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Marta García Aller: "No son años normales. Vivimos años de perro"
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Marta García Aller: "No son años normales. Vivimos años de perro"

En su nuevo libro 'Años de Perro', la periodista de El Confidencial analiza los vertiginosos cambios de los últimos siete años a través de sus crónicas periodísticas. Publicamos la introducción

Foto: La periodista Marta García Aller. (Elvira Megías)
La periodista Marta García Aller. (Elvira Megías)

Este libro es un viaje en el tiempo. En este tiempo. El nuestro. Ese que a veces transcurre tan deprisa que se nos escapa. Porque últimamente, seguro que lo has notado, la actualidad corre más rápido, como si en vez de años humanos viviéramos años de perro. Está claro que el tiempo no siempre tarda lo mismo en pasar.

Si no, cómo se explica que haga por lo menos un siglo que el presidente fuera un señor de Pontevedra que jugaba al dominó y presumía de previsible, ese que luego tendría la salida del poder más imprevisible de todas con aquel bolso en el Congreso de cuerpo presente; un siglo hace también que llenamos compulsivamente los altillos de papel higiénico, aprendimos lo que era un PCR y teníamos toque de queda. ¿Y desde que una guerra en Europa nos parecía imposible? ¿Cuánto ha pasado de todo esto?

No son años normales. Son años de perro. Y puedes releerlos en estas páginas en un presente reposado a través de mis crónicas de entonces, cuando aún nada de esto había sucedido y no sabíamos lo que vendría después. El lector echará algunos acontecimientos de menos y otros de más. No es un libro de historia, es una selección para hacer memoria. Y la memoria siempre es aleatoria.

Algunos artículos cuentan lo que está pasando, otros anticipan lo que pasará y los hay que se equivocan tanto que resultan muy esclarecedores de lo que por entonces parecía verosímil. Porque la historia no sigue una lógica. Y no hay como repasarla en tiempo real para recordarnos que todo pudo haber sucedido de otra manera.

Hace apenas siete años que empezábamos a temer, tras el Brexit, lo rápido que circulan las mentiras en Facebook y a llamarlas fake news. Pero no nos imaginábamos hasta qué punto entrábamos en la era de la posverdad. Ahora con ChatGPT ya no es que no podamos saber qué es o no cierto, es que ni siquiera sabemos qué es humano.

placeholder 'Años de Perro' de Marta García Aller.
'Años de Perro' de Marta García Aller.

El libro empieza con el tiempo detenido en una España que lleva trescientos días en funciones y en la que parece que no pasa nada, pero en la que todo está a punto de cambiar. Con Mariano Rajoy fumándose un puro en la Moncloa haciendo como que la Gürtel no va con él mientras el PSOE va desintegrándose en manos de una gestora. Pedro Sánchez está recorriendo España en un Peugeot y Susana Díaz es la gran favorita (¿te acuerdas de Susana Díaz?). Era cuando el bipartidismo empezaba a sonar a viejo. No sabíamos que los que iban a envejecer peor eran los nuevos partidos, peor incluso que las metáforas políticas con Juego de tronos.

Ha cambiado todo tanto que hasta el pasado cuesta imaginarlo. No imaginábamos, cómo íbamos a imaginar, que la noche de la moción de censura que lo sacó del poder, Rajoy se iba a ir, como tantos otros españoles cuando se enteran de que han perdido su empleo, a un bar cercano. Ni que pasaría de ser presidente del Gobierno a registrador de la propiedad de Santa Pola. Sí, aquello también pasó.

También sigue sorprendiendo recordar cómo Sánchez pasó de expulsado de Ferraz a presidente del Gobierno. Y ahí sigue, dos elecciones generales después. De su colchón de la Moncloa, ese en el que Iglesias no le impidió dormir a pierna suelta, no han sido capaces de sacarle ni Feijóo ni Casado (¿te acuerdas de Casado?).

Cuando empieza este libro el mundo era otro por muchas otras razones. No sabíamos que tras Obama iba a llegar Trump ni que siete años después íbamos a estar de nuevo en vilo por si vuelve. No sabíamos que Puigdemont iba a liarla tanto con el procés ni mucho menos que Sánchez lo iba a amnistiar después. La verosimilitud está sobrevalorada en la política actual.

¿Cómo iba Estados Unidos, un país próspero y avanzado, a votar como presidente a un hombre abiertamente machista y xenófobo? ¿El que decían que se moderaría y luego alentó un asalto al Capitolio? ¿De verdad puede volver Trump? ¿Y cómo iba una sociedad como la catalana, próspera y culta, a apoyar una deriva política que precipitó una fuga masiva de empresas en la mayor crisis desde la Transición? ¿Y de verdad puede volver Puigdemont?

Como dice Hamlet, el tiempo está fuera de quicio. Nada como reencontrarnos con los fantasmas del pasado para recordárnoslo.

A cuántas cosas que nos parecían increíbles nos hemos ido acostumbrando en estos años y, lo que es más sorprendente todavía, de cuántas nos hemos olvidado, incluída la tilde en "sólo".

Este viaje es para volver con calma a cuando nunca teníamos tiempo ni de parar un momentito a sorprendernos a gusto, empachados de más titulares de los que somos capaces de digerir. Un repaso para el reposo de estos tiempos tan acelerados en presente continuo, llenos de amnesia y sobresaltos.

Foto: Una manfiestación de profesores en Madrid. (Europa Press/Fernando Sánchez) Opinión

Entre tanta política hay muchos cambios sociales que han ido transformando el mundo, a veces de a poquitines, a veces de repente; hay guerras que parecían imposibles, desafíos que no vimos venir y tecnologías a las que nos hemos ido acostumbrando, aunque sigamos sin entender dónde nos llevan. Y, de fondo, Madrid. Mucho Madrid. La ciudad es a lo largo de todo el libro un testigo fiel de todos estos cambios. El reflejo de lo cotidiano, del día a día, lo que permanece.

A medida que van pasando las páginas, Europa también va cambiando. Poco a poco nos empezamos a tomar en serio, qué remedio, los populismos y la extrema derecha. Al principio no sabíamos si eran para tanto. Ahora no sabemos cómo pararlos. Como la amenaza del cambio climático, cada vez más presente, hasta volverse ineludible.

Ha sido, además, tiempo de mucho feminismo. Esperemos que lo siga siendo. Es la gran transformación del momento. Los años de La Manada y el #MeToo. Los del "estáis en un plan" y el "no se puede decir nada". No olvidemos que Harvey Weinstein todavía era un reputado productor de Hollywood hace apenas siete años.

Como en las películas de terror en las que el espectador sufre porque sabe más que sus protagonistas del peligro que corren, sabrás lo que viene al pasar la página. Sabes qué va a pasar con ese virus que al principio no nos tomábamos en serio y sabes que mientras escasean las mascarillas otros se están forrando con ellas. Sabes la que se va a liar con un máster y esas cremas Olay a punto de aparecer. Sabes que cuando Sánchez dice que nunca pactará con Podemos acabará haciéndolo y que Pablo Iglesias pasará de asaltar los cielos a montar un bar en Lavapiés.

Sabes que, aunque creamos que no, al final Putin va a invadir Ucrania, pero a lo mejor se te ha olvidado que en las farmacias se nos acabaron las pastillas con yoduro de potasio por miedo a una guerra nuclear. Más inverosímil que esa amenaza es que nos hayamos ido acostumbrando a ella. O, mejor aún, a olvidarla. A ratos, al menos. Va y viene.

La historia es como una de esas barras de sushi que no paran de girar y por más que los veamos alejarse, nunca desaparecen del todo

Como lector tienes una ventaja que no teníamos entonces, mientras todo esto sucedía. Puedes saltar en el tiempo. No hay por qué quedarse atrapado en los meses del procés, ni en los años de la pandemia, ni en aquella España en funciones de repetición en repetición electoral. Puedes elegir tu propia aventura y hojear a tu antojo el tiempo.

La primera parte del libro es cuando todo empieza a cambiar, casi sin darnos cuenta. El bipartidismo se desmorona, llega Trump y estalla el procés. En la segunda, todo para, de repente, con la pandemia. Y en la tercera, todo se acelera: con la invasión de Ucrania saltan por los aires las pocas certezas que nos quedaban. Europa se da cuenta de lo vulnerable que es y de que el fin de la Guerra Fría ya no es lo que era. Como no sabemos dónde nos lleva todo esto, estamos en una nueva era sin nombre.

La historia no es lineal, sino una de esas barras de sushi que no paran de girar, por más que los veamos alejarse, siempre hay nombres que acaban volviendo. Nunca desaparecen del todo. Igual que los miedos. Así que estás invitado a leer dando vueltas, como la vida misma.

Para ver cómo hemos cambiado puedes saltar de los inicios del #MeToo al piquito de Rubiales; del cuento de la lechera del Rivera que se veía presidente al día que las urnas lo mandaron para casa. Del Sánchez del "No es no" al del sí a los indultos y la amnistía; del Feijóo que presume de moderado al que pacta con Vox; del Rato en la cárcel al Aznar que reaparece amenazando con volver; de la infanta testificando en el juzgado al emérito en Emiratos para no tener que hacerlo; de las fiestas de Boris Johnson a las del Tito Berni; o de Orban y Le Pen a Bolsonaro, Meloni y Milei, pasando por el fin de Berlusconi. Elige tu propia secuencia, viajando en el tiempo, de todo lo que ha pasado es lo único que vas a poder cambiar.

placeholder García Aller. (Elvira Megías)
García Aller. (Elvira Megías)

A veces el tiempo corre y los días históricos no paran de amontonarse. También hay veces que se para. O entra en bucles de nunca acabar para volverse a acelerar después. Todo junto, todo a la vez, da más vértigo que nostalgia.

Revivirlo en presente, con estos artículos escritos a medida que todo pasaba, ayuda a recordar cuando resultaba increíble lo que ahora nos parece inevitable. No lo fue, pero lo parece. Da igual que no haya spoilers posibles porque sepas lo que va a pasar, lo importante es que se te había olvidado que pudo haber sido de otra manera. Esa es la verdadera tragedia, también la comedia.

La prueba de que el mundo está cambiando muy deprisa es que ya no hay que mirar al futuro para sentir la aceleración, sino hacia atrás. Los mayores cambios están aquí. Lo han estado todo este tiempo. No deja de tener su gracia que desde que empecé a escribir libros sobre el futuro no haya habido nada más incierto que el presente. La incertidumbre no eran los coches sin conductor, sino la actualidad sin rumbo.

Fue hace precisamente siete años. Tenían que ser siete. Nada más publicarse El fin del mundo tal y como lo conocemos, en septiembre del 17, empezó a desmadrarse el procés. Mi siguiente libro iba a salir en marzo del 20, pero justo llegó la pandemia y Lo imprevisible acabó, como todos, unos meses confinado. Entenderás que me haya tomado un tiempo antes de sacar el siguiente libro. A ver qué pasa esta primavera.

Son tantas las veces que hemos visto el mundo ponerse patas arriba que da ternura cuando los apocalipsis nos pillaban por sorpresa

En siete años seguro que tu vida ha cambiado mucho también. ¿Dónde estabas el 1-O? ¿Y cuando empezó la pandemia? ¿Cómo hemos cambiado desde entonces? A mí me ha dado tiempo a mudarme un par de veces de casa y otras tantas de periódico.

Los primeros artículos los escribí en El Independiente. Una moción de censura, un 155 y unas elecciones generales después me fui a El Confidencial, que es donde escribo desde entonces. También en estos años he pasado en Onda Cero de trasnochar en La Brújula a madrugar en Más de Uno. Así que los artículos escritos antes del amanecer a lo mejor me los has oído al darle los buenos días a Carlos Alsina.

Son tantas las veces que en estos siete años hemos visto el mundo ponerse patas arriba que inspira cierta ternura cuando, antes de amontonársenos, los apocalipsis todavía nos pillaban por sorpresa. Lo que más sorprende al releerlos todos seguidos es recordar cuando todavía creíamos vivir tiempos normales. Hace no tanto de aquello. Apenas un año de perro.

*El nuevo libro de Marta García Aller, una de las cronistas más ágiles y agudas del panorama periodístico, lleva por título ' Años de Perro' y lo publica la editorial Círculo de Tiza.

Este libro es un viaje en el tiempo. En este tiempo. El nuestro. Ese que a veces transcurre tan deprisa que se nos escapa. Porque últimamente, seguro que lo has notado, la actualidad corre más rápido, como si en vez de años humanos viviéramos años de perro. Está claro que el tiempo no siempre tarda lo mismo en pasar.

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