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La "Ley Hughes": alcanzar la elocuencia con información incompleta
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Juan Soto Ivars

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La "Ley Hughes": alcanzar la elocuencia con información incompleta

Pensando en las carencias del artículo, llamaré "Ley Hughes" a esa actitud en la que todos los columnistas que tratamos de escribir con gracia y elocuencia caemos alguna que otra vez

Foto: Micrófonos usados en una rueda de prensa. (Europa Press)
Micrófonos usados en una rueda de prensa. (Europa Press)
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El espadachineo entre columnistas suele divertir al público, así que no voy a ahorraros el que me incumbe. El duelo empieza cuando un escritor al que admiro lee mi artículo del sábado pasado. Es Hughes, quien nos explica en La Gaceta que existe algo llamado la "ley Soto Ivars", que establece que si yo escribo sobre un tema de apariencia tabú es porque el riesgo social ya ha dejado de existir.

Sería mi acto de presencia en un debate el punto de colapso que anuncia el fin de la espiral del silencio, en el mejor de los casos, y en el peor me estaría llamando oportunista o cobardica. Como si yo esperase a que se apague el fuego para salir con mi manguerita. Recomiendo la lectura del artículo de Hughes, porque es muy divertido. Y hasta lo acompaña con un gráfico:

placeholder Gráfico de Hughes
Gráfico de Hughes

Bien. Si otro al que lea menos vierte una maldad sobre mi trabajo, no contesto, pero Hughes me gusta y me tomo su ley como un honor que merece una respuesta. Estoy de acuerdo en que no existe hoy un grave riesgo por hablar sobre los problemas parejos a la inmigración. Ni hoy, ni ayer.

De hecho, no existe un grave riesgo por hablar de nada mientras uno eluda cometer delitos tipificados, no sea un cabestro absoluto y tenga suficientes lectores como para resultar rentable a un periódico en la polémica. Cuando yo lo hice el sábado, solo fui trending topic con mucha gente llamándome racista y otra que agradecía que tocase un tema complejo sin pudrirlo con tópicos xenófobos y nacionalistas.

Pero son las reacciones negativas las que le dan la razón a Hughes: la masa que hace los trending topics no lee lo que tú escribes, sino lo que sus prejuicios le dictan, así que no hay peligro por escribir de ningún tema en absoluto. Tú escribe, matiza, explica y desarrolla argumentos, que siempre habrá alguien que te acuse.

Si Hughes hubiera tenido más información sobre mi trabajo, no habría podido escribir su artículo, o le hubiera quedado más largo y menos gracioso

El problema viene cuando Hughes añade que he llegado hoy a puertos como la cultura de la cancelación o el feminismo, que son mis intereses constantes desde que empecé en el columnismo allá por 2013. El año 17, de hecho, publiqué uno de los primeros libros en español sobre la cancelación, que ni siquiera se llamaba así, con lo que tuve que ponerle un nombre diferente: poscensura.

Y lo mismo con el feminismo hegemónico. ¿Para qué me habré metido yo en 'fregaos' con temas devorados por la espiral del silencio como las denuncias falsas en violencia de género, las locuras del Ministerio de Igualdad de Montero, la asimetría penal, la justicia paralela del "Me Too" o el "tour de la Manada", si Hughes no me estaba leyendo? Si quería hacerme sentir como un niño pequeño que descubre en el escenario que su padre no ha asistido a la función, lo ha conseguido.

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Pero uno no debe escribir jamás desde la herida de la vanidad sangrante o la envidia por la repercusión de un compañero, de modo que intentaré devolver el honor de una forma tan útil como la suya. Pensando en las carencias del artículo que me dedica, llamaré "Ley Hughes" a esa actitud en la que todos los columnistas que tratamos de escribir con gracia y elocuencia caemos alguna que otra vez.

Para que se entienda bien, yo también he hecho un gráfico:

placeholder Ley Hughes. (Elaboración propia)
Ley Hughes. (Elaboración propia)

La Ley Hughes establece que para alcanzar la elocuencia perfecta en una columna de opinión es preciso omitir o ignorar una parte de la información. Cuanto más a fondo penetra uno en un tema, menos posibilidades tiene la elocuencia para desplegar sus alas, dado que se interponen su trayectoria, matices, contradicciones y hasta enmiendas a la totalidad del texto fresco y dicharachero que nos proponemos escribir.

Dicho de otra forma: si Hughes hubiera tenido más información sobre mi trabajo, entonces no habría podido escribir su artículo, o le hubiera quedado más largo y menos gracioso, y en tal caso el público se hubiera perdido el goce de su prosa cáustica y su ritmo estimulante, y también mi respuesta.

Llamaré a la intersección exacta entre la información precaria y la elocuencia resplandeciente "punto Hughes" como prueba de gratitud y admiración a mi maestro

El espadachineo entre columnistas suele divertir al público, así que no voy a ahorraros el que me incumbe. El duelo empieza cuando un escritor al que admiro lee mi artículo del sábado pasado. Es Hughes, quien nos explica en La Gaceta que existe algo llamado la "ley Soto Ivars", que establece que si yo escribo sobre un tema de apariencia tabú es porque el riesgo social ya ha dejado de existir.

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