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El trasnochado "Toy Story" de los pitufos
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El trasnochado "Toy Story" de los pitufos

No es Avatar a pesar del color azul. Exigir credibilidad a una película protagonizada por pitufos carece de sentido. Es un proyecto con una única baza

No es Avatar a pesar del color azul. Exigir credibilidad a una película protagonizada por pitufos carece de sentido. Es un proyecto con una única baza en taquilla: que los personajes de Peyo estén acompañados por intérpretes reconocidos de la televisión americana.  

Neil Patrick Harris, el afamado Barney Stinson de la serie Cómo conocí a vuestra madre; Jayma Mays, que abandona la ingenuidad mostrada en Glee por la sensatez de una embarazada primeriza; Sofía Vergara, el rostro latino de Modern Family que aporta el toque italiano a la cinta.

Aunque quien verdaderamente tiene una importancia especial es Hank Azaria que, con nariz y calva de por medio, da vida a un estridente Gargamel que más parece un personaje salido de Austin Powers que el malvado personaje que pintó Peyo en 1958.

La historia comienza veloz y sin mucha presentación, que para eso están los cómics. Por influjo mágico de una luna azul, los pitufos cambiarán las setas de su bello país por los rascacielos de Nueva York donde vivirán las aventuras que dan sentido a la caprichosa adaptación.

Perdidos en la inmensidad de la ciudad, su fortuito encuentro con Patrick Winslow y su mujer Grace les salvará de las garras del Azrrael y de su amo que, cual Coyote, intentarán capturar a la obsesión azul por la Gran Manzana.

El resultado: una película que invita a la diversión pero sin ningún vestigio de trascendentalidad más allá de los avances en animación. La fórmula manida del final feliz como única receta que sigue la trama y logrando que el espectador se anticipe en todo momento durante los 86 minutos de metraje.

Chistes fáciles y situaciones trasnochadas que harán las delicias de los más pequeños y el hastío del padre o madre de turno. Ni siquiera la moraleja final relacionada con la familia quedará clara en el espectador.

Pero es verano. Y ya se sabe que el único objetivo de la cartelera estival es que uno cambie las chancletas y la toalla por las palomitas. Aunque solo sea por dos horas y sin que haya superhéores salvando el mundo.

No es Avatar a pesar del color azul. Exigir credibilidad a una película protagonizada por pitufos carece de sentido. Es un proyecto con una única baza en taquilla: que los personajes de Peyo estén acompañados por intérpretes reconocidos de la televisión americana.