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Adania Shibli, la autora palestina censurada en Frankfurt: "Se censuraron a sí mismos"
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Entrevista

Adania Shibli, la autora palestina censurada en Frankfurt: "Se censuraron a sí mismos"

Su libro, 'Un detalle menor', iba a recibir un importante premio cuando fue cancelado y algunas críticas llegaron a decir que propagaba la violencia contra los israelíes

Foto: Adanía Shibli, ayer en la Feria del Libro de Madrid
Adanía Shibli, ayer en la Feria del Libro de Madrid

La escritora palestina Adania Shibli (Galilea, 1974) está en España para presentar su novela Un detalle menor (Hoja de Lata). Ayer tuvo firma en la Feria del Libro de Madrid, además de un acto multitudinario. La autora era conocida: su libro fue censurado en la pasada Feria del Libro de Frankfurt aduciendo que propagaba la violencia contra los israelíes. Aquello la sumió en el desconcierto. Como contrapartida: el libro, que aborda la violación y muerte de una niña palestina en 1949 y el posterior relato de una mujer que conoce el suceso en la época actual, se sigue leyendo en Alemania. Y mucho.

Conversamos con ella en el Retiro sobre lo que sucedió, sobre lo que está sucediendo en Palestina, pero sobre todo de lo que más le gusta, la literatura.

PREGUNTA. Doce años para escribir esta novela. ¿Por qué empleó tanto tiempo?

RESPUESTA. Yo no comienzo a partir de una idea. Mi método de trabajo consiste en que empiezan a fluir algunas preguntas, pero todo bastante nuboso y nada claro. Y es un método muy difícil y muy riesgo porque todo el rato te mueves con algo que no sabes a dónde va a ir realmente. Es fascinante porque también es un proceso mágico, ya que, de repente, con estos movimientos lentos entre nubes, todo se abre y entonces el trabajo se termina. Así que el trabajo consiste en escribir, volver al texto, escribir el primer capítulo, después el segundo y luego vuelves al primer capítulo, al primer párrafo… hay mucho movimiento. Te mueves como un sonámbulo.

Foto: Foto promocional de la autora palestina Adania Shibli. (Hoja de Lata)

P. Pero cómo surgió este capitán, la chica palestina y la mujer que décadas después se encuentra con este suceso…

R. Cuando escribes sin saber, las cosas vienen de lejos… por ejemplo, de las imágenes que vi en un museo que visité hace 20 años. Y sin que te des mucha cuenta, así es como se va creando el personaje, que va creciendo y tú también mientras escribes vas creciendo con él.

P. Una de las cosas más interesantes del libro es el estilo: es sofocante. Como lectora te sientes de verdad en el desierto.

R. Yo nunca pienso en el estilo, en lo que pienso es en el ritmo de la novela. Es el ritmo el que crea de alguna manera el estilo. El ritmo son las palabras, qué palabra trae a la siguiente palabra y se convierte en un determinado ritmo, y ese ritmo se convierte en un personaje. Y otro personaje es otro ritmo. Y así el ritmo lingüístico, de repente, también es la forma de la novela. Pero es una forma que solo se puede crear por ese determinado ritmo. Y así es cuando ese ritmo es pesado, tenso, sofocante… Y el otro personaje también está en ese ambiente sofocante pero con otro ritmo. El primer personaje es bastante claro, es rítmico, es metódico, es militar, los movimientos son cortos. Pero el otro personaje tiene un ritmo desordenado. Y al final todo se convierte en algo parecido a la música experimental.

placeholder Adanía Shibli, ayer durante la entrevista en el Retiro. (P. Corroto)
Adanía Shibli, ayer durante la entrevista en el Retiro. (P. Corroto)

P. Hay muchos escritores para los que obtener la música del texto es lo más importante.

R. Sí, porque no es la música que conocemos como tal, sino que es un tipo muy específico de música. Cuando leemos podemos sentir ese ritmo.

P. Para usted qué es más importante, ¿el lenguaje o la historia que quiere contar?

R. Ambos, porque no están separados. En árabe tenemos una palabra para las dos cosas. Y creo que esto ha determinado mi pensamiento en el sentido de que no es solo el lenguaje, sino que la forma es como el contenido. Y la relación entre ambos no está clara desde el principio, sino que va creciendo. Cuando empiezo a escribir yo nunca sé cuál va a ser la forma, pero mucho menos sé sobre el contenido.

P. ¿Y el final lo conoce antes de empezar a escribir?

R. No, el final llega con el final. Después de doce años estaba muy contenta cuando lo conseguí.

El final llega con el final. Después de doce años estaba supercontenta cuando lo conseguí

P. ¿Qué pasó ese día? ¿Qué hizo?

R. Yo estaba luchando… porque, a ver, estuve escribiendo esta historia durante doce años y estaba cansada, estaba harta porque no llegaba el final… Y empecé a forzarlo. Realmente después de siete años quería terminarlo, pero no pude. Y después de doce años sí llegó el final correcto. Y cuando sucedió me sentí tan contenta… Salí del dormitorio, porque es ahí donde yo escribo y empecé a decir gritando lo que había hecho con el personaje.

P. Pero, ¿por qué tardó tanto?

R. Básicamente, porque en este libro tú escribes y a la vez no escribes. Es decir, escribir cada palabra significa que no vas a escribir otras. Tú estás decidiendo a la vez que escribes qué otras palabras no vas a escribir. Quizá porque esta es la forma en la que crecí con palabras que se podían decir y otras que no, ya que eso era fundamental para tu propia supervivencia. Por ejemplo, venía un militar y tú eras un niño y nunca sabías cuándo eras interrogado en la calle, qué es lo que tenías que decir y qué no. Podía ocurrir que tú dijeras algo que considerabas normal, pero si por decías algo más eso podía significar que te interrogaran durante cinco horas más.

P. ¿A dónde puede llegar la literatura que el periodismo no consigue?

R. La literatura no es que nos pueda contar más cosas que el periodismo, sino que la literatura nos puede contar cosas que el periodismo no puede contarnos. La literatura puede contarnos cosas, por lo menos para mí, de las que no puedo hablar. Son cosas que solo pueden ser escritas, pero no habladas. Y es por eso por lo que la literatura se convierte en algo esencial por sí misma.

"La literatura no es que nos pueda contar más cosas que el periodismo sino que la literatura nos puede contar cosas que el periodismo no puede contarnos"

P. ¿Por eso quiso ser escritora? ¿Para contarse las cosas que no podía decir?

R. Hasta ahora yo no me considero escritora. Escribo, pero no soy una escritora. No me defino así y prefiero no definirme. Para algunas personas es fácil decirlo, pero para mí es más fácil decir que estoy escribiendo.

P. ¿Pero por qué escribe?

R. Yo creo que todo el mundo debería escribir, algo que todo el mundo debería practicar. Es una forma diferente de estar con el lenguaje, y nosotros estamos con el lenguaje todo el tiempo, todas nuestras relaciones tienen de forma esencial el lenguaje. Nosotros estamos aquí y hay muchas cosas que podemos decir, pero también hay otras que nunca podemos decir y por eso es esencial la existencia de la literatura. Para mí la escritura me permite estar de una determinada manera con el lenguaje que es diferente a la forma en la que nos comportamos en nuestra vida diaria.

P. ¿Tiene eso algo que ver con el miedo? En este libro, por ejemplo, hay mucha sensación de miedo todo el rato.

R. No, yo no relaciono la escritura con el miedo, sino como una forma de luchar contra el miedo. El miedo nos controla y controla nuestro lenguaje, pero para mí la escritura es precisamente el lugar donde el miedo tiene menos las de ganar.

Foto: El escritor escocés Irvine Welsh en el espacio Matadero de Madrid. (Isabel Blanco)

P. Y precisamente un lugar en el que el lenguaje suele ser bastante controlado y saboteado es en los conflictos como el de su país.

R. En relación con mi país, yo no lo llamo conflicto, porque llamarlo conflicto quiere decir que hay dos partes iguales luchando entre sí, y lo que hay realmente es una colonización. Y la colonización supone muchos más lenguajes. El ataque está siempre en tu narrativa, en tu manera de escribir, en tu manera de hablar. Y por eso a veces alguna literatura puede ser rechazada, lo que significa la inhabilitación para que existas. Esa es mi experiencia. Cuando eres niño ya entiendes que hay una opresión lingüística, y no solo de lo que dices, sino también la forma en la que dices algo, la forma en la que te expresas, porque eso crea siempre una relación con el otro y esa relación se ve también atacada. Por ejemplo, los cortes que tenemos entre los palestinos para poder hablar. Yo tengo colegas de Gaza que hace años que no veo, algunos desde el año 2000, porque Gaza está bajo asedio desde el año 2000, no desde el 2006, y no teníamos internet… eso es un corte en la conversación. También, por ejemplo, los checkpoints han cambiado completamente las distancias entre los lugares. Antes entre Ramala y Hebrón era una hora, ahora son tres-cuatro horas. Eso es también una conversación interrumpida.

P. En la pasada feria del libro de Frankfurt su libro fue cancelado. ¿Cómo entiende usted que los libros todavía sufran la censura?

R. Porque es una forma de silenciar. Si tú tienes una cierta narrativa y controlas el lenguaje desde una posición de poder colonial, tú lo que dices es: esta es la historia y el resto no debe existir. Pero cuando aparece otra narrativa, lo que queda claro es que esa narrativa desde el poder no es la única que hay. Pero esto es lo que está pasando también en EEUU donde se están censurando muchísimos libros. EEUU ahora mismo es como Siria, no es mucho mejor. En Siria, el régimen prohíbe libros y en EEUU también se están prohibiendo. Y la idea es esa, porque cuando aparece otra narrativa, descoloca. El colonialismo lo que hace es presentar una cosa contra la otra. Y por eso necesitamos la literatura, para recordar que existen otras cosas. Además, la literatura nos enseña que los libros se relacionan unos con otros. Quiero decir, si tú ves un libro sobre el amor y otro no significa que uno ataque a otro, sino que son dos posibilidades de contar una historia de amor. Pero cuando el lenguaje de la autoridad tiene una narrativa y llegan otro tipo de libros, todo esto salta por los aires.

"El que censura lo primero que está haciendo es censurándose a sí mismo. El libro todavía se vende. Lo que ha hecho la gente, desde la posición más frágil, que es la del lector, ha sido leer el libro"

P. ¿Se sintió controlada cuando fue cancelada en Frankfurt?

R. No, no. Yo lo que creo es que ellos se están controlando a sí mismos sobre lo que van a leer. El que censura lo primero que está haciendo es censurándose a sí mismo. El libro todavía se vende. Lo que ha hecho la gente, desde la posición más frágil, que es la del lector, ha sido leer el libro. Ellos no atacaron a la feria del libro de Frankfurt, ellos lo que dijeron fue, ah, estás atacando el libro, pues lo que vamos a hacer. A ver, el libro no fue censurado por la feria del libro, lo que hicieron fue quitarle el premio y entonces la gente lo que hizo fue decir, ok, gran organización, piensas que no hay que celebrar este libro, bien, pues lo vamos a celebrar leyéndolo.

P. Lo alucinante es que es un libro que había tenido muy buenas críticas en Alemania y de repente…

Eso es lo interesante… Lo que hicieron fue una especie de protección y lo que hace la literatura es lo contrario a la protección. La literatura no protege de nada y la crítica no protege de nada. Pero hubo algunos críticos que no estaban interesados en la literatura, sino en desacreditar el libro por la opinión que ellos tienen del tema. No tuvo nada que ver con los méritos literarios. Y eso es lo que hace también el populismo. Quiero decir, el ataque estaba en otra parte, no tenía nada que ver con la literatura, sino que se usó para otra cosa que es asustar. Eso es fácil y eso es abuso. Es decir, no es un uso de la literatura, sino un abuso de la literatura.

P. ¿Se asustó?

R. No, no, a mí no me asustó lo de la Feria del Libro. A mí lo que me asusta y preocupa es lo que está pasando en Palestina. Me preocupa a dónde vamos a llegar y en qué tipo de seres humanos nos vamos a convertir.

P. Es terrible ver las imágenes…

R. Lo que significa también que da igual lo que sepamos o no de lo que está pasando. De hecho, los crímenes están teniendo lugar cuando estamos sabiendo lo que está pasando. Lo estamos aceptando y normalizando.

placeholder Adanía Shibli durante la entrevista
Adanía Shibli durante la entrevista

P. ¿La literatura puede hacer algo?

R. No pienso que la literatura sea capaz de dar una respuesta a esto. La literatura necesita tiempo para pensar, no es como el periodismo. Es algo que tiene que ver con nuestra humanidad. Yo soy totalmente incapaz de comprender el enorme significado de cada vida que se está perdiendo. Y es algo masivo… Las noticias lo que hacen es reducirlo todo a números, y la literatura no tiene nada que ver con los números. La literatura trata de dar un lugar a estas vidas y transformar toda esa destrucción en algo y para eso es necesario que pase tiempo, es mucho trabajo. Yo confío en que la literatura incluso si puede llegar a transformar a una persona…

P. Hacer algo bueno por la civilización, ha dicho algún escritor.

R. Sí, es una guía ética. En 2000, cuando estaba perdida con lo que estaba pasando en Palestina, porque en Palestina no es solo lo que pasó el año pasado, es que tú creces con todo eso… no es que fuera un paraíso y de repente se pierde, no, siempre es un lugar que te oprime. Y la única cosa que pude hacer fue leer las palabras de otros… Recuerdo leer mucho en esa época a Primo Levi porque me sentía culpable, ya que yo estaba en Jerusalén y mis amigos estaban en ciudades donde se corría mucho más riesgo. Es decir, por qué yo estaba sobreviviendo en Jerusalén, donde el nivel de opresión no es tan grande. Lo que me permitió sobrellevar esto fue la literatura, leer a Primo Levi, sin Primo Levi yo no hubiera sobrevivido. Es increíble cuando tienes un libro que te hace… son las palabras… eso es lo que pienso cuando digo que es una guía ética. Cuando el ser humano no te puede ofrecer más, el libro te lo ofrece.

P. ¿Tiene ese sentimiento ahora?

R. No es el sentimiento de culpa, sino más bien qué puedes hacer, y por qué yo estoy en una mejor situación y ellos no. ¿Significa que soy mejor que ellos? ¿Soy peor? Y puedes caer en la trampa y pensar en esa jerarquía, pero al leer a Primo Levi me ayudó a no caer en esa trampa porque él dice, no caigas en esa trampa que precisamente el opresor prepara para ti.

Foto: Lorenzo Perrone. (EC)

P. El final de Primo Levi…

R. Eso es lo más triste… también le pasó a Sylvia Plath… al escritor de Gaza, Mohammed Younis. Lo que sientes es que a ellos el lenguaje no les salvó. Su libro no salvó a Primo Levi. Ellos me han salvado a mí, pero no les salvaron a ellos. Y eso es duro.

P. Usted ha dicho que lo que más miedo le daba era perder el lenguaje.

R. Sí, ese es el miedo que tengo. Y ahora acepto que no tengo lenguaje para explicar lo que pasa en Palestina. Lo intento, escribo cada día, quedo con lectores… al menos el pequeño lenguaje que puedo tener, me lo guardo para mí. El lenguaje en relación con Palestina… no sé lo que pasar… cuánto va a durar.

P. ¿Habla con colegas de Palestina? ¿Qué escriben?

R. ¡Allí no se escribe sobre lo que pasa porque lo estás experimentando! Y es demasiado doloroso. Estoy en contacto con un grupo de escritores en Gaza con los que estoy trabajando y después de lo que pasó, yo lo voy a llamar Nakba, catástrofe, paramos de escribir. Todos los días estábamos escribiendo, pero paramos porque no podíamos. Unos meses después uno me escribió contándome que era incapaz de escribir y la gente de la revista tampoco. Habían perdido el lenguaje como me pasó a mí. Es que ningún lenguaje puede explicar lo que está pasando. Pero lo seguimos intentando. Estamos compartiendo nuestro dolor de no tener palabras. Todo el mundo está escribiendo sobre Palestina, pero para aquellos que lo viven es imposible.

La escritora palestina Adania Shibli (Galilea, 1974) está en España para presentar su novela Un detalle menor (Hoja de Lata). Ayer tuvo firma en la Feria del Libro de Madrid, además de un acto multitudinario. La autora era conocida: su libro fue censurado en la pasada Feria del Libro de Frankfurt aduciendo que propagaba la violencia contra los israelíes. Aquello la sumió en el desconcierto. Como contrapartida: el libro, que aborda la violación y muerte de una niña palestina en 1949 y el posterior relato de una mujer que conoce el suceso en la época actual, se sigue leyendo en Alemania. Y mucho.

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