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La mujer que disparó la escucha de pódcast: "Ahora hay una burbuja, pero se diluirá"
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Entrevista

La mujer que disparó la escucha de pódcast: "Ahora hay una burbuja, pero se diluirá"

Nuria Pérez lanzó el pódcast 'Gabinete de curiosidades', que enseguida atrajo la atención de los oyentes y se llegó a escuchar en los hospitales. Acaba de publicar su primera novela, 'No tocarás'

Foto: La escritora y autora del podcast 'Gabinete de curiosidades', Nuria Pérez. (Asis Ayerbe)
La escritora y autora del podcast 'Gabinete de curiosidades', Nuria Pérez. (Asis Ayerbe)

Poco antes de que el mundo se parara con la pandemia, Nuria Pérez y su equipo de publicistas pusieron en marcha el pódcast 'Gabinete de curiosidades'. Todavía en aquel entonces era una rara avis. Primero, por ser un pódcast - la palabra estaba en boca de casi nadie-, segundo, por contar historias periféricas, aquellas alejadas de los protagonistas de los grandes acontecimientos, y tercero, por reivindicar un tono lento, calmado y de reflexión en un mundo que ya iba a toda velocidad y que nos tenía a todos enfrentados en las redes sociales. Y triunfó. 'Gabinete' se escuchaba hasta en los hospitales y poco después, cuando la pandemia comenzó a diluirse, su retransmisión en vivo llenó incluso teatros.

“Tuvimos una parte de suerte y de llegar los primeros. Ahora hubiera sido mucho más difícil. Pero éramos un grupo de publicistas y solemos llegar antes que los demás porque nos gusta mucho innovar y arriesgar. Éramos también una flor negra en un mundo de blancos. De pronto la gente dijo, qué calma, qué sosiego, qué moderación. Hubo mucha empatía con el tono. Y luego tengo la suerte de tener una plataforma de gente super riquiña y super dispuesta que lo dieron todo. El crowdfunding tuvo un éxito superrápido, llenamos el teatro, vino gente de toda España… En un momento en el que vemos a mucha gente acomodarse, también se agradece ver que hay gente que acepta desafíos porque eso aspira a hacerlo tú también”, explica Pérez a El Confidencial.

La charla tiene lugar porque esta gallega pionera del pódcast y de las últimas innovaciones en audio en nuestro país -también tiene proyectos de bookcast-, que también da charlas sobre creatividad (tiene varias campañas publicitarias premiadas), acaba de publicar su primera novela, No tocarás (Salamandra), en la que, de alguna manera, sigue el estilo de 'Gabinete'. Son tres historias de tres mujeres, Mary, Adela y Marta, separadas en el tiempo -la primera de ellas vive en 1873, las otras dos en 1998- y el espacio -la primera en el Alexandra Palace de Londres y la tercera en Madrid -pero a las que les unen objetos históricos y un fino hilo que va sujetando toda la novela (y que mantiene la atención del lector). Una vez más, la historia periférica del Hecho con mayúsculas. Precisamente, por este tipo de estilo hay quien la ha comparado con Malcolm Gladwell, el autor de libros como El punto clave o Inteligencia intuitiva en los que rastrea historias periféricas para desbrozar la psicología y el comportamiento humano.

placeholder 'No tocarás', de Núria Pérez (Salamandra).
'No tocarás', de Núria Pérez (Salamandra).

“Siempre me gusta empezar por los escenarios y los objetos que había en esos escenarios. Y busco escenarios que no sean habituales”, relata. Le atraen los personajes que no protagonizan la Historia, los que no están en los titulares de los libros porque “creo que son depositarios de mucha más verdad”. Reconoce que tiene que ver con su enorme curiosidad por las cosas. “Me interesa todo. No cambié desde los dos años. Hago mil preguntas. Me gusta ocupar mi tiempo aprendiendo de cualquier cosa. Y siempre intento fijarme en los que están alrededor. Soy un poco heredera de Joan Didion. Los protagonistas me cargan. Me interesa la periferia que hace posible que los eventos históricos sucedan. Del Alexandra Palace me interesa la mansión que había al lado, como era la vida de la niñera, eso es lo interesante”, señala.

En la novela también ocurre algo que es muy distintivo de sus pódcast: la magia del tiempo lento, de cuando no había redes ni WhatsApp ni había que contestar con celeridad a un mensaje. La época en la que todavía te llamabas por teléfono. “Era importante ambientarla antes de las redes e internet porque las relaciones amorosas eran mucho más mágicas. Ahí está el cine para demostrarlo. No se han vuelto a hacer romcoms [comedias románticas] como las que se hacían en los noventa. Antes dependíamos mucho más de la serendipia y del destino, las cosas llevaban mucho más tiempo. Ahora mismo la historia de Marta y V con cuatro investigaciones en Google se habría resuelto. Quería mantener esa magia”, sostiene.

"Los protagonistas me cargan. Me interesa la periferia que hace posible que los eventos históricos sucedan"

Es curioso que esto lo diga alguien a quien le fascinan las nuevas tecnologías y la innovación. Alguien que, por su trabajo, está en las antípodas del ludismo. “Es obvio que el pasado no fue mejor en cuanto a la tecnología y a mí me encanta lo nuevo… pero sí creo que en cuanto a las relaciones sociales estas sí han empeorado con la tecnología”, sostiene. Y pone algunos ejemplos que tienen que ver con las apps de citas o las apps de mensajes. “Ya no solo porque no nos miramos a los ojos, sino por la inseguridad con la que nos enfrentamos a una relación, ya que competimos con 700 personas perfectas, filtradas y editadas. Lo del Tinder hace que ya no nos baste lo que tenemos enfrente porque siempre pensamos que va a haber algo mejor. Ya no hacemos el ejercicio de empatía, de pensar, bueno, esta persona no será perfecta pero tiene esto. Y antes tampoco tenías el comodín de los emoticones para expresar emociones intensas”. De hecho, llamar por teléfono para personas jóvenes como sus hijas adolescentes es un verdadero suplicio. “Lo ven como una intromisión tremenda… Y es una pena porque no es solo que hayamos perdido la conversación, sino que también hemos perdido el silencio… Ahora hay que contestar de forma inmediata, no hay tiempo para la reflexión y para sopesar lo que te acaba de decir alguien”, comenta.

En la novela sí hay este tiempo. Como en el pódcast, cuyos capítulos constaban de una hora en la que podían transcurrir décadas y siempre con mucha atención a los detalles, a lo que siempre se nos suele pasar por ir demasiado deprisa. De ahí el éxito de las cuatro temporadas de 'Gabinete', que terminaron de la misma forma en la que llegaron. Sin aspavientos. “Nosotros reivindicábamos los tiempos lentos, estar media hora sopesando un tema, afrontar un tema con diferentes puntos de vista… Y después de cuatro temporadas pensamos que ese mensaje ya estaba lanzado. Y sí, hubo mucha gente dispuesta a hacer ese tipo de viaje con nosotros. Y quien no quisiera recogerlo no lo iba a recoger por muchas temporadas que hiciéramos. Seguir hubiera sido acomodarse en lo exitoso y eso hubiera sido una mentalidad muy perezosa. La primera que tiene que sentir que está viviendo un desafío soy yo. Y tuve la suerte de que quien me rodeaba compartía conmigo la misión y así acabó”, explica sobre el punto y final cuando el pódcast estaba afianzado y en lo más alto.

Nadie aprendió nada

Pese a lo exitoso del pódcast, a ese interés de mucha gente por rebajar las revoluciones durante aquellos años pandémicos y por dejar de lado la polarización y el enfrentamiento, Pérez es de las que piensa que “no aprendimos nada”. Que de eso de salir mejores -el eslogan del Gobierno aquellos meses- nada de nada.

“Hemos vuelto a las andadas como si aquello no hubiera pasado. En cuanto salimos a la calle volvimos a enfrentarnos, al escarnio, a la polarización, divisiones…”, manifiesta. Y además con las redes sociales -no olvidemos los WhatsApp o Telegram- más potentes que nunca con un algoritmo cada vez más listo y más feroz. “El algoritmo asesinó a la serendipia que teníamos en los noventa. Nos lleva por donde quiere. Ha sustituido cada vez más el calor humano… Y hace que nuestro mundo sea cada vez más restringido y más pequeño”, sostiene.

"El algoritmo asesinó a la serendipia que teníamos en los noventa. Nos lleva por donde quiere. Ha sustituido el calor humano"

De ahí que se interesara por el mundo de la novela. Pérez tiene una gran capacidad para recordar citas de autores y son varias las que intercala en esta charla. “Decía Juan Gabriel Vásquez que la calidad de una democracia se mide en función de la ficción. Ahí radica la misión que yo tenía con esta novela. En este momento en el que nuestro mundo es cada vez más reducido a nuestro entorno y de que si te ha gustado esto, te gustará esto otro, eso me parece un cáncer porque ya no exploramos. La ficción te pide pararte y meterte en el lugar de una persona totalmente lejana a ti, y ese ejercicio de empatía yo creo que luego te lo llevas a la calle. Cuanto más sigamos ejercitando la empatía que nos regala la ficción, más cerca estaremos de terminar con esa polarización”, apostilla. Eso sí, no se deja llevar por la utopía. “No, apagar el algoritmo ya no es posible. El mundo no va por ahí. Y no es solo por la gente joven. Hay gente mayor super enganchada a las redes”, indica.

Tras esta novela, esta mujer creativa va a seguir explorando la ficción literaria… y los pódcast. Tiene ya en marcha dos para el año que viene con su equipo. Es consciente de que si bien hace cuatro, cinco años el mundo del pódcast apenas se había tocado ahora hay un aluvión. Casi cualquier cosa se convierte en pódcast. Hasta una charla en casa con tu amiga (y algunos triunfan). Y ya hay festivales muy interesantes sobre el tema como el brillante Estación Pódcast. No le preocupa esta marea podcastera. “Todos los universos cuando nacen tienen un momento burbuja y todo el mundo quiere ponerse a hacer eso. Pero todo eso se va a ir diluyendo. Y poco a poco se irá quedando lo que brilla en ese medio. Cuando alguien viene y me dice que quiere hacer un pódcast yo siempre les pregunto: por qué quieres hacer un pódcast. Porque a lo mejor tú no necesitas un pódcast y lo que te va bien es un canal de Instagram”. Lo sabe alguien que fue de las primeras en tocar esa tecla… y acertar.

Poco antes de que el mundo se parara con la pandemia, Nuria Pérez y su equipo de publicistas pusieron en marcha el pódcast 'Gabinete de curiosidades'. Todavía en aquel entonces era una rara avis. Primero, por ser un pódcast - la palabra estaba en boca de casi nadie-, segundo, por contar historias periféricas, aquellas alejadas de los protagonistas de los grandes acontecimientos, y tercero, por reivindicar un tono lento, calmado y de reflexión en un mundo que ya iba a toda velocidad y que nos tenía a todos enfrentados en las redes sociales. Y triunfó. 'Gabinete' se escuchaba hasta en los hospitales y poco después, cuando la pandemia comenzó a diluirse, su retransmisión en vivo llenó incluso teatros.

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