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El desembarco comenzó por los aires: un asalto nunca visto de 13.000 paracaidistas para tomar Normandía
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80 aniversario del desembarco

El desembarco comenzó por los aires: un asalto nunca visto de 13.000 paracaidistas para tomar Normandía

Aunque las imágenes más icónicas del Día D son las de los soldados aliados desembarcando en las playas normandas, los primeros en entrar en acción fueron las tropas paracaidistas y aerotransportadas. Esta es su historia

Foto: Aniversario del Día D. (Reuters/Aaron Chown)
Aniversario del Día D. (Reuters/Aaron Chown)
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Hoy se cumplen 80 años de los desembarcos aliados en Normandía, la mayor operación militar de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo era poner pie en el continente y abrir un segundo frente en el oeste que, por un lado, diera un respiro a los castigados ejércitos rusos; y, por otro, permitiera a los aliados la rápida liberación de Francia y, con ello, acelerar el fin de la contienda. Si bien la imagen más icónica es la de los soldados tomando las playas normandas, los primeros en entrar en acción fueron las tropas paracaidistas y aerotransportadas. Esta es su historia.

El ambicioso plan aliado contemplaba una primera oleada para ese 6 de junio de 1944, conocido como el Día D —la fecha sufrió innumerables cambios y aplazamientos— de nada menos que tres divisiones estadounidenses, dos británicas y una canadiense, junto con el que sería el mayor lanzamiento de paracaidistas en unas cantidades nunca vistas, antes ni después de la guerra: dos divisiones estadounidenses y una brigada reforzada británica. Todo este despliegue se apoyaría con un apoyo naval y aéreo sin precedentes.

placeholder Bombarderos norteamericanos A-20 sobrevuelan Pointe du Hoc, con claros signos del ataque. (US Army)
Bombarderos norteamericanos A-20 sobrevuelan Pointe du Hoc, con claros signos del ataque. (US Army)

Pese al éxito final, los resultados en un primer momento no eran tan buenos como se esperaba. Algunos objetivos cuya conquista se había previsto para el primer día de desembarco no se tomaron hasta casi un mes después. Es el caso de Caen, la capital normanda y punto clave de la operación, donde los encarnizados combates para desalojar a los defensores alemanes se prolongaron más de un mes. La guerra no aceleró su fin, los ejércitos nazis no colapsaron y el conflicto en suelo europeo se extendería un año más.

La fase crucial para entrar en el continente por las costas de Normandía tuvo resultados mixtos. Mientras que británicos y canadienses tuvieron un fácil desembarco y se aseguraron las cabezas de playa en Gold, Juno y Sword con relativa facilidad, los norteamericanos no fueron tan afortunados en la playa de Utah, que comenzó con un error en los puntos de desembarco.

placeholder Célebre foto del general Eisenhower dirigiéndose a los paracaidistas horas antes de embarcar en sus aviones (US Army)
Célebre foto del general Eisenhower dirigiéndose a los paracaidistas horas antes de embarcar en sus aviones (US Army)

Los Rangers, tropas de élite estadounidenses, tenían la misión de tomar la posición alemana de Pointe du Hoc a la altura de un acantilado. Era un punto crítico, pues allí estaba emplazada una batería alemana de artillería que batía las playas y se debía tomar a toda costa. Los soldados norteamericanos pagaron un alto precio en vidas para ejecutar un complicado desembarco sobre las escarpadas rocas para asaltar la posición. El bombardeo naval al que fue sometido el enclave había convertido el terreno en un paisaje lunar, pero todavía se tardarían tres días en ocupar el emplazamiento para descubrir, en un clamoroso fallo de inteligencia, que no había cañones. Los alemanes los habían retirado días antes.

Por último, en Omaha, donde debían desembarcar las divisiones 1ª y 29ª de infantería, se rozó el desastre. Las tropas permanecieron clavadas en la playa durante todo el día y asumieron elevadísimas pérdidas. Allí se encuentra desde entonces el cementerio estadounidense, un lugar que sobrecoge a cualquier visitante.

placeholder Paracaidistas recibiendo últimas instrucciones. (US Army)
Paracaidistas recibiendo últimas instrucciones. (US Army)

Los primeros de los primeros

Las operaciones aerotransportadas tenían como objetivo principal asegurar los flancos del área de desembarco y las rutas de salida de las playas de ambos extremos. Para ello se debían ocupar de la destrucción de determinadas defensas alemanas, la toma de puentes para el paso de tropas aliadas o voladura de otros para evitar la llegada de refuerzos del enemigo, así como otras funciones secundarias.

Las unidades comprendían la 6ª Brigada Aerotransportada británica lanzada sobre la zona de Ranville y con los objetivos puntuales de tomar el puente móvil sobre el canal del Orne, el célebre Puente Pegaso, y destruir la batería de Merville. Los primeros en llegar en las primeras horas de la madrugada del 6 de junio fue la pequeña unidad del mayor John Howard para tomar el puente Pegaso. Lo hicieron en una brillante y arriesgada acción, aterrizando de noche con seis planeadores de asalto.

placeholder Fotografía aérea del puente Pegaso. A la derecha junto al canal, la zona de aterrizaje de Howard. En la otra margen el Café Gondrée. (IWM)
Fotografía aérea del puente Pegaso. A la derecha junto al canal, la zona de aterrizaje de Howard. En la otra margen el Café Gondrée. (IWM)

Los norteamericanos, por su parte, lanzaron dos divisiones de paracaidistas sobre la zona de Ste. Mére Eglise y Ste. Marie du Mont; las famosas 82ª Aerotransportada —bajo el mando del general James Gavin— y la 101ª Aerotransportada —mandada por el general M.D. Taylor—. Una vez más, los efectivos estadounidenses se llevaron la peor parte.

Mientras la zona británica de Ranville era llana y comprendía terrenos de cultivo que permitieron aterrizajes sin demasiados contratiempos, las zonas de los americanos eran de un terreno típico normando denominado bocage, formado por pequeñas parcelas de terreno cultivado rodeadas por espesos setos y arbustos, con estrechos y hundidos caminos discurriendo entre ellas. Una orografía idónea para tácticas defensivas y emboscadas, y donde un escaso número de tropas puede demorar el avance enemigo y causarle numerosas bajas, como muy pronto comprobarían los aliados.

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Para rematar la faena, los alemanes habían inundado una buena cantidad de terreno con las aguas de los ríos Douve y Merderet, hecho que había pasado inadvertido para la inteligencia aliada. Pese a que el nivel de las aguas solo alcanzaba los 60-90 cm, muchos de los paracaidistas que cayeron en estas zonas murieron ahogados, al no poder incorporarse con el peso de su equipo. Las pocas zonas despejadas de setos y árboles habían sido sembradas de estacas, postes y trampas por los alemanes para impedir eventuales asaltos aéreos. Eran los famosos "espárragos de Rommel", una defensa eficaz y barata ideada por el célebre mariscal alemán.

Odisea de las "águilas"

Durante los primeros compases del 6 de junio de 1944, unos 13.000 soldados volaban hacia la costa francesa a bordo de la mayor formación de transportes C-47 Dakota jamás reunida, con 822 aparatos solo para la primera oleada. El viaje resultó muy difícil. A las malas condiciones meteorológicas (sobre todo nubes) había que añadir el vuelo a baja cota y en apretada formación durante la mayor parte del trayecto. Todo esto bajo la permanente amenaza antiaérea alemana, nada desdeñable si se tienen en cuenta las elevadas pérdidas sufridas por los aliados.

placeholder Douglas C47 (denominación militar del DC-2) tal como iba decorado en 1944 para el Día D (Arpingstone)
Douglas C47 (denominación militar del DC-2) tal como iba decorado en 1944 para el Día D (Arpingstone)

Los paras saltaban además con un exceso de carga, en la mayoría de los casos con cerca de 50 kilos de equipo. Se esperaba que combatieran durante dos o tres días sin ningún tipo de apoyo y debían llevar encima todo lo necesario. Junto a los útiles personales, raciones de campaña y armamento, cada soldado solía llevar dos cajas de munición de ametralladora, una mina Hawkins y cuatro bloques de trilita, seis granadas de piña, una Gammon —una granada adhesiva ideada por los británicos para neutralizar blindados— y dos botes de humo.

Además, era habitual que llevaran tres o cuatro cuchillos, no para usarlos todos en combate cuerpo a cuerpo, sino por el miedo a no poder desprenderse del arnés del paracaídas, cuyo cierre era verdaderamente complicado.

placeholder Equipo del paracaidista. (US Army)
Equipo del paracaidista. (US Army)

Con todo este equipo, el paracaidista apenas podía ponerse en pie por sí solo y tuvieron que ayudarles a meterse en los aviones. Allí, debido al volumen de impedimenta sobre sus espaldas y vientre (equipo más paracaídas y chaleco salvavidas), algunos encontraban dificultades hasta para sentarse en los asientos, siendo muy habitual que se hiciera el viaje hacia la batalla de rodillas con la mochila apoyada en el asiento.

Para intentar paliar este exceso de peso se idearon dos soluciones. Una era que cada equipo o Stick de 18 hombres que iban juntos en un avión llevara dos bolsones o sacos con equipo adicional que eran lanzados con su propio paracaídas. Una vez en el suelo, los paracaidistas podían recuperar parte del material. El otro consistía en que el soldado llevaba una bolsa de pierna con una larga cuerda. Antes de tocar tierra soltaba la bolsa que, al llegar antes al suelo, liberaba de parte del peso. Ninguno funcionó. Los sacos se perdieron casi todos en la oscuridad y la mayoría de las bolsas de pierna se desprendían con el golpe de apertura del paracaídas, con lo que tampoco era posible saber dónde habían caído.

placeholder Listos para el salto (US Army)
Listos para el salto (US Army)

Las crónicas de aquellos soldados recuerdan el mareo en el avión, apenas mitigado por las generosas dosis de pastillas con efectos adormecedores que tomaban, sumado al batir de las defensas antiaéreas alemanas (DCA) y el temor a que el avión les lanzara en un punto equivocado hacia lo desconocido. Pese a ello, tan solo siete de los 13.000 efectivos se rehusaron a saltar sobre Francia y prefirieron afrontar, ya en sus propios cuarteles, la justicia militar.

Por el miedo de los pilotos a ser alcanzados por la DCA, muchos aviones lanzaron a los paracaidistas a demasiada velocidad. Esto generó que el choque por la apertura del paracaídas fuera brutal, perdiendo parte de su equipo y sufriendo heridas en el aterrizaje, como roturas de tobillos, muñecas, brazos y piernas. Algunos cálculos estiman que alrededor de un 25% de las tropas sufrió algún tipo de percance en el salto.

Una eficaz confusión

La llegada de los americanos a Francia fue a todas luces confusa, desorganizada y fuera de todo lo previsto. Los aviones sufrieron importantes desviaciones en sus rutas, así como graves errores en la localización de las DZ (zonas de lanzamiento). El resultado fue que pocas unidades cayeron donde debían, los lanzamientos fueron muy desperdigados y se realizaron en malas condiciones.

placeholder Soldados de la 101 Airborne Division apiñados en el interior de su Dakota (US Army)
Soldados de la 101 Airborne Division apiñados en el interior de su Dakota (US Army)

Muchos saltaron sobre las zonas inundadas o densamente arboladas, otros cayeron sobre poblaciones, como los elementos del 505 Regimiento (82ª Aerotransportada) que cayeron sobre un Ste. Mére Eglise incendiado por un bombardeo y plagado de alemanes; incluso algunos fueron lanzados sobre el mar por errores de navegación y perecieron ahogados.

Tanta dispersión y desorden contribuyó en buena medida a crear el gran ambiente de confusión que reinó entre los alemanes durante la noche de la invasión. Pese a todos los obstáculos, los paracaidistas americanos demostraron de sobra que eran tropas de élite y, como tales, cumplieron con sus objetivos. La otra cara de la moneda fue el tremendo número de muertos, heridos y, sobre todo, de desaparecidos. Tripulaciones enteras que desaparecieron sin dejar el menor rastro y a las que, 80 años después, se les sigue rindiendo homenaje todos los 6 de junio.

Hoy se cumplen 80 años de los desembarcos aliados en Normandía, la mayor operación militar de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo era poner pie en el continente y abrir un segundo frente en el oeste que, por un lado, diera un respiro a los castigados ejércitos rusos; y, por otro, permitiera a los aliados la rápida liberación de Francia y, con ello, acelerar el fin de la contienda. Si bien la imagen más icónica es la de los soldados tomando las playas normandas, los primeros en entrar en acción fueron las tropas paracaidistas y aerotransportadas. Esta es su historia.

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