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El crimen neonazi de Lucrecia: "Tuvo más repercusión que Alcásser y después se olvidó"
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El crimen neonazi de Lucrecia: "Tuvo más repercusión que Alcásser y después se olvidó"

Se estrena una serie documental en Disney + sobre el primer asesinato racista reconocido en nuestro país. Lo cometieron neonazis, ocurrió en Aravaca (Madrid), conmocionó a la sociedad de los 90, pero hoy casi nadie lo recuerda

Foto: Fotografía de Lucrecia. (Disney )
Fotografía de Lucrecia. (Disney )

Es un frío 13 de noviembre de 1992 en Aravaca, Madrid. Un grupo de inmigrantes dominicanos se reúne en las ruinas de la que anteriormente era conocida como la discoteca Four Roses. Están cenando una sopa en torno a una vela cuando de pronto cuatro asaltantes surgen de la oscuridad. Uno de ellos lleva un arma y arremete contra los inmigrantes, disparando varias veces indiscriminadamente y huyendo en un coche después. Los disparos alcanzan a dos personas: Porfirio Elías, que resultará herido de gravedad, y Lucrecia Pérez, de 33 años, a la que una de las balas ha alcanzado el corazón y llegará muerta al hospital. Llevaba tan solo un mes en Madrid y había dejado a su hija Kenia, de seis años, en Santo Domingo. Será el primer crimen racista reconocido en nuestro país y, ahora, David Cabrera y Garbiñe Armentia estrenan en Disney + la serie documental original Lucrecia: un crimen de odio.

Cosas que se oían en los noventa: "No soy fascista, pero no me gusta que estén aquí muchos que no quieren estar"

"¿Sabes cuándo sucedió el crimen de las niñas de Alcàsser?" pregunta David Cabrera en entrevista con El Confidencial. "No solo el mismo año. El mismo día que el de Lucrecia, esa misma noche. Sin embargo, en los días siguientes la noticia que sacudió a la sociedad española y conmocionó a los medios fue la de Lucrecia, no las niñas de Alcàsser. Parece que con el paso del tiempo la historia, como otras tantas, ha quedado en un segundo plano por algún motivo. Pero pocas tuvieron el impacto social que tuvo el crimen de Lucrecia, eso fue lo primero que nos sorprendió, yo tenía 16 años por entonces y me sonaba, pero no recordaba el seguimiento mediático o el hecho de que toda España saliera a la calle porque hubieran matado a una mujer negra inmigrante. El segundo motor fue redescubrir la enorme vigencia que tenían los hechos, los relatos, las declaraciones, los puntos de vista en el archivo... todo sonaba francamente actual".

A lo largo de sus cuatro episodios de media hora aproximada de duración, Cabrera y Armentia analizan el problema del racismo, un problema que germinaba a principios de los 90 en una España enfrascada en rompecabezas aparentemente más graves, como el terrorismo. Durante los dos primeros capítulos, la trama se centra en Lucrecia, su asesinato y las manifestaciones posteriores, mediante la voz de aquellas personas que la conocieron (su hija Kenia trabaja hoy en día en el Movimiento contra la Intolerancia para ayudar y acompañar a las víctimas de delitos de odio), así como en la situación de los dominicanos inmigrantes en España durante esa década. Para contar esto último, también se valen de imágenes rescatadas de los medios de comunicación y declaraciones de entrevistas a españoles: "No soy fascista, pero no me gusta que estén aquí muchos que no quieren estar", "quieren dinero fácil", "yo creo que ningún español es racista", puede oírse en algún momento, pues la prensa puso mucha atención a aquellas historias que se contaban sobre los inmigrantes, adornadas en ocasiones con las palabras "drogas" o "prostitución".

De hecho, volviendo a los testimonios de la época, que como señala Cabrera podrían ser actuales (a principios de mes, Alvise Pérez dijo que a finales de verano visitaría Canarias para "preparar a su población ante la inminente invasión marroquí"), la otra directora del documental, Garviñe Armentia, también reflexiona: "No sé si el racismo es inherente a la condición humana o podemos educarnos, pero está claro que la historia de Lucrecia sirve para sacudirnos, más allá que hayan pasado 30 años y podamos hacer paralelismos. Parece que ahora vivimos determinadas dinámicas contemporáneas y resulta que no, eso se ve hasta con las fake news. En la plaza de Aravaca se formó un conflicto de convivencia natural y comprensible, pues fue donde se reunía la comunidad dominicana y provocó molestias en el barrio, pero al final fue utilizado, primero por la prensa que le da mucha bola, y después por partidos de extrema derecha. Al final son dinámicas muy actuales".

El tono de lo dos siguientes capítulos cambia y se vuelve más interesante sociológicamente hablando, pues se centra en los cuatro culpables del asesinato de Lucrecia y su posterior juicio (del que se cumplen 30 años): el guardia civil de 25 años Luis Merino Pérez (que fue quien disparó) y, especialmente, los tres menores neonazis (Felipe Carlos Martín, Víctor Julián Flores y Javier Quílez) que lo acompañaban. Por la pantalla pasan expolíticos, Jueces instructores, compañeros de clase, abogados como Sanz de Bremond (que llevó la defensa de la víctima) o incluso Jorge Carretero, formador voluntario de los jóvenes en prisión. Todos ellos intentan hacer un análisis psicológico de los asesinos y del contexto histórico para entender qué llevó a tres chavales de tan solo 16 años a radicalizarse de tal manera. Si bien no les trata de manera gregaria (se insiste continuamente en que Felipe era la voz cantante del grupo, frente al carácter más tímido y apocado de Víctor, por ejemplo), las conclusiones que se extraen son claras: los cuatro sabían perfectamente lo que querían hacer aquella noche de noviembre en que cogieron el coche para dirigirse a Aravaca.

"La pregunta que nos movía a lo largo de este proceso era qué llevaba a que estos chavales se radicalizaran", cuenta Armentia. "No es una respuesta fácil: el contexto, las dinámicas, el hecho de que fueran tan jóvenes y no tuvieran un criterio propio. Es habitual que en los grupos radicales se busque a gente muy joven, precisamente porque el filtro y el criterio personal está menos desarrollado y son más influenciables. Queríamos acercarnos a este contexto: quiénes eran, de dónde venían, cómo habían acabado implicados en el asesinato de una mujer que no conocían de nada".

"Si los asesinos de Lucrecia Pérez fueran unos psicópatas con una enfermedad mental no tendría mayor interés", explica Cabrera. "Lo inquietante es que lo cometen cuatro personas que son como nosotros, sobre todo los tres chicos menores, porque el otro aún es un guardia civil con unas características diferentes por su profesión. Pero son tres muchachos de familias acomodadas o de clase media, lo que hace que una parte de la sociedad se vea reflejada ahí. Lo que demuestra esta historia es que cualquier adolescente expuesto a determinadas ideologías o influencias puede acabar viéndose implicado en un crimen detestable".

"A veces pensamos que nuestros políticos o medios de comunicación no son un fiel reflejo de la sociedad. Sí lo son"

El documental tampoco tiene reparos en mostrar el tratamiento mediático -y poco ético- de la prensa, presente incluso durante el juicio, al que irremediablemente termina convirtiendo en un circo, como ya sucediera con las niñas de Alcàsser por culpa de Nieves Herrero y otros programas de televisión de la época. La cuestión sobre su culpabilidad en el auge de ciertos grupos, en esta ocasión de ultraderecha, también revolotea en el ambiente. Cabrera reflexiona un momento: "A veces pensamos que nuestros políticos o medios de comunicación no son un fiel reflejo de la sociedad, y creo que sí lo son. Efectivamente no todos pero hubo algunos medios de comunicación que contribuyeron a difundir e inflamar la situación, a caldear el ambiente, está claro. También es verdad que la guardia civil hizo un trabajo impecable en la investigación, localizó al culpable en solo dos semanas. Exploraron la teoría de que pudiera ser un ajuste de cuentas, que era natural, pero la abandonaron a los pocos días, y, sin embargo, los medios de comunicación siguieron ahondando en esa teoría cuando ya no se exploraba. Pero no solo los medios, también la sociedad en la medida en que contribuimos a caldear el ambiente, todos somos culpables cuando se permite que se den situaciones de violencia de cualquier tipo".

La polémica del 'true crime'

Otra de las cuestiones que uno no puede pasar por alto mientras visiona el documental es la polémica que recientemente ha surgido con el true crime. Tras series de televisión como El caso Asunta o El cuerpo en llamas -sobre el crimen de la guardia urbana- (Netflix), la madre del niño Gabriel Cruz, asesinado por Ana Julia Quezada, lideró una concentración para rechazar las producciones que se lucran de casos como el suyo. "Nosotros contactamos con Kenia, la hija de Lucrecia, desde el principio", cuenta Armentia. "Hemos hecho la serie con su complicidad y generosidad y eso ha sido importante para nosotros. Respecto a la polémica creemos que no sirven normas generalizadas, cada historia es única y cuando alguien se acerca a una historia es porque quiere contar algo y busca su sentido".

"Intentamos ponernos en contacto con los asesinos y se negaron a participar. Si hubieran querido, habrían dado su visión de los hechos"

"Nosotros intentamos ponernos en contacto con los condenados y rechazaron participar", cuenta Cabrera. "Pero si hubiesen accedido a ello nos habría parecido pertinente que contaran su visión de los hechos, precisamente para ayudarnos a comprender cuáles eran sus motivaciones. No hay una norma, habrá documentales donde tiene todo el sentido del mundo que participen las víctimas o los asesinos y lo contrario. Cuando buscamos historias intentamos que tengan sentido, que vayan más allá de la anécdota. En este caso hay un crimen y parece que nos encasillamos por eso dentro del true crime pero también hay un transfondo sobre lo que había sucedido y por qué, al final lo que surge es un retrato social".

Los asesinos de Lucrecia fueron condenados a 126 años de cárcel. A día de hoy ya están en libertad. El crimen abrió el camino a introducir la discriminación como agravante en el Código Penal a partir de 1995.

Es un frío 13 de noviembre de 1992 en Aravaca, Madrid. Un grupo de inmigrantes dominicanos se reúne en las ruinas de la que anteriormente era conocida como la discoteca Four Roses. Están cenando una sopa en torno a una vela cuando de pronto cuatro asaltantes surgen de la oscuridad. Uno de ellos lleva un arma y arremete contra los inmigrantes, disparando varias veces indiscriminadamente y huyendo en un coche después. Los disparos alcanzan a dos personas: Porfirio Elías, que resultará herido de gravedad, y Lucrecia Pérez, de 33 años, a la que una de las balas ha alcanzado el corazón y llegará muerta al hospital. Llevaba tan solo un mes en Madrid y había dejado a su hija Kenia, de seis años, en Santo Domingo. Será el primer crimen racista reconocido en nuestro país y, ahora, David Cabrera y Garbiñe Armentia estrenan en Disney + la serie documental original Lucrecia: un crimen de odio.

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