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Cuando Líbano fue una potencia aeroespacial y lanzó a la estratosfera varios cohetes
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hasta el 24 de noviembre

Cuando Líbano fue una potencia aeroespacial y lanzó a la estratosfera varios cohetes

Esa es la historia que cuenta una de las películas de la exposición en Venecia 'Mis fantasmas son los tuyos', que reúne filmes de creadores árabes de una veintena de países, desde Palestina y Líbano a Bangladés y Lesoto

Foto: Fotograma de 'Lebanese Rocket Society' (2012), película de animación de Joana Hadjithomas y Khalil Joreige.
Fotograma de 'Lebanese Rocket Society' (2012), película de animación de Joana Hadjithomas y Khalil Joreige.
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A principios de los años 60, un grupo de científicos consiguió meter a Líbano en la carrera espacial. Bajo la supervisión de un tal profesor Manougian, un científico armenio, fueron construidos varios cohetes y uno de ellos, el Cedar 4, fue lanzado en 1963 a la estratosfera.

Esa historia olvidada fue rescatada en 2012 por dos cineastas libaneses, Joana Hadjithomas y Khalil Joreige, quienes la plasmaron en un filme de animación en el que también jugaron a imaginar qué habría sido del país si se hubiera convertido en una potencia espacial.

Por su parte, el cineasta palestino Raed Andoni se ha visto perseguido durante 25 años por una imagen: la de él mismo, con 18 años, sentado en el centro israelí de detención Al-Moskobiya, en Jerusalén, esposado y con la cabeza tapada con una bolsa. Forzando la vista, por la parte de abajo de la bolsa, llegó a ver las zapatillas blancas de un hombre que se alejaba, mientras escuchaba puertas de metal que se abrían y se cerraban y oía pasos que se aproximaban y se distanciaban.

Pero se trataba de recuerdos fragmentados, Andoni no sabía cuánto había de realidad y cuánto de imaginado en sus memorias. Así que decidió poner un anuncio en un periódico de Ramala en busca de personas que también hubieran estado recluidas en Al-Moskobiya. Y, entre todos, pusieron en pie una réplica de las salas de interrogatorios y de las celdas de ese centro y recrearon las terribles situaciones que allí vivieron. El resultado de todo eso fue una película increíble estrenada en 2017 y titulada Ghost Hunting (Cazando fantasmas).

placeholder Entrada a la exposición 'Tus fantasmas son los míos', en el Palazzo Franchetti en Venecia. (Daniele Nanesso/Museos de Qatar)
Entrada a la exposición 'Tus fantasmas son los míos', en el Palazzo Franchetti en Venecia. (Daniele Nanesso/Museos de Qatar)

Las imágenes en movimiento son un gran medio para contar historias del pasado, del presente y del futuro, historias basadas en una realidad social o en una ficción onírica, historias de países devastados por guerras, que saben muy bien lo que significan el exilio y la migración y que aún se están reinventando tras años de pasado colonial. Y más aún cuando esas historias se cuentan deconstruyendo la idea tradicional de narración, a través de un lenguaje propio y alejado del de la industria cultural.

De eso va Tus fantasmas son los míos, una exposición que hasta el 24 de noviembre próximo (coincidiendo con la Bienal de Arte) reúne en el fastuoso Palazzo Cavalli-Fraschetti de Venecia alrededor de medio centenar de películas y vídeo-instalaciones que exploran el espacio y el tiempo del mundo árabe, desde África hasta Asia meridional. La muestra reúne -el trabajo de creadores de Marruecos, Etiopía, Líbano, Siria, Lesoto, Qatar, Palestina, Mauritania, Yemen, Indonesia, Bangladés…

“La exposición es una cartografía de cineastas y artistas árabes que están explorando nuevos modos de expresarse y de narrar su relación con el mundo. Son de algún modo pioneros”, asegura Matthieu Orlean, colaborador habitual de la Cinemateca Francesa y comisario de esta muestra.

Tus fantasmas son los míos es una exposición fascinante que permite al visitante descubrir nuevos lenguajes audiovisuales, ya sea a través de películas de ficción, de animación, documentales, autobiográficas... La muestra (gratuita en una Venecia en la que ya te cobran casi hasta por respirar) se articula en torno a diez salas temáticas, con la peculiaridad de que el montaje de cada sala es muy distinto.

placeholder Vista general de una de las salas de la exposición 'Tus fantasmas son los míos'. Entrada a la exposición 'Tus fantasmas son los míos', en el Palazzo Franchetti en Venecia. (David Levene/Museos de Qatar)
Vista general de una de las salas de la exposición 'Tus fantasmas son los míos'. Entrada a la exposición 'Tus fantasmas son los míos', en el Palazzo Franchetti en Venecia. (David Levene/Museos de Qatar)

La primera sala está consagrada al desierto, uno de los grandes mitos de la cultura árabe. Para la literatura árabe, el desierto es algo a la vez sagrado y a la vez profano, un lugar en el que ocurren cosas irreversibles: un peregrinaje, una revelación, una prueba que superar… Es un espacio metafísico que los cineastas contemporáneos han convertido en propio, pero abordándolo con nuevas narrativas. ¿Una prueba? En Abou Leila (2019), el cineasta francoargelino Amin Sidi-Boumédiène analiza el tema de las heridas y traumas que provoca la exposición a la violencia a través de la historia de dos policías, amigos desde la infancia, que buscan en el desierto a un peligroso terrorista, Abu Leila, mientras uno de ellos se encuentra en una situación de través fragilidad emocional por toda la sangre y las matanzas que ha visto a lo largo de los años. Y en Land of Dreams (2021), las iraníes Shirin Neshat y Shoja Azari imaginan un mundo en el que existe una oficina del Estado que graba los sueños de la gente para poder controlarla mejor y un lugar secreto en el desierto en el que se refugian los revolucionarios iraníes.

Pero si el desierto es uno de los conceptos más potentes de la cultura árabe, las ruinas (como resultado de la guerra) también lo son, y a ellas está dedicada la segunda sala de Tus fantasmas son los míos. Ahí se muestra por ejemplo una obra de Lida Abdul, una artista afgana que abandonó su país tras la invasión soviética de 1979 y vivió en India y Alemania antes de inmigrar a Estados Unidos: en su loop de cuatro minutos titulado Dome (Cúpula) muestra a un chico vagando por un paisaje bélico: una mezquita sin techo.

El fuego es el protagonista de la tercera sala. Fuego en forma de hoguera en torno a la cual se reúnen las comunidades al caer la noche, fuego como sinónimo de la destrucción de la guerra como el de The Cave (2019), una película de la cineasta siria Feras Fayyad en la que se cuenta cómo los bombardeos y los ataques con armas biológicas obligaron a varios equipos médicos a establecer hospitales subterráneos en cuevas. Y fuego como sinónimo también de revolución, como se puede comprobar en Harza (2022), del cineasta americano-egipcio Lofty Nathan, que recrea la vida del joven tunecino que, desesperado ante las injusticias que sufría, terminó quemándose a lo bonzo y dando pie a la Primavera Árabe.

placeholder Una de las películas que forman parte de la exposión 'Mis fantasma son los tuyos'. (David Levene/Museos de Qatar).
Una de las películas que forman parte de la exposión 'Mis fantasma son los tuyos'. (David Levene/Museos de Qatar).

Y, por supuesto, no faltan las fronteras en la exposición, entendidas en su sentido literal, pero también como microcosmos en los que refugiarse o como espacios prohibidos. En el corto Bab Sebta (Ceuta’s Gate, 2019), el marroquí Randa Maroufi reconstruye situaciones de tensión que se producen en la frontera entre Ceuta y Marruecos utilizando marcas realizadas con tiza en el suelo, similares a las que usan los niños para sus juegos, para reproducir esa frontera y sus espacios.

El exilio no podía faltar en una exposición sobre cineastas árabes, y en Tus fantasmas son los míos está. Muchos de los cineastas presentes en esta muestra y nacidos en Palestina, en Siria o en Kenia son ellos mismos exiliados. “Estos cineastas han generado un tercer espacio cinematográfico que no corresponde ni a su país de nacimiento ni al país (elegido o no) en el que desarrollan su vida diaria, sino a un barullo de ambos en el que se mezclan perspectivas íntimas, familiares, sociales y lingüísticas”, explica el comisario Matthieu Orlean. En Don’t get too Comfortable (2021) Shaima-Al Thamimi, una yemení nacida en Kenia y residente en Qatar, comparte una carta a su abuelo en la que refleja el viaje de su familia. Y en Fata Dayi (2021) la cineasta mexicano-etíope Jessica Beshir explora la vida de un joven etíope que sueña reunirse con su madre, quien tomó un barco en el Mar Rojo rumbo a Arabia Saudí siendo él niño.

Se trata en total de casi medio centenar de películas de creadores procedentes de una veintena de países árabes, y cuyos trabajos han sido producidos, coproducidos o promovidos por el Instituto de Cine de Doha -una organización cultural independiente y sin ánimo de lucro establecida en 2010 que financia la producción de filmes de cineastas árabes y que desde su creación en 2010 ha apoyado la realización de más de 800 películas- o cuyas vídeo-instalaciones forman parte del Museo Árabe de Arte Moderno (Mathahf).

Y la exposición Mis fantasmas son los tuyos desata el apetito de saber más de esos creadores árabes y de sus obras.

A principios de los años 60, un grupo de científicos consiguió meter a Líbano en la carrera espacial. Bajo la supervisión de un tal profesor Manougian, un científico armenio, fueron construidos varios cohetes y uno de ellos, el Cedar 4, fue lanzado en 1963 a la estratosfera.

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