría en uno de los arquitectos más famosos de la España rural, pero cuando se iba a empezar a construir los mismos que lo habían encargado optaron por rechazarlo. Era demasiado "artificioso, injustificable, poco agradable, costoso, escenográfico y poco sincero" para el Instituto Nacional de Colonización (INC) de inicio de los 50 y su historia quedó para siempre en una carpeta.

La historia de este pueblo diseñado por José Luis Fernández del Amo y que nunca llegó a nacer, es una de las tantas que dejó para el recuerdo el plan de colonización del Franquismo y que ahora rescatan en un largo libro de crónicas llamado Colonización. Historias de los pueblos sin historia. Sus autores, Marta Armingol y Laureano Debat se han recorrido muchos de esos pueblos, de los que siguen vivos y de los que no, para intentar reconstruir su corta pero intensa historia. Conocidos por los diseños vanguardistas y su llamativa creación, el libro busca contar que hay mucho más detrás de todo aquello.

"Lo que intentamos hacer con el libro es indagar en esos pueblos de colonización del INC, pero a la vez contar a través de ellos la historia de la colonización en España a nivel general. Porque aunque estos pueblos se quedaron como un ente llamativo de la dictadura lo cierto es que el plan bebía de ideas pasadas que llevaban trabajándose muchas décadas", comenta Debat. "Son pueblos que muestran lo viva que esta la España rural y lo difícil que es intentar estrategias estandarizadas cuando hablamos de entes que evolucionan", añade Armingol. "Lo era entonces, y lo sigue siendo, aunque los conceptos sobre la colonización hayan ido cambiando con el tiempo", detalla.

Del INC nacieron entre 1940 y 1970 un total de 300 poblados ocupados por casi 60.000 familias que emigraron de su lugar natal a cambio de conseguir propiedad y tierra, pero hubo suertes dispares. Algunos como Tiétar o Pueblonuevo de Miramontes han conseguido incluso independizarse de su municipio original y crecer por encima de sus espectativas. Otros, como El Torno (el primero que se construyó en época franquista), El Temple o Vegaviana pasaron como patrimonio del país, pero también los hubo o que no nacieron o que murieron demasiado pronto. Incluso hubo casos como el de Puilatos que nació, creció durante casi dos décadas, se descubrió que había errores en la construcción, se vació y se destruyó.

placeholder Marta Armingol en lo que queda de Puilatos. Imagen cedida.
Marta Armingol en lo que queda de Puilatos. Imagen cedida.

"Durante los primeros años del Franquismo el plan se impulsó con una idea casi higienista, había que recuperar el pueblo, la naturaleza, el conservadurismo de la tierra y quitarle protagonismo a la ciudad, fuente de muchos de los males de la sociedad. El NO-DO ayudó mucho en ese momento", comenta Debat. "Pero con el tiempo la cosa fue cambiando, esas ideas tan férreas y conservadoras dieron paso al vanguardismo y a las ideas que llegaban con el dinero estadounidense. Hasta el momento en el que el INC tuvo que entender que su tiempo ya había pasado y que la mirada había vuelto a la ciudad, colonizar ya no era rentable".

En esa evolución del INC también se encuentra la del régimen franquista. El primer jefe del Servicio Nacional de Arquitectura del instituto fue Víctor d'Ors, arquitecto que firma la construcción de El Torno y que destacó por su conservadurismo ferreo. Camisa vieja y afiliado a la Falange Española ni siquiera llegó a mediados de los 40 por su pensamiento nacionalista y tradicionalista extremo. "No se sabe mucho de la destitución, pero sí que chocó de forma clara con ingenieros por su nula flexibilidad y los expertos coinciden en que para el régimen era una persona con un perfil propio demasiado grande, necesitaban un perfil medio que controlase las construcciones y fuese algo flexible para no generar ruido", detalla Debat.

placeholder Una de las calles de La Vereda, en Sevilla. Imagen cedida.
Una de las calles de La Vereda, en Sevilla. Imagen cedida.

De aquella época se pasó a los años dorados de la construcción vanguardista del INC, la que incluso fue premiada en la URSS con el pueblo de Vegaviana y de ahí a la decadencia. A finales de los años sesenta el INC cortó el grifo y quedaron en la estacada tres proyectos planteados para la comarca del Cinca, en Huesca. Sus nombres eran Cajal, Cobeta y Lax-Cardosas y no llegaron a nacer porque los planes para convertir sus tierras al regadío nunca se llevaron a cabo. Bueno, hasta ahora, porque en marzo de 2023 por fin la zona tendrá la prometida agua.

La España colonizada

"Lo de la zona del Cinca es el gran ejemplo de que esto de la colonización es un tema que nunca cesa. El caso de los pueblos franquistas quedó para la posteridad porque es llamativo, pero en realidad es una lucha de muchas décadas y que continua, no se puede entender como un proceso estanco", comenta Armingol. La autora, natural de uno de estos pueblos de colonización da la clave de todo esto: el agua.

La colonización en España, asegura, va ligada al gran rompecabezas del país, cómo gestionar el agua, y ese problema siempre está ahí. "Es algo que viene incluso desde Joaquín Costa, desde entonces las administraciones españolas no han parado de pensar en ese punto. La idea es que con el agua todo puede prosperar, aunque obviamente no sea tan sencillo", añade. "Se pensaba que dar tierras fértiles encima en propiedad serviría para compensar las desigualdades territoriales del país, pero ese problema sigue sin resolverse. Obviamente porque es un asunto complejísimo y vivo".

placeholder Una bandera de España ondea al final de una de las calles del municipio de Pueblonuevo de Miramontes. (Sergio Beleña)
Una bandera de España ondea al final de una de las calles del municipio de Pueblonuevo de Miramontes. (Sergio Beleña)

Los poblados franquistas nacieron gracias a nuevos regadíos que debían dar tierras fértiles y ricas para que el país prosperara. Es más, cuentan los autores, que los primeros años de la colonización fueron los más duros porque se dieron mientras se construían las infraestructuras de riego y la tierra no daba lo prometido, pero luego la relación fue cambiando. "Fue la época en la que los mayorales apretaban más a los agricultores y a los vecinos porque no se conseguía lo acordado. Luego la cosa cambió, las tierras se volvieron más ricas y prósperas. Pero también llegó la mecanización y entonces los pueblos ya no necesitaban tanta mano de obra, por eso muchos se fueron vaciando", detalla Armingol.

¿Basta tener tierra fértil y propiedad para querer quedarse en un lugar? El caso de los poblados franquistas demuestra que no es tan sencillo. "Algunos sí, se han asentado y han crecido, incluso mucho más de lo que estaba planeado, pero otros tantos no, por distintas razones. Algunos incluso fueron muriendo por falta de servicios como un bar o un supermercado", detalla Debat. "Por eso en el libro no valoramos si la política del INC fue buena o mala o si fue un éxito o un fracaso, porque es muy difícil hablar en esos términos cuando se trata de temas vivos y complejos", añade.

"Hay una anécdota curiosa de estos pueblos que ayuda a entender lo difícil que es que estos sistemas estandarizados funcionen sobre el terreno. Muchos de ellos, incluso de los que aún continúan funcionando, no tienen cementerio o lo tienen vacío. ¿Por qué? Porque nadie quiere ser el primero en ser enterrado en un sitio".

Junto al embalse de Cazalegas, en los campos que rodean Talavera de la Reina y riega el río Alberche debía haber ahora mismo un pueblo. Tenía nombre, Torres de Salinas, y hasta unos planos que había diseñado el que a la postre se convertiría en uno de los arquitectos más famosos de la España rural, pero cuando se iba a empezar a construir los mismos que lo habían encargado optaron por rechazarlo. Era demasiado "artificioso, injustificable, poco agradable, costoso, escenográfico y poco sincero" para el Instituto Nacional de Colonización (INC) de inicio de los 50 y su historia quedó para siempre en una carpeta.

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