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Morir en una playa lejana mientras la marea te arroja arena en los ojos: los días 'D' de Churchill
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Morir en una playa lejana mientras la marea te arroja arena en los ojos: los días 'D' de Churchill

A partir del día 'D' se constataría que Gran Bretaña dejaba de ser relevante en la guerra que habían mantenido al principio en solitario contra la Alemania nazi

Foto: Las tropas americanas un día después del día 'D'. (Fox Photos/Hulton Archive/Getty Images)
Las tropas americanas un día después del día 'D'. (Fox Photos/Hulton Archive/Getty Images)

Primero fue en el estrecho de Dardanelos en 1915, después en un fiordo noruego en 1940, y por último en una playa lejana de Normandía, con el nombre en clave de Sword y Gold, el 6 de junio de 1944. No se puede decir que a Winston Churchill las mareas no le fueran trayendo cada vez más cuerpos flotando sin vida. De todas las tropas que desembarcaron en la Operación anfibia de Overlord, las que peor lo pasaron fueron las de EEUU en Omaha, pero las que más tardaron en avanzar fueron las del ejército anglocanadiense.

Antes, en 1940, en Dunquerque, Gran Bretaña necesitó hasta el último bote de recreo para sacar a su ejército de la maldita playa francesa que barría la artillería del Tercer Reich y cuatro años después, hasta la última ola para volver a desembarcarlo otra vez en Francia. Entre medias, los años que van de 1940 a 1944, había perdido prácticamente todo su imperio de ultramar, que no recuperaría nunca porque así lo acabaría exigiendo su aliado. Singapur, Birmania, Hong Kong, la India Británica, lo que no pudo quedarse Japón, se lo quitaría EEUU a Gran Bretaña con la ONU a partir de 1945.

Lo más interesante de que Churchill pusiera tantas pegas a la superoperación anfibia del día 'D' no es porque hubiera fracasado en las que había intentado con anterioridad, sino porque quería otra guerra, la suya, la que había liderado en el Mediterráneo. Cuando se recuerda el día 'D' se olvida a menudo que los aliados ya estaban en Europa continental desde la Operación Husky y el desembarco en Sicilia.

El mando británico dirigía al ejército aliado en Italia y, en cambio, decidiría muy poco sobre el que desembarcaría en Normandía, liderado por EEUU. Al final, el teatro italiano acabó siendo un bluf, después de varios meses sin poder superar a la Wehrmacht en Montecassino. Los británicos acabarían tirando abajo la Abadía, en donde no estaban los nidos de ametralladoras nazis, y con ella se perdieron los preciados documentos que atesoraba su biblioteca. Se liberaría Roma, pero no se avanzaría desde allí.

El 'premier' británico no se opuso a la operación pero tampoco la apoyó sin reservas

A partir del día 'D' se constataría que Gran Bretaña dejaba de ser relevante en la guerra que habían mantenido al principio en solitario contra la Alemania nazi. Pero por si fuera poco, todavía dio tiempo para una última gran operación conjunta de los aliados en Holanda y dirigida por el general británico Montgomery: Market-Garden, uno de los mayores fracasos de toda la guerra.

Lo explican a El Confidencial Richard Dannatt, exgeneral y exjefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Gran Bretaña, que ha coescrito junto a Allen Packwood historiador y director del Archivo del Centro de Churchill, El Día D de Churchill (Crítica) o mejor dicho, lo que no fue. El premier británico no se opuso a la operación, pero tampoco la apoyó sin reservas: luego quiso subirse físicamente a uno de los barcos que cruzaron esa mañana el Canal de la Mancha.

placeholder 'El día 'D' de Winston Churchill'.
'El día 'D' de Winston Churchill'.

No le dejaron. No le dejaron participar directamente, como tampoco al rey Jorge VI, ni decidir casi nada. Consiguió, eso sí, que el general Dwight Eisenhower contara con su homólogo Charles De Gaulle para la conquista posterior de Francia: en Alto Estado Mayor de EEUU no estaban por la labor, pero acabó accediendo. Antes de eso, la RAF fantaseó con doblegar a Hitler confiando en los brutales y casi diarios bombardeos sobre Alemania. No dejaron piedra sobre piedra, pero no fue suficiente: en Berlín se luchó calle por calle en abril de 1945.

PREGUNTA. Winston Churchill había fracasado como Lord del Almirantazgo en dos ocasiones antes del 'Día D', en la Campaña de Dardanelos en 1915, la Batalla de Galípoli y el intento de desembarcar en Noruega en 1939 en los primeros compases de la guerra. Más que tener miedo a que saliera mal de nuevo, parece que simplemente tenía otras prioridades como la defensa del imperio de ultramar…

RESPUESTA (RICHARD DANNATT). Creo que tienes razón al formular esa pregunta de la forma en que lo has hecho. No hablaré mucho de Galípoli o Noruega, pero debemos recordar que él era el primer Lord del Almirantazgo, y la idea estratégica detrás de ambas operaciones fue suya, pero el fracaso no fue tanto de la concepción como de la ejecución operativa realizada por los comandantes navales y terrestres. Churchill puede ser exonerado hasta cierto punto por el fracaso de ambas, aunque a él le preocupara mucho. Lo que sí le produjo fue su aparente renuencia a respaldar el segundo Frente en Europa, de una manera mucho más amplia. No era solo Gran Bretaña lo que le preocupaba, era el Imperio Británico que se extendía hasta el Lejano Oriente, la India, el interés en Oriente Medio y el Mediterráneo. Poco después de que los alemanes atacaran a Rusia en junio de 1941 y de que los japoneses atacaran a los estadounidenses en Pearl Harbor en diciembre de 1941, supuso un gran consuelo para Churchill porque Gran Bretaña ya no estaba sola. Pero significó también que tuvo que formular objetivos estratégicos de concierto con Stalin y con Roosevelt. De modo que en 1940 tenía control total sobre el destino de Gran Bretaña, pero a partir de 1942 tuvo que trabajar en colaboración con sus aliados. Y trabajar con aliados no fue lo más fácil. Fue necesario celebrar una serie de conferencias internacionales para debatir cuáles eran los grandes objetivos estratégicos. El éxito para Churchill fue lograr que los estadounidenses acordaran una estrategia de Alemania primero, que de otro modo podrían haber sido primero contra los japoneses, porque después de todo, fueron los japoneses quienes habían atacado Pearl Harbor.

ALLEN PACKWOOD. Estoy absolutamente de acuerdo. Además, una de las lecciones que Churchill aprende de Galípoli es que las operaciones de guerra importantes como esta, y particularmente las operaciones de guerra anfibias, son extremadamente complejas y que, por lo tanto, requieren de mucha planificación y preparación y que el momento debe ser absolutamente correcto. El regreso a Francia era una operación increíblemente compleja, algo que está en una escala completamente diferente a las dos operaciones que acabas de nombrar, como Galípoli y Operación Wilfred. Creo que convence al presidente Roosevelt de que, en realidad, a ambos les conviene ver a las fuerzas aliadas en acción, y que al actuar, antes que nada, en el norte de África y luego en Italia, realmente conseguirán experiencia en combate, la moral, el entrenamiento y las tácticas que serán necesarias para la operación, mucho más seria, contra la Fortaleza Europa del Tercer Reich en Francia.

"Una de las lecciones que Churchill aprende de Gallipoli es que las operaciones de guerra anfibias son extremadamente complejas"

P. ¿Es verdad que para 1944 los ingleses, incluyendo a Churchill, creían que podían derrotar al Tercer Reich y ganar con la campaña aérea de bombardeos?

R.D. Sí. Ciertamente, hubo altos comandantes militares que pensaron que la guerra se podía ganar, desde el aire, con la Royal Air Force bombardeando objetivos industriales alemanes por la noche y la Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos bombardeando los mismos objetivos, de día. Pero desafió la lógica fundamental de que, al final, había que poner las botas en el terreno para tomar el territorio que quieres controlar.

placeholder Winston Churchill. (Central Press/Hulton Archive/Getty Images)
Winston Churchill. (Central Press/Hulton Archive/Getty Images)

A.P. También se quería que el Ejército Rojo se recuperara de los golpes iniciales asestados por la Wehrmacht en 1941 y principios de 1942, pero se estaba volviendo cada vez más competente, avanzando de este a oeste. Surgió la pregunta: ¿Hasta dónde habría llegado el Ejército Rojo si no hubieran desembarcado americanos e ingleses? Sabemos que en mayo de 1945 se encontraron aproximadamente en la frontera que dividiría finalmente a Europa, y eso efectivamente se convirtió en el telón de acero. Ese acabó siendo el mapa de Europa desde 1945 hasta poco después de 1989. Podrían doblegarse a Alemania desde el aire, pero en realidad lo correcto era ir al terreno, a pesar de las dificultades, y ocupar Europa por la sencilla razón pragmática de dejarle claro a los soviéticos: ¡Basta ya!

R. D. Una de las razones para ir a Francia era, en realidad, garantizar que toda Europa occidental no cayese potencialmente bajo el dominio soviético. En relación con eso, hay otra preocupación unida a la de las campañas de bombardeos, que es: ¿Si arrasamos por completo toda Europa Occidental quién va a pagarlo en última instancia? Ya en el día 'D', las preocupaciones de Churchill, de Roosevelt y de los políticos están empezando a pivotar hacia la posguerra. ¿Cómo iban a gestionar la reconstrucción?

Una de las razones para ir a Francia era garantizar que toda Europa occidental no cayese bajo el dominio soviético

P. Además de los preparativos militares, en el caso de Churchill, el día D es una preocupación por la política de posguerra.

A.P. Sí, yo encuentro fascinante la relación de Churchill con De Gaulle, porque a nivel personal, eran muy diferentes. Churchill era bajito y voluble, y De Gaulle era más bien alto y silencioso: eran como la antítesis el uno del otro. Pero por supuesto que tenían algo en común, creo que lo que los unía durante todo el período de guerra es que representaban el honor de sus países, aunque De Gaulle vuelve loco a Churchill, con esa especie de negativa a cooperar militar y políticamente y con sus demandas de una especie de estatus igualitario para su gobierno provisional francés. Aunque exasperase a todo el mundo, Churchill, la mayor parte del tiempo, se sentía una admiración a regañadientes por él. El problema es que cuando llega al Día D Churchill se encuentra atrapado entre Francia, por un lado, y Estados Unidos, por el otro, porque Roosevelt tiene claro que no quiere reconocer a De Gaulle como jefe de Francia y por eso no quiere que desempeñe ningún papel en la administración civil de Francia.

La respuesta de De Gaulle a esto, por supuesto, es decir que si no se le permite tener ningún papel en la administración civil, entonces no cooperarán. Churchill se queda atrapado en medio de esto y todo explota, durante el almuerzo del domingo, en el vagón de tren de Churchill en Hampshire, el domingo justo antes del Día D. De Gaulle había llegado en avión en el último momento, para que le informasen sobre la operación. Entonces Churchill sugiere que De Gaulle necesita negociar esto con Roosevelt, a lo que le sigue una gran bronca. Se enoja tanto que incluso amenaza con pedir un avión y enviar a De Gaulle de regreso a su base en Argelia. Sin embargo, en el fondo, Churchill es un gran francófilo. Amaba a Francia. Era un país que había visitado más que ningún otro. Es donde tradicionalmente había ido a pintar, a relajarse. Era un gran admirador de Napoleón, y por supuesto, en última instancia, se comprometió con la restauración de Francia así que apoya a De Gaulle y después del éxito de la operación del Día D, pronuncia un discurso en el que aunque no desdice sus críticas a De Gaulle, sí señala que siempre ha sido y será un gran amigo de Francia.

Primero fue en el estrecho de Dardanelos en 1915, después en un fiordo noruego en 1940, y por último en una playa lejana de Normandía, con el nombre en clave de Sword y Gold, el 6 de junio de 1944. No se puede decir que a Winston Churchill las mareas no le fueran trayendo cada vez más cuerpos flotando sin vida. De todas las tropas que desembarcaron en la Operación anfibia de Overlord, las que peor lo pasaron fueron las de EEUU en Omaha, pero las que más tardaron en avanzar fueron las del ejército anglocanadiense.

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