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David Jiménez: "Solo en las dictaduras bananeras los gobiernos regulan el periodismo"
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ENTREVISTA

David Jiménez: "Solo en las dictaduras bananeras los gobiernos regulan el periodismo"

El reportero y escritor publica 'Días Salvajes', una novela basada en hechos reales sobre un conductor suicida que mata a dos jóvenes. Para documentarse ha acudido a terapias de grupo con personas que han perdido a seres queridos

Foto: El escritor y periodista David Jiménez. (Carlos Ruiz)
El escritor y periodista David Jiménez. (Carlos Ruiz)

Ha sido corresponsal en Asia durante dos décadas, ha viajado como reportero a más de 30 países, ha cubierto horrores como la guerra de Afganistán, el tsunami de 2004 en Indonesia o el accidente en la central nuclear de Fukushima; ha sido director de El Mundo, ha plasmado sus memorias sobre el año en que estuvo al frente de ese diario en el superventas El director (Libros del KO), ha colaborado con The New York Times y Die Welt, ha escrito varios libros

Y ahora David Jiménez viene con una nueva y trepidante novela debajo del brazo, el menos periodístico de todos sus libros. Lleva por título Días Salvajes (Planeta) y está inspirado en hechos reales: cuenta la historia de un chaval rico que en 2007, en aquella España de euforia económica e inconsciencia generalizada, coge el coche tras una fiesta bien regada con alcohol y drogas, invade a toda velocidad el carril contrario y se estrella contra el vehículo de una joven estudiante de Medicina que iba camino del supermercado en el que trabajaba como cajera. El accidente se lleva por delante la vida de esa joven y la del mejor amigo del kamikaze, que iba en el coche con él.

Pero Jiménez no puede evitar ser periodista, ni quiere cuando escribe una novela ficción. La prueba es que para preparar Días Salvajes ha acudido varios viernes a las terapias de grupo con personas que han pasado por la terrible tragedia de perder a un ser querido, terapias organizadas por la asociación Alhelí. Todo eso, para poder escribir con conocimiento de causa sobre el duelo, el recuerdo de quienes no están y el deseo de venganza. Porque en el libro las familias de las dos víctimas del kamikaze, además de haber perdido a sus respectivos hijos, tienen que lidiar con el trago de ver cómo el sistema protege al poderoso y falla al inocente. Como ocurrió en 2013 cuando Alberto Ruiz Gallardón, entonces ministro de Justicia, indultó a un conductor kamikaze que había provocado la muerte de un joven en Alzira y que estaba vinculado a su propio hijo y a dirigentes del PP.

Hablamos de todo eso con David Jiménez, y por supuesto de periodismo, mientras tomamos un café.

PREGUNTA. ¿Cómo te adentraste en el duelo de tus personajes?

RESPUESTA. Todos tenemos duelos por resolver en nuestras vidas. Lleva tiempo cerrar las heridas de un despido del trabajo, una traición o un desamor. Pero no hay duelo que pueda compararse a la pérdida de un hijo. Las familias que se enfrentan a ello en Días Salvajes lo afrontan de manera diferente. Me ayudó a entender el proceso mi amiga Vicky Maldonado, una psicóloga de duelo que inspiró a Elena, uno de los personajes de la novela. Ella me introdujo en la asociación Alhelí, en Málaga, que ayuda a personas a superar la pérdida de seres queridos.

placeholder Portada de 'Días Salvajes', la nueva novela de David Jiménez.
Portada de 'Días Salvajes', la nueva novela de David Jiménez.

P. En los agradecimientos mencionas que acudiste a terapias de grupo. ¿Cómo fue esa experiencia?

R. Los dolientes fueron increíblemente generosos al permitirme entrar en la intimidad de su dolor. Sabía que sería duro, pero creía que estaba preparado porque en mis años de reportero había vivido situaciones extremas y escuchado testimonios terribles en guerras o desastres naturales. Pero nadie te prepara para escuchar a padres que han perdido a sus hijos en suicidios. Muchos de esos chavales se podrían haber salvado si hubieran recibido la ayuda que necesitaban. Fueron abandonados por el sistema. Salí derrotado y, de una manera extraña, inspirado por la manera en la que aquellos padres trataban de salir adelante, honrar la memoria de sus hijos y ayudarse entre ellos.

P. La novela arranca con un accidente kamikaze provocado por un hijo de la elite madrileña que causa dos víctimas mortales. ¿Cuánto tiene de realidad la trama?

R. Todos mis libros, sean ensayos o novelas, están inspirados en la realidad. Quiero que cuenten verdades, aunque la ficción me permita hacer más interesantes y atractivas las tramas. Aunque ya nadie se acuerda, en 2013 el entonces ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón llevó al Consejo de Ministros el indulto de un kamikaze que había provocado la muerte de otro conductor. Luego se supo que el bufete del hijo de Gallardón había defendido al kamikaze indultado. Recuerdo la indignación que sentí entonces. Ese ha sido uno de los casos reales en los que me he apoyado.

"La gente está harta de que ganen los hijos de puta. En la política, la empresa o el periodismo"

P. La impunidad y la tentación de saltársela con la venganza están muy presentes en la novela...

R. La gente está harta de que ganen los hijos de puta. En la política, la empresa o el periodismo. Una de las pocas reparaciones que se nos ofrece es la justicia. Pero ¿qué pasa cuando esta también falla? Los personajes de mis libros a menudo se rebelan contra un sistema que da una patada para arriba a los mismos de siempre y otra en el culo a los perdedores. No hablo solo de la desigualdad económica y del privilegio, sino de la que otorga impunidad a las elites.

P. Tu nuevo libro describe la España eufórica de los 2000, antes del crash económico. ¿Qué queda de aquellos años?

R. Seguimos pagando los excesos de aquella fiesta. Fueron Días Salvajes que creíamos que durarían por siempre. Mucho de lo que nos pasa hoy viene de aquel despertar tan duro. El sueño de una España capaz de dejar atrás sus resentimientos, trincheras y desigualdades murió del todo con la crisis.

P. ¿Cómo vives la situación política actual, este momento de gran polarización?

R. La mentira está ganando y temo que vendrán días oscuros si no revertimos esa tendencia. Pero no quiero caer en el discurso cliché de que los políticos tienen toda la culpa. Tenemos la política y el periodismo que nos merecemos. Ambos son un reflejo de la sociedad. Sí, hay políticos y periodistas que mienten. Pero también mucha gente que quiere creerse sus mentiras porque se ajustan a sus prejuicios ideológicos. Hemos vuelto a la tribu. El otro ha dejado de ser un adversario para convertirse en un enemigo. Y ese discurso, presente en la política y los medios, el nosotros contra ellos, deshumaniza al que piensa diferente y es el paso inicial para justificar la violencia. He estado en demasiados conflictos donde esa deshumanización del otro acabó en desastre como para pensar que estamos exentos de repetir los mismos errores.

P. Tu libro El director abrió un debate sobre el periodismo que hoy está más vigente que nunca, ¿no te parece?

R. El libro sigue vendiendo dos o tres ediciones cada año, a pesar de que se publicó en 2019. Una razón es que todo lo que denunciaba en sus páginas se ha confirmado cierto, si no empeorado. Aunque se me enfadan los compañeros cuando lo digo, el periodismo está hoy más corrompido que la política en España. Y lo digo con dolor, porque esta profesión me lo ha dado todo y sigo convencido de que tiene la capacidad de mejorar la sociedad.

"La intervención gubernamental es lo último que necesita el periodismo para mejorar. Solo en dictaduras bananeras los gobiernos regulan el periodismo"

P. ¿Qué te pareció el manifiesto firmado recientemente por cientos de periodistas denunciando el "golpismo judicial y mediático"?

R. Quiero ser respetuoso porque vi que firmaron amigos e incluso reporteros de guerra que admiro enormemente. Hablaré de mí. Yo no firmaría un manifiesto ni a favor de la preservación de los koalas. Los periodistas no somos activistas, ni siquiera de las causas que consideramos más justas. Si quiero ayudar a preservar al koala mi trabajo es hacer un reportaje sobre su situación, no salir a la calle con una pancarta o firmar un manifiesto. Me preocupa que la gente cada vez nos identifique menos con la neutralidad a la que estamos comprometidos.

P. ¿Y las propuestas que se están planteando contra la desinformación?

R. Creo que los periodistas debemos limpiar nuestro oficio desde dentro si queremos recuperar legitimidad para denunciar los abusos de los demás. Pero debemos hacerlo nosotros y la justicia con la ley, nunca el Gobierno porque es parte interesada. Lo hemos visto en las informaciones sobre la esposa del presidente Sánchez. Se buscó mezclar informaciones legítimas como las que publicó El Confidencial con bulos disparatados. Por supuesto, el Gobierno lo puso todo en el mismo saco para desacreditar al medio que había expuesto un comportamiento poco ético de Begoña Gómez. Es un ejemplo claro de por qué la intervención gubernamental es lo último que necesita el periodismo para mejorar. Solo en dictaduras bananeras los gobiernos regulan el periodismo.

Ha sido corresponsal en Asia durante dos décadas, ha viajado como reportero a más de 30 países, ha cubierto horrores como la guerra de Afganistán, el tsunami de 2004 en Indonesia o el accidente en la central nuclear de Fukushima; ha sido director de El Mundo, ha plasmado sus memorias sobre el año en que estuvo al frente de ese diario en el superventas El director (Libros del KO), ha colaborado con The New York Times y Die Welt, ha escrito varios libros

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