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'Back to black': Amy Winehouse regresa a la vida y la gran pantalla (aunque no canta ella)
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estreno el viernes 31 de mayo

'Back to black': Amy Winehouse regresa a la vida y la gran pantalla (aunque no canta ella)

El filme recrea los inicios de la cantante, sus adicciones y amores tóxicos, con la actuación de una Marisa Abela en estado de gracia que intenta imitar una voz inimitable

Foto: Marisa Abela en una escena de 'Back to black'. (Dean Rogers/Focus Features)
Marisa Abela en una escena de 'Back to black'. (Dean Rogers/Focus Features)

El 23 de julio de 2011, la cantante Amy Winehouse fue hallada sin vida en su apartamento de Camden Town en Londres junto a tres botellas vacías de vodka, cumpliendo lo que venía siendo la crónica de una muerte anunciada desde hacía meses e incluso años. Mientras ella pasaba a formar parte del funesto club de los 27 con Morrison, Kobain y los demás, algunas personas comenzaban a frotarse las manos. Aunque Winehouse había demostrado con solo dos discos (Frank y Back to black, en el momento de su fallecimiento estaba grabando otro proyecto inconcluso, con menos fuerza que los anteriores, que salió luego a la luz con el nombre de Lioness: Hidden treasure) su calidad y genio musical con su particular timbre de voz y su mezcla de jazz, blues, soul y r&b, en los últimos tiempos acaparaba titulares por cuestiones nada relacionadas con su música.

The Sun, Daily Mail y otros periódicos ingleses se encargaban de perseguirla continuamente y fotografiarla en las situaciones más humillantes: fumando crack en su casa después de decir en un vídeo que se había tomado seis valium, saliendo de algún club borracha con el que entonces era su novio, Blake Fielder-Civil, o caminando medio descalza por la calle —con una chancla rota— mientras de la nariz parecía salirle una piedra de cocaína. En su segundo disco, Back to black, ella ya se encargaba de contarle la verdad al mundo: "No quiero volver a beber nunca más, solo necesito un amigo", señala en Rehab, la canción más famosa de su repertorio, "cuando te fumes toda mi hierba, cariño, vas a tener que llamar al 'hombre verde'", indica en Addicted, "la oscuridad me cubre y ya no puedo huir" dice, con voz tremendamente triste, en Wake up alone.

Tras la muerte de la cantante varios cineastas intentaron hacer películas sobre su vida, pero solo prosperó Amy (2015) de Asif Kapadia

La mezcla de genio musical, muerte trágica y estilo inusual de Amy Winehouse era demasiado potente como para pasar desapercibida. Los padres de la cantante fueron los primeros en intentar recoger las semillas y trece años después de su muerte todavía continúan haciéndolo: por el aniversario del que habría sido su 40 cumpleaños aprovecharon para publicar los diarios íntimos de la cantante. En 2011 varios cineastas intentaron empezar proyectos sobre su figura, pero ninguno de ellos progresó a excepción del brutal y honesto documental de Asif Kapadia de 2015, donde desentrañaba su auge y caída (hizo más de 100 entrevistas a familiares y amigos de Winehouse que combinó con imágenes de la cantante). Se centraba en especial en la polémica figura de Mitch Winehouse, padre de la cantante, que aparentemente habría sido uno de los culpables de que no ingresase en rehabilitación con la idea de seguir exprimiéndola hasta la extenuación.

Amy, que era el nombre del documental de Kapadia y terminaba con el último concierto de la cantante en Belgrado en 2011, tan pasada que casi no podía mantenerse en pie, parecía lo suficientemente completo como para no tener que decir nada más. Humanizaba a la cantante, que tantas veces había sido demonizada por sus excesos. Sin embargo, quizá faltaba lo que ahora parece estar tan de moda: el biopic.

Este viernes 31 de mayo se estrena en nuestro país Back to black, de la directora Sam Taylor-Johnson y con guion de Matt Greenhalg (que en el pasado ya escribió los biopics de Ian Curtis de Joy Division, Control o John Lennon, Nowhere boy, la ópera prima de Taylor-Johnson), donde Marisa Abela se pone en la piel de la malograda cantante para contar su vida personal desde sus inicios. Y, lo que es más difícil, también le pone voz.

La película comienza con los primeros pasos de Amy antes del lanzamiento de Frank (2003) y termina con su periodo de sobriedad tras haber pasado por una clínica de desintoxicación, antes de su muerte, de una manera suficientemente cronológica como para que aquellos que no son fans de la cantante tampoco se pierdan con la historia. Procura no dejarse nada: las adiciones y la bulimia, la relación con su abuela Cynthia (Lesley Manville), que regala algunos momentos tan melodramáticos como los de cualquier biopic, sus daddy issues con Mitch (Eddie Marsan) —Janis, la madre de la cantante, es prácticamente invisible durante toda la película—, la falta de escrúpulos de la prensa británica, su destructiva relación con Blake Fielder (Jake O'Connell), los deseos frustrados de ser madre o su obsesión con hacerse los tatuajes más feos del mundo.

Abela pasó cuatro meses ensayando. Contó, además, con Dale Davis y Ade Omotayo, la banda original de la cantante para las grabaciones

En realidad, podría ser la típica historia de chico conoce chica (o más bien, chica conoce chico), con una carrera para recuperar al amor perdido incluida, si no fuera porque es Amy Winehouse y ya sabemos cómo terminará todo. En ningún momento pretende victimizar a la cantante o demonizar a su marido, sino que presenta a dos individuos con una impresionante tendencia a autosabotearse.

Lo más destacable de la película es, sin duda, la interpretación de Abela, que tiene la misma edad que Winehouse cuando murió. Aunque no se parece físicamente a la cantante, hay momentos durante el metraje —cuando Amy finalmente es Amy como todos la recordamos, con el cardado kilométrico, el estilo pin-up e incluso un diente mellado— en que parece realmente ella. Sabe perfilar la complejidad del carácter de Winehouse, su dulzura y fragilidad mezclados con buena dosis de chonismo inglés y una paradójica seguridad en sí misma o, más bien, en su música. "No soy una puta Spice Girl" le dice en algún momento de la película a Nick Shymansky, que fue su primer mánager (y, según muestra el filme, una de las pocas personas que realmente se preocupó por ella).

placeholder Marisa Abela y Jack O'Connell como Amy Winehouse y su marido Blake Fielder. (Cedida)
Marisa Abela y Jack O'Connell como Amy Winehouse y su marido Blake Fielder. (Cedida)

El tema de las canciones es más sorprendente, aunque decepcionará a los puristas que quisieran escuchar la voz que los enamoró. Según contaba Taylor-Johnson en una entrevista en Empire: "Quería que fuese la propia actriz la que cantase, sin embargo, cuando le pregunté (a Marisa) si podía cantar me dijo que no, por lo que empecé a valorar usar la verdadera voz de Amy. Pero después de la audición, aún sin saber si había conseguido el papel, comenzó a entrar la voz y al final canta en toda la película. De principio a fin. Es una gran hazaña".

Aunque el tono de voz de Amy Winehouse es inimitable, hay momentos en los que Abela se acerca tanto a él que consigue hacer dudar al espectador. Contó además para las grabaciones con Dale Davis y Ade Omotayo, la banda original de la cantante. "Una de las cosas increíbles de Amy fue que nunca interpretaba la misma canción de la misma manera", contaba Abela en una entrevista con Radio Times, que pasó cuatro meses, dos horas al día durante cinco días a la semana, aprendiendo a moverse, cantar y tocar la guitarra como la fallecida cantante. Aunque las críticas han sido bastante desiguales, consiguió encabezar la taquilla dos veces en Reino Unido e Irlanda cuando se estrenó el mes pasado.

En total aparecen seis canciones de 'Frank' y cinco de 'Back to black', y Abela canta 'Valerie' (de Winehouse con Mark Ronson)

La banda sonora es el otro acierto del biopic, aunque lo tenían muy fácil. En total aparecen seis canciones de Frank y cinco de Back to black, y Abela canta una versión de Valerie de The Zutons (que Winehouse versionó con el productor Mark Ronson y se encuentra entre su repertorio más conocido). Además, suenan también durante la película Thelonius Monk, Lauryn Hill, Billie Holiday, Tony Bennet (gran influencia para la cantante), The Libertines (Pete Doherty y Amy Winehouse fueron amigos en su día), Minnie Riperton o The Shangri-Las, entre muchos otros.

La película elige, convenientemente, no terminar con la muerte de la cantante, que habría sido la opción más sencilla. Pretende, de alguna manera, otorgarle una redención que en vida no pudo tener y explicar de alguna forma las inseguridades de una persona con una profunda necesidad de amar y ser amada. Aunque Rehab siempre será la canción más famosa de la británica, donde dice necesitar un amigo, Taylor-Johnson termina con Tears dry on their own, donde Winehouse se despedía de alguna forma de Fielder, autoconvenciéndose: "No puedo volver a jugar conmigo misma, debería ser mi mejor amiga". Aunque, en realidad, nunca lo fuera.

El 23 de julio de 2011, la cantante Amy Winehouse fue hallada sin vida en su apartamento de Camden Town en Londres junto a tres botellas vacías de vodka, cumpliendo lo que venía siendo la crónica de una muerte anunciada desde hacía meses e incluso años. Mientras ella pasaba a formar parte del funesto club de los 27 con Morrison, Kobain y los demás, algunas personas comenzaban a frotarse las manos. Aunque Winehouse había demostrado con solo dos discos (Frank y Back to black, en el momento de su fallecimiento estaba grabando otro proyecto inconcluso, con menos fuerza que los anteriores, que salió luego a la luz con el nombre de Lioness: Hidden treasure) su calidad y genio musical con su particular timbre de voz y su mezcla de jazz, blues, soul y r&b, en los últimos tiempos acaparaba titulares por cuestiones nada relacionadas con su música.

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