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Cuando el asesino y la víctima son la misma persona
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estreno de 'coherence'

Cuando el asesino y la víctima son la misma persona

'Coherence' dignifica la ciencia ficción de serie B con una historia que retuerce las paradojas temporales

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Al inicio de Coherence, primer largometraje del también guionista James Ward Byrkit, un grupo de viejos amigos se reúne para cenar como llevan a cabo con cierta regularidad. Pero hoy se trata de una ocasión especial. Esta noche está previsto el paso del cometa Miller. El acontecimiento, por supuesto, se introduce en la conversación durante la comida, mientras unos y otros se ponen al día de sus vidas sentimentales y laborales. Em (Emily Baldoni) recuerda algo que leyó respecto a la anterior ocasión en que este mismo cometa surcó el cielo, en los años treinta del siglo pasado en Finlandia. A primera vista, entonces no se produjo ninguna catástrofe ni incidente luctuoso. Pero los medios de la época registraron algún suceso extraño. Una mujer, por ejemplo, denunció que el hombre que se encontraba en su casa no era su marido. A pesar de que su apariencia parecía indicar lo contrario. La señora insistía en que ese tipo no era quien decía ser. Porque ella había matado a su esposo la noche anterior.

La anécdota que cuenta Em parece diluirse en una de esas conversaciones típicas de adultos de cierta edad donde entran en juego los sueños profesionales que se han torcido, las segundas oportunidades en el amor y los reproches personales de más o menos calibre. Hasta que un apagón interrumpe definitivamente la rutina de la velada. A partir de aquí, lo que se presentaba como un drama independiente construido en torno a las relaciones y sentimientos de ocho personajes empieza a cobrar la forma de filme de ciencia-ficción de serie B. La introducción, sin embargo, no ha sido en balde. Construir los cimientos de su película como un drama de tintes psicológicos le ha permitido a Byrkit fijar quién era quién en una trama donde el juego de identidades va a complicarse de manera exponencial.

Con todo el barrio a oscuras y sin posibilidad de establecer comunicación telefónica, dos personajes se aventuran al exterior para evaluar la situación. A su regreso, pintan un panorama sin duda insólito. La venida del cometa parece haber modificado puntualmente las reglas de la física. Ateniendo a las explicaciones de los protagonistas, podríamos decir que la casa donde se sitúa el filme se ha convertido en un equivalente de esa caja imaginada por el científico austríaco Erwin Schrödinger, y sus habitantes en los trasuntos del gato teóricamente allí encerrado para ilustrar una de las paradojas más famosas de la física contemporánea.

Recordemos que en el experimento imaginado por Schrödinger el felino convive en el receptáculo con un par de mecanismos que, en un lapso de tiempo determinado, hay un 50% de probabilidades que le causen la muerte. Según los principios de la mecánica cuántica, este experimento conduce a que se sobrepongan los dos posibles estados del animal. Pasado ese lapso temporal, el gato estará muerto y al mismo tiempo también estará vivo. Abrir la caja, sin embargo, provoca que nos encontremos con el animal en un único de los dos estados posibles. Y pone en evidencia la paradoja de que resulta imposible observar los resultados del experimento sin interferir en él.

A Byrkin no le interesa tanto esta última conclusión epistemológica, como una de las interpretaciones más famosas de la teoría: la de los mundos múltiples. Desde la paradoja cuántica planteada por Schrödinger, Hugh Everett desarrolla la hipótesis de la existencia de universos paralelos. En este caso, uno en el que el gato sigue vivo y otro en el que ha fallecido. Estos mundos conviven al mismo tiempo pero resulta imposible que interactúen entre ellos.

Sirvan estos fundamentos más que básicos de física para dibujar el punto de partida desde la ciencia-ficción de Coherence, que presenta un estado donde la esfera con el gato vivo y aquella con el gato muerto no solo cohabitan en un tiempo simultáneo. Además, en este caso sí se relacionan entre ellas.

Este es el escenario donde descubren que se encuentran los protagonistas el film. Un barrio donde existe, como mínimo, otra casa idéntica a la suya en la que también han quedado para cenar ocho amigos. E intuyen que es más que probable que algún habitante de la otra casa haya sustituido a su sosias en ésta.

Byrkit arma una tremenda partida de Cluedo donde el asesino y la víctima pueden llegar a ser la misma persona. Y, al contrario de lo que sucede en los títulos antes mencionados, aquí no hace falta viajar en el tiempo para incurrir en todo tipo de retos espacio-temporales.

Como en un episodio de The Twiligh Zone rodado como un filme de bajo presupuesto (cámara en mano, iluminación naturalista, escenario único, un grupo mínimo de actores...), los protagonistas se ven envueltos en un conflicto de naturaleza fantástica. Deben preservar su identidad frente a la de otros posibles clones para que, una vez pase el cometa (se abra la caja), el gato que aparezca vivo sean ellos. Con estos elementos básicos muy bien armados Byrkit construye un thriller dramático en un contexto de ciencia-ficción que saca el máximo provecho de su punto de partida y que a la vez ofrece una pertinente reflexión sobre la naturaleza mutante de la identidad humana.

Al inicio de Coherence, primer largometraje del también guionista James Ward Byrkit, un grupo de viejos amigos se reúne para cenar como llevan a cabo con cierta regularidad. Pero hoy se trata de una ocasión especial. Esta noche está previsto el paso del cometa Miller. El acontecimiento, por supuesto, se introduce en la conversación durante la comida, mientras unos y otros se ponen al día de sus vidas sentimentales y laborales. Em (Emily Baldoni) recuerda algo que leyó respecto a la anterior ocasión en que este mismo cometa surcó el cielo, en los años treinta del siglo pasado en Finlandia. A primera vista, entonces no se produjo ninguna catástrofe ni incidente luctuoso. Pero los medios de la época registraron algún suceso extraño. Una mujer, por ejemplo, denunció que el hombre que se encontraba en su casa no era su marido. A pesar de que su apariencia parecía indicar lo contrario. La señora insistía en que ese tipo no era quien decía ser. Porque ella había matado a su esposo la noche anterior.

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