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Los dos golpes de Estado del franquista y demócrata Gutiérrez-Mellado: traidor o héroe en el 36 y en el 81
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Los dos golpes de Estado del franquista y demócrata Gutiérrez-Mellado: traidor o héroe en el 36 y en el 81

El Golpe de Estado del 36 no le costó la vida de milagro. Cuando llegaron los Guardias Civiles al congreso el 23F, se enfrentó a Tejero. Fue el héroe de la democracia

Foto: Momento en el intento de golpe de Estado del 23F. (EFE/ARCHIVO/Manuel)
Momento en el intento de golpe de Estado del 23F. (EFE/ARCHIVO/Manuel)

Palacio de Congresos de Madrid. Seis de la tarde del 23 de febrero de 1981. El teniente coronel de la Benemérita Antonio Tejero entra con un grupo de Guardias Civiles armados y asalta la tribuna de oradores para dirigirse a los diputados. En ese momento, el casi anciano Gutiérrez Mellado, a la derecha de Adolfo Suárez, porque ocupa el cargo de vicepresidente, se levanta de su asiento y se va directo a la tribuna para obligarle a que deponga las armas y cese en su actitud.

Lo hace como vicepresidente del Gobierno y como superior, porque es teniente general del ejército. Varios guardias se abalanzan sobre él para rodearlo y suena el primer disparo. Acto seguido, los asaltantes comienzan a ametrallar el techo. Todo el mundo al suelo.

El teniente general Gutiérrez-Mellado, el Guti, como le conocen todos en el ejército, ¿es un traidor como le tildaron muchos de sus compañeros? Justo después de la ráfaga y de ordenar que cese el fuego, Tejero baja de la tribuna e intenta zancadillear al ya casi anciano, pero este no cae y en ese momento, el airado golpista retrocede. Es quizás la imagen más heroica de toda la historia de la democracia española. La protagoniza un militar franquista.

Es quizás la imagen más heroica de toda la historia de la democracia española. La protagoniza un militar franquista

¿Un traidor Gutiérrez-Mellado? Si había habido ruido de sables en los cuarteles en 1981, era entre otras cuestiones por la actitud del vicepresidente de Adolfo Suárez, por la legalización del Partido Comunista, por la inacción del Gobierno con el terrorismo de ETA, por la Ley de Amnistía que había sacado de la cárcel a los terroristas del Grapo, FRAP, y la misma ETA y que serviría también para que no se pudiera juzgar al Billy el Niño, el policía torturador de la DGS durante la dictadura, ni a Santiago Carrillo por su responsabilidad en la matanza de Paracuellos.

Resulta que en otro golpe de Estado, el del 18 de julio de 1936, el entonces teniente de Artillería Gutiérrez-Mellado, sí estaba a favor de los golpistas, mientras que el 23 de febrero de 1981, el compañero de armas de la Guerra Civil, según un sector que resultó ser claramente minoritario, traicionaba al alzamiento y a la memoria de los caídos. Básicamente, un resumen de lo que vino a ser la Transición. Pero, ¿y si Gutiérrez-Mellado hubiera traicionado a sus compañeros en el mismo golpe de Estado del 18 de julio de 1936?

Ahora, un nuevo libro, La guerra encubierta. Operaciones secretas, espías y evadidos en la Guerra Civil Española (Arzalia), aborda la confusa historia y actividad como quintacolumnista de Gutiérrez-Mellado en el Madrid rojo junto a otras tantas excelentes historias de la Guerra Civil. Los autores, Alberto Laguna y Victoria de Diego, que mantienen una popular cuenta en Twitter sobre historias de la Guerra Civil desconocidas, @gueraenmadrid, narran en La guerra encubierta, una gran cantidad de episodios apasionantes y trágicos de esa España dividida en la que se estaba en un bando o en otro.

placeholder Portada de 'La guerra encubierta'.
Portada de 'La guerra encubierta'.

Es bastante actual, aunque en la introducción ellos mismos adviertan que no es a favor de ninguno de esos bandos. Hay historias de republicanos y nacionales divididas en varios bloques que abordan evasiones de un territorio a otro, operaciones encubiertas y actividades de espionaje, del piloto Félix Urtubi que robó un caza nacional de Tetuán para aterrizar casi sin combustible en zona republicana a Alejandro Goicoechea que entregó a los nacionales los planos del cinturón de Hierro de Bilbao que él mismo había diseñado.

El papel de Gutiérrez Mellado durante la guerra fue siempre objeto de algunas suspicacias debido a la propia naturaleza de sus peripecia

Destaca la historia de Gutiérrez-Mellado, cuyo papel durante la Guerra Civil fue siempre objeto de algunas suspicacias debido a la propia naturaleza de sus peripecias, ya que sobrevivió al fallido alzamiento en Madrid y a las sacas de Paracuellos estando preso en la cárcel de San Antón, además de conseguir pasarse a territorio nacional después de formar parte de la red de la Quintacolumna en Madrid.

Alberto Laguna y Victoria de Diego, ahondan especialmente en la historia de su primer intento de huida hacia la zona nacional nada más producirse el golpe y en donde cuestionan el propio relato que proporcionó durante años Gutiérrez-Mellado: el que dio nada más pasarse al territorio nacional en 1938 y el de 1940 cuando se instruyó la Causa General.

La historia es la siguiente. El entonces teniente Gutiérrez-Mellado servía en el Regimiento de Artillería a Caballo situado en los cuarteles de Campamento. Sin ser propiamente falangista porque no estaba afiliado al partido simpatizaba con las ideas de José Antonio y, tal como recordarían algunos compañeros, después maniobró según las consignas de los días previos en el regimiento con discreción pero decididamente.

Más allá del Cuartel de la Montaña, el principal foco de la rebelión militar en Madrid que lideró el general Joaquín Fanjul, en la capital hubo otras guarniciones que intentaron sumarse al golpe, como fue el caso de la zona de Campamento en la carretera de Extremadura —donde siguen existiendo varios cuarteles del Ejército—. Una de ellas fue la de Artillería a Caballo en donde servía el Guti que entre los días 17 y 20 intentó sublevar la zona para ayudar de hecho a Fanjul en el Cuartel de la Montaña.

No tienen éxito y una vez que cae la principal rebelión en la capital y se comienza a desmoronar todo el entramado alrededor en los cuarteles de Zapadores, el aeródromo de Cuatro Vientos, etcétera, la mayoría de la tropa sublevada, como es el caso del Regimiento de Artillería a Caballo, decide entregarse.

No es el caso de Gutiérrez-Mellado que se decide a atravesar junto a cuatro compañeros la zona de los cuarteles y llegar a Villaviciosa de Odón donde veranea con su familia y donde tiene fuertes vínculos que le pueden ayudar a esconderse para poder huir a Segovia, que sí está en manos de los nacionales, tal y como explican en La Guerra Encubierta, Alberto Laguna y Victoria de Diego.

placeholder Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente 1º y de Asuntos de Defensa, felicita a Adolfo Suárez González, presidente del Gobierno, después de haber conseguido la confianza de la Cámara.
Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente 1º y de Asuntos de Defensa, felicita a Adolfo Suárez González, presidente del Gobierno, después de haber conseguido la confianza de la Cámara.

Gutiérrez-Mellado sale de Campamento junto a los capitanes Jesús Ávila Contreras y Marcelino Díaz Sánchez, los hermanos tenientes José y Rafael García-Benítez y un soldado perteneciente a la Falange de Sevilla, Alfonso Olivares Urrea. La huida no les duraría ni dos días porque pocas horas después todos serían detenidos. Todos a excepción de Gutiérrez-Mellado. Los capitanes y los tenientes serían fusilados, salvaría la vida milagrosamente el soldado Olivares además, claro está, del Guti, que a diferencia de sus compañeros estaría escondido aún varios días. ¿Qué ocurrió en esas horas para que sus compañeros cayeran tan rápido y él no?

Según el futuro teniente general, tras una penosa marcha escondiéndose en todo momento de la aviación, llegaron a Villaviciosa en donde tenía los contactos que podían ayudarlos. Así, mientras él se encamina al pueblo a la casa de unos familiares para enlazar con las autoridades municipales —que son republicanas— deja a sus compañeros "ocultos y seguros en un pinar". Sin embargo, son localizados por unas milicias de Madrid rápidamente que los quieren fusilar en el acto.

Otra versión: según Luis Serrano de Pablo que había sido compañero del Guti en Artillería y que trabajó para los servicios secretos franquistas, aseguró mucho años después —según recogen Laguna y de Diego— que el propio Guti le contó posteriormente lo siguiente:

"Después de una arriesgada, fatigosa y larga caminata, llegaron los seis a Villaviciosa, todavía de día donde escondió a sus compañeros en un bosquecillo mientras él se refugiaba en casa de una niñera con el objeto de recabar víveres y ropa para la marcha que iniciarían al anochecer. Tumbado en una cama y pensando en el plan a seguir, se había quedado frito (…) Me contó Manolo que cuando despertó se habían llevado ya las milicias del pueblo a sus compañeros de aventura a Madrid detenidos".

El caso es que en Villaviciosa de Odón, el Guti parlamentó con las autoridades republicanas y posteriormente, tras ser descubiertos sus compañeros y deslavazado el plan seguiría escondido en la misma localidad hasta agosto momento en el que decidió entregarse, con la historia de haber estado allí todo el tiempo, omitiendo toda la peripecia de su papel en el Regimiento de Artillería durante la sublevación de Campamento. Alberto Laguna y Victoria de Diego se hacen preguntas interesantes ante lo confusa que resulta la historia del militar en esas horas cruciales.

¿Por qué solo él permaneció en libertad mientras que el resto fueron puestos a disposición de la justicia republicana?

"¿Por qué de todos sus compañeros sólo él permaneció en libertad mientras que el resto fueron puestos a disposición de la justicia republicana? ¿Sus relaciones en Villaviciosa de Odón eran tan fuertes como para que el alcalde socialista le permitiera esconderse en el pueblo a diferencia de lo que pasó con sus compañeros de huida?" Y atención la pregunta más peliaguda de todas que convertiría a Gutiérrez-Mellado en traidor en 1936: "¿Pudo haber delatado la ubicación de sus compañeros a las milicias locales a cambio de evitar su arresto? ¿La buena sintonía que tenía con el PSOE local le salvaría la vida?". Laguna y De Diego afirman en su obra que aunque no hay más datos, todos los descendientes del grupo de la huida consideran muy sospechosa su maniobra en Villaviciosa de Odón.

Después de eso el Guti tuvo tanta suerte como audacia: se entregó ya en agosto como militar desafecto, no golpista obviando toda la historia de Campamento y de la huida. A pesar de que en el Ministerio del Ejército tenían datos sobre su papel en la insurrección, en la DGS no sabían nada, por lo que no fue catalogado de golpista lo que le evitó que le fusilaran en el acto.

Aún así, como tantos otros militares que se habían entregado tuvo que esquivar las sacas de Paracuellos: tuvo suerte porque llegó a estar en una de las listas de San Antón, pero fue justo una de las que detuvo el Ángel Rojo, Melchor Rodríguez. Después mintió en el juicio y cuando se cruzaron los datos con el ministerio de la Guerra y fueron a por él ya había salido y estaba escondido en Madrid. Pasó por la embajada de Panamá y formó parte de la Quinta columna ayudando a evadir a otras personas en la capital. A él no dejaron de buscarle pero no le encontrarían nunca y en 1938 pasó definitivamente a zona nacional.

El Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 no le costó la vida de milagro y cuando llegaron los guardias civiles al Congreso el 23 de febrero de 1981 no se acojonó y se enfrentó a Tejero. Gutiérrez-Mellado fue el héroe de la democracia y a lo mejor, esa vez, también sabía algo.

Palacio de Congresos de Madrid. Seis de la tarde del 23 de febrero de 1981. El teniente coronel de la Benemérita Antonio Tejero entra con un grupo de Guardias Civiles armados y asalta la tribuna de oradores para dirigirse a los diputados. En ese momento, el casi anciano Gutiérrez Mellado, a la derecha de Adolfo Suárez, porque ocupa el cargo de vicepresidente, se levanta de su asiento y se va directo a la tribuna para obligarle a que deponga las armas y cese en su actitud.

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