Es noticia
Magalí Etchebarne, premio Ribera del Duero: "El hilo conductor de mis cuentos es la muerte"
  1. Cultura
ENTREVISTA

Magalí Etchebarne, premio Ribera del Duero: "El hilo conductor de mis cuentos es la muerte"

Hablamos con la escritora argentina, que se ha alzado con ese galardón de narrativa breve con 'La vida por delante', un libro que agrupa cuatro historias

Foto: Magalí Etchebarne fotografiada por Catalina Bartolomé. (Cedida)
Magalí Etchebarne fotografiada por Catalina Bartolomé. (Cedida)

Hay algo en la literatura de Magalí Etchebarne que resulta ciertamente familiar, como volver a un paraíso perdido de la memoria que uno abandonó tiempo atrás sin proponérselo. Las cuatro historias que conforman La vida por delante (Páginas de espuma, ganadora del VIII premio Ribera del Duero de Narrativa Breve) se relacionan con lo rutinario y lo terrible, el conflicto y lo bello, la enfermedad y el paso del tiempo. Quizá cueste creer que Etchebarne (nacida en Buenos Aires en 1983 y editora de profesión) solo tenga un libro de poemas (Cómo cocinar un lobo, 2023) y otro de cuentos ( Los mejores días, 2017), pues su prosa es directa y bella, en ocasiones extremadamente dura. No vacila en sus frases, se siente cómoda relatando las dificultades de la existencia.

"¿Cuál es el hilo conductor de mis cuentos?" se pregunta la autora, en entrevista con El Confidencial. "Creo que son cuentos que están muy relacionados con la muerte. La muerte envuelve el primer relato, el segundo, el tercero... en el último también hay una suerte de muerte del amor, ¿no? Es quizá el tema más central, aunque originalmente también había otros: la madre, el trabajo, el amor... que viajaban unos juntos a otros subterráneamente a través de las historias. Horacio Quiroga, que también escribía cuentos, tiene un libro que se titula justamente así, Cuentos de amor, muerte y locura, así que quizá esos son los temas más importantes de la literatura, de los que se descomponen otros, como la guerra. Pero ahí está al final todo".

La autora se enteró por casualidad ("creo que por Instagram", recalca meditabunda) del premio Ribera del Duero y durante un año entero estuvo componiendo las historias que finalmente le han valido ganar dicho certamen: "No puedo decir que no fuera una felicidad recibirlo, además el dinero me viene muy bien", dice, riendo. "Siempre me había generado mucha ilusión publicar en Páginas de espuma, así que cuando leí acerca de la convocatoria se convirtió en un objetivo", cuenta.

"Me encantan los cuentos. Hay algo en la brevedad muy fatal, muy terrible y muy amargo, me da muchas posibilidades"

Piedras que usan las mujeres, Un amor como el nuestro, Temporada de cenizas y Casi siempre desesperados son los cuatro cuentos que componen La vida por delante, y que se entrelazan de alguna manera a través de esos temas que señala Etchebarne. "Originalmente tenía escritos el primer relato y el segundo. El primero lo concebí cuando acababa de llegar de una fiesta en la que mi pareja llamó a una chica más joven por el apellido, aquello me hizo llegar a casa con la amargura de los celos. De esa rabia empecé a escribir sobre la manera en que las mujeres perciben la llegada de otras más jóvenes que compiten con ellas, y cómo pueden funcionar todas juntas como un coro. Después las historias comenzaron a crecer, me preguntaba también cómo sería la vida de una hija que tiene que pasar por la enfermedad de una madre. De alguna manera, cada cuento funcionó de una manera independiente. Durante bastante tiempo escribí sin certeza de hacia dónde me dirigía, aunque siempre pensando en que solo quería escribir cuatro relatos".

Etchebarne confiesa que ya de pequeña escribía, aunque durante la adolescencia dejó de hacerlo: "Luego hice en la universidad una amiga que acabó siendo mi editora para Los mejores días. Teníamos un blog y la escritura volvió a mi vida. De hecho, comencé a trabajar como editora después, con los libros de otros. Ahora ya llevo diez años en Penguin pero todo está entremezclado. No puedo evitar escribir y escribo cuentos porque me encanta el género: hay algo en la brevedad muy fatal, muy terrible y muy amargo, me da muchas posibilidades. Creo que tiene una dificultad como cualquier otro género, me encantan los permisos que se dan los autores... yo crecí leyendo a los grandes cuentistas argentinos, al final uno tiene como sus padres y madres a los de la literatura local. Me apasiona Liliana Hecker, Borges, Cortázar... pero también me encantaba Alice Munro, que solían decir que cada uno de sus cuentos podía ser una novela por la complejidad que tenían sus historias y sus personajes".

placeholder  'La vida por delante', VIII premio Ribera del Duero de Narrativa Breve.
'La vida por delante', VIII premio Ribera del Duero de Narrativa Breve.

La autora también duda ante dos etiquetas que parecen irremediables cuando uno se acerca a sus cuentos: por un lado, la poesía —al fin y al cabo tiene un libro de poemas—, y por otro, el carácter argentino que parece inevitable, un poso que puede vislumbrarse como una telaraña que envuelve todas sus historias. "Me cuesta pensarme como poeta", admite. "Escribí Cómo cocinar un lobo cuando acababan de morir mis padres y aproveché los poemas para contar cosas que, de otra manera, no me salían. Pero, realmente, ¿qué quiere decir que algo sea poético? ¿El uso del lenguaje, la manera en que eliges las imágenes, la mirada y cómo está puesta la luz?".

"¿Qué quiere decir que algo sea poético? ¿El uso del lenguaje, la manera en que eliges las imágenes, la mirada y cómo está puesta la luz?"

La otra cuestión la comprende más. "Cuando gané el premio me preguntaban si mis cuentos eran argentinos. Está claro que los personajes y los sitios lo son, las playas que relato son las de Buenos Aires... pero a veces la singularidad extrema se vuelve general. Es inevitable que uno escriba sobre dónde vivió, lo que vivió y experimentó. Por ejemplo, a mí me encanta Mariana Enríquez, que a priori puedes pensar que sus historias son producto de su imaginación, pero casi siempre están ambientadas en lugares que conoce. Uno saca las cosas del material que tiene más cerca, como es la propia vida, pero debe usarse como un gajo que debe crecer. A mí no me interesa la escritura testimonial, al final soy un poco como el cuento de Pedro y el lobo: invento, invento e invento y cada tanto digo algo que es cierto. O quizá es al revés y digo cosas reales y cada tanto miento", se ríe.

Quizá porque nunca empieza del todo nada, Etchebarne no le tiene miedo a la página en blanco: "Nunca está en blanco. Siempre continúo algo que empecé porque me gusta mucho tomar notas o llevar un diario. Siempre hay una masa madre sobre la que hago crecer algo. La verdad es que no sabría escribir abriendo un documento y comenzando sino que todo lo que hago, incluso lo que estoy preparando ahora de cara al futuro, proviene de conversaciones que mantengo conmigo misma desde hace tiempo. Por eso no me genera la sensación de que estoy empezando de cero".

Hay algo en la literatura de Magalí Etchebarne que resulta ciertamente familiar, como volver a un paraíso perdido de la memoria que uno abandonó tiempo atrás sin proponérselo. Las cuatro historias que conforman La vida por delante (Páginas de espuma, ganadora del VIII premio Ribera del Duero de Narrativa Breve) se relacionan con lo rutinario y lo terrible, el conflicto y lo bello, la enfermedad y el paso del tiempo. Quizá cueste creer que Etchebarne (nacida en Buenos Aires en 1983 y editora de profesión) solo tenga un libro de poemas (Cómo cocinar un lobo, 2023) y otro de cuentos ( Los mejores días, 2017), pues su prosa es directa y bella, en ocasiones extremadamente dura. No vacila en sus frases, se siente cómoda relatando las dificultades de la existencia.

Literatura
El redactor recomienda