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El París del disfrute, el Art Decó y Le Corbusier que vieron los deportistas de 1924
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El París del disfrute, el Art Decó y Le Corbusier que vieron los deportistas de 1924

En los JJOO de hace un siglo la ciudad vibraba con la presencia de artistas como Picasso y Chagall y escritores como Hemingway y la mecenas Gertrude Stein. Y en la arquitectura, todo cambió

Foto: Una representación teatral en el Folies Bergère de París hacia 1920. (Getty Images)
Una representación teatral en el Folies Bergère de París hacia 1920. (Getty Images)

El París con el que se encontraron los deportistas que iban a participar en los JJOO de 1924 vibraba. Había pasado ya la I Guerra Mundial y lo que quería la ciudad era disfrutar. Por allí andaban Kiki de Montparnasse, Ernest Hemingway, Pablo Picasso, Gertrude Stein, Francis Scott Fitzgerald y Zelda Fitzgerald… ¡La era del Jazz! También Marc Chagall, Amadeo Modigliani… Y nuevos cabarets como el Bal Blomet, en Montparnasse, que abriría sus puertas aquel año, mientras que el Folies Bergère o al Théâtre des Champs-Elysées, por donde pululaba Jean Cocteau, tomaban nuevos aires. La gente iba a Maxim’s a comer, cerca de la plaza Vendome —"París sólo se arruinará el día que desaparezca Maxim's", Cocteau dixit—. Eran los años veinte. ¿Quién no quería estar entonces en París?

Además, la ciudad también se renovaba arquitectónicamente. Desaparecía el modernismo del Art Nouveau y surgía el Art Decó —el racionalismo de la Bauhaus y la influencia de vanguardias como el cubismo o el constructivismo con toques del Art Nouveau— y figuras como el urbanista y arquitecto Le Corbusier. París era una ciudad en marcha.

Para aquella cita olímpica se crearon novedosas estructuras, algunas de las cuales todavía se utilizan hoy en día. Entre ellas encontramos:

La piscina Georges Vallerey (1924) se instaló en el distrito XIII, a la orilla derecha del Sena y conocido por alojar el cementerio de Père Lachaise. Fue la gran piscina olímpica de los Juegos de 1924 y la que coronaría a Johnny Weissmuller, quien años después sería conocido como el mítico Tarzán. En aquel entonces se conocía todavía como Piscina de Tourelles y allí hubo pruebas de natación, saltos, waterpolo y pentatlón moderno. En esta ocasión no será la piscina de las competiciones pero sí se usará para los entrenamientos. Su última gran renovación fue en 1989.

placeholder El nadador Johnny Weissmuller (izquierda) salpica con agua al francés  Alex Jany en la piscina olímpica Tourelles en 1924. (Keystone/Getty Images)
El nadador Johnny Weissmuller (izquierda) salpica con agua al francés Alex Jany en la piscina olímpica Tourelles en 1924. (Keystone/Getty Images)

La piscina de la Butte-aux-Cailles (1924) fue diseñada por el arquitecto Louis Bonnier y se encuentra en la plaza Paul Verlaine en el distrito XIII, en la margen izquierda del Sena. De estilo Art Nouveau se integra entre las callejuelas de un barrio que todavía es hoy uno de los más pintorescos de París. Por aquella época era todavía un vecindario obrero lleno de casitas con entramado de madera. Hoy siguen existiendo. Los precios ya no son los mismos.

El velódromo Jacques Anquetil (antes llamado Velódromo de Vincennes) se construyó en 1894 y ya fue utilizado para la cita olímpica de 1900 como su gran estadio. En 1924 se volvió a utilizar para las pruebas de ciclismo, esgrima, lucha libre, boxeo y levantamiento de pesas. Es una pista de hormigón de 500 metros y las gradas de hierro fueron diseñadas por Gustave Eiffel. Se encuentra en la localidad de Vincennes, a escasos kilómetros de París y actualmente acoge partidos de fútbol y rugby.

El velódromo de Invierno se había construido en 1903 a la orilla del Sena y a escasos metros de la Torre Eiffel, un monumento que en solo unos años se había convertido también en uno de los grandes emblemas parisinos (y que sigue siéndolo hoy en día). En 1924 se utilizó para las pruebas de esgrima, halterofilia y boxeo. No obstante, lo peor de este edificio es su trágica historia: el 16 de julio de 1942 fueron hacinados allí miles de judíos tras una gran redada en la ciudad y deportados después a los campos de concentración nazis. Muchos eran niños. El velódromo fue demolido en 1959 y hoy es un parque del recuerdo.

placeholder El estadio olímpico de Colombes en 1924. (Getty Images)
El estadio olímpico de Colombes en 1924. (Getty Images)

El Estadio Olímpico de Colombes fue el gran estadio de los JJOO de 1924 y se encontraba en la ciudad de Colombes, también muy cercana a París. El inmueble tenía una capacidad original de 45,000 espectadores y alojó las pruebas de atletismo y fútbol. En 2024 se celebrarán allí las competiciones de hockey sobre hierba.

En los JJOO de 1924 se abre la primera Villa Olímpica de la historia. Se encontraba en Colombes, cerca del gran estadio (al que los atletas podían ir andando). Era un pequeño pueblo compuesto por un conjunto de cabañas de madera donde descansaban los deportistas, una oficina de cambio, tintorería, peluquería, puesto de prensa y una oficina de correos.

Foto: Gustave Eiffel. (Getty/Hulton Archive/Spencer Arnold Collection)

En cuanto a los transportes, también era una ciudad en pleno cambio. Si los JJOO de 1900 habían conseguido la apertura de la línea 1 de metro, para la década de los veinte se inauguraron varias estaciones. Una de las más novedosas que pudieron ver los parisinos de 1924 fue esta:

La estación Vaneau de Metro se inauguró en 1923 y se encuentra entre los barrios VI y VII, que ya eran dos de los más acaudalados de la ciudad en aquella época, uno por su porte noble, el otro por su ambiente intelectual y académico (saint germain-des-pres). Se aleja del Art Nouveau de estaciones diseñadas anteriormente (aunque mantiene algunos elementos) y se opta por una entrada más funcional y sencilla propia del Art Decó como muestra la pila bautismal del letrero de piedra del Metropolitan y los azulejos azules.

placeholder Estación Vaneau de metro. (Metro de París)
Estación Vaneau de metro. (Metro de París)

Entre los nuevos edificios de ocio que albergaba aquel París se encontraba el cine Le Louxor, construido en 1921 en el distrito XVIII, el de Montmartre, el Sacre-Coeur y el famoso Moulin Rouge que habían sido todo un centro de ebullición a finales del XIX y principios del XX. Fue diseñado por el arquitecto Henri Zipcy y se distingue por su estilo neo-egipcio, tanto en su fachada como en el interior. Durante los años ochenta fue una de las discotecas gay más importantes de la ciudad. Cerró en 1988 y volvió a abrir en 2013 como cine.

placeholder El cinema Le Louxor el día de su inauguración.
El cinema Le Louxor el día de su inauguración.

Los años veinte también trajeron cambios en los grandes almacenes, que ya habían tenido un gran éxito a finales del XIX. Dos galerías serán muy importantes para los parisinos de esta nueva década:

Printemps Haussmann abrió por primera vez en 1865 en el distrito IX, donde muy poco después se construiría la ópera Garnier y el cabaret Follies Bergere (aunque entonces todavía no era un barrio céntrico). Fueron los primeros grandes almacenes y los primeros, por ejemplo, en ofrecer las rebajas tal y como las conocemos hoy. A comienzos del XX abrieron nuevas salas con estilo Art Nouveau en lo que se conoció como les Nouveaux Magasins. En septiembre de 1921 sufrió un gran incendio que destruyó buena parte de su fachada y estructuras de este estilo. Sin embargo, el arquitecto Georges Wybo dirigió las obras de reconstrucción, basadas en el mismo diseño que antes del siniestro. En 1924, el año de los Juegos, el Printemps volvió a innovar con la organización de exposiciones y eventos. Y, como ocurre ahora, ir al centro comercial era una de las principales diversiones de los ciudadanos. Solo que en un sitio más bonito.

Las Galerías Lafayette abrieron casi tres décadas después del Printemps, pero en el mismo barrio, que ya se había convertido en uno de los más importantes de París. Se hizo para los empleados de la zona y la alta burguesía que vivía allí. En 1912 se convertiría en uno de los grandes emblemas del Art Nouveau gracias al arquitecto Ferdinand Chanut con la espectacular cúpula por la que entraba la luz directamente a la mercancía. El maestro vidriero Jacques Gruber fue quien diseñó los vitrales con un estilo neo bizantino. El barandal de la monumental escalera, de Louis Majorelle, estaba inspirado en la Ópera de París. Majorelle también hizo las obras de hierro forjado de los balcones. Pero eran unas galerías que no solo vendían ropa. También había una sala de lectura, una sala de fumadores y otra para tomar el té. E incluso abrieron una terraza donde en 1919 aterrizó Jules Vedrines. Y, por supuesto, en los años veinte todo el mundo quería ir a pasear a las Galerías Lafayette.

placeholder El pabellón de las Galerías Lafayette en la 'Exposition Internationale des Arts Decoratifs Industriels et Modernes'. (Getty Images)
El pabellón de las Galerías Lafayette en la 'Exposition Internationale des Arts Decoratifs Industriels et Modernes'. (Getty Images)

Pero si algo cambiaría la cara de París en los años veinte fue la vivienda con la genialidad de arquitectos y urbanistas como Le Corbusier y Robert Mallet-Stevens.

El primero comenzaría a trabajar en el despacho de arquitectos de la Rue de Sevres en 1922. De allí saldrían proyectos como la Maison La Roche, construida en 1923 en el distrito XVI, donde se encuentra el Bois de Boulogne y donde vivían muchos de los personajes de En busca del tiempo perdido, de Proust. En él están algunos de los edificios más lujosos de la ciudad. La maison La Roche —hoy la Fundación Le Corbusier— puso en el mapa al arquitecto. Su innovación radica en el uso de materiales como el hormigón armado que le permitió plasmar por primera vez los "Cinco puntos para una arquitectura nueva": los pilotis, la fachada libre, las ventanas en franja, el plano libre y la terraza en el techo. Diseñada para Raoul La Roche, un banquero y amante del arte moderno. Un hombre rico.

Al norte del distrito XVI se encuentra el barrio Boulogne Billancourt donde, por ejemplo, vivió Marc Chagall y aterrizó Le Corbusier con su proyecto Residencias –estudio Lipchitz – Miestchaninoff (1923-26). Eran tres edificios contiguos encargados por los escultores Jacques Lipchitz y Oscar Miestchaninoff para sus trabajos. El arquitecto propuso instalar los estudios en la planta baja para facilitar la manipulación de las esculturas. Los apartamentos se situaron en el primer piso y la azotea en el último. En ambas casas, el apartamento ocupaba solo una parte del volumen, dejando así espacios vacíos en los estudios. Hoy en día son propiedades privadas y han sufrido modificaciones en sus interiores y en el color de las fachadas exteriores. Pero se pueden ver desde la calle y captar la esencia del arquitecto. Solo dos de ellos son obra de Le Corbusier.

placeholder Exterior de la Maison La Roche, de Le Corbusier.
Exterior de la Maison La Roche, de Le Corbusier.

Otro arquitecto que le cambió la cara a París en los veinte fue Robert Mallet-Stevens con las seis viviendas unifamiliares que diseñó en 1926 en una parcela propiedad de Mme. Noailles, para la que ya había trabajado con anterioridad en 1923. La parcela se dividió longitudinalmente y a ambos lados se construyeron las viviendas. Mallet-Stevebs ideó un sistema constructivo basado en un juego de alturas realizado con cubos de distintas dimensiones. Dispuso de fachadas blancas, grandes vitrales para que entrara luz —la luz vuelve a ser importantísima (y más en una ciudad que no le suele sobrar)—, ventanas en esquina, zócalos altos y rallados en horizontal junto con terrazas escalonadas. Hoy se encuentran en la calle que lleva el nombre del arquitecto. Aquí vivieron personalidades como la cineasta Héléne Atallini, la pianista Mme Reifenberg, el banquero Daniel Dreyfus, o los escultores Jöel y Jan Martel.

placeholder Interior de la Maison La Roche, de Le Corbusier.
Interior de la Maison La Roche, de Le Corbusier.

Sería el inicio de una verdadera revolución arquitectónica y urbanística que revolucionaría la ciudad, marcada por los JJOO de 1924. Todavía en ese momento nadie podía imaginar que solo 16 años después, en 1940, sería bombardeada.

El París con el que se encontraron los deportistas que iban a participar en los JJOO de 1924 vibraba. Había pasado ya la I Guerra Mundial y lo que quería la ciudad era disfrutar. Por allí andaban Kiki de Montparnasse, Ernest Hemingway, Pablo Picasso, Gertrude Stein, Francis Scott Fitzgerald y Zelda Fitzgerald… ¡La era del Jazz! También Marc Chagall, Amadeo Modigliani… Y nuevos cabarets como el Bal Blomet, en Montparnasse, que abriría sus puertas aquel año, mientras que el Folies Bergère o al Théâtre des Champs-Elysées, por donde pululaba Jean Cocteau, tomaban nuevos aires. La gente iba a Maxim’s a comer, cerca de la plaza Vendome —"París sólo se arruinará el día que desaparezca Maxim's", Cocteau dixit—. Eran los años veinte. ¿Quién no quería estar entonces en París?

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