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El Thyssen expone sus obras coloniales: "No seguimos ninguna instrucción del Gobierno"
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hasta el 20 de octubre

El Thyssen expone sus obras coloniales: "No seguimos ninguna instrucción del Gobierno"

La pinacoteca inaugura 'La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza' que pretende ser "un examen de conciencia y transformación artística del museo" con respecto a las representaciones de aquella época

Foto: Una mujer visita la exposición 'La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza' (EFE Daniel Gonzalez)
Una mujer visita la exposición 'La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza' (EFE Daniel Gonzalez)

“Es la exposición más esperada del año”, disparó Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, nada más comenzar la presentación de La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza, la muestra que ocupará el espacio principal de la pinacoteca desde este martes y hasta el 20 de octubre. Toda una declaración de intenciones. La frase y la exposición. “Es un examen de conciencia y transformación artística del museo”, afirmó poco después. Sin duda, da en el clavo de la discusión actual, como ha recogido la reciente Bienal de Venecia -si bien ya lleva décadas- sobre qué deben hacer los museos occidentales con todas las representaciones de la era en la que Europa fue la gran colonizadora de América, África y Asia.

Son en total 75 obras de arte procedentes del museo, de la colección de Carmen Thyssen -que, sin embargo, no ha prestado el Mata Mua de Gauguin para no moverlo de sitio, según explicaron desde el museo- y de la colección de TBA21 de arte contemporáneo. Hay bodegones, piezas marítimas, otros lienzos con representaciones de los indios de EEUU -El rastro perdido, de Charles Wilmar (1856)-, retratos de esclavistas como David Lyon (1825) y de familias que se dedicaban al negocio de la explotación de recursos como Grupo familiar en un paisaje, de Frank Hals (1645-1648). También se detiene en la “sexualización” de las nativas como Dos desnudos femeninos en un paisaje, de Otto Müller (1926). Todo ello mezclado con obras contemporáneas que enfrentan otra lectura del colonialismo. Una muestra relativamente pequeña que, eso sí, está inmersa completamente en la corriente museística que atraviesa el mundo occidental.

Foto: Racismo Ilustrado III, Sandra Gamarra Heshiki, 2023. (Oak Taylor-Smith/AECID)

“Se trata de rastrear la huella en el arte desde el siglo XVII de los grandes rasgos del colonialismo europeo”, manifestó Solana, quien rápidamente señaló que, aunque pudiera levantar polvareda, él no ve ahí “ninguna polémica acerca del fondo del asunto”, añadiendo que “en España ya nadie aprueba la esclavitud que fue abolida en las colonias, la primera vez en Cuba solo doce años antes de su independencia”. Además, Solana insistió en que todo este debate ya comenzó en los años setenta: “La descolonización de los museos parece de antes de ayer y no lo es”.

En este sentido, quiso rebatir las posibles conexiones que pudiera tener esta exposición con el discurso político que ha defendido el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que inaugurará la muestra este lunes por la tarde. “No, nuestro proceso de toma de conciencia parte de muy atrás y no tiene nada que ver con la coyuntura política actual ni con la composición del Gobierno. Una exposición no se organiza en tres-seis meses y quien diga que el Gobierno actual ha dado instrucciones relativas a esta exposición o es un ignorante o actúa de mala fe. Nunca he recibido una instrucción ni directa ni indirecta de alguien del Gobierno relativa a la programación de las exposiciones. Y no he tenido ningún contacto personal con el ministro actual”, ha manifestado Solana, quien, no obstante, cerró la lista de Sumar en las pasadas elecciones europeas. “En España, en los medios se juzga todo lo que sucede en función de la coyuntura política actual. Se trata de restaurar la necesaria ecuanimidad frente a los sesgos que hemos vivido sin ser consciente de ellos”, señaló.

"Quien diga que el Gobierno actual ha dado instrucciones relativas a esta exposición o es un ignorante o actúa de mala fe"

En todo este análisis y relecturas de los cuadros, el director artístico también quiso resaltar una equivocación que, a su juicio, también se da en los medios de comunicación. “Descolonización no es sinónimo automático de restitución, pero pensar esto no es inocente. En los medios se promueve esto para que la opinión pública lo vea como una disolución del patrimonio nacional. Y se trata de una relectura, reinterpretación. Lo que le importa al visitante es mostrarle cómo hay que leer un cuadro”. Y por esta misma cuestión insistió: “Esta exposición no pretende descolgar ningún cuadro ni llevarlo a los almacenes. Lo que hace es rescatar obras que han estado en los almacenes y explicar cosas que se han silenciado. Es una profunda transformación crítica del museo”, recalcó para también explicar que él mismo tuvo que seguir todo un proceso para entender la urgencia de esta cuestión.

Una discusión europea

Las seis secciones de la muestra, que tiene un gran componente didáctico con cartelas muy explicativas de cada lienzo, se ciernen sobre el extractivismo y apropiación, la construcción del otro, el esclavismo y la dominación colonial, la evasión a nuevas arcadias, el cuerpo y la sexualidad y la resistencia: cimarronaje y derechos civiles. Comisariada por Juan Ángel López-Manzanares (responsable de contenidos del Thyssen desde 2019), Alba Campo Rosillo, Andrea Pacheco y Yeison García López, toma muchas referencias de Slavery, la exposición que con el mismo motivo abrió el Rijksmuseum de Amsterdam en 2021 y que fue una de las puntas de lanzas para toda esta reflexión sobre el colonialismo. Como ya había marcado el ICOM en 2019 -la institución internacional que agrupa a los museos- la directriz era paliar el sesgo eurocéntrico de los museos.

placeholder Un cámara toma imágenes de la exposición 'La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza', EFE  Daniel Gonzalez
Un cámara toma imágenes de la exposición 'La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza', EFE Daniel Gonzalez

La pinacoteca finalmente ha elegido para estas relecturas lienzos muy interesantes que buscan explicar un significado que va más allá del de la época en el que fueron pintados. Entre ellos, la escultura Cabeza de muchacha, de Paul Gauguin (1893-1894) y los cuadros Franzi ante una silla tallada, de Ernst Ludwig Kirschner (1910), Idas y venidas, Martinica, también de Gauguin (1887), el Retrato de Grupo con Sir Elijah y Lady Impey, de Johan Zoffany (1793-1784) o el Mercado de ropa. Santo Domingo, de Agostino Brunias (1775). Y es cierto: posar la mirada sobre ellos hoy en día significa ver muchas más cosas que en el momento en el que fueron creados. Se ve al sirviente esclavo, se ve al esclavista, se ve cómo vivían unos y otros. Responde a un tiempo y a una época. Y, como pretenden desde el museo con esta nueva relectura, que sea el visitante el que ahora lo juzgue.

“Es la exposición más esperada del año”, disparó Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, nada más comenzar la presentación de La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza, la muestra que ocupará el espacio principal de la pinacoteca desde este martes y hasta el 20 de octubre. Toda una declaración de intenciones. La frase y la exposición. “Es un examen de conciencia y transformación artística del museo”, afirmó poco después. Sin duda, da en el clavo de la discusión actual, como ha recogido la reciente Bienal de Venecia -si bien ya lleva décadas- sobre qué deben hacer los museos occidentales con todas las representaciones de la era en la que Europa fue la gran colonizadora de América, África y Asia.

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