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El autor chino candidato al Nobel y censurado: "Mis libros se prohíben, pero hago vida normal"
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Entrevista

El autor chino candidato al Nobel y censurado: "Mis libros se prohíben, pero hago vida normal"

Yan Lianke es catedrático en su país, pero a la vez sus libros están prohibidos, lo cual no le parece una contradicción. En España tiene una legión de lectores entusiasmados con su realismo mágico chino

Foto: El escritor chino Yan Lianke, el pasado fin de semana en la Feria del Libro de Madrid (P.C)
El escritor chino Yan Lianke, el pasado fin de semana en la Feria del Libro de Madrid (P.C)
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Yan Lianke (China, 1958) tiene una multitud de seguidores en España (y en Europa). Es algo que se descubre cuando se observan las colas de lectores que este fin de semana ha tenido en la Feria del Libro de Madrid para la firma de sus novelas. Algunos compraban hasta cuatro libros de una tacada. Y en la charla que ofreció el domingo no quedaba ni un alfiler en el espacio Caixabank de El Retiro.

Este fervor se entiende también cuando se leen sus libros, una gran mayoría de ellos publicados al español por la editorial Automática. El último, Duro como el agua, con una magnífica traducción de Belén Cuadra, narra con una excepcional magia narrativa el amor de una pareja que lucha por la Revolución en los tiempos de Mao (para descubrir que no es tan romántica como la pintaban).

Esta novela no está prohibida en su país, pero sí parte de su obra. Es una de las grandes contradicciones chinas. Lianke es uno de los escritores chinos más reconocidos en su país, es catedrático en la universidad, candidato al Nobel de Literatura y a la vez sus libros están censurados. De estas contradicciones y otra habló con El Confidencial en el Retiro.

PREGUNTA: Este es un libro en el que el amor se enfrenta a la revolución. Me pareció llamativo, ya que, los revolucionarios siempre han sepultado bastante el amor. No hay cabida para él en la lucha.

RESPUESTA: Muchas gracias por darte cuenta de este problema entre el amor y la revolución. La literatura china durante mucho tiempo fue literatura revolucionaria y en todas esas historias la revolución siempre quedaba por encima del amor, siempre vencía al amor. Cualquier amor tenía que estar sometido a la revolución. En mi novela se subvierte esta relación y la revolución queda por debajo del amor, es secundaria. Además, la revolución se convierte en algo satirizado.

P: Ahora iremos al humor y la sátira, pero antes déjeme decirle que en esta novela aparecen muchas frases de poemas de Mao… y Mao era muy cursi. ¿No es una contradicción eso de la revolución cursi cuando además no se deja espacio para el amor?

R: En esta novela se incluyen muchos poemas y citas de Mao y también de óperas revolucionarias, citas de periódicos… Y el efecto que buscaba es que fuera algo teatral. Por eso para mí en este libro es más importante el lenguaje que la historia y los personajes. Yo escribí esta novela para experimentar con el lenguaje, no por contar una historia. Y lo que ocurre en esta novela es que tanto el amor como el sexo están tratados desde un punto de vista irónico, es decir, una ironía hacia la revolución.

placeholder Yan Lianke firmando libros en la Feria (P.C)
Yan Lianke firmando libros en la Feria (P.C)

P: Lo cierto es que tiene situaciones que son bastante surrealistas y bastante cómicas. A mí me han hecho mucha gracia. ¿Por qué el humor tiene esta fuerza extraordinaria para golpear a los regímenes autoritarios?

R: Pues en realidad cuando escribí el libro lo hice sin ningún tipo de sátira. Está escrito en serio. Pero es verdad que muchos lectores, tanto en Europa como algunos chinos, lo ven como una sátira. Lo escribí muy en serio, pero el resultado ha sido completamente diferente.

P: ¿Y por qué se produce esta contradicción tan grande? Desde luego yo pensaba que estaba ante un libro cómico…

R: Por la distancia que hay entre la escritura y la lectura y la que hay entre Oriente y Occidente. Es algo que me ha pasado con esta novela y con Los besos de Lenin, que lo escribí desde un punto de vista muy serio, pero que luego ha tenido esta lectura más cómica por parte de los lectores.

P: Escribió 'Duro como el agua' hace veinte años, aunque se publique ahora en español. ¿También hay una distancia entre el escritor que ahora es usted y lo que es su propio país?

R: Ahora no podría escribirlo. Además, cuando mis nietos se hagan mayores y lean libros como Duro como el agua o Al servicio del pueblo se van a sorprender muchísimo y hasta me van a insultar.

P: ¿Por qué?

R: Por la cultura china. Con 60 años no podría escribir una novela con tanto contenido erótico.

P: Sí, es bastante sexual también.

R: Pero de eso me di cuenta cuando estaba escribiendo otro de mis libros [El clásico del corazón, traducción literal, ya que, no está en español]. Estaba escribiéndolo por la mañana y luego fui a ver a mi nieto y me di cuenta de haber incluido un montón de contenido erótico así que tiré un montón de páginas.

P: La novela está ambientada en la Revolución Cultural de los años sesenta. ¿Usted cuándo se dio cuenta de que vivía en un régimen totalitario?

R: En esa época yo no tenía ninguna sensación de estar en un régimen totalitario porque crecí con la Revolución Cultural. Y en esos años todo el país adoraba al presidente Mao y yo me comportaba como todo el mundo. Fue más tarde, ya en la veintena cuando empecé a leer obras occidentales cuando fui consciente de la libertad que había en esas novelas.

"Durante la Revolución Cultural yo no tenía ninguna sensación de estar en un régimen totalitario. Todo el país adoraba a Mao"

P: ¿Llegaban fácilmente a China esas novelas? ¿Qué títulos leyó que le abrieron la mente?

R: Sí, en los años ochenta entró muchísima literatura extranjera en China. La primera novela occidental que leí fue Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell. Me hizo darme cuenta de las posibilidades de la literatura.

P: ¿Y ahí quiso ser escritor?

R: No, yo empecé a escribir con 16-17 años como forma de salir del campo, pero en esa época escribía literatura revolucionaria. Ni siquiera había leído entonces un libro extranjero y la primera vez que lo hice me quedé alucinado. Me llamó la atención que todo aquello se pudiera contar en una novela. Leer literatura extranjera fue una liberación. Y después me di cuenta de que la literatura revolucionaria en China no tenía un gran valor. Lo más difícil al final no es contar una historia sino intentar narrar las consecuencias que la revolución ocasionó en la gente y que por supuesto se siguen notando. Por ejemplo, el hecho de que haya novelas que no se puedan publicar.

P: Sus libros tienen una parte muy mágica, muy del realismo mágico latinoamericano. ¿Le influyó la literatura latinoamericana?

R: Sí, he bebido mucho de la literatura latinoamericana. En mi biblioteca personal tengo unos 50 libros que son de escritores latinoamericanos. Me sería muy difícil decir qué libro me ha influido más, pero, por ejemplo, Juan Rulfo con Pedro Páramo, Cien años de soledad, los libros de Vargas Llosa, BorgesEl señor presidente, de Miguel Ángel Asturias… podría mencionar veinte nombres que me han influido. Y hace unos años leí Corazón tan blanco, de Javier Marías, que me gustó mucho, y hace poco he leído Pájaros en la boca, de una autora joven argentina, Samantha Schweblin, y también me gustó bastante.

P: Sinceramente, y perdone porque puede ser desconocimiento absoluto, pero me sorprende mucho esta cercanía con América Latina desde China.

R: Sí, hay mucha cercanía y yo escribí hace no tanto un ensayo sobre la relación entre Pedro Páramo y los cuentos de Liao Zhai, que es clásico de cuentos fantástico en China. Y en Cien años de soledad hay pequeños detalles que tienen un equivalente en la literatura china clásica de hace 2000 años.

"El primer libro extranjero que leí fue 'Lo que el viento se llevó' y aluciné. Leer literatura extranjera fue una liberación"

P: Antes hablaba de cuando se dio cuenta de que vivía en una dictadura…¿escribir fue un escape como tantas veces sucede?

R: La primera vez que fui del todo consciente fue cuando mi primer libro fue prohibido en 1994. Era una novela [aún no publicada en España] que por primera vez en la literatura china no trataba a un militar como un héroe. Llega la guerra y no quiere luchar porque tiene una mujer, una madre, hijos…

P: ¿Les molestaba que no fuera un héroe?

R: Sí, hablaba de la guerra fronteriza entre China y Vietnam y recogía ese rechazo a la guerra por parte de miembros del ejército.

P: ¿La censura le llevó a ir todavía más a la contra del régimen?

R: No [risas]. Lo que hice después de eso fue dedicar medio año a revisar todo ese libro y cambiar lo que no les gustaba. No me enfrenté. Y después ya decidí no escribir más sobre el ejército y hacer una literatura sobre las zonas rurales. Ahí fue cuando escribí Duro como el agua y Los besos de Lenin.

P: Pero en 'Duro como el agua' se ríe de la revolución… Creo que también hay una crítica a la dictadura.

R: Sí, pero lo que no quería era escribir de militares ni del ejército. Eso despertaba menos atención.

P: Pero le volvieron a censurar libros… lo cual entra en otra contradicción porque a la vez usted es un escritor respetado y muy potente y mantiene su trabajo como catedrático en la universidad china. A mí es una situación que me cuesta entender.

R: La sociedad china es muy compleja, rica y en la que a veces abundan las contradicciones. Hay muchísimos libros que no se pueden publicar, pero en el día a día puedes llevar una vida normal sin que eso te afecte. Yo soy catedrático y mis libros se prohíben, pero todos los años recibo un feedback muy positivo sobre mi trabajo en la universidad, y también tengo mucha libertad para viajar al extranjero. La situación actual no afecta a mi vida privada y diaria con lo cual escribo lo que quiero. Es verdad que hay otros sitios en los que ya no es solo la censura sino que escribir ciertas cosas te puede acarrear graves consecuencias, pero no es el caso de China. Yo puedo escribir en libertad aunque no sea publicado.

"En Occidente hay una comprensión muy básica de China"

P: Ya, ¿pero no le duele ser censurado después de todo el trabajo? Además, un escritor quiere llegar a los lectores…

R: Sí, por supuesto, me duele. Pero al mismo tiempo quiero seguir escribiendo y es algo que no afecta a mi vida privada y diaria porque sigo teniendo una forma de ganarme la vida. Y también puedo escribir lo que quiera.

P: ¿Entendemos China desde occidente?

R: Hay una comprensión muy básica. Por ejemplo con todo esto de la censura. Es verdad, yo no puedo publicar en China, pero sí en Taiwán y en otros sitios… Y eso a la gente le llama mucho la atención porque hay una visión muy superficial de China.

placeholder Lectores a la espera de una firma de Yan Lianke (P.C)
Lectores a la espera de una firma de Yan Lianke (P.C)

P: En esta novela la política impregna a todos los personajes… ¿Hasta qué punto impregna la política a la sociedad china?

R: Por ejemplo, esto es otra visión muy diferente a cómo se ve desde dentro y cómo se ve desde fuera el país. Lo que desde fuera se ve como política en China es la vida diaria. Para nosotros la política es algo ubicuo, como la sal, el aceite, las cuestiones básicas de la vida… Desde mi punto de vista, Duro como el agua no habla de política sino de la vida en China.

P: Me sorprende de nuevo porque yo la he leído como una novela muy política.

R: Sí, sí, lo entiendo. Es lo habitual desde fuera. Pero para nosotros es nuestra vida cotidiana.

"Lo que desde fuera se ve como política en China es la vida diaria. Para nosotros la política es algo ubicuo"

P: Si Mao estuviera vivo ahora y viera la sociedad china actual, ¿qué pensaría?

R: Se volvería loco [risas]. En su época todo el mundo levantaba el brazo cantando larga vida al presidente Mao y ahora se puede hacer burla de eso. Duro como el agua bajo el régimen de Mao sería una condena de muerte.

P: Por cierto, usted está habitualmente en las quinielas para el Nobel. ¿Cómo lo lleva? ¿Produce ansiedad?

R: Eso es imposible que pase. Lo que tiene que hacer un escritor es poner toda su energía en escribir bien una novela. Y ya está.

Yan Lianke (China, 1958) tiene una multitud de seguidores en España (y en Europa). Es algo que se descubre cuando se observan las colas de lectores que este fin de semana ha tenido en la Feria del Libro de Madrid para la firma de sus novelas. Algunos compraban hasta cuatro libros de una tacada. Y en la charla que ofreció el domingo no quedaba ni un alfiler en el espacio Caixabank de El Retiro.

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